XIV. Fiera.

A la mañana siguiente Aurore se levantó abriendo los ojos suavemente, tapándose el rostro con la mano debido a los fuertes rayos de luz que traspasaban por el ventanal. Miró a su alrededor un poco confundida, cuando recordó que se quedó dormida junto a Florentino anoche mientras le leía un cuento, se sentía agotada totalmente, vio a su alrededor y el pequeño no se encontraba. Fue en dirección al baño.

–¿Florentino? –Revisó su interior pero no había nadie.

Se dispuso a salir de la habitación cuando Florentino entró con su energía de siempre.

–Buenos días, Aurore –Dijo dedicándole una amplia sonrisa.

–Buenos días, cielo. Me asusté cuando no te vi en la habitación, ¿cuándo te despertaste?

–Hace un ratito, fui a darle de comer a Peter.

–Que chico más responsable –Comentó dándole un beso en la mejilla.

–¿Sabes, Aurore? Cuando me abrazas o me das un beso me siento muy bien.

–En ese caso, te daré besitos y abrazos siempre que tenga oportunidad. –Se arrodilló hasta estar a la misma altura– Y si alguien más te dice que no te quiero no le creas, porque no es cierto, ¿vale? Eres el niño más precioso y adorable que he conocido, ¿cómo no quererte, mi vida?

El pequeño asintió dándole un cálido y tierno abrazo a Aurore.

–Pero ahora, señorito. Tenemos que bañarnos para desayunar.–Dijo mirando su reloj para después abrir los ojos como platos–. Cariño, es muy tarde, son casi las once, ¿por qué no me despertaste?

–No quería molestarte, te veías muy bonita durmiendo.

–Sí, corazón, pero necesitas desayunar. ¿Me perdonas?

–No hay problema.–Dijo con su adorable voz.

–Bueno, démonos prisa.

Aurore bañó a Florentino, le ayudó a vestirse y lo dejó en su dormitorio jugando un momento para irse corriendo, con prisa se desvistió, aún seguía con la misma ropa de ayer, estaba tan cansada que no era consciente de la noción del tiempo, no recordaba la última vez que se levantó a esa hora, los trabajos que tenía antes requerían que se levantase a las cinco de la madrugada, incluso trabajaba los fines de semana.

Se dio una ducha rápida y salió con una toalla enrollada a su cuerpo. Abrió su closet y buscó algo que cubriese su cuello, nunca antes había tenido esas manchas y no sabía cuánto duraban, tocó la zona sin poder evitarlo, y todavía dolía un poco. Eligió un vestido de cuello alto con mangas largas, un poco por encima de las rodillas, junto con unos botines de tacón. Sin más dejó caer su larga melena húmeda sobre sus hombros y espalda, no tenía tiempo para secarse el cabello.

Salió de la habitación y caminó con paso apresurado hacia el dormitorio de Florentino, pero no se encontraba solo. Alessandro estaba sentado sobre su cama junto a él mientras lo veía jugar, vestía más formal de lo normal. Un traje negro completamente perfecto para su escultural cuerpo.

–Buenos días, señor Alessandro. –Dijo con la voz un poco temblorosa.

–No falta mucho para que de las buenas tardes.–La vio de arriba abajo, pero parecía ¿enojado? Su tono era directo, y bastante serio.

–Me disculpo por mi falta, soy consciente de que fue una gran irresponsabilidad de mi parte. Le aseguro que no volverá a pasar.

–Más le vale que no vuelva a suceder. –Se levantó abrochándose el saco–. Detesto a la gente irresponsable, gánese su sueldo. –Su voz era firme.

Al escuchar decir aquello, se le nubló la vista, ¿sueldo? No sabía si reír por lo estúpida que había sido o llorar por haberse metido en todo esto, lo único bueno de todo lo ocurrido es que su mamá se encontraba bien. Agachó la cabeza un poco evitando su mirada, no quería que viera sus ojos cristalinos, Alessandro frunció el ceño al verla.

–¿Se encuentra bien? –Preguntó entrecerrando los ojos–. Cuando hablo me gusta que me vean a la cara.

Aurore hizo su mayor esfuerzo en mirarlo.

–Sí, me encuentro perfectamente. –Respondió con el mismo tono firme aunque sus ojos no se mostraban de la misma forma.

–Bien, entonces haga su trabajo como debe. No holgazanee.

Ella asintió, y el salió después de despedirse con un beso de Florentino. Al perderlo de vista suspiró, había sentido una tensión enorme cuando la miraba de esa forma, su rostro detonaba seriedad pero su voz era fría y su tono duro. Pareciera que nada había pasado entre ellos, mejor así. Ella también actuaría de la misma forma, así olvidaría esos sentimientos absurdos dentro de ella.

