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Esencia De Oso

Esencia De Oso

Status: En proceso
Genre:Vampiro / Hombre lobo / Apoyo mutuo
Popularitas:1.9k
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Un chico se queda solo en un pueblo desconocido después de perder a su madre. Y de repente, se despierta siendo un osezno. ¡Literalmente! Días de andar perdido en el bosque, sin saber cómo cazar ni sobrevivir. Justo cuando piensa que no puede estar más perdido, un lince emerge de las sombras... y se transforma en un hombre justo delante de él. ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? El osezno se queda con la boca abierta y emite un sonido desesperado: 'Enseñame', piensa pero solo sale un ronco gruñido de su garganta.

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Recogiendo el pasado

Intenté asimilar lo que me decía mientras él empezaba a explicarme más sobre nuestra naturaleza. Me guió por el bosque, señalando el camino mientras yo caminaba, incómodo, usando mis manos para taparme lo mejor que podía. Tobías notó mi incomodidad y sonrió, como si todo esto le resultara divertido.

—Nos acostumbramos a andar así después de una transformación —bromeó, mientras se subía ágilmente a un árbol cercano. Desde una rama alta, sacó una bolsa de lona y me lanzó un pantalón corto—. Aquí, ponte esto.

Me lo puse torpemente, agradecido y todavía confuso. Tobías también se cambió, ajustándose otro pantalón, y me miró con una sonrisa.

—Esta zona es interesante —dijo, su voz tomando un tono más serio—. Hay tres grupos de cambiaformas: osos, lobos y linces. Los osos, como tú, se llevan bien con casi todos. Pero los lobos y los linces… bueno, somos como perros y gatos. Pueden ser cordiales, pero no siempre se soportan.

Lo miré, tratando de procesar todo. Había más como yo. No estaba solo, pero todavía me sentía perdido en este mundo nuevo que apenas comenzaba a comprender.

La cabaña de Tobías estaba oculta entre los árboles, con un techo cubierto de musgo y paredes de madera oscura que parecían haber sido esculpidas por la misma naturaleza. Me invitó a entrar, y el calor del fuego en la chimenea me envolvió, alejando el frío que había sentido durante días. Me tendió un plato con algo de comida: pan recién hecho, carne ahumada y un plato con sopa humeante. Me senté en una silla, sintiéndome torpe y sin saber si agradecerle o quedarme en silencio.

—Come —dijo Tobías, sentándose frente a mí—. Te hará bien.

Comí despacio, saboreando cada bocado. Cuando terminé, él me guió a una cama sencilla pero cómoda, cubierta con pieles suaves. Me dejé caer, sintiendo cómo el cansancio me arrastraba, pero Tobías no había terminado de hablar.

—Quiero explicarte algo, muchacho —dijo, y su voz se suavizó—. ¿Sabes cómo nacieron los cambiantes?

Negué con la cabeza, y él continuó, con los ojos fijos en las llamas.

—Un original… —hizo una pausa, como si saboreara las palabras—. Un original es un guerrero. Alguien que arriesga todo y se sacrifica. En su último suspiro, cuando la vida está por abandonarlo, la esencia de un animal lo llena. Le da fuerza, una última oportunidad de seguir adelante.

Me quedé en silencio, intentando entender el peso de lo que me estaba contando. Tobías me observaba con esos ojos que parecían ver más allá de las palabras.

—Dime, muchacho —me preguntó de repente—, cuando me viste como lince y te diste cuenta de que no iba a atacarte… ¿qué sentiste?

Lo pensé un momento, rebuscando entre la confusión y el miedo que todavía sentía.

—No lo sé… —dije al fin—. Era algo raro. No era miedo, pero tampoco era… tranquilidad.

Tobías sonrió apenas, asintiendo.

—Pronto aprenderás a sentir y a diferenciar. Tu instinto irá afinándose, y sabrás en quién confiar.

Me mordí el labio, bajando la mirada. Todo esto era demasiado, y mi pecho se apretó con la misma sensación de desamparo que me había acompañado durante días.

—¿Tienes a dónde volver? —preguntó, su voz suave, pero directa.

Negué con la cabeza.

—Con mi madre alquilábamos un sitio. Pero… ahora no sé. Se suponía que este sería mi último año de estudios, pero… —La frase quedó colgando en el aire, y sentí el nudo en mi garganta.

Tobías me miró con un toque de compasión, pero también con una firmeza que me hizo sentir un poco menos perdido.

—Descansa —me dijo, levantándose de la silla—. Mañana iremos al pueblo a por tus cosas.

Me acomodé en la cama, cerrando los ojos mientras el calor del fuego y el agotamiento me arrastraban hacia el sueño. Esa noche soñé con osos. No era una pesadilla, como las que había tenido desde que mi madre murió. No. Soñé con un bosque amplio y un río cristalino, y el peso del miedo se desvaneció por un tiempo. Me sentí, por primera vez en días, tranquilo.

