Kellian, observó cómo el ascensor se cerraba justo y apenas cuando logró subir Anahí, quien les dio la espalda, para evitar que sea visto su llanto amargo.
—Lo siento, ella ha estado mal —Noel dijo, mientras se soltó y alejó un poco de Kellian.
Anahí no había llorado por la muerte y el trato que la alejó de Joshua, y por lo cual la vida de ella se había vuelto amargura pura.
— ¿Él la lastimó? —preguntó Kellian.
Según Joshua, le había contado que había estado con ella y la había hecho su mujer. También le dijo que se habían casado por iglesia en Concepción del Uruguay, y que era una boda secreta.
—En realidad fue su abuelo. Según sé, se presentaron aquí y le obligaron a firmar un pacto y ella lo hizo, aunque no sé de qué se trata, ni del porqué. —Noel, vio el rostro del mayor cuando nombró la palabra pacto, y la miró con muchos signos de pregunta que ella también tenía y no sabía las respuestas.
Pero justo hizo su ingreso al lobby, un contingente de hombres de negro, que a la legua decía, que eran del Servicio Secreto. Este hecho la salvó de cometer un terrible error, aunque ella no lo supiera en ese momento.
—Eso se lo contará en otra visita del Capitán a la Argentina, ya que se encuentra de servicio en este momento —dijo Myers, y se prometió que debía investigar a ese soldado femenino, que amenazó de muerte a su mejor elemento, y este no se defendió. —andando Capitán Gunn. —ordenó, mientras se disponía, a despedir a Noel, aunque ella se adelantó y respondió de una manera, que rivalizaba con un especialista en protocolo social.
—Lo entiendo. Gusto en verlos y conocerlos caballeros, aunque me hubiera gustado que sea de otra forma. Ahora me despido y que su estancia en nuestro país sea agradable y que nos vuelvan a visitar. —Ella se alejó de ellos y se despidió diplomáticamente.
Noel era la diplomática, eficiente compañera de tarea y sensual dama elegante.
Anahí era la fuerza bruta del soldado más temido, mezclada con altanería elegante, además del el cerebro pensante y el jefe a cargo, pensó Kellian quien compartió el pensamiento con Myers.
—Hasta la vista y buen día, señorita… —dijo Myers mirando a Noel, tendiéndole la mano y entendiendo por qué Gunn no le podía sacar los ojos de encima.
—Valsan Noel —ella le tendió la mano y luego del apretón de Myers se alejó.
—Hasta la próxima, Noel —dijo Kellian, esto era una promesa que cumpliría sí o sí. Necesitaba algunas respuestas.
—Hasta la próxima. —Espero que no sea hoy, ya tendría suficiente que tratar hoy con Anahí, pensó Noel.
Devuelta en la celda, dejando el recuerdo atrás:
Noel, escuchaba el relato que los labios llenos y febriles de Kellian hacían sobre esos días en aquel hotel, mientras, con compresas frías, trataba de bajar la fiebre que su cuerpo estaba teniendo, a causa de la droga y las heridas. Ella recordó que esa semana de trabajo-escapada que hicieran a Buenos Aires, fue la mejor que vivió de la mano de Anahí y en sus recorridas por la Capital, además del calor que sintió en los brazos y cuerpo de Kellian. Asimismo, ella rememoró lo que sucedió minutos después de separarse de él:
Noel se dirigió al piso cuatro del hotel, en donde estaba su habitación. Ella sabía que Anahí se podría dar el gusto de costear una suite de lujo, pero eligió una habitación de alta gama que era hermosa. Sin embargo, le había dicho que no había elegido la suite, porque ella había aparecido aquí como un simple Soldado Voluntario, y por ende su efectivo era mínimo, pues nadie sabía del poder adquisitivo que su familia poseía en realidad. Pero a su vez también ella era dueña de una fortuna propia, hecha a base de sudor, grasa, gasoil y sacrificio laboral.
Aunque hoy también supiera que era a base de muerte y sangre, pero en aquel momento no.
Ella era mecánica de automóvil y camiones de porte, empezó a trabajar con su padre a la edad de trece años, cuando apenas hacía un tiempo había sido adoptada por Don Pedro y Doña María; quienes no sabían cómo ayudar a esta niña “problemática”, que vio en la mecánica, el poder de concentración y dedicación en la que volcaba toda su furia y stress, de un pasado tortuoso. Según ella misma le dijera a Noel cuando por primera vez habló de sus “episodios”, aunque jamás le contó que fue eso tan “tortuoso” que vivió.
Sin embargo, un día, cuando las primeras secuelas de un ACV (Accidente Cerebro Vascular) se manifestaron y afectaron la movilidad de las extremidades de su padre del corazón, el dolor apareció nuevamente frente a ella. También demostraron, de que sufría un raro desequilibrio mental, por el cual él se retraía a un punto exacto de su pasado en un año, mes y día exactos, por lo que a veces no recordaba quien era o porque no se podía mover con agilidad, lo que traía graves peleas y trastornos violentos; algunos de ellos, terminaban en narcolepsia por estrés, dejando tendido en un profundo sueño al padre de Anahí.
Así con tan solo catorce años, se vio asiéndose cargo de las decisiones comerciales de los talleres; demostrando a la familia, que Anahí había adoptado la pasión por la mecánica y quien había mejorado al cien por cien el negocio familiar; que ahora poseía, solo en Concepción del Uruguay, tres talleres propios y siete en todo el país.
Hacía cinco meses que había fallecido don Pedro, y ella no lo había tomado muy bien, aunque no lo demostrara al mundo, y, por otro lado, sabía que, en los hombros de Anahí, era un peso menos ese sufrimiento, ya que hacía un año que estaba en coma. Su familia había sido amenazada de muerte por sus sesenta y nueve días de amor con Joshua, eso si se lo había dicho; y dicho sea una paradoja el número, porque en lo sexual era la práctica del sexo oral mutuo y en la cultura tao representaba el Yin y el Yang y ambos significados, por primera vez, eran conceptos que se unían en una sola cuestión: el amor de dos personas, no correspondido pero muy deseado, necesitado, añorado y decadentemente erótico. Anahí amó con locura a Joshua y ella, fue una sub muy devota de esa pasión y él un Dom muy exigente de su entrega total y ardiente.
Esa era una práctica de BDSM, en la que Noel se sentía atraída, pero temerosa y no sabía cómo enfrentarse a eso. Y sabía por Anahí, que Kellian era un Dom, al igual que Joshua.
Salió del ascensor, cuando la alarma de llegada sonó, y tomó el pasillo hacia la derecha, que estaba iluminado suavemente y ricamente decorado. Se paró en frente de la puerta de su habitación y con la segunda llave que pidió en recepción, abrió la puerta y vio cómo el cuerpo de Anahí se sacudía por las lágrimas.
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