VIII. Perdóname.

Subió muy lentamente hasta la primera planta para no tirar la bandeja en una caída tonta. Estando en frente de la puerta con mucho cuidado, dio varios golpecitos, nadie respondía. Lo intentó una segunda vez pero tampoco escuchaba nada. Se preguntó si sería mucha indiscreción entrar sin tocar. Pero, tal vez estaba en el baño, y no lograba oír nada. Solo entraría un momento, dejaría la bandeja en su mesilla, y se iría.

Se decidió, y abrió la puerta. La luz del dormitorio era tenue. Dio varios pasos, un tanto cohibida. Y se congeló en el lugar al ver a Alessandro dormido. Dio gracias a dios el hecho de haber sujetado bien la bandeja, por poco y se le cae al verlo casi desnudo.

Se encontraba recostado en la cama, y el edredón le tapaba hasta la cintura. No tenía idea de qué debía hacer, pero desde luego observarlo no era la mejor opción. Aurore tragó saliva, nerviosa. Era la primera vez que veía a un hombre medio desnudo. Da igual a donde mirase, predominaban músculos, grandes y fornidos.

Todo en él era enorme.

No era correcto lo que hacía, se recriminó. Desvió la mirada, y caminó hasta la mesilla de noche depositando la bandeja en ella. Pero, ahora que podía verlo más de cerca, pudo darse cuenta que se encontraba delirando. Balbuceaba palabras sin sentido.

Al acercarse más, observó que su cuerpo estaba totalmente cubierto por sudor, puso la mano en su frente y se asustó al notar que estaba ardiendo. Deslizó su vista hacia su torso, y contempló una cicatriz en su brazo, parecía de una bala, era bastante grande.

Roma, Italia.

5 años atrás.

Alessandro bajó del auto junto a su padre, multitud de hombres estaban en todos los alrededores. Se encontraban en una especie de almacén alejado de la ciudad en medio del campo, no había nadie fuera, solo se escuchaban los grillos.

–Padre, aquí no hay nadie. ¿Ese malnacido se está riendo de nosotros? –Espetó, recargando su pistola.

–Espera un poco, Alessandro. Donato no se anda con juegos.

Segundos después el sonido de un teléfono rompió con el silencio. Pero esta vez fue el de Alessandro, vio la llamada desconocida un momento confundido y se dignó a contestar.

–Alessandro Ferrari... ¿Qué tal está el orgullo de la familia? ¿Hace un poco de frío fuera, no?

–¿Cómo tienes mi número? –Preguntó, intentando controlarse.

–Yo lo sé todo, al igual que sé otra cosa; esta noche morirá más de una persona.

–No te atrevas a tocarlos, desgraciado... Si quieres seguir con tu miserable vida de rata, no les pongas una mano encima.

–Bueno, bueno... Parece que alguien está enfadado. Hombre de poca fe.

–¿Dónde estás? ¿Eres tan cobarde que nos haces venir a un lugar desierto? No juegues con nuestra paciencia.

–¿Y quién te dijo que no hay nadie? Harás lo que yo diga a continuación, si no quieres que termine con sus miserables vidas.

–¡Habla! ¿Dónde estás?

–Caminad tú y Aurelio hasta la puerta del almacén, ahora mismo solamente tengo que apretar un poco el gatillo para reventarle el cráneo a Paolo Ferrari...

–Aléjate de él.

–Tranquilo hombre, no será tan satisfactorio como matarte a ti.

Sin dejar que Alessandro respondiera cortó la llamada.

–¿Qué pasa, hijo? ¿Era él?

–Quiere que entremos al almacén, pero sólo nosotros.

Aurelio se paso la mano por el cabello exasperado, pegando un grito que retumbó a metros.

–¡Este desgraciado se quiere vengar, Alessandro! Y no estoy seguro de poder salvarlos.

–Es una trampa. Quédate aquí, voy yo solo.Tengo el chaleco antibalas.

–No, no hijo, no vas a ir solo. Vamos los dos, y que pase lo que tenga que pasar. –Terminó diciendo secándose la pistola del cinturón.

Alessandro dio señas a los hombres para que se quedasen en su lugar, pero en alerta ante cualquier peligro.