Después de desayunar, estuvieron un largo tiempo leyendo. Florentino debía aprender a leer, y escribir correctamente para empezar su educación académica según el contrato, le costaba un poco pero Aurore quedó sorprendida con él, para su edad lo hacía magníficamente. Mientras el pequeño leía y Aurore lo observaba se dio cuenta de algo, ella no era la única obligada a estar encerrada en ese lugar, Florentino también lo estaba.

Se entristecía al pensar que debería salir, jugar en los parques como hacía cualquier otro niño, tener amigos, todo lo que un niño de su edad debería hacer, varias preguntas pasaron por su cabeza, ¿por qué Florentino no podía salir, y parecían querer protegerlo? ¿De qué, o de quién?

–Ya terminé. –Dijo Florentino sacándola de sus pensamientos.

–¡Muy bien, cielo! Lo has hecho genial. Ahora decides tú, ¿qué quieres hacer?

–¿Podemos hacer volar una cometa? –Aurore sonrió genuinamente, ella hacía volar cometas junto a su papá cuando era pequeña.

–Por supuesto, yo lo hacía siempre cuando era chiquitita como tú, con mi papá.

–¿Tu papá? Quiero conocerlo, así lo hacemos con él.

–Eso no va a ser posible, cariño. –Dijo acariciando su mejilla–. Él ya no está con nosotros, pero seguro que se sentirá muy feliz viéndonos hacerlo.

–Perdón Aurore...

–¿Por qué te disculpas?

–Por recordarte a tu papá, se te pusieron los ojos tristes.

–No mi vida, no es tu culpa. Es sólo que... en estos tiempos tengo bastante alergia, no te preocupes. –Dijo Aurore mintiendo, no quería verlo triste, era inevitable ponerse así cuando hablaba de su papá–. ¿Vamos? –Preguntó sonriendo.

El pequeño asintió. Aurore salió al jardín, mientras Florentino fue en busca de la cometa. Se sentó en las escaleras cerrando los ojos, olía a lluvia, el cielo estaba nublado pero había dejado de llover. Estuvo así unos minutos, al abrir los ojos divisó a Alessandro encaminarse a la salida donde le esperaba un coche negro muy lujoso, él la vio de reojo, Aurore fijó su mirada en sus manos, ¿tenía heridas en las manos o era su imaginación?

El coche desapareció. Aurore se levantó alarmada al ver a aquel hombre que intentó abusar de ella tiempo atrás, se encontraba acompañado de otro hombre, el lo agarraba por el hombro. Cuando llegaron hasta donde estaba ella, retrocedió con miedo al verlo, tenía la cara literalmente destrozada; heridas y moretones por todo su rostro, hasta varios dientes rotos. Le costaba caminar.

–P-perdón, Srta... –Dijo mirando al suelo, parecía aterrado–. Lamento haberle ocasionado problemas.

–¿Me pide perdón? –Preguntó Aurore un poco nerviosa, y atónita.

–Sí, perdóneme por favor. –Esta vez la miró, se veía sincero, como arrepentido. Se arrodilló hasta estar a los pies de Aurore–. Si quiere le beso los pies, hago lo que quiera pero perdóneme, ¡se lo suplico! –Terminó diciendo con lágrimas en los ojos.

Aurore lo vio a él y al hombre que se encontraba frente a ella, se veía serio como si lo que estaba pasando no le afectara en nada. Volvió a ver al hombre que se encontraba arrodillado ante ella, no sabía qué hacer.

–Levántese, no haga esto. Le... Perdono. –Dijo titubeante.

–¡Muchas gracias! Es usted un ángel, Srta.

–¡Vamos, camina! –Lo empujó el que parecía ser uno de los vigilantes del lugar, se esfumaron de la vista de Aurore saliendo de la mansión.

Quedó consternada con lo que había vivido, ¿por qué se disculpo, y quién le había hecho eso en la cara? Por un momento recordó las manos de Alessandro que parecían estar heridas, no... imposible, ¿por qué haría eso?

–¡Aurore aquí está, la encontré! –Dijo Florentino mientras corría hacia ella. Intentó cambiar la expresión de su rostro, no quería preocupar al pequeño.

Después de un largo tiempo se relajó, divirtiéndose con Florentino mientras volaban la cometa, hacía bastante viento así que eso ayudaba demasiado. Pasaron la mayor parte de la tarde en el jardín, jugando con Peter.

