... Se dice que una convivencia jamás es fácil y menos para una pareja que se une en matrimonio, esperando que todo sea color rosa con sabor a miel, pero que sucede cuando el engaño se presenta. Y si un amor llega, las desiciones de los demás no importan, son solo ellos dos quiénes tienen el poder de hacer su vida una sola.
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Pues si tiene que ver con una mujer.
El clima frio del atardecer nos recibe, muero por abrazar a mi padre, Tom viajo de lo más cómodo. Mario aún sigue dormido, el avión aterriza sin problema alguno y después de algún tiempo estamos a camino a casa, bueno a mi casa, ya que Mario me dejará para luego ir la casa en la que está su padre.
La emoción se va acrecentando en mí, fueron muchos días sin ver a mí padre, cuando ya estoy frente al portón, doy un suspiro, me despido de Mario y no se marcha hasta que este dentro de mí, casa, lo veo alejarse y yo camino hacia la puerta principal, todo sigue igual, entro y el olor a tabaco me recibe, la clásica música del gran Mozart.
Debo mi bolso y allí está sentado él en su mueble mirando el álbum de fotografías.
(Camila) Aún sigues mirando las fotos de mamá.
Mi padre se gira y sonríe alegremente al notar mi presencia.
(Luis Salva tierra) ¡Mi niña estás aquí!
(Camila) Papá te extrañé muchos estos días.
Nos hundimos en un abrazo de padre e hija, una lágrima rueda por su mejilla, mi padre tantas cosas que hemos pasado, solos desde la muerte de mamá. Le cuento cada cosa que viví en Italia, claro que evitando contar las que fueron de gran peligro y otras desagradables, no quiero ser yo la que tenga que decir lo que paso en la casa de la nona de Mario y ni que decir en los campos de flores.
Mi nana me prepara mi postre favorito y una sopita de pollo con verduras que está deliciosa. Amo tanto verlo sonreír y limpiar su barba mientras bebe su vino, su infaltable vino. La conversación es ameba, hasta que ya lo noto bostezar, subimos a la su habitación y le doy un abrazo fuerte.
(Camila) Hasta mañana
Lo dejo descansando en su habitación, yo voy a la mía y miro la maleta y me da un poco de pereza sacar mis cosas, solo saco un pequeño bolso donde tengo mi cepillo dental y algo de maquillaje, me quito los rastros de células muertas y un baño tibio me deja relajada, miro el teléfono y tengo un mensaje de Mario.
Sonríe y siento como el rubor de mis mejillas se hace presente, le respondo y me envía una carita feliz junto a un corazón enorme.
Fue un día bastante cansado, mañana es la fiesta sobre la celebración y los proyectos de ambas empresas y su colaboración. Odio penar en que me tengo que poner, no me gusta estar en esas celebraciones porque las personas solo van a lucir sus prendas, sus joyas, pero yo diría que muestran sus inseguridades al no valerse por lo que de verdad tienen interiormente. Caramba por poco y olvido llamar a Mecí, tengo que avisarle que ya estoy de vuelta y que tenemos que ir por unos vestidos para la fiesta, ceremonia o que sé yo.
"Casa de Petrel Carpíos "
(Mario) Padre yo sé que en realidad, bueno por lo que te oculte, pero padre deje arreglado todo.
(Sr. Morís) Mario no puedo pretender que ya eres un adulto el cual pueda resolver sus problemas, porque en mi mirada aún veo a un niño que añora el campo de flores que le dejo su madre.
(Mario) Padre yo... Mírame estoy bien al igual que Camila... Y...
(Morís) Sí y eso es lo que más me preocupa, que le hubiesen echo daño a Camila.
¡Por Dios!
Mario sabes perfectamente como es la familia de Teresa Vanuatu y Mariano no se va a quedar quieto después de la amenaza que les dejaste.
(Mario) Y que querías que haga padre, dejarlos que mi nona y los demás hagan lo que se les venga en gana con el campo de flores, porque no pueden respetar que es mi herencia, es lo que mamá me dejo a mí, no entiendo la insistencia de querer poseer un terreno que no es de ellos.
No quiero que te preocupes ya, por eso no te quería contar lo que paso en Italia, ¿pero quién te dijo?
(Morís) Que valor tiene que te lo diga, lo importante es que me dijeron que estuviste en peligro, algo que pensé que tú me ibas a decir, peor no, me enteré por otra persona.
(Mario) Ya pasó padre, ya dejé arreglado todo y no quiero que te preocupes más por todo lo que paso.
Padre lo pude manejar. Dejemos de hablar de cosas malas que ya pasaron y aquí estoy bien. Te pido perdón por no decirte, pero no quería que te preocuparan.
Ahora te voy a contar una noticia que es importante.
(Morís) Dime cuál es la noticia importante que tienes que decirme. Se trata de una fémina, dime que por fin has decidido comprometerte.
(Mario) Pues que si tiene que ver con una mujer.
(Morís) ¿La conozco?
(Mario) Sin tanta palabrería pues si la conoces y es Camila.
(Morís) ¡Camila Salva tierra!
Vaya no me lo esperaba, parece que los jóvenes de ahora van de prisa por la vida, pero bueno que puedo decir yo si con tu madre nos fuimos a vivir al par de meses de conocernos.
(Mario) No quiero ir de prisa con ella, pero te debo confesar que Camila, Camila es como si ya la conociera de una vida pasada, llámame loco, pero así lo siento.
(Morís) Ven y bebe una copa de vino conmigo, te voy a contar algo, que viviste en tu niñez.
(Mario) No me asustes.
(Morís) Para nada.
Cuando tenías siete años venimos de vacaciones a esta ciudad que hoy nos aguarda, nos reunimos con viejos amigos de estudios, te hablo de mi gran amigo Luis Salva Tierra Manac y su esposa Domelia Echeverría Casas.
Y bueno ellos tenían una nena de tres años que a su edad no hablaba, solo pedía agua y decía mamá, solo esas palabras y ya la habían llevado a varios fonoaudiólogos, era muy tímida, pero contigo la nena se fue desenvolviendo conforme jugaba contigo, poco a poco lo que los especialistas no habían logrado en meses de terapia pues la nena contigo se sentía bien y ya había mejorado en su vocabulario.