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Atrapados

Atrapados

Status: En proceso
Genre:Terror
Popularitas:274
Nilai: 5
nombre de autor: Alberto Jose Sayago

16 extraños han sido abducidos para ser parte de un juego mortal, a manos de un fanático peligroso quién quiere recrear los escenarios macabros de sus series de terror y thriller favoritas ¿quién sobrevivirá a las reglas absurdas del autoproclamado Señor Cornamenta?

NovelToon tiene autorización de Alberto Jose Sayago para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Azul y Verde

A Neo jamás se le hubiese ocurrido que se encontraban en una especie de ático. Desde arriba, la iluminación que provenía del agujero era mucho más cálida que la de la habitación blanca. Al iniciar el descenso, supo de inmediato la razón: Los largos y profundos pasillos contaban con antorchas, otorgándoles un aspecto cavernario. Sin embargo, aquello no era la única razón por la cuál sorprenderse. Al pie de la escalara, 2 pares de ojos femeninos y bien abiertos les veían con absorta impresión. Una de las chicas levantó su índice y los señaló, mientras le decía a la otra <<¡Oh, mira! Dos personas más>>.

Ambas parecían tener una edad similar a la de Blonde. Como si aquel lugar albergase únicamente a fugitivos de un instituto de enfermos mentales, vestían pijamas de colores. La chica de azul lucía una cabellera larga y rizada, de tono cobrizo, y su rostro estaba salpicado de pecas que adornaban el puente de su nariz. Sus ojos, semejantes a dos fragmentos de hielo, denotaban una expresión dura, como si estuviera en constante alerta. Por otro lado, la otra joven podría confundirse con una Blancanieves moderna. Sus ojos, de un verde acuoso, evocaban la imagen de un estanque en medio de la selva amazónica. A diferencia de su homóloga, su actitud no era defensiva, sino contemplativa e indudablemente curiosa. Neo sintió que lo devoraba con la mirada, y no tardó en darse cuenta de que debía ser por su pijama de color menta, idéntico al de ella. Se preguntó qué significaría aquello.

Recién llegados al piso inferior, fue Blonde quien rompió el silencio:

–No sabía que había más gente aquí. ¿Tienen idea de qué está pasando? –La voz de Blonde resonó contra las paredes, creando un eco profundo.

La pelirroja tardó unos segundos en responder, aún analizando a Blonde con la meticulosidad de un robot en busca de señales de alerta. No la culpaba; la apariencia de su amigo distaba de ser inofensiva. Sin embargo, tras la media hora compartida en aquel cuarto, Neo podía asegurar que no representaba ningún peligro.

–No. Ninguna de nosotras sabe nada todavía. Más extraño aún, ambas padecemos de una amnesia inexplicable –se dio toquesitos en la cabeza con la yema de sus dedos– ¿Qué me dicen ustedes de eso? –No tenía reparos en mostrar su desconfianza en cada palabra que pronunciaba.

–Nosotros también –exclamaron tanto Neo como Blonde al unísono.

Sin apenas advertirlo, Neo ya había tenido el presentimiento de que su condición iba a ser una constante en cualquier persona que hallara dentro de ese lugar; inclusive, si no llegaba a toparse con nadie más.

–¿Están solas? –preguntó esta vez Blonde–. Quiero decir, ¿hay alguien más por aquí?

–No –respondió la morena con una voz dulce y aireada, propia de una niña. Abrazaba a su compañera por el brazo, y cualquiera que las viera en otra situación habría pensado que eran mejores amigas–. Llevamos horas caminando y ustedes son los primeros con quienes nos hemos encontrado.

–¿¡Horas!? –se exaltó el de amarillo– ¿Es este lugar tan grande?

–Sí, lo es –confirmó la de azul–. Aunque nos hemos encargado de explorarlo por completo. Diría, de hecho, que ya me lo conozco de memoria –se apartó un mechón de cabello de la cara con un soplido–. Solo hay una salida, por si se lo preguntaban. Y no –arrugó la nariz–, no hay acceso: la puerta está bloqueada por barrotes de acero.

¿Barrotes? En la mente de Neo, varias imágenes y conceptos comenzaron a entrelazarse convirtiéndose en las piezas de un rompecabezas, que al encajar, formaron un patrón ominoso que delineaba las circunstancias de su cautiverio y el de sus nuevos compañeros. Anteriormente, no había reflexionado de manera adecuada sobre la situación en la que se encontraba. Supuso que se debía al shock inicial de despertar en un lugar desconocido. No obstante, ahora era capaz de pensar con mayor claridad. Se contempló a sí mismo, despojado de recuerdos, alienado de su estilo de vida habitual y sometido a una amnesia que lo convertía en un lienzo en blanco. Para los estándares sociales y civiles, era un don nadie. Él y la nada eran una misma cosa. Al borrarle la memoria, sus captores lo deshumanizaban; y las pijamas uniformes que llevaban él y los demás eran una sutil manera de indicar que ninguno era especial. Los barrotes en la puerta eran el mensaje definitivo de que ellos eran prisioneros sin escapatoria. Sin quererlo, todos se habían convertido en conejillos de indias.