–¿Florentino, quieres merendar algo?

–¡Sí! ¿Podemos comer tarta de limón con merengue? –Aurore sonrió ante su pregunta.

–Claro que sí, vamos a la cocina.

Al llegar el lugar estaba completamente vacío, ahora que lo pensaba no había visto a nadie del servicio en todo el día.

–¿Cielo, sabes por qué no hay nadie en toda la mansión?

–Sí, es que una vez al mes, mi tío les da el día libre a todos para divertirse.

–¿Para divertirse? –Preguntó Aurore sonriendo.

–Para divertirse, supongo que es lo que hacen los adultos.

–Bueno mientras los demás se divierten. –Dijo aguantándose la risa–. Nosotros disfrutaremos esta tarta mientras nos vemos una peli, ¿te parece?

–¡Sí! ¡Me encanta la idea!

–Muy bien, veamos dónde se encuentra esa tentadora y suculenta tarta.

Aurore sirvió los trozos de tarta en varios platos junto con un jugo natural y se dirigió al salón con Florentino, que la esperaba ya tumbado.

–¡Ya llegué! –Depositó la bandeja en la mesilla y cuando se disponía a sentarse vio por el rabillo del ojo que alguien más se encontraba en la estancia, ¿no se suponía que no había nadie?

–Florentino Ferrari... estás ya mayor, ¿eh?– Dijo una voz extremadamente ronca.

Aurore volteó completamente para verlo mejor, era un hombre bastante mayor de unos cincuenta años; moreno, al verle a los ojos sintió un escalofrío, su mirada detonaba rabia pero su sonrisa era maliciosa.

–¿Aurore, quién es? –Preguntó Florentino un poco asustado.

–Perdón, ¿quién es usted?

–Querida, eso a usted no le debe de importar. Quítese del camino, hágame el favor. –Preguntó acercándose aun más.

–¿Puede alejarse? Le hice una pregunta, ¿quién es usted y por qué se encuentra aquí?

–Aurore, este hombre es malo. No lo conozco. –Dijo Florentino aterrado agarrándose a la gabardina de Aurore con fuerza, la cual se había puesto para salir tiempo atrás.

–Vaya...vaya...veo que la inteligencia se hereda en esta familia. Vamos Florentino, te enseñaré algo muy interesante si vienes conmigo.

–¡No iré a ninguna parte contigo! –Gritó el pequeño escondiéndose detrás de Aurore.

–¿Puede retirarse de aquí? Como verá, incomoda al niño...

–¿Acaso le pregunté? Debe ser la mujer del miserable de Alessandro, ¿no es así? Usted también viene conmigo.

Aurore empezó a temblar al escucharlo, se dispuso a caminar sujetando fuertemente a Florentino para salir de ahí cuando el hombre se puso delante, esta vez más cerca. Vio a su alrededor en busca de algo con lo que defenderse, y divisó un cuchillo debajo de la mesilla, supongo que se abría caído en alguna ocasión al limpiar el lugar. Se acercó disimuladamente al mueble.

–Por favor, señor. Se lo vuelvo a pedir, ¿podría irse de aquí?

Él la agarró del brazo lastimándola, intentó zafarse de él pero era demasiado fuerte.

–¡Suélteme! ¡Le digo que me suelte!

–¡Vamos, caminad!

Agarró también a Florentino bruscamente, el pequeño mordió su mano y Aurore pudo liberarse, corrió hasta la mesilla y sujetó con fuerza el cuchillo en su dirección, Florentino se encontraba detrás de ella sollozando.

–¡Aléjese de nosotros! ¡O no respondo! –Gritó con la voz temblorosa.

–Vaya, ¿pero qué tenemos aquí? Una fiera... –Dijo esto último deslizando asquerosamente su mirada por el cuerpo de Aurore–. ¿No será usted italiana, Srta?

–Eso a usted no le interesa... ahora quiero que se aleje dejándonos pasar, ¿entiende?

–¿Sabe qué entiendo? Esto es lo que entiendo. –Sacó una pistola de la parte trasera de su pantalón–. No quería que nadie saliera lastimado, pero no me deja opción.

Aurore se puso completamente pálida al ver el arma, se colocó delante de Florentino agarrándolo con la mano que tenía libre.

–Por favor, escúcheme, no quiero problemas. Déjenos ir, no sé por qué hace esto pero le prometo que si se retira no le diré nada a nadie.

El tipo se rio con ganas al escuchar sus palabras, acercándose aún más hasta estar al frente de ella.

–¿Seguirá con ese cuchillo? Acompáñeme junto con el niño y nadie saldrá lastimado. –Acortó la poca distancia que había entre ellos.

