"AUT VIAM INVENIAM AUT FACIAM" (encontraré mi camino o haré el mío yo misma) - susurró en latin. Era una declaración de guerra. "Él pasaba horas dibujándola a ella en papel y ella se pasaba las horas dibujándole palabras de amor en la piel. Habían estado seis meses juntos y habían vivido mil cosas. Creyó que le conocía como nadie. Ahora debía aprender que nadie conoce a nadie. La traición siempre es más dolorosa cuando quien la comete es el más amado por ti."
Bixby es una experta en matar y proteger. Toba la convierte en su numerale, su mano derecha. Él es el jefe de todos los jefes de la mafia y juntos se convierten en invencibles. Todos la llaman L'onorevole del Don y la consideran el bien mas preciado del jefe. Entre ellos saltan chispas y Toba no tarda en convertirla en su goomah (amante). Pero la hermosa asesina, no es adecuada para ser la gran señora de la casa al lado de él y elige a otra mujer como su esposa.
Nunca mas le permitirá verla ni acercarse a ella.
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Toba
Título: La Guardaespaldas de Toba
Autora: Coke del Castillo
Obra original. Reservados todos los derechos de autor. Prohibida la redifusión, modificación o apropiación indebida.
Capítulo 1
Toba
Toba Jiménez se desperezó en la cama. Estiró todo su cuerpo y se preparó para levantarse y comenzar una nueva jornada laboral. Fue hasta el cuarto de baño a soltar la primera meada del día apoyando la mano en la pared y levantando la cabeza. Suspiró de gusto.
Se afeitó y se pegó una ducha, silbando. Estaba muy contento. En los últimos tiempos se sentía plenamente satisfecho con su vida al punto que parecía que por fin había logrado dejar atrás su pasado con su familia.
Le iba maravillosamente bien en su trabajo, estaba empezando a conocer a alguien, tenía un gran círculo de amigos y la vida le sonreía.
"¿Qué más se puede pedir?" pensó, mientras preparaba el desayuno.
Una mujer salió de su habitación y se acercó a besarlo.
- Te ha despertado el olor del café, ¿a que sí? - le dijo. Ella se rió y contestó:
- Por supuesto. Sabes que me encanta. Hasta que no tomo café no hablo ni español - Él se echó a reír.
- Lo sé, Marián. Estoy empezando a conocerte -. Ella sonrió, apoyada contra él. Le dio un beso en la nariz.
- Primero desayuno y me ducho después - Llevaba una camiseta grande de él y se veía aún más sexy que el día anterior.
Habían salido a cenar, a bailar y habían tenido una maravillosa noche de pasión. Era la primera vez que la pasaban juntos y él no podía estar más encantado. Le gustaba mucho esa mujer y había empezado a enamorarse de ella.
Después de desayunar y ducharse, terminaron de vestirse y salieron juntos a la calle. Él le dijo que la alcanzaba al trabajo y ella aceptó, diciendo:
- De acuerdo, favor que me haces. ¿Dónde tienes el coche? - Él señaló el final de la calle y la cogió de la mano. De repente, cuando ya casi llegaban al vehículo, fueron repentinamente lanzados hacia atrás y desplazados varios metros.
Sus cuerpos quebrados cayeron a plomo sobre la acera y por un instante Toba pensó que iba a morir. Sintió mucho miedo. Inmediatamente se giró para ver dónde estaba la mujer y si se encontraba bien.
- Marián... - murmuró y luego gritó- ¡Marián!.
Ella se movió un poco y él entendió que no estaba muerta aunque ambos estaban bastante heridos. Después de unos momentos de desconcierto fue capaz de tener una idea de lo que había pasado. Su coche había estallado.
La intensidad de la explosión fue tal que, en aquella pequeña y tranquila calle, parecía como si el mundo se hubiera acabado. Las alarmas de todos los vehículos del barrio sonaban incontrolables y podía escuchar muchos gritos. Había gente corriendo por la calle, gente asomada a las ventanas, todos con cara de terror.
Él sentía mucho dolor, pero sabía que ninguna de sus heridas era grave. En lo único que podía pensar era en que otra vez lo habían encontrado.
Sabía lo que significaba esa explosión y sabía las consecuencias que podría traer a su vida. Pensaba que ahora por fin todo estaba bien, pero una vez más parecía que su pasado volvía a atraparlo. Era el precio que tenía que pagar por ser quién era.
Miró a la mujer a su lado, tumbada sobre el suelo y ensangrentada, que se quejaba de dolor. Intentó tomarla de la mano para tranquilizarla un poco.
- Marián, todo va a estar bien, ya lo verás. Tranquila
Se había dado cuenta de que había personas llamando por teléfono a la policía y a los servicios de emergencias y se concentró en no perder los nervios mientras esperaba con paciencia por la ayuda.
- Ya viene la ambulancia - le dijo a la mujer - Tranquila, estás bien, ya verás que vas a estar bien.
"Estamos bien", musitó y miró al cielo. Hacía un día precioso y el sol brillaba radiante en un cielo azul sin nubes.
Una vez más se preguntó por qué. Por qué él no podía ser distinto, por qué su vida no podía ser distinta, si él lo estaba intentando con toda sus fuerzas. Lo único que quería era vivir en paz y ser un poco feliz.
Lágrimas de frustración mojaban su cara.
......................
Su madre entró en la habitación del hospital como una tromba seguida inmediatamente por su padre y sus hermanos. Detrás de ellos pudo ver a dos de sus cuñadas y Toba se puso la mano en la cara y suspiró desesperado. Había venido el clan entero
- ¿Falta alguno? - preguntó con sorna.
