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EL MAESTRO DE LA MUERTE

EL MAESTRO DE LA MUERTE

Status: Terminada
Genre:Escena del crimen / Completas
Popularitas:277
Nilai: 5
nombre de autor: José Luis González Ochoa

Haniel Estrada ha logrado obtener su título oficial de detective de la policía tras los eventos ocurridos en contra de su ahora muerto padre.🕵️‍♂️

Ahora como el tutor de su hermana adolescente y de la hija del detective Rodríguez, debe dividir su tiempo entre ser "Padre" y su pasión, pero toda felicidad tiene su fin.🙃

Su medio hermano Carlos ha jurado venganza en contra de Haniel y sus protegidas por la muerte de su padre y promete ser el próximo asesino serial y superar a su padre😬

¿Podrá Haniel proteger a sus seres queridos y evitar tantas muertes como las que ocurrieron antes?💀

NovelToon tiene autorización de José Luis González Ochoa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CARA A CARA CON LA MUERTE

La voz de Carlos resonaba en su mente como si hubiera sido ayer cuando hablaron por última vez. "Nuestro padre me enseñó todo lo relacionado con matar", había dicho. "Todo lo relacionado con morir, todo lo relacionado con secuestrar, todo lo relacionado con ser un psicópata como lo era él. Un asesino profesional, un asesino en serie." Haniel se estremeció al recordar las palabras de su hermano, un hombre que había sido moldeado por la crueldad y la violencia de su padre.

El aire acondicionado de la oficina zumbaba suavemente en el fondo, y el olor a café recién hecho flotaba en el aire. Haniel se sentó en su silla, rodeado de papeles y archivos que cubrían su escritorio. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando las partículas de polvo que danzaban en el aire.

"Querido aprendiz, o debería decir maestro", continuó Carlos en su mente. "Lograste vencer a nuestro padre en el juego que él mismo te puso. Mi madre y él están muertos, tu madre también no está. Pero hay algo todavía que puedo usar en tu contra, querido hermano. Y tú sabes muy bien de quién se trata. ¿Podrás proteger a tu hermana de mí?" La voz de Carlos había sido fría y calculadora, y Haniel había sabido que no estaba bromeando.

El sonido de un teléfono que sonaba en la oficina rompió el silencio, y Haniel se sacudió del recuerdo. Miró alrededor, viendo a sus colegas trabajando en sus escritorios, tecleando en sus computadoras y hablando por teléfono. La oficina era un lugar de trabajo eficiente y organizado, pero Haniel no podía evitar sentir una sensación de inquietud.

Se levantó de su silla y se acercó a la ventana, miraindo hacia la ciudad. La luz del sol se reflejaba en los edificios de vidrio y acero, y el ruido del tráfico llenaba el aire. Haniel se sintió un poco más tranquilo al mirar hacia la ciudad, pero sabía que la sombra de su hermano todavía lo acechaba. ¿Dónde estaría Carlos ahora? ¿Qué estaría planeando? La incertidumbre lo consumía, y sabía que nunca podría bajar la guardia. Su hermana Sofía era su debilidad, y Carlos lo sabía. Haniel estaba determinado a protegerla a toda costa.

Erick, su aprendiz de 22 años, entró en la oficina con una expresión seria y determinada. "Detective Haniel, tengo noticias sobre el caso de las prostitutas desaparecidas", dijo, acercándose a su escritorio. "Los elementos que puse a trabajar en las alarmas implantadas en algunas de las mujeres han reportado una activación".

Haniel se volvió hacia Erick, interesado. "¿Dónde fue la activación?", preguntó, su voz llena de urgencia.

Erick sacó un papel de su bolsillo y lo desplegó sobre el escritorio. "La alarma se activó en una bodega abandonada en la parte este de la ciudad", explicó. "La mujer que llevaba la alarma es una prostituta que ha estado trabajando en la zona cerca de un bar llamado 'El Diablo Rojo'".

Haniel estudió el mapa que Erick había desplegado, su mente trabajando rápidamente. "¿Has ido al bar a preguntar por ella?", preguntó. "¿Han visto algo raro?"

Erick asintió. "Sí, detective. Ya me encargué de eso. Según testigos, estuvo ofreciendo su servicio habitualmente en el bar. Pero lo que es más interesante es lo que una de sus compañeras nos contó". Erick hizo una pausa, su rostro serio. "La chica subió a un auto negro con vidrios polarizados, y cuando el vidrio del piloto se bajó, ella alcanzó a ver a un hombre con una máscara angelical tipo infernal".