–¡No se acerque! –Retrocedió aún más.

Florentino empezó a llorar, los nervios de Aurore crecían al verlo acercarse más. Sin pensarlo, agarró fuertemente el cuchilló y con un movimiento ágil le causó una grande herida en el brazo, haciendo que su camisa blanca se empezara a teñir de rojo. Aurore entró en conmoción por lo que acababa de hacerle a ese hombre, soltó el cuchillo asustada viéndose las manos, jamás imaginó hacer algo así.

El hombre cayó al suelo agarrándose el brazo maldiciéndola. Salió del estado en el que estaba, sujetó la mano de Florentino y corrió desapareciendo de esa estancia, bajó las escaleras, sentía que en cualquier momento se caería. Florentino no podía correr a su misma velocidad, así que lo elevó a su cintura agarrándolo. Oyó la voz del hombre acercarse, no tenía tiempo, necesitaba esconderse en algún lugar, fue en dirección a la cocina e intentó abrir la puerta trasera pero estaba cerrada, resopló agitada, y agarró un jarrón.

–Mi vida, ven aquí. No hagas ruido. –Susurró Aurore escondiéndose detrás de la encimera.

Su respiración entrecortada no ayudaba mucho, debía calmarse o ese hombre la escucharía, cerró los ojos intentando calmarla cuando escuchó pasos adentrarse a la cocina. Aurore le hizo señas a Florentino posando su dedo sobre sus labios.

–¿Dónde estás, desgraciada? Yo te enseñaré a comportarte chiquita... te domaré, ya verás. Y ese niño tendrá lo que merece también, espera a que llegue a manos de mi jefe. –Sus palabras eran cada vez más cercanas. –Deja de jugar, ya tendremos tiempo de jugar nosotros dos, primero debo llevar a ese niño. Vamos, sal de donde estés.

El hombre estaba delante de ellos de espaldas, en silencio agarró el jarrón, se levantó despacio sin hacer ruido y lo estampó contra su cabeza, el sonido de los cristales era fuerte. Él cayó de rodillas sujetándose la cabeza, se dispusieron a salir corriendo pero él se levantó con rapidez, y agarró violentamente a Aurore por el cabello.

–¡Florentino, corre! –Gritó Aurore mientras intentaba liberarse.

–¡No Aurore, no te dejaré!

–¡Corre por favor, pide ayuda! –El pequeño salió corriendo.

–¡Te enseñaré a comportarte! –Dijo agarrándola fuertemente de su brazo, mientras le dio una bofetada haciendo que su labio sangrara.

–¡Suélteme! –Gritó intentando agarrar algo para defenderse. Pero se lo impidió, tirándola rudamente al suelo. Este desabrochó su cinturón estirándolo haciendo que se escuchasen los latigazos en el aire–. Yo te enseñaré, linda. No te preocupes.

–Por favor no lo haga... –Susurró Aurore entre el llanto. Pero este no hizo caso, elevó la mano y cuando estuvo a punto de golpearla se escuchó la puerta principal abrirse fuertemente, el hombre le echó una ojeada a Aurore.

–Ha sido un gusto conocerte, preciosa. Volveré a por ti. –Dijo mientras salía corriendo por la puerta trasera. Aurore se abrazó a sí misma, mientras lloraba.

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Comments

Guadalupe Aviles

Guadalupe Aviles

independiente de florentino autores está pasando por mucho y no hay manera de salir de todo eso que cosa tan más fes

2024-12-27

0

Laura M. Meza G.

Laura M. Meza G.

