Ella intentó responder, o al menos ejecutar algún tipo de palabra pero nada salía por su boca. Parecía embrujada, su mente y cuerpo estaban inquietos, como si estuviesen esperando algo, y lo peor es que no quería alejarse de él. Cuando estaba lejos eso le parecería absurdo, pero simplemente al dedicarle una sola mirada un magnetismo le produce no querer alejarse, no querer más nada que estar a su alrededor.
¿Qué tenía ese hombre? Tenía el poder de provocar millones de sensaciones dentro de ella.
Alessandro apartó su boca un poco para verla de nuevo, ella seguía con los ojos cerrados. La observó unos segundos, estaba tan endemoniadamente bella, su cuerpo se estremecía entre sus brazos. Maldición. Le encantaba, no podía seguir negándolo, lo hechizaba hasta el punto de perder la cabeza, solo quería poseerla, disfrutar cada centímetro de su piel hasta saciar ese deseo que no lo dejaba respirar.
Con un movimiento ágil la agarró por la cintura y la giró de espaldas, pegándola totalmente a su torso. Apoyó su rostro en el cabello de Aurore mientras sus manos agarraban su vientre fuertemente, y aspiró su olor, un aroma a jazmín terminó de cautivarlo por completo, ¿todo en ella olía a paraíso? Caray, hasta su cabello le hacía perder el juicio.
Sin dejar de agarrarla firmemente, con sus dedos deslizó su melena hacia un lado dejando su cuello al descubierto, segundos después empezó a besarlo dejando lentamente besos húmedos a lo largo de su piel. Corrientes de electricidad parecían pasar por el cuerpo de Aurore, mordió levemente el lóbulo de su oreja que provocó un jadeo lastimero lleno de placer en ella. Alessandro susurró con voz ronca y viril, varias palabras en italiano en su oído, que no hacían nada más que dejarla totalmente fascinada a pesar de no entenderlas.
–Mi stai facendo impazzire...
《Me estás volviendo loco...》
Volvió a besar su cuello, pero esta vez absorbiendo su sabor y succionando su piel, quería marcarla como su propiedad, ya se había vuelto una obsesión, y no estaría tranquilo hasta hacerla suya. Mordió su piel seguido de un grito ahogado procedente de Aurore. Estaba embelesada, era una mezcla de placer y dolor.
–Para... P-por favor...
Él no hizo caso, siguió mordiendo y succionando por varios minutos, cuando terminó dejó un beso húmedo encima de la zona sensible produciendo que la piel de ella se erizara por completo. Se retorció cuando él con sus grandes manos empezaron a desabrochar el cinturón de su pantalón, dejándolo caer al suelo, luego subieron a sus senos para estrecharlos y oprimirlos. Elevó su blusa poco a poco, introduciendo sus manos por debajo acariciando su vientre desnudo.
Notó como sonreía en su cuello, era evidente que se había dado cuenta de su piel de gallina, y su estremecimiento con sus manos sobre ella. Sus caricias se elevaron hasta sus senos, apretándolos aún más por encima del sostén, sintió de nuevo que sonreía sobre su piel. Exploraba sus pezones erectos con sus dedos jugueteando con ellos, mientras ella expulsaba gemidos silenciosos. Alessandro sentía que no podía aguantar más, la erección que tenía explotaría en cualquier momento.
–Alessandro, no... –Pidió jadeante. Era consciente de que lo que hacía estaba mal, pero estaba embrujada, sus caricias y besos la hechizaban haciéndola olvidar su lado racional.
–¿No, qué? –Susurró Alessandro con voz ronca, mientras subía más su jersey y seguía besando su cuello.
Era extraño su comportamiento, con cualquier otra mujer no hubiera aguantado más en hacerla suya y poseerla, pero con Aurore era diferente, quería besar cada centímetro de su piel, recorrerla entera con sus caricias. Cuando empezó a desabrochar los ganchos de su sosten haciendo que este empezara a caerse Aurore parecía despertar de un sueño, llevándose los brazos a sus senos impidiendo que este cayera por completo.
Él la seguía sujetando por el vientre, aún de espaldas.
–No... Por favor, no quiero esto. –Susurró Aurore, se sentía extremadamente mal, lo que estaba haciendo no era correcto.
Alessandro suspiró fuertemente posando su rostro en el cabello de Aurore. Inhaló, pero esta vez más profundamente haciendo que Aurore volviera a temblar.
–¿No quieres esto? Tu cuerpo me dice lo contrario.
–Está mal, es un error. Por favor, suéltame.
¿Esta mujer lo quería volver loco? Lo excitaba como ninguna mujer lo había hecho en tan poco tiempo, y le pedía que, ¿la soltara?
