James Jones, J.J es un hombre guapo, orgulloso y sexy, hijo único de la famila más rica y poderosa de la ciudad. Acostumbrado a tenerlo todo al precio que sea.
Casandra Howell una joven sencilla, tímida, y solitaria, enamorada desde niña en secreto del joven Jones quien era diez años mayor que ella. Pero Casandra creció con problemas de autoestima debido a que de niña fue obesa, y su hermana mayor Monique en cambio si era una auténtica belleza.
El destino de Casandra pondrá su voluntad a prueba cuando, un día se despierta en la habitación de un hospital y le informan que fue drogada y abusada sexualmente.
Alguien le había robado su virginidad y su inocencia. Y ella no recordaba nada.
Cómo pudo ese encuentro de una noche cambiarlo todo?.
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Capitulo XI
Casandra llegó a Londres a mediados de noviembre, allí todavía era otoño, el invierno aún no llegaba, en Inglaterra comenzaba en diciembre y se extendía hasta marzo.
El Reino Unido era una región de constantes lluvias y cielos grises. Por ahora la chica disfrutaría de un clima fresco. Su avión había arribado al aeropuerto a las nueve de la mañana , Casandra estaba pálida, y cansada del viaje, el vuelo desde Oregón hasta Londres había durado doce horas aproximadamente, no había comido mucho durante el viaje por miedo a marearse y terminar vomitando encima de alguien. Era la primera vez que viajaba en avión, y pensó que la experiencia sería alucinante, pero tristemente se dio cuenta que no era como lo había imaginado. Fue una travésia super incómodo para ella, y el hombre que iba sentado a su lado lo hizo aún peor, no dejaba de hablar, y a la joven se le dificultaba llevarle el ritmo de la conversación tan frenética que tenía, no la había dejado descansar, y aparte se había ofrecido amablemente de llevarla a su destino, pero la chica se negó, no quería pasar por lo mismo las siguientes horas. Así qué una vez aterrizaron Casandra pudo escabullirse del desconocido, recogió rápidamente su escaso equipaje, y se sentó en una de las sillas de una tienda en el aeropuerto, debía desperezarse del duro viaje.
Casandra no se podía creer que estuviera en el Reino Unido, hogar de muchas de sus escrituras favoritas, con paisajes de ensueño, y lugares que se moría por visitar. Era obvio que estaban en temporada alta, la gente iba de un lado a otro apresuradas en busca de la salidas, otras solo estaban como ella, detenidas observando, algunos seguramente estarían esperando a alguien.
La chica pensó que hubiera sido lindo que alguien estuviera esperándola para recibirla, y darle una calurosa bienvenida. De pronto se entristeció un poco ante ese pensamiento, pero se obligó a ponerse de pie, aún le quedaban dos horas de viaje para poder llegar hasta Birmingham. Su tía Katherine no esperaba su llegada, ni tampoco sabía que ella la visitaría, y eso la ponía nerviosa, una creciente opresión crecía en su pecho. Casandra sabía que ella debía estar tan blanca como la nieve misma. El corazón le latía como si hubiera corrido a toda velocidad. Lo único que tenía que hacer era pagar un taxi, y en un par de horas estaría ante la puerta de la casa de su tía.
La joven se dio cuenta que estaba temblando, afuera el clima estaba frío y lluvioso, ella pensó que todo estaría cubierto de nieve al igual que Snowfiel, pero se sorprendió al ver que no era así, y cayó en cuenta en lo lejos que estaba del que alguna vez fue su hogar. Casandra detuvo un coche, y el señor se mostró muy amable en llevarla, quería disfrutar de la agradable vista, pero estaba nerviosa como para deleitarse por el paisaje; si su tía se negaba a recibirla quedaría desamparada en las calles de un país desconocido, todo el dinero que tenía ahorrado se lo había gastado en el viaje. Pero tampoco pensaba ser una carga para su tía, esperaba ganarse su hospedaje, ayudándola en las tareas del hogar, o hasta que encontrará un trabajo. Además eran familia no podía solo dejarla en la calle; o si?.
