Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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Capitulo 2
El día siguiente al acuerdo se sentía cargado de electricidad en el aire. Emma se encontraba en su oficina, pero no podía concentrarse en el trabajo. Sus pensamientos danzaban constantemente hacia Nicholas, recordando la forma en que su mirada había penetrado en su alma, haciendo que su corazón se acelerara y su piel ardiera. Esa primera chispa había sido innegable, y aunque había acordado mantener sus distancias, el deseo oculto crecía como un fuego incontrolable.
Mientras revisaba algunos documentos, el sonido de un mensaje de texto rompió su concentración. Era de Nicholas.
Nicholas: “¿Podemos reunirnos esta tarde? Quiero hablar sobre algunos detalles adicionales del acuerdo.”
Un escalofrío le recorrió la espalda. La idea de volver a verlo la excitaba y la aterraba a la vez. ¿Qué más podría querer discutir? Se apresuró a responder.
Emma: “Claro, a qué hora?”
Nicholas: “A las 5 en mi oficina.”
Cuando llegó la hora, Emma respiró profundamente, intentando calmar su nerviosismo. Con cada paso que daba hacia el ascensor, sentía cómo el aire se volvía más denso. La idea de la reunión la llenaba de ansiedad y anticipación. Al entrar en la oficina de Nicholas, se encontró con la misma atmósfera electrizante que había percibido la primera vez.
Nicholas estaba de pie junto a la ventana, observando la ciudad. El sol poniente iluminaba su figura, destacando los rasgos de su rostro: el mentón fuerte, la mandíbula marcada y esos ojos grises que parecían capaces de leer su mente. Ella se aclaró la garganta, sintiéndose súbitamente pequeña ante su imponente presencia.
"Hola, Emma," dijo él, girándose lentamente hacia ella. Su voz era suave pero cargada de tensión, como una cuerda a punto de romperse. "Gracias por venir."
"Gracias a ti por la invitación," respondió ella, intentando mantener la calma en su tono. "¿Qué detalles quieres discutir?"
Nicholas se acercó, su mirada fija en ella, y el aire a su alrededor se volvió denso. "He estado pensando en cómo podemos manejar las expectativas externas. Un matrimonio como el nuestro atraerá la atención de los medios, y debemos estar preparados para ello."
Emma asintió, intentando enfocar su mente en el negocio. "Entiendo. Quizás deberíamos planificar una conferencia de prensa para anunciar nuestra unión. De esa manera, podemos controlar el mensaje."
Él sonrió, una expresión que la hizo sentir que su corazón se detenía. "Esa es una buena idea. Pero hay algo más que me gustaría discutir." Se detuvo a pocos pasos de ella, la intensidad de su mirada provocándole un escalofrío en la piel. "No podemos olvidar que esta relación, aunque sea un acuerdo, nos implica a ambos en un nivel más personal."
Ella tragó saliva, sintiendo cómo su respiración se aceleraba. "Sí, lo sé. Pero debemos mantener las cosas profesionales. No podemos permitir que las emociones se interpongan en el camino de lo que tenemos que lograr."
Su voz era firme, pero la forma en que él la miraba hacía que su determinación empezara a tambalearse. "¿Estás segura de que puedes hacer eso?" La pregunta era un susurro, pero resonaba como un trueno en su mente.
Emma se encontró atrapada en su mirada. "Nicholas, no podemos... no debemos complicar esto. La razón por la que estamos aquí es para salvar la empresa, no para perder el control."
Él dio un paso más cerca, la tensión entre ellos palpable. "¿Y si te digo que desde el primer momento en que te vi, no he podido evitar sentir una atracción hacia ti? Es como si hubieras encendido algo en mí que no sabía que existía."
Sus palabras la dejaron sin aliento, la chispa entre ellos se convertía en un fuego que amenazaba con consumirla. Emma cerró los ojos por un momento, intentando recuperar la cordura. "Nicholas, tenemos que mantener nuestra distancia. Lo que sentimos ahora es solo la novedad del acuerdo. No podemos dejar que nos arrastre."
Él se rió suavemente, un sonido que vibró en su pecho. "¿La novedad? Tal vez. Pero no puedo ignorar lo que hay entre nosotros, y sé que tú tampoco puedes."
La conexión entre ellos era intensa, y Emma se sintió atraída hacia él como un imán. Se dio cuenta de que, a pesar de su resistencia, había algo dentro de ella que anhelaba ese deseo, esa conexión. Pero el miedo la mantenía a raya, empujándola a encontrar una salida.
"Escucha," dijo ella, tratando de poner distancia. "Debemos ser claros. Esto no es amor. Es un contrato. Un medio para un fin."
Nicholas asintió lentamente, pero su expresión era de desafío. "Entiendo, pero también sé que las cosas rara vez son tan simples. Cada vez que estoy cerca de ti, la línea entre lo profesional y lo personal se desdibuja. Debes prepararte para lo inevitable, Emma."
Emma sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Lo inevitable. Era una advertencia y una promesa al mismo tiempo. Mientras se miraban, la atracción era tan fuerte que podía casi tocarla, una línea delgada que parecía lista para romperse en cualquier momento.
Sin más palabras, se separaron, el aire tenso entre ellos como un arco listo para disparar. Emma sabía que debían centrarse en lo que realmente importaba, pero cada vez que se acercaban, la chispa se encendía más fuerte, amenazando con consumirlos a ambos.
A medida que salía de la oficina de Nicholas, su corazón latía con fuerza. Se dio cuenta de que el verdadero desafío no sería salvar la empresa, sino resistir la atracción que crecía entre ellos, un fuego que prometía consumirlos si no encontraban una forma de controlarlo. En el fondo, Emma sabía que lo que estaban comenzando era peligroso, y ese peligro la intrigaba tanto como la asustaba.