La mañana llegó con la luz del sol filtrándose entre las copas de los árboles, y antes de darme cuenta, estábamos en la camioneta de Tobías, abriéndonos camino hacia el pueblo. El motor rugía mientras él conducía por el sendero de tierra, y yo me esforzaba por asimilar todo lo que me había dicho la noche anterior. Me sentía todavía adormilado, como si mi mente no hubiera despertado del todo del extraño sueño con los osos.

—Los lobos y los osos viven en manadas —me explicó Tobías, sin apartar la vista del camino—. Muy unidos, con jerarquías claras. Los linces, en cambio, preferimos vivir en grupos más pequeños, pero nos reunimos periódicamente. —Hizo una pausa y me lanzó una mirada divertida—. Y a diferencia de los lobos, que tienen un alfa o líder natural como si fuera un derecho de nacimiento, nosotros escogemos a nuestros líderes.

Noté el tono burlón en su voz y no pude evitar una pequeña sonrisa, aunque todavía sentía un nudo de incertidumbre en mi pecho. Tobías continuó:

—Mira, puedes quedarte conmigo el tiempo que necesites o todo el tiempo que quieras. Pero… sería bueno que vayas a donde los osos. Tal vez no para vivir con ellos, pero sí para conocerlos. Yo soy un lince, después de todo. No puedo enseñarte a ser un oso.

Asentí, aunque la idea de estar con otros osos me asustaba un poco. No sabía si podría encajar en algún lugar más.

Llegamos al pueblo, y las miradas que recibimos me recordaron las veces anteriores que había estado allí con mi madre. Ahora, sin ella, esas miradas parecían todavía más pesadas. Recogí mis pertenencias del lugar donde habíamos estado viviendo. Las cosas de mi madre las guardé con cuidado en cajas, cada objeto un recordatorio de lo que había perdido. Tobías me ayudó a llevarlas a un pequeño almacén que tenía en el pueblo. Mientras trabajábamos, me di cuenta de algo.

—¿Tienes un negocio aquí? —pregunté, sintiéndome un poco sorprendido.

—Sí, pero la mayoría de los cambiantes de la zona tienen sus negocios o viven en el pueblo vecino —me explicó. La forma en que lo dijo, como si fuera algo cotidiano, me hizo darme cuenta de lo poco que sabía de este mundo al que ahora pertenecía.

Pensé en mi padre, en las veces que me había hablado de este lugar pero sin darme ningún detalle. ¿Pudo haber sido uno de esos osos?

—¿Crees que mi padre pudo ser de ese grupo de osos y trabajar en este pueblo como tú? —le pregunté, esperando que tuviera alguna respuesta.

Tobías frunció el ceño, como si intentara recordar algo perdido en el tiempo.

—No lo sé —admitió, pero luego me miró, sus ojos felinos llenos de una sabiduría antigua—. Los cambiaformas no somos inmortales, pero vivimos mucho tiempo.

—¿Qué tan largo es “mucho tiempo”? —pregunté, la curiosidad venciendo mi cansancio.

—Un original puede vivir cuatrocientos, incluso quinientos años. Nosotros, los descendientes, unos doscientos o trescientos —respondió Tobías—. Yo tengo casi setenta años.

Lo miré incrédulo, sorprendido por lo joven que parecía. No le habría dado más de veinticinco años.

—¿Casi setenta? —repetí, sin poder creerlo.

Tobías sonrió, divertido por mi reacción.

—Sí, así es. ¿Y tu padre? ¿Cuántos años parecía tener cuando lo viste por última vez?

Saqué una foto de mi mochila, una de las pocas que tenía de él. Era de cuando yo era muy pequeño. Se la mostré a Tobías.

—Ese fue el año en que murió. Pero desde que tengo memoria, siempre se veía como si tuviera treinta y pocos años —expliqué.

Tobías miró la foto, asintiendo como si algo empezara a tener sentido.

—Debe haber tenido cerca de cien años, entonces —dijo, con una seriedad que me hizo sentir como si una puerta se abriera lentamente hacia el pasado de mi padre, un pasado que nunca conocí del todo.

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Martha Martina
x favor escritora continúa con la historia xq es brillante y muy hermosa 😭x favor 👏
Martha Martina
increíblemente hermoso espero que la autora siga contando la historia xq es taaaan buena muchacha felicidades hermosísima historia 😢😘❤️♦️❤️
IdyHistorias: La autora se fue de vacaciones pero ya volvió … 🫣
total 1 replies
~§~*NAY*~§~
llore😭
Greiselyn lisbeth
se ve interesante 😉
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