–¡Neo!

La voz de Blonde lo sacó de su ensimismamiento. Agitaba su mano frente al rostro de Neo, acción que buscaba reconectarlo con la realidad tangible.

–Disculpa, ¿acabas de decir que tu nombre es Neo? –interrumpió la chica de verde, alternando la mirada entre Blonde y Neo.

Aún distraído, Neo respondió sin prestar mucha atención.

–Sí… ¡No! No, no –agitó la cabeza frenéticamente–. Yo tampoco recuerdo mi propio nombre –confesó nervioso.

–Ninguno de los dos puede hacerlo –añadió Blonde, encontrando divertida la reacción de Neo– es sólo que como no sabemos cómo nos llamamos, entonces decidimos colocarnos un nombre provisional.

–¡Oh! –expresó la chica formando una O con sus labios.

–Por ejemplo –prosiguió Blonde– tú andas de verde. Ya no te puedo llamar Neo porque al que tengo al lado ya lo nombré así. Entonces…

–¿Eh? –inquirió la chica de ojos verdes perpleja.

<>, pensó Neo, pero antes de que pudiera verbalizarlo, Blonde continuó con una chispa de ingenio en los ojos.

_¡Aguamarina! ¡No, mentira! ¡Olivia! ¡Sí, sí! ¡Tienes más cara de Olivia que de Aguamarina!

Neo contuvo un suspiro de alivio al darse cuenta de que solo había pensado el nombre, no lo había dicho en voz alta. Debía admitir que Blonde había acertado con ese nombre. En definitiva, <> sonaba mucho mejor y se adecuaba muy bien a la joven. La atmósfera se cargó con una mezcla de sorpresa y aceptación mientras la chica procesaba su nuevo nombre provisional.

–¿Olivia? ¿Cómo el color oliva? –La pregunta de la chica flotó en el aire, con una nota de incredulidad teñida de humor.

–Exactamente –Blonde asintió, su expresión era la de alguien que había resuelto un acertijo complicado.

La chica buscó la aprobación de su compañera, quien simplemente encogió los hombros y murmuró algo como <>. Cuando ella miró a Neo, él asintió con la cabeza y le ofreció una sonrisa. No estaba seguro de por qué lo hacía, pero le pareció lo correcto. Ella por su parte, asintió y sonrió tímidamente. La otra chica, no queriendo ser relegada a un segundo plano, tomó la iniciativa antes de que Blonde pudiera continuar con su juego de nombres.

–Y yo –dijo con una voz que llevaba el peso de una decisión firme–, quiero que me llamen Sky

De un momento a otro, el cuarteto emprendía camino al lugar dónde se ubicaba la famosa puerta. Por boca de Sky, Neo se enteró de que ese sitio era un laberinto de pasillos, todos iguales; y terminaban desembocando en el punto dónde se situaba la única entrada, convirtiéndose así en el corazón de aquel complejo. Pronto se dio cuenta de que se había perdido parte de la conversación que habían tenido Blonde y Sky momentos antes de que su mente se dispersara. En cierto modo se sentía todavía un poco alejado de esa realidad que estaba viviendo, pero entendía que no podía hacer nada para cambiarla, así que trató de no inundarse la cabeza con ideas inútiles.

El eco de sus pasos resonaba en los pasillos, un recordatorio constante de su confinamiento. Las paredes, impasibles y mustias, parecían observarlos con indiferencia mientras discutían sobre cómo liberarse de las barras de metal que les impedían la salida: Blonde aseguraba que debía existir una forma, pero Sky insistía en que era imposible. <>, rezongaba ella, irritada por las sugerencias de Blonde. Neo entendía perfectamente la actitud de Sky: resultaba molesto que el grandulón se tomase las cosas como un juego, sobre todo uno que el creía poder ganar saliendo ileso. Tenían apenas unos minutos conociéndose, pero discutían con la misma intensidad de una pareja de 20 años de casados. <>, gruño ella tornando los ojos de tal manera que podrían haber visto el interior de su cráneo. <> le había respondido él, con un tono burlón. Neo la vio hacerle una seña grosera con el dedo índice, para luego descubrirse la manga de la pijama y mostrarle el brazo tonificado; <>. Blonde no paraba de reírse.

–Blonde, –les interrumpió Olivia, con su voz suave; aunque tenía una mirada severa– Sky no se equivoca al decir que esas barras son inamovibles, no importa qué tanta fuerza bruta ejerzas en ella.

–¿Entonces? Cómo se supone que vamos a salir de aquí si no podemos entrar por esa puerta? –inquirió Blonde desafiante.

Era una pregunta tenaz y asertiva. Neo no tenía idea de cómo le iban a hacer para salir de allí. De lo único que él estaba seguro era que estaban atrapados, como canarios en una jaula.

–Bueno… –Olivia suavizó su expresión, la incertidumbre teñía su voz mientras se mordía la uña del pulgar– Tengo una idea, aunque no estoy completamente segura.

