Alejandra, una chica que tuvo la mala suerte, de ser echada de su casa, por su propio padre. Por cancelar su boda, con su prometido un día antes, al encontrarlo con su amante.
Esa misma noche ella va a un club, donde se le pasan las copas y termina acostándose con un desconocido.
Años más tarde se convierte, en la mejor abogada de la ciudad. Sin que ella sospeche acude a una cita de trabajo, ella creé que se trata de un nuevo caso, donde es chantajeada, por un magnate multimillonario. Tendrá que tomar la decisión más difícil de su vida. Aceptar o perder todo, lo qué a logrado con su esfuerzo.
Acompañame en está nueva historia, a descubrir que pasa al rededor de la vida de está abogada y, como será el reencuentro con su pasado.
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Su mal genio deja consecuencias
Guillermo se molesta por el tono en que le habla su hijo, y le responde. - En primer lugar bájale a tu mal genio, no soy una de tus empleadas. - Aquí las órdenes las doy yo y, tu las obedeces. "Estamos"
- Entonces Explicame, porque un nuevo escritorio en mi despacho, ya te he dicho que a mí no me gusta que nadie esté aquí en mi despacho. -
- Bueno, porque la señorita Alejandra Maldonado, estará aquí trabajando contigo en tu despacho, y será la encargada de sacarte de todos los líos en los que te andas metiendo, ya ningún abogado quiere hacerse cargo de tus pequeños problemas de cada noche. -
- Cuando veo la chica que estaba detrás de mi padre, me quedó sin aliento es la misma chica, la que trate de sacar del club a la fuerza.
La que me abofeteó. - Mierda no puede ser, que ella este aquí. Y en mi despacho. -
Veo que mi hijo, se ha quedado sin habla, me imaginó que no se esperaba volver a verla después, que la quiso sacar a la fuerza, lo mismo pasa con Maldonado, lo queda viendo sería, así le digo. - - Bueno, señorita Maldonado, él es mi hijo Dylan. Dylan la señorita Maldonado. -
Veo que el pesado de ese, extiende su mano para saludarme, después de unos segundos, lo saludo.
- Bueno, yo los dejo tengo cosas que hacer. Señorita Maldonado queda en buenas manos. -
Solo hago una mueca, cuando veo que el señor Rangel sale del despacho, ahora si estoy sola con el loco esté. Pero si se atreve hacerme algo, no lo voy a pensar dos veces, lo abofeteó.
Solo me doy la vuelta y voy al escritorio, que supongo que es el mío, me siento buscó dentro de las gavetas, pero están vacías así que supongo que debo esperar.
A que me digan que debo hacer, porque no creo que este señor no me dirá nada.
- Mira yo no sabía que tú trabajarías aquí y mucho menos que estuvieras aquí en mi despacho. - Solo la veo que se queda viéndome sin decirme nada. - Y por lo sucedido, no se preocupe que no volverá a pasar. - Le dice Dylan a Alejandra.
- Si, claro que no volverá a pasar, como usted no fue, el que fue a dar a la jefatura de la policía. - Eso si me molesto que el muy desgraciado solo me dice que no volverá a pasar, ni siquiera se disculpo conmigo.
Bueno, no se moleste, que no es para tanto. Usted me abofeteó, que tiene que decir a eso.
Usted se lo busco, no sé porque diablo me quería llevar con usted, en mi vida lo había visto. La próxima vez que intente volver hacer lo que hizo,. Yo misma lo envió a los separo.
Me quedó solo viéndola sin responderle me digo para si mismo. - Pero quien diablos se cree está mujer, que va a venir a amenazarme.
Pero en esos momentos llaman a la puerta, que me sacan de mis pensamientos bruscamente pego un grito. - Largo de aquí. Y tu quien diablos te crees para amenazarme, no porque hayas sido contratada por mi padre, aquí en mi despacho las cosa se hacen como yo digo.
Solo lo quedo viendo, le hago una mueca. - Está bien, nada más me avisa cuando tenga que salvar su trasero. - Le doy una media sonrisa salgo del despacho, al salir me encuentro con su asistente.
Señorita Maldonado, el señor Rangel le envía estos documentos.
- Gracias. - La quedo viendo sonrió con desagrado. - Porque tengo que regresar al despacho, me doy la vuelta y entro voy a mi escritorio, solo lo veo que está ojeando un libro, me siento y de inmediato me pongo a hacer mi trabajo. -
Así transcurre gran parte del día, que no me di cuenta, sí no hasta que sentí un poco de hambre.
Así que decidí ir a la cafetería, cuando estaba saliendo del despacho me tope con un chico muy bien parecido enseguida me dijo. - Tu debes de ser la nueva abogada, Alejandra Maldonado.
- Si es soy yo. - Le respondí con una sonrisa.
Yo soy Guillermo Rangel, y a donde vas con tanta prisa, si se puede saber hermosa.
Voy a la cafetería, por algo de comer.
No me digas, que el ogro de mi hermano no te ha dejado salir a comer. - Quise reírme, cuando dijo que su hermano. "Es un ogro" pero me aguante, pues nos estaba viendo.
- Bueno no te quito más tu tiempo, luego seguimos platicando. -
Me alejó, de ellos comuna sonrisa que solo me digo para si misma. - Wow. Que hombre, creo que estoy alucinando o me estaba coqueteando, "ya Alex deja de pensar tonterías", el hambre que tienes te esta haciendo ver de más. -
Vaya hermanito, si que tu abogada es una belleza, me quede fascinado con esos hermosos ojos.
Si no tienes ningún interés en ella, me la puedo llevar a mi despacho y quien dice y tal vez me case con ella.
Que interés puedo tener en esa mujer, si la quieres dile a papá, y te la llevas a tu empresa. A mi, me estorba aquí.
Hay que genio, cada vez estás peor, yo solo vine para recordarte que la próxima semana tenemos una junta general.
Si ya lo se, no se me ha olvidado, ya solo falta que venga Dante a recordármelo.
Bueno es mejor que yo me vaya, ni tu mismo te aguantas. Ya cásate a ver sí, así se te pasa tu mal humor.
Ya termina de irte. - Mi hermano Guillermo termino por ponerme de malas, que termino por lanzarle el libro que tenía en las manos, pero sin darme cuenta que Alejandra venia entrando le doy a ella. Solo veo como cae al suelo.
Pero estás loco, ve lo que acabas de hacer. -
Mi hermano la levanta del suelo, y la carga llevándola a sofá, yo me quedo ahí sin saber que hacer - Vamos idiota trae el botiquín, ahí debe de haber alcohol.
Cuando iba entrando solo vi que el loco ese le lanzo algo a su hermano y medio a mí.
En la frente, hasta estrellitas vi, de ahí no supe más. Cuando desperté, Guillermo estaba a mi lado. - Estás bien, Alex. -
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