Cuando el taxi se detuvo ante la casa de su tía Katherine, la joven apretó las manos con fuerza contra su equipaje, estaba ya frente a la mansión de arquitectura georgiana, era una casa enorme, su construcción databa entre los años mil ochocientos treinta y mil ochocientos cuarenta, perteneciente al conde Hughenden, pariente cercano del difunto esposo de su tía, y quien la había heredado de su familia, y ahora la dueña legítima era su tía Katherine. La misma contaba con un jardín inglés, diseñado naturalmente, de modo que todos los elementos naturales adoptaban sus formas propias libremente. Era de ensueño. Pensó Casandra. La casa también contaba con tres plantas, la fachada principal revestida de piedra caliza de color blanca, cuatro columnas al estilo romano adornaban el pórtico, tenía cuatro ventanas de cada lado, dándole armonía a la fachada, y una terraza en el segundo piso. Lo que más le gustó a la chica fue el camino de ladrillos rojos el cual estaba bordeado por un impecable jardin, estaba lleno de inmaculada praderas de césped, con callejones floridos y senderos de guijarros, el clima lluvioso le daba un aire misterioso al panorama. Por un momento a Casandra se le había esfumado todo el miedo y la ansiedad que la habían tenido tan inquieta, pero al mirar la puerta a unos pasos de ella, le volvieron súbitamente. Llamó al timbre con dedos temblorosos y espero impaciente a que abrieran la puerta, al cabo de unos minutos finalmente está se abrió. Una mujer de mediana edad con rostro amable, la observó de arriba abajo con expresión confundida.
_ Hola, buenos días tenga usted_ dijo la joven con una breve sonrisa_ Por favor, puede decirle a mi tía Katherine que su sobrina Casandra Howell, está aquí_ Y mientras hablaba, oyó la voz amargada de su tía procedente de un lugar cercano dentro de la casa.
_ Pase usted, joven_ dijo la ama de llaves y se apartó para que la chica cruzará el vestíbulo circular con suelo de mármol y una enorme araña de cristal colgaba en el techo. Frente a ella se alzaba una escalinata curva. Vio como el ama de llaves se alejaba, mientras ella seguía de pie esperando ansiosa. Su tía Katherine era tan rica que podía hacer lo que quisiera, sin embargo casi nunca salía de su casa. El hecho de no tener un heredero tampoco parecía perjudicarla. Estaba acostumbrada a mezclarse con la alta sociedad, era una mujer independiente y fuerte, justo como Casandra esperaba serlo algún día.
La voz de su tía Katherine se alzó aguda, rompiendo el silencio.
_ Cual de mis sobrinas está aquí? Pero si yo no he invitado a ningún pariente_ gritó_ Bueno veremos qué pasa.
Casandra se quedó boquiabierta por la sorpresa. Acaso estaba pensando en echarla?
Un momento después oyó el taconeo de los zapatos de su tía al acercarse en el suelo, y Katherine apareció por uno de los arcos del vestíbulo con una expresión fría y perpleja, a Casandra le dio un vuelco en el corazón, pero rápidamente se erguio y le ofreció una sonrisa.
_ Hola tía_ dijo sosteniendo la sonrisa.
_ Se puede saber que haces aquí?_ Preguntó su tía ásperamente.
_ He venido a visitarte. Esperaba poder pasar las fiestas contigo tía, espero esté bien_ dijo la chica nerviosa.
_ Y esperas de verdad que te crea eso Casandra? Sabes cuántas llamadas he recibido de tu padre? Se perfectamente todo_ replicó su tía Katherine sofocada por la ira, pero visiblemente sorprendida.
Katherine era una mujer alta y delgada, con rizos rojizos y algunos hilos de plata en su cabello, de brillantes ojos grises, tenía casi los mismos rasgos que Casandra, fácilmente podría pasar por su madre. Lucia un exquisito vestido de lana negro con un collar de perlas igual de exquisito. Nunca se había quitado el luto por su marido, Ribert Hughenden, aunque hacía casi cinco años que había muerto, y jamás pensó en volver a casarse, a pesar de que seguía siendo una mujer muy atractiva.
_ Tía por favor, no le digas a nadie que estoy aquí_ le suplico la chica.
_ Basta Casandra no voy a echarte, ni te voy a obligar a volver a tu casa. Pero no puedes huir para siempre y bien lo sabes_ murmuró suavemente_ Por ahora necesitas descansar niña. Señora Jane lleve a mi sobrina a una de las habitaciones de invitados de la segunda planta, para que duerma un poco, tiene aspecto demacrado, pareciera que en cualquier momento fuera a desplomarse_ dijo la dama dando un respingo cuando Casandra le dio un abrazo de agradecimiento.