Un grupo diverso de guerreros humanos y elfos, una vez divididos por la desconfianza y el conflicto, ahora se une en un campamento vibrante, trabajando juntos para construir un futuro de paz y colaboración, mientras superan sus diferencias y abrazan la esperanza de una nueva era.
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Capítulo 2: La Batalla Comienza
La noche estaba en su apogeo, y el cielo se iluminaba con destellos de luz de neón que reflejaban la tensión en el aire. Alex y Lyra se encontraban en el borde del bosque encantado, a pocos metros de la Ciudad de Neón, donde la guerra entre humanos y elfos estaba apunto de estallar de nuevo.
“¿Estás seguro de que este es el lugar correcto?” preguntó Alex, mirando a su alrededor con desconfianza. “No parece que haya nadie aquí.”
“Confía en mí, Alex,” respondió Lyra, su voz suave pero firme. “Aquí es donde los ancianos se reúnen. Si alguien puede ayudarnos a detener al hechicero, son ellos.”
“¿Y si no nos escuchan? Somos de razas enemigas,” dijo Alex, cruzando los brazos. “Podrían vernos como una amenaza.”
“Eso es lo que debemos demostrarles que no somos,” insistió Lyra, mirándolo a los ojos. “Ven, sigamos adelante.”
Con una mezcla de temor y determinación, Alex siguió a Lyra mientras se adentraban en el bosque. La brisa fresca traía consigo el aroma de flores mágicas y hierbas desconocidas. A medida que avanzaban, el susurro de las hojas parecía murmurar secretos de un pasado olvidado.
“¿Cuánto tiempo crees que tomará?” preguntó Alex, rompiendo el silencio.
“Depende de cuán dispuestos estén los ancianos a escuchar. Algunos pueden ser más reacios que otros,” explicó Lyra. “Pero si les contamos la verdad sobre el hechicero, pueden unirse a nosotros.”
“Espero que tengas razón. La Ciudad de Neón ya está al borde del colapso,” comentó Alex, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
Finalmente, llegaron a un claro iluminado por una suave luz dorada. En el centro, un círculo de árboles antiguos formaba un espacio sagrado. En el centro del círculo, un grupo de elfos ancianos se encontraba reunido, discutiendo en voz baja.
“¿Y si no nos aceptan?” preguntó Alex, nervioso.
“Debemos intentarlo. Es nuestra única opción,” dijo Lyra, acercándose al grupo. “¡Ancianos! Venimos en busca de ayuda.”
Los ancianos se volvieron, sus miradas variando entre la curiosidad y la desconfianza. Uno de ellos, un elfo de larga barba blanca y ojos sabios, habló primero. “¿Qué hacen aquí, una humana y una elfa? ¿Acaso han venido a traernos más guerra?”
“No, anciano,” respondió Lyra con firmeza. “Hemos venido a advertirles sobre el hechicero que está manipulando a ambas razas para que se enfrenten.”
“¿Un hechicero? ¿Qué prueba tienen de tal afirmación?” preguntó otro anciano, alzando una ceja.
“Lo hemos visto con nuestros propios ojos. Su poder es inmenso y está alimentando el conflicto entre nosotros,” explicó Alex, dando un paso adelante. “No estamos aquí para pelear. Estamos aquí para unir fuerzas y detenerlo.”
“¿Por qué deberíamos confiar en un humano?” inquirió un anciano con desdén. “Los humanos han traído sufrimiento a nuestro pueblo durante siglos.”
“Lo sé, pero esta vez es diferente. No todos los humanos son nuestros enemigos,” insistió Lyra. “Algunas veces, los verdaderos enemigos se esconden en las sombras.”
“¿Y qué nos garantiza que no están actuando bajo las órdenes del hechicero?” cuestionó otro anciano, su voz llena de desconfianza.
“¡Porque estamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas para luchar por la paz!” exclamó Alex, sintiendo la frustración burbujear dentro de él. “Sus vidas y las nuestras están en juego. Si no actúan ahora, todos perderemos.”
Los ancianos intercambiaron miradas, y el primero, que había hablado antes, se acercó un poco más. “¿Qué propones, humano? ¿Cómo podemos confiar en que no nos llevarán a la destrucción?”
“Podemos formar una alianza. Juntos, podemos investigar y detener al hechicero antes de que sea demasiado tarde,” sugirió Lyra. “Si trabajamos juntos, podremos detener esta guerra.”
“¿Y qué hay de la lealtad entre nuestros pueblos?” preguntó otro anciano. “La historia está llena de traiciones.”
“Es cierto, pero también está llena de héroes que han luchado por la unidad,” respondió Alex. “Nosotros podemos ser esos héroes. Pero necesitamos su ayuda.”
Finalmente, el anciano de la barba blanca habló nuevamente. “De acuerdo, les daremos una oportunidad. Pero primero, deben demostrar que están dispuestos a trabajar juntos. Deberán enfrentarse a una prueba.”
“¿Qué tipo de prueba?” preguntó Alex, sintiéndose ansioso.
“Una prueba de confianza. Deben entrar en el corazón del bosque encantado y recuperar un artefacto mágico que ha sido robado,” explicó el anciano. “Si logran hacerlo, demostrarán que su alianza es verdadera.”
“¿Y si fracasamos?” preguntó Marco, que había estado callado, pero ahora sentía que era el momento de intervenir.
“Entonces, no habrá más oportunidades. Deben tener éxito,” respondió el anciano con seriedad.
“Está bien. ¿Cuál es el artefacto y dónde lo encontramos?” preguntó Lyra, decidida.
