Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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Llegué a pensar que te podrías parecer a él
La mano de Fafner temblaba ligeramente, era una sensación perturbadora que lo llenaba de inseguridad, un recordatorio constante de lo que había dejado atrás, sin embargo, sus hombres confiaban en él, no sólo en sus capacidades como tirador y combatiente, sino como su líder, por lo que no se podía dar el lujo de dudar. La situación podría parecer complicada, sin embargo, no era la primera vez que se encontraban entre fuego cruzado, pero sí era la primera vez en años que se volvía a encontrar con aquel grupo de mercenarios compuesto por dragones renegados, y parecía que habían engrosado sus filas con un par de demonios; por lo que alcanzaba a percibir, se trataba de uno de rango bajo y otro de un rango medio, con una magia bastante molesta que inevitablemente le traía recuerdos que en un momento como ese no necesitaba, por lo que lo mejor era evitarlos, después de todo, su misión sólo consistía en sacar de ese lugar a los rehenes.
Fue entonces que dejó escapar todo el aire de sus pulmones y se permitió, por un instante, alejarse del caos en el que se convertía su mente cada vez que los recuerdos lo asaltaban; apartarse de todo por un instante al tiempo que permitía que la cálida sensación de aquel pequeño frasco que siempre llevaba colgado al cuello lo envolvía, reconfortándolo lo suficiente como para permitirle alcanzar un nuevo nivel de concentración. Esa era su oportunidad para concluir el rescate, amparados por la oscuridad de la noche sin luna, ellos debían aprovechar, salir del área de conflicto con su valiosa carga, y así dar por terminada aquella misión desventajosa. Entonces Fafner tomó aire, centrándose en su objetivo, se dispuso a ejecutar su encargo lo antes posible. El dragón sólo necesitó un disparo limpio por cada uno de los vigías para despejar el área; los tiros habían sido perfectos, impactando directo en la zona indicada del pulmón de aquellos hombres, usando balas imbuidas de su aura congelante, evitaba que sus victimas hicieran un sólo sonido.
Y cuando todo parecía estar saliendo exactamente cómo lo habían planeado; una extracción limpia, sin enfrentamientos innecesarios, y por lo tanto sin bajas en su equipo y con mínimas perdidas en el bando contrario; entonces sufrieron una emboscada. Los mercenarios del grupo de renegados, intentando hacerse con su carga, para, seguramente pedir un mayor rescate, habían hecho su movimiento. Los habían seguido usando la magia de los demonios, que era lo suficientemente sutil y precisa para no ser detectada o anulada por ellos; por lo que estando a un par de kilómetros de la zona de extracción, habían sido atacados con un misil anti tanques que, de no ser dragones, los habría matado a todos. Fafner entonces comprendió que el objetivo no necesariamente debía estar vivo para que esos despreciables pudieran obtener su dinero.
En ese momento Fafner liberó su aura, creando con ella una armadura helada que resplandecía en medio de la oscuridad de la noche, al tiempo que redujo la intensidad de la explosión, permitiendo a el resto de su equipo que se concentraran en proteger a los rehenes. Fue entonces que Fafner desenfundó sus armas, él cubriría la retirada, el helicóptero ya los esperaba en la zona de extracción y sólo necesitaban unos minutos para llegar ahí. Gracias a su puntería perfecta, el dragón de hielo logró mantenerlos a raya, hasta que la extracción de los rehenes terminó. Pero justo cuando el helicóptero que usarían para marcharse; el resto de sus los hombres que aún lo ayudaban a cubrir la retirada y él, estaba llegando, una presencia escalofriante que había permanecido observando a distancia, se materializó frente a él, tomándolo del cuello.
La horrible visión de pesadilla que tenía ante él, con unos ojos de un rojo apagado, que lo observaban como si se tratara de su cena, lejos de llenarlo de miedo, lo hicieron sentir una nostalgia que le pareció infinita, disparando en su memoria el recuerdo de aquel fatídico primer encuentro; descolocando enseguida al monstruo que tenía frente a él. De nuevo Fafner activó su aura; congelando de inmediato las extremidades de aquel demonio, que al instante siguiente fueron reventadas como frágil cristal, por el mismo dragón, la criatura en respuesta, lanzaba alaridos desesperados que distaban mucho del sonido que había esperado escuchar.
—Es decepcionante—dijo casi en un susurro —No sé por qué, por un instante, llegué a pensar que te podrías parecer a él— la insatisfacción en su voz les resultó más aterradora a los presentes que la presencia del demonio de bajo rango que se retorcía bajo las botas de aquel dragón.
Entonces una voz chirriante resonó en la oscuridad —Ninguno de los nuestros puede parecerse a nuestro Príncipe— de la oscuridad emergió un ser andrógino, de rasgos suaves, delgado y con ojos mucho más brillantes que la criatura que aún seguía llorando en el piso, pero no eran como los ojos que Fafner deseaba ver —Somos de la misma especie, pero él siempre será superior— el recién llegado seguía avanzando hacia el dragón que ya se encontraba en guardia, sin embargo, el recién llegado se detuvo a una distancia prudente.
—Tú… ¿De qué estás hablando?— cuestionó Fafner.
—Puedo sentir un rastro de su presencia en ti, y llevas su bendición colgando del cuello— la escalofriante voz parecía haber adquirido una nota de admiración que sólo logró hacer sentir todavía más frustrado al dragón —No fue nuestra intención ofender al dragón del Príncipe Exiliado, pido disculpas, en éste momento nos retiraremos— y sin perder de vista a Fafner se agachó para recoger a su compañero herido que ya había dejado de llorar.
—¡Oye traidor! ¡¿Quién te crees para tratar de abandonarnos?!— gritó uno de los dragones renegados que ahora apunta su arma directamente a la cabeza de aquel desconocido —Tú y yo hicimos un trato y debes de obedecer.
—¡Cállate!— el tono del demonio de nivel medio fue más grave y bajo que antes, pero estaba teñido de una profunda frialdad —Eres una basura que ni siquiera se ha dado cuenta que no tenía ninguna oportunidad, estas comenzando a dejar de ser divertido— apenas dijo esto, el dragón renegado que había hablado, comenzó a atragantarse con su propia sangre, para caer al suelo inconsciente —Una disculpa, por la insolencia, le aseguro que en el futuro algo como esto no se repetirá— Fafner sólo se limitó a asentir ante las palabras de aquel demonio al que no terminaba de entender —Permítame darle un consejo, no debería estar tan lejos de su benefactor, puede que usted sea muy fuerte, pero eso no significa que deba estar lejos de la protección del Príncipe, puede llegar a ser más peligroso de lo que imagina, para ambos.
Y antes de que Fafner pudiera preguntar algo, aquella criatura desapareció del lugar junto con todos los dragones renegados que los perseguían, permitiéndole a él y su equipo terminar la misión de forma tranquila y sin ninguna baja en sus filas, sin embargo, la cabeza y el corazón de Fafner ahora se encontraban en un torbellino de preguntas y recuerdos que lo atormentaría por días.