X q dos capítulos seguidos y repetidos ??¿

2023-10-01

3

Lorena Larios

Lorena Larios

quien abra sido que los ataco

2023-09-24

0

Total
Capítulos
1 I. Temor.
2 II. Destino.
3 III. ¿Provocación?
4 IV. Reglas.
5 V. Presa.
6 VI. Diferente.
7 VII. Recuerdos.
8 VIII. Perdóname.
9 IX. Espanto.
10 X. Imborrable.
11 XI. ¿Segura?
12 XII. Opuestos.
13 XIII. Nunca.
14 XIV. Fiera.
15 XV. Amenaza.
16 XVI. Indiferencia.
17 XVII. Viaje.
18 XVIII. Peligro.
19 XIX. Prueba.
20 XX. Obsesión.
21 XXI. Confesiones.
22 XXII. Perdón.
23 XXIII. ¿Muerta?
24 XXIV. Desobediencia.
25 XXV. Misterios.
26 XXVI. Descontrol.
27 XXVII. Cambio.
28 XXVIII. Magia.
29 XXIX. Protección.
30 XXX. Adiós.
31 XXXI. Infierno.
32 XXXII. Escoria.
33 XXXIII. Peligrosa.
34 XXXIV. Aurore.
35 XXXV. Noticia.
36 XXXVI. Plan.
37 XXXVII. Roto.
38 XXXVIII. Por ti.
39 XXXIX. Confianza.
40 XL. Desolación.
41 XLI. Presentimiento.
42 XLII. Falsedad.
43 XLIII. Decepción.
44 XLIV. Castigo.
45 XLV. ¿Real?
46 XLVI. Inexistente.
47 XLVII. Acechados.
48 XLVIII. Loco.
49 XLIX. Amor.
50 L. Ayuda.
51 LI. Disculpa.
52 LII. Confesión.
53 LIII. Sentimientos.
54 LIV. Monstruo.
55 LV. Fuego.
56 LVI. Lujuria.
57 LVII. Pesadilla.
58 LVIII. Eternamente.
59 LIX. Sorpresa.
60 LX. Calidez.
61 LXI. Insaciable.
62 LXIII. Desvanecimiento.
63 XLIV. Secuestrador.
64 XLV. Durmiente.
65 LXVIII. Vida.
66 LXIX. Asesino.
67 LXX. Negocios.
68 LXXI. Creer.
69 LXXII. Amnesia.
70 LXXIII. Ubicación.
71 LXXIV. Flor.
72 NOTA INFORMATIVA.
73 LXXV. Advertencia.
74 LXXVI. Vivo.
75 LXXVII. Escapar.
76 LXXVIII. Verdades.
77 ACLARACIÓN.
78 LXXIX. Carnada.
79 LXXX. Cena.
80 LXXXI. Pasado.
81 LXXXIV. Necesidad.
82 LXXXV. Mensaje.
83 LXXXVI. Terror.
84 LXXXVII. Engendro.
85 LXXXVIII. Rojo.
86 LXXXIX. Momia.
87 XC. Odio.
88 XCI. Locura. (Final: 1°Parte)
89 NOTA INFORMATIVA 2.0
Capítulos

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1
I. Temor.
2
II. Destino.
3
III. ¿Provocación?
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IV. Reglas.
5
V. Presa.
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VI. Diferente.
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VII. Recuerdos.
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VIII. Perdóname.
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IX. Espanto.
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X. Imborrable.
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XI. ¿Segura?
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XII. Opuestos.
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XIII. Nunca.
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XIV. Fiera.
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XV. Amenaza.
16
XVI. Indiferencia.
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XVII. Viaje.
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XVIII. Peligro.
19
XIX. Prueba.
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XXII. Perdón.
23
XXIII. ¿Muerta?
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XXIV. Desobediencia.
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XXV. Misterios.
26
XXVI. Descontrol.
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XXVII. Cambio.
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XXVIII. Magia.
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XXIX. Protección.
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XXX. Adiós.
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XXXI. Infierno.
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XXXII. Escoria.
33
XXXIII. Peligrosa.
34
XXXIV. Aurore.
35
XXXV. Noticia.
36
XXXVI. Plan.
37
XXXVII. Roto.
38
XXXVIII. Por ti.
39
XXXIX. Confianza.
40
XL. Desolación.
41
XLI. Presentimiento.
42
XLII. Falsedad.
43
XLIII. Decepción.
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XLIV. Castigo.
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XLV. ¿Real?
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XLVI. Inexistente.
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XLVII. Acechados.
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XLVIII. Loco.
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XLIX. Amor.
50
L. Ayuda.
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LI. Disculpa.
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LII. Confesión.
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LIII. Sentimientos.
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LIV. Monstruo.
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LV. Fuego.
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LVI. Lujuria.
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LVII. Pesadilla.
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LVIII. Eternamente.
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LXIX. Asesino.
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LXX. Negocios.
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LXXI. Creer.
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LXXII. Amnesia.
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LXXIII. Ubicación.
71
LXXIV. Flor.
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LXXV. Advertencia.
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LXXVI. Vivo.
75
LXXVII. Escapar.
76
LXXVIII. Verdades.
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ACLARACIÓN.
78
LXXIX. Carnada.
79
LXXX. Cena.
80
LXXXI. Pasado.
81
LXXXIV. Necesidad.
82
LXXXV. Mensaje.
83
LXXXVI. Terror.
84
LXXXVII. Engendro.
85
LXXXVIII. Rojo.
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LXXXIX. Momia.
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XC. Odio.
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