- Tus abuelos están viniendo desde el campo para verte- dijo su madre. La cara de la mujer estaba mortalmente pálida y se la notaba descompuesta mirándole.
- ¿Estás bien?- miró a su esposo y le dijo- Vete a buscar al médico, habla con él y pide cambiarle a una habitación VIP. Ponle protección
Como siempre su madre ejercía control total sobre su marido. Tenía cierta gracia que un hombre tan poderoso estuviera en manos de aquella mujer tan pequeña. Él solo afirmó con la cabeza, pero su hijo lo detuvo.
- Esta habitación está bien. No hace falta cambiarme papá.- El padre lo miró casi con ferocidad y le dijo:
- Después de lo sucedido ¿todavía eres capaz de decirme que esta habitación está bien?. Aquí estás totalmente expuesto y ya sabes lo que eso significa. ¿Crees que no lo van a intentar de nuevo?.
En la sala todos quedaron en silencio. Toba agachó la cabeza y dijo:
- Sí, papá. Esto es lo que tiene el ser tu hijo.
Su madre lo cortó de inmediato con ganas de darle una cachetada y le dijo:
- No Toba. Eso es lo que tiene que haya gente mala en el mundo. No le hables así a tu padre. Yo no te he educado así. Ni él ni nadie tiene la culpa de lo que te ha pasado así que no seas cruel.
El hijo bajó la cabeza y se avergonzó un poco porque en el fondo era cierto lo que su madre decía. Nadie tenía la culpa de esto más que el que puso la bomba y el que lo mandó.
No podía culpar a su padre, pero estaba enfadado. Estaba realmente enfadado y eso hacía que quisiera portarse como un niño con rabieta. En realidad siempre que estaba frente a sus padres de alguna manera se sentía como un niño pequeño.
Y ahora estaba frustrado y cabreado porque por más que lo intentaba no podía tener la vida que él quería y cómo la quería. Lejos de una familia tan complicada como la suya.
Y no es que no los quisiera. Al contrario, los quería a todos con locura. Eran una gran familia de la que sentirse orgullosos a pesar de sus problemas y pequeñas rencillas. Se amaban profundamente y se cuidaban siempre entre ellos.
Hubiera sido perfecta si fueran una familia normal y lo eran en todo salvo por un detalle… Su padre era el jefe de una de las grandes familias de la mafia. Y él mismo era el hijo mayor de la familia y por lo tanto el heredero del imperio de su padre. Solo que él no había nacido para eso, nunca lo quiso y no estaba dispuesto a hacerse cargo.
Prefería que cualquiera de sus otros tres hermanos o incluso su hermana pequeña dispusieran del negocio familiar si así lo querían. Respetaría la decisión de cualquiera de ellos y los apoyaría. Solo que simplemente él no había nacido para hacer un capo mafioso.
El no podía ser un dios que decidiera sobre la vida o la muerte de otros. No quería vivir así, escondido, protegido por guardaespaldas y en guerra permanente con el resto de familias mafiosas en lucha constante por el poder.
Eso no era vida o por lo menos no era vida para él. Había crecido en esa familia viendo a sus padres sufrir en muchas ocasiones. Hubo épocas en las que vivían con el miedo permanente de perder a alguno de los hijos y vivían enredados entre chantajes y amenazas de muerte, tortura o secuestro.
Llegó un momento en el que pensó que realmente él no quería vivir así ni quería mucho menos quería arrastrar a su futura compañera de vida a algo así. Reconocía que había que estar hecho de una pasta especial como sus padres para soportar ese estilo de vida.
Él nunca podría permitir que sus seres queridos, su mujer y sus hijos si en algún momento los tenía, sufrieran por el resto de sus vidas ese cruel castigo. Así que se planteó seriamente decidir entre dos cuestiones: o si hacía cargo del negocio como su padre sacrificándose por todos pero viviendo una vida en solitario o se apartaba de todo ese mundo y se dedicaba realmente a lo que quería hacer teniendo a su propia familia aparte.
Cuando tomó la decisión Toba se dio cuenta de que no quería renunciar ni a hacer lo que le gustaba hacer qué era todo lo relacionado con el mundo del diseño gráfico ni quería renunciar al amor y a tener su propia familia.
Si renunciaba estas tres cosas se quedaría muerto en vida. Así que no tuvo el valor suficiente para escoger ser un poderoso jefe de la mafia con una vida totalmente vacía y solitaria.
Una noche durante la cena, habló con todos y contó lo que quería hacer. Y se despidió. Sus hermanos guardaron silencio, su madre se tapó la cara dolida y preocupada y su padre se levantó persiguiéndolo y gritándole como un loco que no podía ser, que él no había sido educado de esa manera, que qué clase de hombre era que evadía sus responsabilidades, qué ese era su destino lo aceptara o no y que nunca le permitiría dejar la familia.
Le dijo mil cosas más pero Toba lo ignoró y contestó:
- Papá, soy libre. Hagas lo que hagas no vas a conseguir que sea tu heredero. No quiero nada de tu imperio y no te preocupes que no vas a tener que hacerte cargo de mí, ni de mi vida, ni de mis gastos.
Dicho esto, cogió una pequeña maleta y se marchó. Vio en la cara de su padre que estaba a punto de pedirle a los hombres de la familia que lo detuvieran pero la madre de Toba, intervino. Se acercó a su marido, le puso una mano en el brazo y negó con la cabeza.
Los dos conocían bien a su hijo. Si él había decidido que no se iba a hacer cargo de la familia, no lo iban a conseguir obligándolo ni por la fuerza. El padre de Toba descubrió una mirada de inteligencia en los ojos de su mujer que le decía más que cualquier palabra.
Sabía que ella se estaba guardando un as en la manga.