Haniel se inclinó hacia adelante, su interés renovado. "¿La misma máscara que hemos encontrado junto a los cuerpos de las víctimas anteriores?", preguntó.

Erick asintió. "Exactamente la misma, detective. Es probable que se trate del mismo hombre. La testigo estaba muy asustada, pero pudo darnos una descripción detallada de la máscara".

Haniel se levantó de su silla, su mirada fija en el mapa. "Vamos a reunir a la unidad y dirigirnos hacia la bodega abandonada. Quiero que estés preparado para cualquier cosa, Erick. Este tipo no es un amateur".

La unidad se equipó en la sala de armamento de las oficinas, un lugar bien iluminado y organizado donde se almacenaban las armas y el equipo necesario para las operaciones. El aire estaba lleno del olor a metal y lubricante, y el sonido de los cierres de las armas y el tintineo de las esposas resonaba en el espacio.

Haniel se puso su chaleco antibalas, ajustando las correas para que se adaptara a su torso. El material sintético del chaleco crujía suavemente mientras se movía. Luego, tomó su arma reglamentaria, una pistola semiautomática, y la revisó para asegurarse de que estuviera cargada y lista para usar.

Erick, por su parte, se equipó con una escopeta táctica, su rostro serio y concentrado mientras revisaba el arma. Los otros tres elementos de la unidad, García, Rodríguez y Sánchez, se armaron con rifles de asalto y pistolas, sus movimientos rápidos y eficientes.

Mientras se equipaban, el sonido de los cierres de las armas y el tintineo de las esposas llenaba el aire. El olor a metal y lubricante se mezclaba con el sudor de los hombres, creando un ambiente tenso y expectante.

"Listos para partir", dijo Haniel, su voz firme y autoritaria. "Vamos a atrapar a este tipo y poner fin a esta serie de desapariciones".

La unidad asintió en silencio, sus rostros serios y determinados. Sabían que estaban a punto de enfrentar a un hombre peligroso, y estaban listos para hacer lo que fuera necesario para proteger a la ciudad.

Con sus armas y equipo en mano, la unidad salió de la sala de armamento y se dirigió hacia la bodega abandonada, listos para enfrentar lo que fuera que les esperara.

Los elementos subieron a una patrulla particular, mientras que Haniel y Erick se montaron en un auto de agencia. Al subir, Haniel habló por radio con la unidad. "Atención, unidad. A 3 kilómetros de llegar al lugar, apagaremos las sirenas y seremos cautelosos. No queremos advertir al asesino".

Mientras hablaba, Haniel puso la sirena magnética en la parte superior del auto y la activó. El sonido agudo y penetrante resonó en el aire, y ambos autos salieron disparados rumbo a la dirección.

Las calles estaban congestionadas, con coches y camiones que se movían lentamente. Los autos de la policía se abrieron paso a través del tráfico, esquivando vehículos y peatones que se apartaban para dejarles pasar. Las luces de los semáforos cambiaban de rojo a verde y viceversa, pero los autos de la policía no se detenían, avanzando con determinación hacia su destino.

Pasaron por delante de un parque donde niños jugaban en los columpios, y una mujer que paseaba a su perro se detuvo a mirar el paso de los autos policiales. En la siguiente intersección, un conductor que no se dio cuenta de la presencia de los autos policiales se detuvo en medio de la calle, lo que obligó a Haniel a frenar bruscamente para evitar un choque.

"¡Cuidado!", gritó Erick, mientras Haniel maniobraba para evitar el accidente.

Después de pasar la intersección, Haniel aceleró de nuevo, y los autos policiales continuaron su marcha hacia la bodega abandonada. La sirena seguía sonando, pero pronto sería hora de apagarla y acercarse con cautela al lugar del crimen.

Cuando se acercaron a la bodega, Erick se comunicó por radio con la unidad para apagar las sirenas, y el silencio se apoderó del aire. La bodega se alzaba ante ellos, un edificio grande y rectangular que había pertenecido a una maquiladora de ensamble de autopartes. El lugar estaba rodeado de un terreno baldío y descuidado, lleno de maleza y escombros que crujían bajo los pies de los hombres.

El aire estaba lleno del olor a descomposición y abandono, y el silencio era perturbador, como si el lugar estuviera esperando algo. La bodega en sí misma parecía un gigante dormido, con sus ventanas rotas y su puerta principal oxidada. La pintura se estaba descascarando, y el metal estaba cubierto de una capa de óxido que parecía sangre seca.