–¿El qué? –Le cuestionó Blonde dejando un aire de escepticismo en su voz.

Neo pensó que Blonde había usado un tono innecesariamente hostil con ella, cosa que no había empleado en ningún momento con Sky.

–mmm… Yo creo que los barrotes funcionan por medio de un mecanismo que los activa y desactiva, respectivamente.

Aunque Blonde seguía incrédulo, Olivia no dudó en explicar el por qué de su razonamiento. Según ella, en el suelo de la puerta había agujeros por dónde se insertaban los tubos de metal. Estos, a su vez, eran muy gruesos y compactos como para doblarlos o romperlos. Les preguntó tanto a Neo como a Blonde si ellos habían tenido que sortear algún tipo de desafío para poder salir de la sala de dónde ellas les habían visto salir, y ambos le confirmaron sus sospechas.

Neo no estaba seguro de a dónde quería ir la muchacha con esa pregunta, pero asumió que la hacía porque ellas habían tenido que superar un desafío similar, cosa que al final terminó siendo cierta. Olivia no daba crédito a que sus captores les permitieran escapar de esas trampas mortales si al final los iba a dejar morir a todos en esa red de pasillos estériles. Por tanto, era prescindible que se diera algún suceso específico para desactivar las barras. Ya fuese ellos encontrando ese algo que las levantara, o esperando que algo inusual ocurriera.

Neo se encontraba maravillado por la capacidad deductiva que tenía Olivia. Sin duda alguna era una chica brillante. Blonde, por su parte, parecía menos entusiasmado con la teoría de la morena, pero a Neo no le podía importar menos. Sin embargo, ello implicaba que había una interrogante sin resolución ¿Qué se les estaba escapando?

Sky les advirtió que se estaban acercando a la entrada. Apenas habían dado unos pasos cuando, de nuevo, Neo pudo observar cómo las orejas de Blonde se movían. Antes, había pensado que era cosa de su imaginación, pero ahora no tenía dudas ¿Cómo diablos hacía eso? El de amarillo se detuvo en seco, cosa que Neo no se esperaba y terminó chocando con él.

–¿Sucede algo? –preguntó Sky.

Blonde se llevó el dedo índice entre los labios y apenas emitió un leve murmullo.

–¿Escucharon eso?

Sólo un silencio sepulcral los recibió. Cualquier sonido, por pequeño que fuera, iba a rebotar en las paredes de esos corredores, así que Neo no estaba seguro de qué había oído Blonde. De todas formas escudriñó en la oscuridad, buscando alguna señal que confirmara las palabras del grandulón, pero no había nada. La consternación era evidente en las miradas de las chicas.

–¿Qué cosa? –Insistió Sky.

–Shhh… –siseó Blonde– puedo oír voces al final del pasillo ¿Pensé que habían dicho que no habían visto a más nadie por aquí?

–Y es la verdad –replicó Sky, su tono ahora en un gruñido de frustración– quizás estás imaginando cosas.

Aún así, caminaron con cautela hasta el fondo. Los murmullos lejanos se entrelazaban con el sonido de sus pasos, creando un coro fantasmal que se intensificaba con cada metro que recorrían. Al acercarse a la entrada de la sala, varias siluetas femeninas se hicieron visibles, congregadas en un círculo de estudio y reflexión en frente de la puerta. Eran 4, también vestidas con pijamas. 2 de ellas de un inconfundible amarillo, al igual que Blonde. Una más de verde, cosa que provocó que tanto Olivia como Neo cruzarán miradas de asombro; y por último, Una de morado. Las mujeres estaban inspeccionando los barrotes y no parecían haberse dado cuenta todavía de la presencia del cuarteto detrás de ellas.

Neo notó dos pares de escaleras en espiral a cada lado de la puerta, por donde presumiblemente habían descendido las chicas. Supuso que cuando Sky y Olivia abandonaron ese lugar horas antes, éstas no se encontraban allí. Con lo que debieron aparecer después. Eso le dio una idea: quizás, había más gente atrapada en ese lugar; por lo que, aquello que debía suceder para hacer desaparecer las barras era que todos superaran todas sus pruebas y lograrán encontrar la salida. No podía asegurar que realmente fuese así, pero lo veía posible.

Como cosa rara, cuando estaban a punto de entrar en la sala, fue Blonde quien rompió el silencio:

_¡Hola! -saludó enérgicamente.

Las chicas se sobresaltaron y se giraron para ver quién hablaba. Una de las de amarillo preguntó con hostilidad:

_¿Quiénes son ustedes?

_Eso, amiga mía, es lo que quisiéramos saber –dijo Sky, con una mano en la cintura y un tono desafiante.

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lyaa
Se ve interesanto, espero que pronto haya más capítulos. ❤️
Asseret Miralrio
😍Por favor autora, me encanta tu forma de escribir, ¡quiero leer más!
🏹💕mycupidaneko💘🐈
Necesito más para leer
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