–Estás jugando con fuego... –Dijo tocando y acariciando las manos de Aurore que estaban fuertemente en su pecho agarrando el sostén contra sus senos–. Y te puedes quemar.
–Fue una equivocación. No... Volverá a pasar.
Unos golpes en la puerta resonaron en el despacho. Era la voz de Olivia.
–Alessandro, te traigo tu café, ¿puedo pasar?
Notó como Aurore vibraba al escuchar a Olivia.
–Suéltame, Alessandro. Nos verán. –Dijo Aurore intentando zafarse.
Le encantaba cómo sonaba su nombre en sus labios, se quedó oliendo su perfume fascinado.
–¿Te molestaría? Estarás acostumbrada a que te sorprendan en este tipo de situaciones.
Aurore no podía creer lo que escuchaba, se sentía una tremenda tonta por haberse dejado, unas ganas descontroladas de llorar se apoderaron de ella. No quería que sus palabras tuvieran ese efecto en ella, pero le había dolido horriblemente.
–Suéltame ahora mismo. –Dijo firmemente mientras aguantaba las lágrimas.
Él hizo caso y la soltó con una extraña sensación que le desagradaba, como si hubiera perdido algo. Aurore se dirigió al cuarto de baño sin verlo totalmente avergonzada, no podía creerse lo que había hecho.
Alessandro se arregló un poco antes de hablar. Daba gracias a dios que su traje era negro, la erección en su pantalón era tan grande que se podía ver a simple vista.
–Sí, Olivia. Pasa.
La puerta se abrió y la mujer entró un poco extrañada, dejó el café sobre su escritorio y después lo vio.
–¿Te escuentras bien? –Preguntó un poco curiosa.
–Por supuesto, ¿por qué la pregunta? –Dijo con seguridad.
–Solo digo, te noto algo agitado. Antes de que lo olvide, Francesco, y otro socio te esperan en el salón.
Alessandro recordó la reunión que tenían, maldijo por lo bajo, lo había olvidado por completo.
–Diles que empiecen con la reunión, los acompañaré dentro de veinte minutos.
–De acuerdo, por cierto, ¿viste a Aurore? Pensaba que se encontraba aquí.
–No tengo la menor idea de dónde está, ella se marchó hace rato junto con su mal carácter.
–Alessandro te pasaste con ella. Tu tía fue la que la agredió primero ofendiéndola. Ella sólo se defendió.
Alessandro se sorprendió con la aclaración de Olivia, aunque no lo demostró, sólo asintió y ella segundos después salió del despacho dejándolo pensativo. Aurore se vistió correctamente, abrochándose el sostén de nuevo y arreglando su blusa. Las lágrimas caían por sus mejillas, se sentía fatal pero lo peor era otra cosa, darse cuenta de que estaba... Enamorada.
No podía negarlo, ese idiota hacía que dentro de ella mil sensaciones ocurriesen en un solo segundo, cuando lo veía el corazón empezaba a retumbarle como un caballo salvaje y desbocado, cuando la tocaba, temblaba y se estremecía con su tacto como una niña tonta. Hacía que olvidase todo a su alrededor, todos su pensamientos, dejándose llevar por él.
Pero era imposible, eran polos opuestos, él provenía de un mundo totalmente diferente al suyo. Tenía que ser fuerte e intentar olvidar todos esos sentimientos, evidentemente no sentía nada por ella, solo quería jugar con ella, y para eso se equivocó de persona. No aguantaría ni una humillación más.
El maquillaje se le había corrido un poco por las lágrimas, se secó y limpió el estropicio, se vio una última vez en el espejo y fue ahí cuando se dio cuenta de las enormes manchas rojas de su cuello, se acercó más al espejo y tocó suavemente la zona, para después retirar la mano con rapidez, le ardía demasiado. Sintió una gran vergüenza, tenía que taparlo, depositó todo su cabello en el hombro derecho, así lo cubriría. Se echó una última ojeada en el espejo, y suspiró profundamente.
Alessandro estaba sentado con una mano en el bolsillo y la otra agarrando el cinturón, deslizó su mirada hacia ella cuando salió. Aurore pretendía ser fuerte pero esos ojos avellana tan penetrantes empezaban a hacer efecto, se encaminó hasta estar en frente de él. Alessandro deslizó tranquilamente su mirada por el cuerpo de ella con picardía. Lo que causó que los nervios de Aurore estuviesen a flor de piel.
–Deme... El cinturón. –Dijo intentando ser firme y elevando la mano para recibir el objeto.
–Veo que vuelve a las formalidades. –Asumió entrecerrando los ojos, y posándolos en los senos de Aurore.