Los alrededores del terreno estaban llenos de basura y escombros, y un viejo contenedor de basura oxidado se encontraba en un rincón, con su tapa abierta y su contenido desbordado. Un grupo de palomas se había posado en el techo de la bodega, y sus ojos brillaban en la oscuridad.

Los 5 hombres bajaron de los autos y desenfundaron sus armas, sus movimientos silenciosos y precisos. Haniel ordenó que los 3 elementos se dirigieran por los costados y la parte trasera de la bodega, mientras él y Erick entrarían por la puerta principal.

La puerta principal de la bodega estaba cubierta de óxido y telarañas, y parecía que no había sido abierta en años. Haniel y Erick se acercaron a la puerta, sus armas listas y sus sentidos alerta. El aire estaba lleno de tensión, y el silencio era opresivo.

"Vamos a entrar", susurró Haniel, su voz apenas audible. "Prepárate para cualquier cosa".

Erick asintió, su rostro serio y determinado. Juntos, los dos hombres se prepararon para entrar en la bodega, un lugar que parecía estar lleno de secretos y peligros.

Al entrar en la bodega, la oscuridad los envolvió como una manta pesada. Haniel y Erick encendieron sus lámparas, y el haz de luz iluminó el espacio vacío y desolado. El aire estaba lleno de polvo y el olor a descomposición era aún más fuerte que en el exterior.

Mientras caminaban, el sonido de sus pasos resonaba en el espacio vacío, y el crujido de sus zapatos sobre el suelo de concreto parecía amplificado. La luz de las lámparas bailaba sobre las paredes, iluminando viejas máquinas y equipo abandonado. La bodega parecía haber sido abandonada de repente, con herramientas y materiales todavía esparcidos por el suelo.

El techo alto y oscuro parecía absorber la luz, y las sombras se proyectaban en las paredes como si fueran seres vivos. El aire estaba lleno de un silencio opresivo, y el único sonido era el de sus propios movimientos.

A medida que avanzaban, la luz de las lámparas iluminaba viejas cajas y contenedores, algunos de ellos rotos y vacíos, otros todavía cerrados y misteriosos. El suelo estaba cubierto de una capa de polvo y suciedad, y las huellas de sus pasos eran las únicas marcas visibles en el suelo.

Finalmente, llegaron a un punto muerto donde dos puertas se dirigían a lados opuestos. La puerta de la izquierda parecía llevar a una zona más oscura y estrecha, mientras que la puerta de la derecha parecía abrirse a un espacio más grande y abierto. Haniel y Erick se miraron, y después de unos segundos de pensamiento, se pusieron de acuerdo y cada uno tomó un lado.

La tensión en el aire era palpable, y ambos hombres sabían que estaban cerca de encontrar lo que estaban buscando. La pregunta era, ¿qué encontrarían al otro lado de las puertas?

Haniel se deslizó silenciosamente por el pasillo oscuro, su linterna iluminando apenas el suelo delante de él. Al doblar una esquina, notó una habitación iluminada en la distancia. Se acercó con cautela, asegurándose de que no hubiera nadie cerca.

Al entrar en la habitación, vio a la prostituta desnuda y amarrada a una mesa. La mujer estaba amordazada sobre un escritorio que parecía haber sido modificado para parecer una cama de quirófano con diferentes objetos de tortura sobre ella y parecía estar inconsciente. Haniel se sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver la escena.

Se acercó a la mujer con cuidado, tratando de no hacer ruido. Al llegar a su lado, notó que estaba viva, aunque parecía estar en un estado de shock. Haniel se apresuró a desatarla y a quitarle la mordaza de la boca.

La mujer respiró profundamente y abrió los ojos, mirando a Haniel con una mezcla de miedo y confusión. Haniel trató de calmarla, hablándole en voz baja y asegurándole que estaba allí para ayudarla.

"¿Estás bien?", preguntó Haniel, mientras la ayudaba a sentarse en la mesa.

La mujer asintió débilmente, aunque su mirada todavía estaba llena de miedo. Haniel sabía que tenía que actuar rápido para sacarla de allí y llevarla a un lugar seguro.

Haniel se dio la vuelta bruscamente al escuchar la voz a su espalda, su corazón latiendo con ansiedad. "Llevo tanto tiempo tenerte frente a mí, Maestro de la muerte", dijo el sujeto con una voz llena de satisfacción. "Todo este show es por ti".