A pasos de la puerta un fuerte y ensordecedor ruido rugió tras ellos, ambos cayeron al suelo por la violenta explosión que se había producido. Alessandro aturdido vio en dirección del estallido, absolutamente todos los hombres estaban tirados en el suelo, las furgonetas prendidas por el fuego y el humo salían de ellas. Escuchó maldecir a su padre, que estaba ya de pie.

–Alessandro, tenías razón. ¡Era una trampa! Tenemos que irnos de aquí.

–¿Cómo dices? ¿Cómo nos vamos a ir si están ahí dentro? –Preguntó terminando de levantarse.

–Nos matarán hijo, es inevitable que terminen con ellos. No hay de otra, debemos irnos.

Alessandro no podía creerse lo que escuchaba.

–¡Tu hijo se encuentra ahí, maldición! ¿Dónde mierda está Aurelio Ferrari? ¿Dejarás que los maten?

–¡No podemos hacer nada, vamos directos a la boca del lobo! –Exclamó, desesperado.

–Entonces, ¿qué pasó con todo lo que me enseñaste? –Preguntó consternado, era la primera vez que veía así a su padre.

–Si entramos ahí, ninguno de nosotros vivirá, se encargaran de matarnos a todos.

–Tienes razón, escapa y vete de aquí, prefiero morir intentando salvarlos.A escapar como un cobarde. –Dijo encaminándose hacia la puerta.

–Hijo, perdóname... –Aurelio lo miró varios seguidos y salió corriendo.

Alessandro no lograba entender por qué su padre actuaba de esa forma, Aurelio Ferrari era unos de los hombres más temibles de Italia y ahora, ¿salía corriendo?

Sin pensárselo dos veces entró dándole un portazo a la puerta, estaba bastante oscuro, caminó hasta estar en el centro del lugar cuando sintió que alguien lo golpeaba por la espalda, provocando que cayera inmerso en la oscuridad.

Se despertó rápidamente cuando lo golpearon con un cubetazo de agua fría, abrió los ojos lentamente y ahí estaban. Paolo y Mónica atados completamente con sogas, tenían la boca tapada. Mónica lloraba desconsolada, y Paolo intentaba zafarse cansado, veían a Alessandro con tristeza.

–Alessandro Ferrari... –Se carcajeó con ganas–. La mano derecha de Aurelio Ferrari, que pena que papi te dejó solo. Sabía que era una sabandija, a diferencia de ti. Eras consciente de que ibas a morir pero aún así... Entraste. Podría decir que eres el hombre más valiente que he conocido, no te voy a mentir. Será un honor matarte. Sin competencia no hay peligro.

Alessandro peleaba ardidamente por librarse de las sogas, gruñía furioso.

–Ah, lo olvidé. –Retiró la cinta adhesiva de la boca de un tirón.

–¡Infeliz, pagarás por todo lo que estás haciendo! ¡Estás a tiempo de salvarte, Donato!

El tipo soltó una fuerte carcajada, que retumbó en el lugar debido al eco.

–No sabía que a parte de valiente eras cómico. Te haré una demostración de que ya no puedes hacer nada queridísimo Alessandro Ferrari. Aquí no eres nadie, no tienes el control. –Escupió estas palabras, con rabia.

Agarró la pistola que tenía unos de sus hombres y le disparó a Mónica en la cabeza sin piedad. Florentino que se encuentraba en una cesta empezó a llorar por el fuerte ruido que produjo el plomo. Paolo dio un grito ahogado, tambaleándose en la silla intentando zafarse.

–¡Eres un maldito desgraciado, Donato! ¡Te juro que terminaré contigo, y con todos los tuyos, haré que supliques piedad arrodillado!

Otra carcajada profunda se escuchó.

–¿Seguro? Veremos qué haces cuando le dispare a tu querido hermano, estoy temblando.

–¡No lo hagas! –Paolo le dedicó una mirada a Alessandro, lo miraba fijamente y a pesar de la cinta podía ver que sonreía.

