Sinopsis:
En el pequeño y aparentemente tranquilo pueblo de Santa Lucía, las vidas de sus habitantes están entrelazadas con secretos oscuros y pasiones peligrosas. Lo que comienza como una serie de infidelidades desenmascara una red de violencia, traición y asesinato. A medida que las sombras en la oscuridad se vuelven más espesas, los habitantes deben confrontar sus propios demonios para sobrevivir.
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Capítulo 2: Secretos y Mentiras
El sol de Santa Lucía se levantó con un brillo que contrastaba cruelmente con la oscuridad que se cernía sobre sus habitantes. La tensión era palpable, y el aire parecía estar cargado de murmullos y miradas furtivas. El pequeño pueblo, con sus calles adoquinadas y casas color pastel, estaba lejos de ser el refugio tranquilo que muchos pensaban. Los secretos estaban comenzando a desmoronarse, y la verdad amenazaba con salir a la luz.
Mariana se despertó con los ojos hinchados por el llanto. La noche anterior había sido un caos total. El enfrentamiento con Fernando y Pablo había dejado su corazón y su mente en un estado de confusión y terror. Fernando la había amenazado veladamente, recordándole que él tenía el poder de destruir no solo su reputación, sino también su vida. Mariana sabía que tenía que ser cautelosa. Cualquier paso en falso podría ser fatal.
Fernando, por su parte, se sentía traicionado y enfurecido. Su venganza contra Pablo estaba en marcha, pero sabía que tenía que ser inteligente. No podía permitir que sus emociones nublaran su juicio. Tenía que jugar sus cartas con cuidado para asegurarse de que Mariana y Pablo pagaran por su traición sin que él mismo se viera perjudicado.
Mientras tanto, Clara intentaba mantener la normalidad. La revelación de la infidelidad de Mariana la había afectado profundamente, pero no podía permitirse el lujo de perder la compostura. Tenía su propia familia y responsabilidades. Además, algo en la actitud de Fernando la inquietaba. Había algo oscuro en él que no podía ignorar.
Pablo, sintiendo que sus días en Santa Lucía estaban contados, comenzó a hacer planes para irse. Pero irse no era tan fácil como parecía. Su oscuro pasado no le permitía simplemente desaparecer. Tenía deudas y enemigos que no le dejarían escapar tan fácilmente. Además, su conexión con Mariana era más fuerte de lo que quería admitir. La amaba, y dejarla atrás era una idea que le resultaba insoportable.
El primer movimiento de Fernando fue contactar a un viejo conocido, Roberto, un detective privado que había trabajado en casos oscuros y peligrosos. Roberto había sido un policía en la ciudad, pero su ética flexible y su disposición a trabajar en los márgenes de la ley lo habían convertido en el hombre perfecto para este tipo de trabajos. Fernando le dio toda la información que tenía sobre Pablo y le pidió que investigara a fondo, buscando cualquier cosa que pudiera usar para destruirlo.
Mientras tanto, Mariana intentaba mantener una apariencia de normalidad. Fue al supermercado, saludó a los vecinos y llevó a sus hijos al colegio. Pero su mente estaba en otro lugar. No podía dejar de pensar en la última conversación con Pablo. Él le había confesado su miedo y le había pedido que se fuera con él. Mariana estaba tentada, pero sabía que escapar no era una opción sencilla. Fernando era poderoso y tenía muchos recursos. Si intentaba huir, él la encontraría.
Clara, observando a Mariana desde la distancia, decidió que tenía que hablar con Fernando. Sabía que era un riesgo, pero no podía permitir que las cosas siguieran como estaban. Quedaron en verse en un café del centro, un lugar público donde Clara esperaba que Fernando mantuviera la compostura.
Cuando Clara llegó, Fernando ya estaba allí, sentado con una taza de café frente a él. Su mirada fría y calculadora le envió un escalofrío por la espalda. Clara se sentó y, después de unos momentos de incómodo silencio, empezó a hablar.
"Fernando, esto tiene que parar. Mariana está asustada, y tú también estás sufriendo. No podemos dejar que esto se nos vaya de las manos. ¿Qué planeas hacer?", preguntó Clara con un tono de preocupación sincera.
Fernando la miró fijamente, su expresión era impenetrable. "Clara, agradezco tu preocupación, pero esto es algo entre Mariana y yo. Te sugiero que no te metas. Las cosas pueden complicarse más de lo que te imaginas."
Clara sintió una punzada de miedo, pero no iba a retroceder. "Fernando, eres mi amigo. Mariana también lo es. Solo quiero lo mejor para todos. No quiero ver a nadie salir lastimado."
Fernando sonrió, pero no había calidez en su sonrisa. "Te aprecio, Clara. Pero algunos secretos y mentiras son demasiado grandes para manejarlos sin consecuencias. Deja que yo me encargue."
Clara se dio cuenta de que no iba a obtener nada más de Fernando en esa conversación. Se despidió y salió del café con una sensación de desasosiego. Fernando estaba planeando algo, y no sabía qué, pero tenía la certeza de que no sería bueno.
Por otro lado, Pablo recibió una visita inesperada en su casa. Un hombre alto y fornido, con una cicatriz en el rostro, se presentó como Roberto. "Tengo algunas preguntas para ti, Pablo. Creo que sabes de qué se trata", dijo Roberto con una voz autoritaria. Pablo sintió que su mundo se desmoronaba aún más.
Roberto comenzó a interrogar a Pablo, no solo sobre su relación con Mariana, sino también sobre su pasado. Las preguntas se volvieron cada vez más incisivas, y Pablo se dio cuenta de que este hombre sabía más de lo que dejaba entrever. Intentó mantener la calma, pero cada respuesta lo hundía más en un pozo del que no sabía si podría salir.