Haniel intentó reaccionar, pero antes de que pudiera hacer algo, el sujeto disparó con un arma con silenciador. La bala impactó en el hombro de Haniel, justo en el lugar donde tenía la cicatriz de la bala que la esposa de su padre le había disparado años atrás. Haniel sintió un dolor intenso y un grito ahogado escapó de su garganta.

El impacto fue tan fuerte que Haniel se tambaleó hacia atrás, y su arma salió volando de su mano, cayendo al suelo con un sonido metálico. La habitación comenzó a girar a su alrededor, y Haniel se sintió débil y mareado. Su hombro ardía de dolor y la sangre comenzó a brotar de la herida.

La mujer que estaba en la mesa gritó de terror al ver lo que había sucedido, y Haniel intentó hablar, pero el dolor y la debilidad lo estaban debilitando rápidamente. Trató de avanzar hacia el sujeto, pero sus piernas no respondían.

El sujeto se acercó a Haniel, con una sonrisa de triunfo en su rostro. "Ha sido un placer jugar contigo, Maestro de la muerte", dijo, mientras Haniel se desplomaba al suelo, luchando por mantener la conciencia.

El hombre se acercó a Haniel, su voz baja y calmada, pero con un tono de excitación contenida. La máscara que llevaba reflejaba la luz de la habitación, y sus ojos brillaban con una intensidad que parecía consumirlo todo.

"Desde que supe del caso de un joven aprendiz de detective que había resuelto un caso tan importante como el de Marco", dijo el hombre, su voz arrastrando las palabras con un tono de desdén, "me propuse la meta de vencerlo en su juego de detectives". Su voz era como un susurro, pero llena de convicción.

Haniel, herido y debilitado, miró al hombre con una mezcla de dolor y determinación. Su hombro ardía de dolor, y la sangre brotaba lentamente de la herida. Intentó hablar, pero su voz salió débil y ronca.

La mujer en la mesa, por su parte, parecía estar en shock, su mirada fija en el hombre con una mezcla de miedo y horror. Sus ojos estaban abiertos de par en par, y su respiración era rápida y superficial.

El hombre continuó hablando, su voz llena de confianza y superioridad. "Sabía que el gran Maestro de la Muerte de una manera o otra lograría encontrarme, y allí le demostraría frente a frente que soy el mejor". Su arma seguía apuntando a Haniel, y su dedo se tensó sobre el gatillo.

La habitación estaba llena de tensión, y el aire parecía vibrar con la intensidad del momento. Haniel sabía que tenía que actuar rápido si quería salir vivo de allí. Pero por ahora, solo podía mirar al hombre, intentando leer sus intenciones y planificar su próximo movimiento.

Cuando el asesino estaba a punto de disparar a Haniel, una voz familiar resonó en la habitación: "Alto". El hombre se volvió rápidamente, dispuesto a disparar a quien fuera que estuviera dando la orden. Pero antes de que pudiera reaccionar, Erick disparó su arma con precisión, impactando justo en la mano del psicópata y haciendo que su arma cayera al suelo con un sonido metálico.

El sujeto, enfurecido y desesperado, se abalanzó sobre Erick con intención de atacarlo. Sin embargo, en un giro inesperado, la mujer que había sido secuestrada tomó el arma de Haniel del suelo y, con una muestra de determinación y fuerza, golpeó al sujeto en la cabeza con la culata del arma. El impacto fue lo suficientemente fuerte como para dejar al hombre inconsciente, desplomándose al suelo con un golpe seco.

Erick se acercó a Haniel, quien estaba herido y debilitado, y lo miró con una expresión seria y preocupada. Con una voz firme y controlada, tomó el radio y pronunció las palabras que ninguno de ellos quería decir: "Oficial herido, repito oficial herido". Luego, con un tono más calmado, añadió: "Tenemos bajo control al sospechoso. Envíen una ambulancia".

La tensión en la habitación comenzó a disminuir, y la mujer se dejó caer hacia atrás, exhausta pero aliviada. Haniel, por su parte, miró a Erick con gratitud, sabiendo que su amigo había llegado justo a tiempo para salvarle la vida. Erick le devolvió la mirada, su expresión seria pero con un destello de alivio en sus ojos. La situación estaba bajo control, pero sabían que aún había mucho trabajo por hacer.

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