Era una sonrisa totalmente afligida y abatida, la cual supo desde ese instante jamás podría olvidar. Divisó la lágrima que cayó por su mejilla. Su hermano cerró los ojos esperando algo que era inevitable, un tiro resonó por todo el espacio, seguido del grito desesperado y adolorido de Alessandro.

–¡No! –Gritó moviéndose en la silla como loco–. ¡Te mataré, hijo de perra! ¡Si no lo hago, no me llamo Alessandro Ferrari!

–Es maravilloso cómo después de matar a tu familia sigues amenazándome, espera, todavía faltan algunas personas, tu querida madre y este bebé. ¿Sabes qué? Dejaremos que se muera de hambre, con olor a muerto. –Rio fuertemente mirándolo, Alessandro lo veía con furia.

–Eres una basura... ¿Eres tan poco hombre que no puedes desatarme, y me atacas por la espalda?

–Tienes toda la razón, llegó tu hora Alessandro Ferrari. –Dijo acercándose hasta estar en frente de él–. Pero, ¿sabes qué? Haré que tu muerte sea un tanto especial, ya que te lo mereces, hombres como tú no se encuentran todos los días. –Le disparó en el brazo derecho, Alessandro gritó con dolor, el llanto desconsolado de Florentino no cesaba.

–¿Eso... Es todo lo que sabes hacer Donato? –Preguntó Alessandro con dificultad.

–¿No piensas callarte? No niego que siento admiración por ti.

–No me admires tanto cobarde, porque terminaré contigo.

–Wow, un héroe de la patria, pero que lastima que llegó tu hora. –Le disparó en la pierna izquierda seguido del grito ahogado de Alessandro que empezaba a marearse.

–Veo que avanzas... –Susurró con la respiración entrecortada.

–Haré una excepción contigo. –Elevó la pistola hasta el pecho de Alessandro en la zona del corazón–. Dicen que los héroes valientes poseen un corazón de oro, ¿no? Pues a mi me encanta el oro, terminemos con esto de una vez. –Disparó haciendo que perdiera la razón completamente, sumándole en la oscuridad total.

Un llanto doliente hizo que despertara, abrió los ojos con suavidad muestras el dolor le carcomía por completo. Elevó un poco la vista intentando recordar qué había pasado, abrió y cerró los ojos sucesivamente, aclarándose la vista. Vio a Paolo y Mónica muertos todavía atados a las sillas con los tiros en las cabezas, Florentino lloraba sin cesar, no había absolutamente nadie más. Donato y sus hombres habían desaparecido.

En el almacén la luz era más clara, ¿cuánto tiempo había pasado? Intentó zafarse, pero las sogas estaban firmes, observó a su alrededor y una navaja yacía en el suelo, se tambaleó en la silla hasta caer al suelo, gritó de dolor cerrando los ojos, agarró con dificultad la navaja y empezó a cortar las sogas. Estuvo varios minutos en ello hasta conseguirlo, se libró de las cuerdas e intentó levantarse pero cayó inmediatamente lastimándose más el brazo que tiempo antes habían disparado.

Con la misma navaja cortó su pantalón, la herida en su pierna era bastante profunda, había perdido excesiva sangre, con la misma tela hizo un nudo para parar el sangrado, se sacó la camisa, y el chaleco antibalas, hizo lo mismo con el brazo, ya casi ni podía mover el hombro. Le costaba mantenerse despierto, sus ojos se cerraban inevitablemente y cada vez se sentía más débil, se inclinó un poco de lado para sacar el teléfono del bolsillo de su pantalón.

Sin fuerzas, cayó con la cabeza en el suelo entre jadeos. Tenía la vista borrosa, pero aún así intentó con las pocas fuerzas que tenía teclear el número de Francesco. Segundos después se escuchó su voz al otro lado de la línea.

–¡Alessandro! ¿Hermano, dónde estás?

–Francesco... Estoy herido. Necesito ayuda.

Escuchó cómo maldecía silenciosamente.

–¿Dónde estás? Dame la dirección.

–Al norte de los campos fuera de la ciudad, simplemente... Hay almacenes abandonados.

–Sí... Creo saber dónde es. Espérame hermano, estaré contigo.