–Mis ojos están arriba, señor Alessandro. Y a mi como es comprensible, tampoco me gusta repetir las cosas dos veces.
Él dejó escapar una risa ante el comentario de Aurore, el cual no hizo más que encender la chispa que se encontraba dentro de él. Sin pensarlo dos veces envolvió el brazo aún levantado de Aurore con el cinturón seguido de un fuerte empujón de este, haciendo que ella cayera sobre él, con una pierna a cada lado de su cintura. Intentó levantarse pero él la agarró por la cintura haciéndola sentarse sobre su regazo.
–¿Estás loco? ¡Suéltame! –Dijo intentando zafarse–. ¡Te digo que me sueltes!
Ella abrió los ojos como platos cuando rozó con su intimidad la gran erección de Alessandro. El sonrió con una mirada picante ante la reacción de ella.
–¿Qué es eso? –Preguntó titubeante, el rubor se apoderó completamente de su rostro.
–¿Qué piensas que es? –Dijo apretándola por la cintura para que lo sintiera más.
–Suel...tame... Te d-digo...
–Vamos no actúes, sabemos que los dos queremos esto. No perdemos nada en divertirnos.
–¿Cómo?
–Ya me entiendes. –Dijo mirándola a los labios–. No te hagas la difícil para prolongarlo.
Aurore quedó estática al escucharlo, no podía creer lo que escuchaba.
–Eres un...
No la dejó terminar cuando estampó su boca contra la suya, en un beso lleno de fogosidad y deseo, esos labios carnosos lo embelesaban. Aurore intentó separarse golpeando su torso, pero fue en vano, se ponía excesivamente nerviosa cuando notaba el gran bulto que sentía crecer aún más, solo tuvo una idea, sin pensarlo dos veces mordió el labio inferior de Alessandro con fuerza. Él soltó un gruñido soltándola por fin, aprovechó la oportunidad y se levantó retrocediendo aterrada mientras él se agarraba el labio lastimado.
–¡Qué te pasa! –Gritó enojado.
Ella lo miró fijamente, no permitiría ni una más y esta vez si sería cierto, ya no más.
–¡No vuelvas a ponerme un dedo encima! ¡Respétame! No sé qué ideas enfermizas creaste en tu mente, pero escúchame bien... –Aurore estaba a punto de estallar en llanto–. Jamás estaré con alguien como tú, te equivocaste de persona. Esto no fue más que una equivocación, nada de esto tendría que haber pasado. –Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas, pero no perdía el hilo en la voz–. Eres mi jefe y yo tu empleada, no me interesas en lo absoluto ni lo harás.
Después de esto salió con prisa por la puerta dejándolo totalmente atónito y perturbado al verla llorar, eran demasiados sentimientos al mismo tiempo. ¿Estaba actuando o realmente se había equivocado con ella? Su mente estaba hecha un lío, se dirigió a su habitación, y como se estaba haciendo costumbre, se dio una ducha de agua fría para calmarlo.
Se cambió se ropa, esta vez con un traje azul y bajó al salón donde se encontraban Francesco y un hombre con el cual iban a hacer negocios. Pasaron toda la tarde concentrados en el trabajo y negociando sobre unos productos procedentes de Francia. Le costaba demasiado concentrarse, Aurore ya se colaba en sus pensamientos.
Aurore después de lo ocurrido y salir corriendo de aquel despacho, entró a su habitación prácticamente destrozada, se había enamorado de un hombre que era totalmente diferente a ella. Solo quería pasar, ¿un buen rato y divertirse? Pero qué pensaba de ella por dios, no sería capaz de hacer eso y mucho menos sería el juguete de alguien, que la utilizara para después botarla.
–Vamos no actúes, sabemos que los dos queremos esto. No perdemos nada en divertirnos.
Esas palabras terminaron de confirmarle lo ingenua que había sido. Estuvo llorando por un largo tiempo pero tenía que calmarse, necesitaba volver a tener control y seguridad sobre sí misma. Se dirigió al baño y se aseó un poco, tenía que cambiarse de ropa para cubrir las grandes manchas de su cuello por causa de aquellos besos tan fogosos. Con solo pensarlo se estremecía. Se retiró totalmente el maquilaje que por sí solo estaba arruinado por el llanto, dejando su rostro al natural. Por último, dejó su cabello suelto. Suspiró pesadamente antes de salir por la puerta.
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Updated 89 Episodes
Comments
Lorena Larios
con cada capítulo se pone mejor
2023-09-24
1
Flaquita Toledo
entre todo el relajo, no pasó a más
2023-08-15
0
Victoria Serrano
Hola! Hay ojalá que Francisco le diga lo que pasó con el empleado., y le ponga un alto a la tía.
2023-06-24
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