El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.
Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.
Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.
¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?
¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?
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CAPÍTULO 2
No obstante, si la profecía que la Abuela Baba había dicho, era cierta por completo, tenía la esperanza de que doce príncipes aparecieran para luchar por el corazón de sus hijas y eliminar a los doce demonios destinados a arrebatarles su alma.
8 AÑOS DESPUÉS...
Beatrice se encontraba durmiendo con un poco de fiebre, junto a dos de sus hermanas mellizas. La mayor de ellas, Anastasia, se encontraba recluida bajo observación debido a que en la madrugada de su cumpleaños, hacía tan solo un día, había aparecido la marca demoníaca.
Hubiera sido un día alegre, donde festejarían su mayoría de edad y el comienzo de su temporada debut, si no fuera porque para el final de aquel invierno tanto Anastasia como ellas tres morirían.
Beatrice estaba profundamente dormida cuándo sintió como algo se posaba en su frente, haciendo que su fiebre desapareciera. Al abrir sus ojos, encontró una bella mariposa revoloteando frente ella. Ensimismada por el atractivo de la mariposa, Beatrice se levantó de la cama para seguirle.
Sus dos hermanas, aun dormidas, no se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Y como había pasado la noche anterior con la mayor de las doce princesas, Beatrice entró al portal que se había abierto dentro del gran closet de la habitación.
Mientras descendía, observando con fascinación toda la belleza a su alrededor, unas zapatillas carmesí se materializaron en sus pies. Descendió más y más, se encontró en lo que parecía ser un gran invernadero, con muchas rosas principalmente.
Curiosa por saber más y por seguir a la mariposa, llegó hasta el centro del invernadero, en donde se encontraba dormido en el piso, con varios cuadernos encima, un hombre el cual tenía una bata blanca encima. Sintiendo como su corazón comenzaba a latir con fuerza, se acercó a este y comenzó a quitar las cosas de encima de él.
—Hermoso—susurró la segunda hija del duque Jeremy.
El hombre dormido descansaba con sus gafas, ocultando unas pequeñas ojeras y una barba creciente que demostraban su cansancio. Su cuerpo, tonificado, se enmarcaba demasiado en su ropa. Se veía que era mayor, por lo menos encima de los 35 años; sin embargo, no tenía nada que envidiar a los hombres más jóvenes.
—¡Perdón!—expresó nerviosa.
Justo cuando había comenzado a acariciar el bello rostro de aquel hombre, este abrió sus ojos para dejar ver dos hermosas esmeraldas en estas.
Su mirada era tan profunda que Beatrice se sentía desnuda ante él; no obstante, hombre suavizó su mirada y le sonrió con dulzura.
—Mi dulce Beatrice, ¡me has encontrado!—dijo sentándose frente a ella—¡no sabes cuánto tiempo te he estado esperando!
—¿Me conoces?—preguntó con cierta emoción.
—¡Claro! ¿Cómo no iba a conocer a mi pareja destinada?—respondió tomando la mano derecha de esta—la mujer que me pertenece desde su nacimiento. Soy Alejandro.
Con el corazón acelerado, Beatrice observó como los cálidos labios del hombre besaron con suavidad los nudillos de su mano, dejando así una leve marca de chupón. Después de levantarse, el extraño ayudó a levantarla y tomando su mano con fuerza, comenzó a caminar con ella hasta las afueras del invernadero.
—¿Puedes ver el castillo a lo lejos?—señaló con el dedo.
Beatrice observó, desde la orilla de un lago, un castillo majestuoso y enorme. Alejandro, con una leve sonrisa, atrajo a la joven debutante a sus brazos y la abrazó con fuerza, aspirando el olor del jabón a fresas con el que Beatrice se había bañado. La chica cerró sus ojos embriagada ante tal acercamiento.
—Será nuestro hogar, mis hermanos y yo hemos estado esperando por las doce princesas—habló besando su cuello—¿te gustaría conocer tu futura casa?
Olvidando el peligro que conllevaba encontrarse con aquel demonio, como si se hubiera quedado en blanco y se hubiera borrado todo lo que había pasado antes, Beatrice asintió y dejó que este la guiara hasta un pequeño bote. Una vez en sus brazos, los remos comenzaron a moverse solos mientras Alejandro le daba pequeñas caricias.
Una vez llegaron al medio del lago, Alejandro ayudó con delicadeza a que Beatrice se bajara del bote. Abrazándola por la cintura, condujo a la chica delante de él hasta entrar al hermoso edificio.
Lo primero que vio al entrar fue un hermoso salón de baile con el techo descubierto, el cual estaba adornado por un majestuoso jardín. Encima de las flores, más de las mariposas, como la que la había traído a ese lugar, danzaban con alegría.
—¿Te gustaría bailar?—le preguntó.
Asintiendo encantada, dejó que Alejandro la llevara al centro del salón y comenzara a bailar con ella un vals, cuya música provenía de instrumentos que se tocaban solos.
Aun cuando estuviera vestida con una bata que se transparentaba un poco, no le importaba si su cuerpo casi desnudo rozara con la tela de la ropa del hombre.
—¿Tú serás mi esposo?—preguntó.
La princesa, que se encontraba con los ojos opacos, sin el brillo que la caracterizaba desde niña, dio una vuelta antes de que Alejandro la atrapara en su cuerpo. Con sus narices juntas, el hombre jugó un poco con la de ella, haciendo que se sintiera mucho más embriagada.
—Para eso yo nací—respondió besando la punta de su nariz—y para eso tú naciste.
Luego de haber bailado por casi dos horas, en las que jamás se sintió tan cansada, Alejandro comenzó a jugar con las nalgas de Beatrice.
La joven, quien acababa de cumplir su mayoría de edad, era extremadamente hermosa. Sus mejillas rojas, contrastando con su piel blanca, su largo cabello rubia y su estatura baja, Beatrice sin duda alguna ignoraba los bajos deseos que inspiraba en los hombres.
—¿Quieres ver algo?—preguntó, apretándola aún más contra él.
Asintiendo con mucha curiosidad, se dejó llevar por Alejandro hasta el piso más alto del castillo, donde doce habitaciones se extendían majestuosamente. Tras caminar un poco más, llegando a la última habitación, el hombre le pidió que mirara a través de la puerta.
—¡Anastasia!—susurró sorprendida.
Viendo a su hermana mayor, la cual estaba en la cama con un hombre un poco parecido a Alejandro, cabalgando con un gozo infinito.
Porque siempre los dioses caprichosos y los demonios malditos hacen con los hombres no se les antoja su gana...
aaaag. que coraje
teníamos que saber esto???!!!
y al regresar baba aseguró que habian perdido su virginidad...
ahí ya no entendí.
ahora lo desoreciaran por flaco y feo jajajaja
o la que se suicidó??/Skull/
sublime
hermoso
maravilloso...
Ojalá le hagas justicia a este héroe...
será en defensa propia
por eso corrompe y laceraba el cuerpo de Beatriz?
como venganza. por su hermano maldito demonio
suena que está madre tiene mucho que ver con la maldición de sus hijas
alguien me puede informar?
será épico este novelon
ya que acabe la masacre
parece los pasajes de Edgar Allan poe
me estoy confundiendo