Dejó caer el teléfono sin fuerzas, tenía mucho sueño, el dolor aumentaba con el transcurso del tiempo, sus ojos empezaban a pesarle demasiado. Florentino seguía llorando. Alessandro vio en dirección a su hermano, las lágrimas brotaban de sus ojos. El dolor crecía aún más, pero no el de las heridas, si no del alma, lo mataba poco a poco por dentro.

–Perdóname, Paolo. Hermano, perdóname...

Sus ojos se cerraron lentamente con la imagen de Paolo.

Actualidad.

–Por dios... Está hardiendo...

Corrió al baño a por una cubeta de agua fría, humedeció un paño, lo pasó por su rostro, y volvió a hacer lo mismo para ponerlo en su frente.

–Paolo... Paolo... Perdonami fratello...

《Paolo... Paolo... Perdóname hermano...》

Susurraba palabras en italiano que Aurore no entendía pero sí podía notar el sufrimiento en su voz, la tenía demasiado ronca.

–Señor Alessandro... –Tenía la intención de agitarlo, pero sus manos se quedaron en el aire, al darse cuenta de que no era apropiado tocarlo. –Debe tomar la medicina.

–Perdonami, fratello...

《Perdóname, hermano...》

–Dios mío ayúdame, ¿qué hago? –Estaba desdeperada, él estaba alucinando entre sueños.

–Señor Alessandro, por favor despierte. –Con las manos temblorosas lo agitó con suavidad. De inmediato, el calor de su cuerpo quemó sus palmas.

Aurore sintió que el alma volvía a su cuerpo al verlo abrir los ojos, los abrió y entreceró con dificultad, estaba demasiado débil.

–¡Sí! Eso es, abra los ojos, debe tomar la pastilla para recuperarse. Olivia también le preparó una sopa.

Alessandro la veía ahí, sentada al lado suyo, contemplaba su preocupación, tenía los ojos cristalinos, ¿acaso estaba así por él? Parecía un ángel, por primera vez en su vida no quería que una mujer se alejara, era una sensación tan agradable, aunque peligrosa para él...

Sintió algo húmedo en su frente, tocó el paño e intentó quitarlo pero una mano se lo impidió.

–No, tiene demasiada fiebre, déjelo le hará bien.

La miraba fijamente sin reponder, a duras penas podía hablar, le dolía demasiado la garganta.

–¿Me está diciendo qué debo hacer? –Preguntó sin dejar de verla.

Eso a Aurore la impacientó, le parecía un malcriado hasta cuando estaba enfermo.

–Sí, le estoy diciendo qué debe hacer, no sea terco, es su salud la que está en juego, si me hubiera hecho caso ayer cuando le dije que debía descansar no estaría tan mal, y ¿usted qué hizo? Seguir trabajando como el testarudo que es, usted no sabe lo...

La interrumpió poniéndo un dedo sobre sus labios, ella abrió los ojos como platos. Otra vez, ese cosquilleo en el estómago cuando él la tocaba, maldecía el efecto que tenía ese hombre sobre ella.

–Shhh... ¿Su madre no le dijo que es muy ruidosa?

–No, porque me hacía caso cuando se enfermaba...

Dijo pronunciando estas palabras con su dedo todavía en sus labios. Él no pudo evitar sonreír ante esa respuesta, era tan diferente a las demás... Aurore estaba haciendo el mayor esfuerzo en verle a la cara, era tan difícil no deslizar la mirada a su cuerpo, y admirarlo. Sentía que se derretía como un helado, al verlo sonreír.

Retiró su dedo e intentó levantarse pero no pudo cayendo con un quejido.

–¿Puede hacer caso a alguien una vez en la vida? No se mueva, no se atreva a moverse.

Agarró de nuevo el paño que cayó al suelo, lo humedeció un poco, y dispuesta a ponerlo en su frente no pudo evitar ver que tenía el cuerpo cubierto por el sudor. Avergonzada volvió a verlo, él no quitaba la vista de ella ni por un segundo.

–Tome, limpie un poco el sudor de su torso y refrésquese, no le hace bien estar así.

Siguió su consejo, limpió su abdomen y se detuvo en su pecho cerrando los ojos, se sentía demasiado débil.

