Soy La Emperatriz Villana

Por la mañana había un gran revuelo en los pasillos del harén, las sirvientas iban de un lado para otro. Mientras que en el palacio de la emperatriz una rubia se estaba terminando de arreglar para ir a desayunar al jardín.

Al estar por los pasillos, veía como las sirvientas hablan en voz baja sobre algo se acercó a una de ella y preguntó que estaba pasando.

– Alteza – hacen una reverencia – en uno de los jardines del harén fue encontrada Nina, colgada de un árbol, al parecer se suicidó

– Pobre Nina era una chica muy joven – finge una cara de tristeza – pero hay tanto revuelo por solo eso

– No, es que una de las concubinas fue la que la encontró y pues al nunca haber visto un cadáver comenzó a gritar como una loca y se desmayó después

– Ya veo – se quedó pensativa – por favor mi desayuno lo quiero en el jardín – sonríe amablemente –

– Claro Alteza ya se lo llevamos – hace una reverencia y se retira

Aysha camino hasta el jardín con una sonrisa en los labios, ya tenía a quien sería su próxima víctima, si quiere evitar su destino tiene que mover sus piezas primero.

– Uzziel – llama al niño que sale de su sombra –

– En que puedo ayudar la maestra – le pregunta mostrando una sonrisa

– Investiga todo lo que puedas sobre la concubina que encontró a Nina en el jardín colgada –

– Como ordene – hace una reverencia y se esfuma –

Aysha se sentó en la mesa que habían preparado en el jardín para tomar su desayuno, y se puso a recordar los hechos de la novela. Ahora ella tiene veinte años, y lleva casada con el emperador dos años, y dentro de unos meses comienzan los sucesos de la novela, cuando Shera entra al harén.

Ahora en el harén hay un total de seis concubinas, todas hijas de nobles de la corte del emperador. Cada una de ellas le ha hecho la vida imposible a Aysha debido a que no es favorecida por el emperador y ella no se defiende nunca de lo que le hacen.

Sin embargo, Aysha es muy querida y respetada por el pueblo debido a su buen corazón y a que es una buena gobernante. Es una lástima que muriera por los protagonistas.

Ahora tenía que limpiar su palacio de las ratas que aún quedan y además necesita a alguien de confianza a su lado aparte de Uzziel. Y ya tenía a la persona perfecta para ese puesto. Aysha sonrió maliciosamente, mientras una idea fugaz le paso por la mente.

– Alguien inteligente, pero con cara de tonta, que parece una niña boba e ingenua, pero no lo es – habla para sí misma aún con esa sonrisa maliciosa en los labios – Y no hay nadie mejor que ella para ocupar ese puesto a mi lado como mi fiel doncella

– Alteza con quien habla – la voz chillona de una chica de cabellos claros la sacan de sus pensamientos – cualquiera que la viera pensaría que está loca

Aysha levanta la mirada y ve a una chica rubia de ojos rojos saltones como el de los conejos, y frunce un poco el ceño.

– Y cualquiera que viera tus modales sabría que eres una maleducada – la mira seriamente – será porque eres hija de unos barones que no conoces la etiqueta concubina Ariana – bebe su té tranquilamente –

– No te creas la gran cosa – se acerca a ella golpeando fuertemente la mesa – solo eres una emperatriz inútil que no es favorecida por el emperador – sonríe con malicia – en cambio, a mí me viene a visitar cada noche, deberías tener cuidado puedo ser la próxima emperatriz

– Jajajá – ríe a carcajadas mientras Ariana le frunce el ceño – Disculpa es que me has contado un buen chiste – fija su mirada en la concubina – Debería mandar al doctor real a que te revise porque sin duda tú no estás bien de la cabeza – la mira con una sonrisa – ahora como debería castigarte

– Quién te has creído maldita inútil para burlarte de mí – le lanza el té en el vestido – recuerda quien eres y como debes comportarte – intenta agarrarla del cabello, pero es detenida por una mano

– Parece que aún no entiendes algo zorita – aprieta con fuerza su mano –

Aysha la acera a ella de un tirón, agarra su cabeza y la estrella contra la mesa, la suelta causando que Ariana caiga hacia atrás quejándose de dolor y con la nariz sangrando. Mira con furia a Aysha, pero al momento baja la mirada debido a que sintió un escalofrío al verla fijamente a aquellos ojos azules.

Aysha pasa por su lado, y se detiene a unos pasos mirándola por encima del hombro.

– Esto solo comienza Ariana – sonríe – aún tienes que sufrir un castigo por faltarme al respeto y agredirme

Aysha llama a los guardias los cuales se llevan a Ariana arrastrándola hacia la terraza donde es puesta de rodillas siendo aguantada por dos guardias. Aysha se para detrás de Ariana y agita su mano haciendo que el vestido que tenia se rompa en la parte trasera dejando espuesta su espalda.

Las sirvientas que iban pasando por ahí se detienen al ver como la emperatriz estaba azotando a la concubina Ariana con su poder ya que Aysha podía controlar el aire, al mover su mano una pequeña rafaga de viento chocaba en su espalda en forma de látigo haciendo que sangrara. Todos ahí se quedan asombrados ya que era sabido por todo el palacio que la emperatriz sufría a manos de las concubinas y algunos sirvientes y que nunca asía nada para defenderse, pero ahí estaba azotando a Ariana por haberla ofendido.

Después de darle veinte latigazos, Aysha se detiene y toma del mentón a la concubina haciendo que la mire.

– Espero que con esto aprendas a respetarme Ariana – la mira fríamente – conmigo no se juega

Sin más Aysha se retira y ordena que lleven a la concubina a su habitación y que no reciba tratamiento del médico imperial como castigo por haberla agredido.

A lo lejos un hombre de unos veinticinco años observaba todo lo que había sucedido, al ver a Aysha retirarse hace lo mismo pero dirigiéndose a la oficina del emperador. Al entrar hace una reverencia y le informa sobre todo lo que vio hoy por la mañana en el jardín de la emperatriz.

– La emperatriz se defendió, actuó en defensa propia Majestad – termina de explicar Andrés –

– Sin duda ella ha cambiado, Aysha no era así – se queda pensativo mirado unos papeles – bien Andrés sigue vigilándola e informarme de todo lo que haga –

– Como ordene Majestad

Andrés se retira de la oficina dejando al emperador aún pensativo por la actitud de la emperatriz.

– Que te habrá pasado – sonríe de lado – vaya mi emperatriz se ha vuelta algo interesante