“Es un cristal de luz que se encuentra en un templo antiguo, protegido por guardianes mágicos. Solo aquellos que son dignos pueden acceder a él,” explicó el anciano. “Los guiaré hasta la entrada, pero una vez allí, ustedes deberán enfrentarse a los guardianes por su cuenta.”
“Entendido,” dijo Alex, sintiendo que el desafío era monumental, pero necesario. “Estamos listos.”
Los ancianos comenzaron a guiarlos a través del bosque. La luz del día se desvanecía lentamente, y la magia del lugar se sentía más intensa. Mientras caminaban, Alex no pudo evitar sentir que el destino estaba tomando un giro inesperado.
“¿Qué tipo de guardianes son?” preguntó Marco, mirando a su alrededor con nerviosismo.
“No lo sé. He oído historias sobre criaturas antiguas que protegen los secretos del bosque,” respondió Lyra, su voz llena de determinación. “Pero debemos enfrentarlos. No hay otra opción.”
Finalmente, llegaron a la entrada del templo antiguo. Las enormes puertas de piedra estaban cubiertas de enredaderas y símbolos antiguos que brillaban tenuemente.
“Debemos estar atentos. No sabemos qué nos espera dentro,” advirtió Alex, apretando su espada.
“Recuerda, debemos mantenernos juntos,” dijo Lyra, mientras empujaba las puertas, que se abrieron lentamente con un crujido ominoso.
Al entrar, el aire se volvió denso y pesado. Las paredes estaban cubiertas de inscripciones que contaban historias de batallas pasadas y antiguos guardianes. En el centro de la sala, un pedestal sostenía el cristal de luz, brillando con una energía intensa.
“Ahí está,” susurró Alex, señalando el cristal.
Pero antes de que pudieran avanzar, un estruendo resonó en la sala. De las sombras emergieron los guardianes: enormes criaturas con cuerpos cubiertos de escamas y ojos brillantes. Sus miradas eran feroces, y sus garras relucían bajo la luz mágica.
“¡Intrusos!” rugió uno de los guardianes. “¿Por qué han venido a perturbar la paz de este lugar?”
“Venimos en busca del cristal de luz. No somos enemigos,” explicó Lyra, levantando las manos en señal de paz.
“¿Y cómo podemos confiar en ti, elfa? Muchos han venido a robarlo,” respondió otro guardián, su voz retumbando en la sala.
“Porque estamos aquí para detener al hechicero que amenaza con destruir tanto a humanos como a elfos,” dijo Alex, dando un paso adelante. “Si no actúan, todos perderemos.”
“¿Qué prueba pueden ofrecer para demostrar su valía?” preguntó el primer guardián, cruzando los brazos.
“Estamos dispuestos a luchar por el cristal. Si lo desean, podemos enfrentarnos a ustedes,” ofreció Marco, con determinación en su voz.
“Entonces, deben demostrar su fuerza y unidad. Solo así podrán obtener el cristal,” dijo el guardián con una sonrisa desafiante. “Prepárense.”
“¡Vamos!” gritó Alex, mientras se lanzaban hacia los guardianes.
La batalla comenzó, y los guerreros lucharon con todas sus fuerzas. Alex desvió un ataque de un guardián con su espada, mientras Lyra conjuraba hechizos para proteger a sus compañeros. Marco se movía ágilmente, esquivando garras y lanzando ataques certeros.
“¡No se separen!” gritó Lyra, mientras un guardián la atacaba. “¡Mantengan la formación!”
“¡Estoy contigo!” exclamó Alex, moviéndose hacia ella y bloqueando el ataque del guardián.
A medida que la batalla continuaba, los guerreros comenzaron a notar que, a pesar de sus diferencias, sus habilidades se complementaban. Lyra lanzaba hechizos que debilitaban a los guardianes, mientras Alex y Marco aprovechaban las oportunidades para golpear.
“¡Es como si supiéramos lo que el otro va a hacer!” dijo Marco, sorprendido.
“Eso es lo que la unidad puede hacer,” respondió Lyra, sonriendo a pesar de la intensidad de la batalla.
Finalmente, después de una feroz lucha, los guardianes comenzaron a retroceder, sorprendidos por la determinación de los guerreros.
“¡Basta!” rugió el primer guardián, levantando una mano. “Hemos visto su valentía y unidad. Han demostrado su valía.”
“¿Podemos tomar el cristal?” preguntó Alex, respirando pesadamente.
“Sí, pero recuerden: el poder del cristal no es solo para ustedes. Debe ser usado para mantener el equilibrio entre nuestras razas,” advirtió el guardián.
Lyra asintió. “Lo haremos. No volveremos a permitir que el hechicero destruya este equilibrio.”
Con un gesto, los guardianes se apartaron, permitiendo que Alex y Lyra se acercaran al pedestal. Con cuidado, levantaron el cristal de luz, sintiendo su energía fluir a través de ellos.
“Lo hemos logrado,” dijo Marco, con una sonrisa de triunfo.
“Ahora debemos regresar y compartir esto con los ancianos,” dijo Lyra, sosteniendo el cristal.
Mientras se dirigían de regreso, un nuevo sentido de esperanza llenaba el aire. Habían enfrentado desafíos y habían demostrado que, a pesar de sus diferencias, podían unirse por un propósito común.
“Esto es solo el comienzo,” murmuró Alex, mirando el cristal de luz. “Debemos seguir luchando juntos.”
“Así es. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa,” respondió Lyra, sintiendo que su conexión se fortalecía con cada paso que daban hacia la luz del futuro.