–¿Qué sucede? ¿Se encuentra bien?

Él dio un profundo suspiro, abrió los ojos viéndola de nuevo.

–Sí...

Aurore dudó mucho, se moría de la pena pero era obvio que él no podía hacerlo.

–¿Quiere que le ayude? Le pido por favor que no piense mal, solo quiero ahorrarle el esfuerzo, está muy cansado y todavía tiene fiebre alta. Mire, si prefiere llamo a Olivia o...

Alessandro agarró su mano y la puso en su pecho, sus mejillas se tiñeron de rubor, ella desvió su mirada, era eso o desmayarse ahí mismo. Limpió sus pectorales endurecidos, nunca antes había tocado a un hombre, era algo nuevo para ella, tan extraño pero curioso a la vez.

Tuvo tantas oportunidades para salir con hombres y tener novios, incluso Ámbar se los presentaba, pero siempre dedicó el tiempo a su mamá, y a trabajar para mantener la casa, para ella era lo más importante; los gastos, incluso varias deudas que su padre dejó, todavía faltaban algunas por pagar.

Siempre estuvo viajando, casi no estaba en casa pero siempre fue un padre maravilloso, por lo que Aurore tenía entendido trabajaba en varios negocios empresariales internacionales, su madre no le contó más nada que eso. Pero, un día como cualquier otro el teléfono sonó con una noticia devastadora, había sido asesinado en Venecia, Italia.

Durante años habían tenido una buena vida, sin necesidades, hasta que los embargos y deudas aparecían sin parar. Respecto al caso del asesinato se dio por cerrado, cuando Aurore cumplió la mayoría de edad apeló para que se siga buscando pero nadie hizo caso a su solicitud. Estaba casi segura que alguien se ocupó de sobornarlos.

No se dio por vencida, así que contactó con un detective privado investigando sobre el homicidio. Le era muy difícil permitirse un investigador, aún así trabajaba horas extras para pagarle, hasta que diagnosticaron la enfermedad de su mamá. Después le fue imposible permitirse ese gasto.

Aunque, siempre pensó que su madre sabía algo, ya que ella no estaba de acuerdo con la investigación. Quiso indagar en el tema mil veces pero ella negaba saber algo como si estuviera asustada de que les hicieran daño. Aurore jamás echó el brazo a torcer, estaba segura de encontrar al asesino y hacer que pagara por lo que hizo ante la justicia, si es que existía.

Se sumergió tanto en sus recuerdos que olvidó qué hacía y dónde estaba, volvió al planeta tierra cuando oyó un carraspeo. Alessandro la sacó de sus pensamientos, dio un salto del susto.

–¿Puede quitar ya el paño de mi abdomen? –Veía como la situación le divertía.

–¡Sí! Perdón, estaba pensando en otras cosas.

Aurore quería saber sobre el salario, tenía que pagar la cirugía lo antes posible.

–Quería preguntarle por...

Florentino no la dejó seguir entrando de repente, los vio con esos grandes y hermosos ojos.

–¡Aurore! ¡Te busqué por todos lados! –Se acercó haciendo pucheros.

Aurore abrió la boca dispuesta a justificarse, pero Alessandro no la dejó.

–Parece que no hace bien su trabajo, ¿debo darle instrucciones de cómo cuidar a un niño? ¿Es usted una novata? –Dijo esto último serio, pero en el fondo quería molestarla.

Aurore no sabía qué decir. "Arrogante; idiota, patán, troglodita", eran las palabras que pasaban por su cabeza una tras otra, había descuidado a Florentino solo un instante por cuidarlo a él y, ¿así lo agradece?

No pudo evitar enojarse ante ese comentario, le tiró el paño que tenía en las manos al pecho, viéndolo sonreír a medias, le divertía verla así.

–Vamos mi vida, tienes que darte un baño. –Alzó la mano, para que Florentino pudiera agarrarla.

–Pero... Quiero quedarme con mi tío, está enfermo.

–Sí, pero más tarde, él puede arreglárselas solo, no necesita a ninguna novata a su lado o, ¿me equivoco, señor Alessandro?

