Cruel Verdad

La mañana siguiente, Mathew se despertó con una sensación de inquietud que no lograba sacudirse. La abrupta partida de Alec la noche anterior seguía rondando en su mente, y aunque intentó concentrarse en su trabajo, su mente volvía una y otra vez a los eventos del concierto.

Al mediodía, mientras revisaba correos electrónicos, su teléfono vibró con un mensaje entrante. Era de Alec.

“Hola, Mathew. Lamento lo de anoche. ¿Podemos vernos hoy para hablar?”

Mathew dudó por un momento, pero la necesidad de respuestas superó su reticencia.

“Claro, ¿a qué hora y dónde?”

Alec respondió rápidamente, sugiriendo encontrarse en un café tranquilo a las 5 p.m.

A la hora acordada, Mathew llegó al café y encontró a Alec sentado en una mesa en la esquina, con una expresión seria que contrastaba con su habitual sonrisa.

“Hola, Alec.”

“Mathew, gracias por venir. Necesitaba hablar contigo.”

Se sentaron, y después de pedir café, Alec tomó una respiración profunda.

“Anoche, durante el concierto, recibí noticias que me afectaron. No quería preocuparte, pero creo que es justo que lo sepas.”

Mathew lo miró con atención, sintiendo que algo importante estaba por revelarse.

“¿De qué se trata, Alec?”

Alec bajó la mirada, jugando con la taza de café entre sus manos.

“Es sobre mi familia. Mi padre ha estado enfermo, y anoche me informaron que su condición ha empeorado. Necesito viajar para estar con él.”

Mathew sintió una mezcla de sorpresa y empatía.

“Lo siento mucho, Alec. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?”

Alec levantó la vista, sus ojos azules mostrando una vulnerabilidad que Mathew no había visto antes.

“Tu apoyo significa mucho para mí. No quería que pensaras que me alejaba por otra razón. Valoro lo que estamos construyendo.”

Mathew asintió, sintiendo que las dudas que había tenido comenzaban a disiparse.

“Entiendo, Alec. Tómate el tiempo que necesites. Estaré aquí cuando regreses.”

Alec sonrió, una expresión de alivio cruzando su rostro.

“Gracias, Mathew. Prometo mantenerme en contacto.”

Se despidieron con un abrazo, y mientras Alec se alejaba, Mathew sintió que, a pesar de las circunstancias, su conexión se había fortalecido.

Esa noche, de regreso en su departamento, Mathew reflexionó sobre la conversación. Aunque las dudas iniciales habían disminuido, una pequeña voz en su interior le recordaba que aún había mucho que desconocía sobre Alec. Decidió ser paciente y esperar, confiando en que el tiempo revelaría la verdad.

Los días pasaron, y aunque Alec se mantenía en contacto a través de mensajes y llamadas, Mathew no podía evitar sentir una creciente inquietud. Las conversaciones eran breves, y Alec parecía distante, como si algo más lo estuviera distrayendo.

Una tarde, mientras revisaba las redes sociales, Mathew vio una publicación que lo dejó helado. Era una foto de Alec en una fiesta, rodeado de personas, con una mujer a su lado que lo abrazaba con familiaridad. La fecha de la publicación coincidía con el día en que Alec había dicho que estaba con su padre.

El corazón de Mathew se aceleró, y una sensación de traición lo invadió. Decidió confrontar a Alec, enviándole un mensaje directo.

“Alec, necesitamos hablar. Vi una foto tuya en una fiesta. ¿Qué está pasando?”

Pasaron horas sin respuesta, y la ansiedad de Mathew creció. Finalmente, su teléfono vibró con una llamada entrante. Era Alec.

“Mathew, puedo explicarlo.”

La voz de Alec sonaba tensa, y Mathew sintió que la confianza que había comenzado a construir se desmoronaba.

“Espero que así sea, Alec. Porque ahora mismo, no sé qué creer.”

La conversación que siguió estuvo llena de explicaciones y disculpas, pero Mathew no podía sacudirse la sensación de que algo más oscuro se ocultaba detrás de las palabras de Alec. Y mientras colgaba el teléfono, supo que las sombras del pasado estaban comenzando a alcanzarlos, amenazando con destruir lo que apenas habían comenzado a construir.