Melanie fue llevada a la guillotina, junto con su familia, gracias al descubrimiento de sus crímenes. Sin embargo, se arrepentía del ser que fue, ¿tendrá una segunda oportunidad para cambiar sus decisiones?....
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Capítulo 2
Muchos nobles vendieron a sus hijas a ese pervertido y luego que me acusaran, desposo a esa niña. Se le veía el miedo a leguas de distancia, pobre niña, pero no estaba para compadecerme de nadie, mi familia moría frente a mis ojos y yo no podía hacer nada…
Si no hubiera sido la persona malvada que fui, en ese entonces mi familia podría haber hecho algo, todos estarían vivos… que existencia tan estúpida que tuve…
Así terminó mi primera vida, por alguna extraña razón, nací en un mundo muy distinto, parecía más moderno del que recordaba, aquí no había magia, como en mi otra vida, ni emperadores.
Me adecué a la situación a medida que fui creciendo.
Antes de nacer, escuché una voz que me dijo, “si te arrepientes, demuéstralo en esta vida”.
Había vuelto a la vida como una bebe, recordaba todo de mi anterior vida, por eso no me sorprendía la vida que me tocó, digámosle karma.
Lo que si llamó mi atención, es que me veo igual de bella que en mi vida pasada, a excepción de mi color de pelo, aquí era negro, pero mis ojos allí estaban, cada día desde que pude mirarme a un espejo, sentía mi propia mirada acusadora, por mis crímenes pasados.
En esta vida, no me tocó vivir bajo el cuidado de una familia amorosa, por el contrario, fui abandonada para ser criada en un orfanato, nadie me quiso adoptar, por lo que crecí allí. Esta vez lo iba a hacer bien.
Conocía a todos mis cuidadores, la mayoría eran monjas que me cuidaban día tras día, me alentaban a estudiar y ser mejor. Fueron grandes personas que me cruce en mi vida.
Siempre fui muy consciente que el dinero no alcanzaba, pues vivíamos de caridad y de lo que la iglesia nos proporcionaba, lo cual era muy poco. Por ello, ni bien pude trabajar, lo hice y con ese dinero ayudaba a las hermanas lo mejor que podía.
Como de muy pequeña estudié, obtener a temprana edad una beca, no fue difícil. Después de unos cuantos años de sacrificio, logré graduarme.
Estudié medicina, no solo me interesó la medicina moderna, sino también la tradicional, era increíble como con un solo toque de la muñeca, una podía detectar todo lo que pasaba, en un cuerpo. Además, me interioricé en el uso medicinal de las plantas, pues trataba a mis pacientes con medicina alternativa, cuando se podía, prefería curar con unas plantas que con pastillas llenas de químicos, no siempre se podía, pero para dolencias leves sí…
Cuando ya había formado un pequeño prestigio y después de muchos chascos amorosos, llegó él… mi más grande amor en esta vida, a él le confesé todo, hasta mis recuerdos. Me terminé casando, pero en vez de mudarme, agrande el orfanato, allí sería más fácil proteger a esos niños… él siempre me apoyó, entendí mucho de la vida a su lado, estuvo en las buenas, como cuando gané el premio a la mejor cirujana y en las no tan buenas, como cuando me diagnosticaron infertilidad. Pensé que ese era el fin de nuestra relación. Sin embargo, él no se movió de mi lado.
Crecimos más y más y nuestra familia pasó a ser todos aquellos chicos que vivían en el orfanato, algunos tenían suerte y encontraban familia, otros no la tenían, ellos pasaban a ser nuestros hijos… ayudamos a muchos pequeños.
Sin embargo, esta vida no me iba a dejar mi felicidad por mucho tiempo, luego de unos años de casada, mi fiel compañero pierde la vida, en un accidente de tránsito, quedó envuelto en un choque múltiple, me dejó demasiado rápido.
A partir de ese día, solo me evoqué a mi trabajo y mis niños. Poco a poco fui envejeciendo y mi salud se deterioró más y más, ya la edad me jugaba una mala pasada, mi final estaba a la vuelta de la esquina, pero no estaba triste, por el contrario, me emocionaba ver que nueva aventura encontraba, trataría de reencontrarme con mi amado. Rogaba a todos los dioses que mi memoria siguiera intacta, así podría buscar a ese ser tan especial, el cual se esfumó muy rápido en esta vida…
Al tiempo me fui de ese plano, rodeada de muchas personas que lloraban mi partida, cerré los ojos sin arrepentirme de nada, esta vida fue extraordinaria, pase hambre y frío, pero igual fui feliz, muy feliz…
Cuando sentía que caía al abismo, una voz… esa misma que me dijo que lo hiciera bien, en esta vida, me vuelve a hablar
-Bien muchacha, lograste ser mejor de lo que esperaba, te daré un premio…-
Sin que pudiera responder, sentí que caí al vacío, al comienzo me asuste, luego me deje llevar, sentía paz, ¿así se siente morir sin arrepentimientos?
Sin embargo, poco a poco comencé a sentir mi cuerpo nuevamente, por lo que abrí mis ojos lentamente y no podía creer lo que veía, maldición, ¿esto es un premio?… ¿Mi castigo sigue acaso?
Sabía muy bien donde estaba, era el palacio real, estaba nuevamente en mi anterior vida.
En este momento tengo diecisiete años, me acuerdo de esta estupidez. Resulta que un día quise hacer que el príncipe se acueste conmigo y fingí desmayarme, ese día trajo al emperador, fue la única vez que lo escuché hablar, pues entraron cuando fingía mi desmayo, así que me mantuve inmóvil, hasta que se fueron, luego ingresaron doncellas y médicos, enviados por el emperador para ver mi condición, tuve que irme a casa rápido, no quería que me revisen con la ropa provocativa que llevaba debajo. ¡Qué vergüenza!
Todavía estoy sola, por lo que el príncipe no trajo al emperador, debo salir…
Me aproximé a la ventana y salté sin pensarlo mucho, estaba en un primer piso, decir que había arbustos y nadie custodiando. Si moría, mejor por mis manos que a las del principito sádico ese…
Me doblé el tobillo cuando salté y creo que me lastimé mi costado derecho, espero no haberme fracturado la costilla, dolía como mil demonios, me olvidé que en esta vida era muy ociosa, en mi última vida hice de todo para mantenerme en forma y mi cabeza ocupada, hasta mis últimos días practicaba como distracción artes marciales, ya era maestra de cuatro artes marciales distintas. Tendré que entrenarme…
Aproveché los arbustos y me quedé escondida, ya que escuchaba voces acercándose.