La miró de forma desafiante, esa mujer provocaba en él pasiones inimaginables, no sabía si iba a aguantar mucho más sin hacerla suya. Era valiente, de eso estaba seguro, lo retaba y le reclamaba sin temor sabiendo en dónde estaba y con quién hablaba.

Tremendamente sexy, tenía muy buen gusto para vestir, sabía qué era lo que le favorecía teniendo tremendo cuerpo. Alessandro quería poner distancia por el tema de ser la niñera de Florentino, pero no estaría mal tenerla todas las noches que quisiera, la disfrutaría hasta saciar ese deseo.

–Vamos campeón, ve a alistarte y toma el desayuno.

–Voy a terminar rapidísimo y vengo a cuidarte tío, ¿vale? –Florentino se veía muy triste.

–Vale... –Alessandro intentó que no se notara pero se sentía extremadamente mal. Solo necesitaba descansar, y levantarse para seguir con su trabajo, el cual se acumulaba mientras seguía postrado.

El pequeño salió de la habitación con la cabeza agachada. Aurore lo siguió pero antes de salir por la puerta giró un momento para verlo, había cerrado los ojos, se veía tan tranquilo. ¿Por qué no podía ser así siempre?

–Debe... Tomar la pastilla que le traje y alimentarse, sino no mejorará.

Él abrió los ojos mirándola, estaba apoyada en el marcó de la puerta.

–Además de niñera novata, ¿es usted médico?

–No, no soy médico pero la vida me obligó a cuidar de mí misma sola. ¿Sabe qué? Haga lo que le plazca, es su salud...

Se fue sin darle oportunidad de responder.

–Vediamo se continui con quel personaggio per molto tempo, piccola...

《A ver si sigues con ese carácter mucho tiempo, chiquita...》

Hizo caso a esa fiera y tomó la medicina.

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Comments

Guadalupe Aviles

Guadalupe Aviles

esta novela es espirita muy bien redactada en los tiempos del drama hrmos me encanta

2024-12-27

1

Ernestina Puerto

Ernestina Puerto

ay no! porfavor que no vaya a ser hija del papá de el, o hija del tipo que mato a su hno..no porfavor

2024-11-10

0

Lorena Larios

Lorena Larios

que trauma tan fuerte tiene Alessandro vio morir a su hermano y esposa y su padre cobarde se fue y lo dejo solo

2023-09-24

0

Total
Capítulos
1 I. Temor.
2 II. Destino.
3 III. ¿Provocación?
4 IV. Reglas.
5 V. Presa.
6 VI. Diferente.
7 VII. Recuerdos.
8 VIII. Perdóname.
9 IX. Espanto.
10 X. Imborrable.
11 XI. ¿Segura?
12 XII. Opuestos.
13 XIII. Nunca.
14 XIV. Fiera.
15 XV. Amenaza.
16 XVI. Indiferencia.
17 XVII. Viaje.
18 XVIII. Peligro.
19 XIX. Prueba.
20 XX. Obsesión.
21 XXI. Confesiones.
22 XXII. Perdón.
23 XXIII. ¿Muerta?
24 XXIV. Desobediencia.
25 XXV. Misterios.
26 XXVI. Descontrol.
27 XXVII. Cambio.
28 XXVIII. Magia.
29 XXIX. Protección.
30 XXX. Adiós.
31 XXXI. Infierno.
32 XXXII. Escoria.
33 XXXIII. Peligrosa.
34 XXXIV. Aurore.
35 XXXV. Noticia.
36 XXXVI. Plan.
37 XXXVII. Roto.
38 XXXVIII. Por ti.
39 XXXIX. Confianza.
40 XL. Desolación.
41 XLI. Presentimiento.
42 XLII. Falsedad.
43 XLIII. Decepción.
44 XLIV. Castigo.
45 XLV. ¿Real?
46 XLVI. Inexistente.
47 XLVII. Acechados.
48 XLVIII. Loco.
49 XLIX. Amor.
50 L. Ayuda.
51 LI. Disculpa.
52 LII. Confesión.
53 LIII. Sentimientos.
54 LIV. Monstruo.
55 LV. Fuego.
56 LVI. Lujuria.
57 LVII. Pesadilla.
58 LVIII. Eternamente.
59 LIX. Sorpresa.
60 LX. Calidez.
61 LXI. Insaciable.
62 LXIII. Desvanecimiento.
63 XLIV. Secuestrador.
64 XLV. Durmiente.
65 LXVIII. Vida.
66 LXIX. Asesino.
67 LXX. Negocios.
68 LXXI. Creer.
69 LXXII. Amnesia.
70 LXXIII. Ubicación.
71 LXXIV. Flor.
72 NOTA INFORMATIVA.
73 LXXV. Advertencia.
74 LXXVI. Vivo.
75 LXXVII. Escapar.
76 LXXVIII. Verdades.
77 ACLARACIÓN.
78 LXXIX. Carnada.
79 LXXX. Cena.
80 LXXXI. Pasado.
81 LXXXIV. Necesidad.
82 LXXXV. Mensaje.
83 LXXXVI. Terror.
84 LXXXVII. Engendro.
85 LXXXVIII. Rojo.
86 LXXXIX. Momia.
87 XC. Odio.
88 XCI. Locura. (Final: 1°Parte)
89 NOTA INFORMATIVA 2.0
Capítulos