Mientras tanto, Mariana recibió una llamada de Fernando. "Tenemos que hablar. Ven a casa tan pronto como puedas", le dijo con una voz que no admitía réplica. Mariana sintió un nudo en el estómago, pero no tenía elección. Sabía que debía enfrentarse a él.
Al llegar a casa, Fernando la estaba esperando en el salón. "Siéntate", le ordenó. Mariana obedeció, y Fernando comenzó a hablar. "He contratado a alguien para investigar a Pablo. No es el hombre que crees que es. Tiene un pasado oscuro, y ahora tengo pruebas de ello. Si sigues viéndolo, lo destruiré. Y te destruiré a ti también."
Mariana sintió que el suelo se abría bajo sus pies. "Fernando, por favor... esto no tiene que ser así. Podemos encontrar una solución. Pero amenazarme no resolverá nada."
Fernando la miró con frialdad. "Mariana, ya no hay vuelta atrás. Hiciste tu elección, y ahora debes vivir con las consecuencias. Te doy una última oportunidad: termina con él, o enfrentarás mi ira."
Mariana salió de la casa con el corazón destrozado. Las amenazas de Fernando la perseguían como un eco oscuro. No podía quedarse en esa situación, pero tampoco podía huir. Necesitaba encontrar una solución, y rápido.
Mientras tanto, Pablo estaba siendo acosado por Roberto. Las preguntas se volvieron amenazas veladas, y Pablo sabía que su tiempo se estaba agotando. Desesperado, decidió que la única manera de salir de esto era enfrentar a Fernando directamente. No podía permitir que Mariana sufriera por sus errores del pasado.
Esa noche, Pablo esperó fuera de la casa de Fernando. Cuando lo vio salir, lo siguió hasta un callejón oscuro. "Fernando, tenemos que hablar", dijo Pablo, tratando de mantener la calma. Fernando se dio la vuelta, sorprendido pero no asustado. "¿Qué quieres?", preguntó con frialdad.
"Necesitamos resolver esto como adultos. No más amenazas, no más violencia. Hablemos y encontremos una solución", dijo Pablo, aunque sabía que las palabras podían no ser suficientes.
Fernando sonrió, una sonrisa sin alegría. "Pablo, ya no hay nada que hablar. Te metiste con mi vida, y ahora vas a pagar por ello."
Antes de que Pablo pudiera responder, sintió un golpe en la cabeza. Roberto había aparecido de la nada, atacándolo por detrás. Pablo cayó al suelo, aturdido, mientras Fernando lo miraba con desprecio. "Te lo advertí, Pablo. Esto es solo el comienzo."
Mariana, ajena a lo que estaba ocurriendo, decidió buscar a Clara. Sabía que su amiga era la única en la que podía confiar completamente. Clara la recibió con preocupación y la abrazó fuerte. "Mariana, ¿qué ha pasado?", preguntó, notando el miedo en los ojos de su amiga.
Mariana le contó todo, desde las amenazas de Fernando hasta el encuentro con Pablo. Clara la escuchó atentamente, sintiendo que la situación se volvía más peligrosa con cada palabra. "Mariana, no puedes quedarte aquí. Tenemos que encontrar una manera de sacarte de este infierno", dijo Clara con determinación.
Esa noche, mientras Pablo yacía inconsciente en un callejón, Mariana y Clara comenzaron a trazar un plan. Sabían que escapar no sería fácil, pero no tenían otra opción. Debían hacerlo rápido y con cuidado, evitando cualquier sospecha de Fernando.
El plan consistía en que Mariana fingiera reconciliarse con Fernando para ganar tiempo. Mientras tanto, Clara buscaría una manera segura de sacar a Mariana y a sus hijos del pueblo. Con cada paso, sabían que el riesgo aumentaba, pero también sabían que era la única manera de sobrevivir.
Al día siguiente, Mariana enfrentó a Fernando con una aparente sumisión. "Fernando, he pensado en lo que dijiste. Tienes razón. Terminaré con Pablo y me quedaré contigo. Haré lo que sea necesario para salvar nuestro matrimonio", dijo, tratando de sonar convincente.
Fernando la miró con sospecha, pero aceptó sus palabras. "Espero que no sea solo una promesa vacía, Mariana. Porque si lo es, las consecuencias serán terribles", dijo con una amenaza implícita.
Mientras tanto, Clara buscaba frenéticamente una salida. Contactó a un viejo amigo en la ciudad, alguien que podía proporcionarles nuevas identidades y un lugar seguro para comenzar de nuevo. Sabía que no tenía mucho tiempo, pero estaba decidida a salvar a su amiga.
Pablo, recuperándose lentamente de la golpiza, sabía que no podía quedarse quieto. Tenía que proteger a Mariana a toda costa. Decidió que enfrentaría a Fernando de nuevo, pero esta vez, con pruebas de su propia inocencia y la verdad sobre su oscuro pasado.
Las sombras en Santa Lucía seguían moviéndose, y la tensión alcanzaba su punto máximo. El fuego de la infidelidad se había transformado en una tormenta de secretos y mentiras, y los días venideros traerían más revelaciones y peligros. El destino de Mariana, Pablo, y Fernando estaba entrelazado en una red de engaños que solo el tiempo podría desenredar.
Mariana y Clara estaban listas para ejecutar su plan, pero sabían que cualquier error podría ser fatal. Con cada paso, la sensación de peligro aumentaba. Santa Lucía nunca volvería a ser la misma, y sus habitantes estaban a punto de enfrentar las consecuencias de sus decisiones.