Updated 89 Episodes

1
I. Temor.
2
II. Destino.
3
III. ¿Provocación?
4
IV. Reglas.
5
V. Presa.
6
VI. Diferente.
7
VII. Recuerdos.
8
VIII. Perdóname.
9
IX. Espanto.
10
X. Imborrable.
11
XI. ¿Segura?
12
XII. Opuestos.
13
XIII. Nunca.
14
XIV. Fiera.
15
XV. Amenaza.
16
XVI. Indiferencia.
17
XVII. Viaje.
18
XVIII. Peligro.
19
XIX. Prueba.
20
XX. Obsesión.
21
XXI. Confesiones.
22
XXII. Perdón.
23
XXIII. ¿Muerta?
24
XXIV. Desobediencia.
25
XXV. Misterios.
26
XXVI. Descontrol.
27
XXVII. Cambio.
28
XXVIII. Magia.
29
XXIX. Protección.
30
XXX. Adiós.
31
XXXI. Infierno.
32
XXXII. Escoria.
33
XXXIII. Peligrosa.
34
XXXIV. Aurore.
35
XXXV. Noticia.
36
XXXVI. Plan.
37
XXXVII. Roto.
38
XXXVIII. Por ti.
39
XXXIX. Confianza.
40
XL. Desolación.
41
XLI. Presentimiento.
42
XLII. Falsedad.
43
XLIII. Decepción.
44
XLIV. Castigo.
45
XLV. ¿Real?
46
XLVI. Inexistente.
47
XLVII. Acechados.
48
XLVIII. Loco.
49
XLIX. Amor.
50
L. Ayuda.
51
LI. Disculpa.
52
LII. Confesión.
53
LIII. Sentimientos.
54
LIV. Monstruo.
55
LV. Fuego.
56
LVI. Lujuria.
57
LVII. Pesadilla.
58
LVIII. Eternamente.
59
LIX. Sorpresa.
60
LX. Calidez.
61
LXI. Insaciable.
62
LXIII. Desvanecimiento.
63
XLIV. Secuestrador.
64
XLV. Durmiente.
65
LXVIII. Vida.
66
LXIX. Asesino.
67
LXX. Negocios.
68
LXXI. Creer.
69
LXXII. Amnesia.
70
LXXIII. Ubicación.
71
LXXIV. Flor.
72
NOTA INFORMATIVA.
73
LXXV. Advertencia.
74
LXXVI. Vivo.
75
LXXVII. Escapar.
76
LXXVIII. Verdades.
77
ACLARACIÓN.
78
LXXIX. Carnada.
79
LXXX. Cena.
80
LXXXI. Pasado.
81
LXXXIV. Necesidad.
82
LXXXV. Mensaje.
83
LXXXVI. Terror.
84
LXXXVII. Engendro.
85
LXXXVIII. Rojo.
86
LXXXIX. Momia.
87
XC. Odio.
88
XCI. Locura. (Final: 1°Parte)
89
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