Nota de la autora:
Como ya saben mis lectoras de novelas anteriores, no soy de poner personas reales para darle rostro a mis personajes. Suelo poner dos o tres rostros, para que tengan una referencia de a quien quiero crear.
Pero, esta vez, he decidido que Manolo, tendrá un rostro de un actor real, ya que mis pruebas con IA han sido desastrosas; por lo tanto, más abajo verán el rostro de Mano. Rafel, por el contrario, si me gusto.
Espero y les agrade de corazón estos personajes.
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Maldita sea, Noel sabía que ellos no la iban a dejar quedarse. Necesitaba oírlo, pero no la dejarían obtener respuestas aún. Tomó la ropa, el calzado y se lo entregó, sin mirarlo a la cara.
Noel ya había sufrido bastante por él, desde sus dieciocho años, cuando le entregó su virginidad. Por aquella vez, había llorado mucho por Kellian y eso no le había importado, en lo absoluto, a ese “bastardo lleno de testosterona”, según decía Anahí. Ella tendría que haber escuchado a su amiga. Pero cuando el corazón se niega a oír y toma el control, la razón se vuela y siempre se equivoca, siendo muy pocos los agraciados en tener la suerte de que la razón y el corazón vayan de la mano.
Las manos de Noel temblaban, cuando le puso las ropas en sus manos y le tocó su piel, él se dio cuenta de lo que ella estaba sintiendo.
Kellian quiso retenerla para que le explicara, pero el ruido de una recarga de proyectil, lo hizo soltarla antes de que lograra apretar sus manos, y él miró hacia el español que había sacado su Thunder 9 milímetros, y la apoyaba contra su pierna.
—Ahora Moro, vete ya —exigió Mauricio con su glaciar mirada, perfeccionada por los años que vivió junto a la Marina de Colombia y a la Lady.
—Vete mi niña, no me hagas lastimar al gamberro —suplicó Manolo, sabiendo diferentes métodos de dejarlo inmóvil, todos ellos enseñados por el maestro Kioto, para luego matarlo si la llegaba hacer llorar.
(Maxi Iglesias, actor español, que da vida a Manolo)
(Cuerpo de Manolo)
Noel lo volvió a mirar a los ojos, y supo que solo sería cuestión de tiempo para que charlaran, y esta vez, por fin, cerraran todo lo que quedó pendiente aquella noche en la estancia de Steven.
—Saliendo. —dijo Noel con la voz cortada, mientras daba vuelta su rostro y salía de la celda sin poder seguir mirándolo a los ojos y eso a él, le dolió como la mierda.
—Noel…—la llamó, solo para verla salir tapándose la boca con una mano, antes de largarse por esa maldita puerta, y él quiso levantarse. Al carajo con ellos, tenía que alcanzarla.
—Yo no lo haría, ni tampoco pensaría en hacerlo —Sentenció Rafael, mientras sus ojos verdes, penetrantes de odio, lo apuntaban con una Remington 870, que prometía no dejar que viera las lágrimas de la Moro.
(rostro de Rafael, hecho por mí con IA, solo que sus ojos serían verdes claros)
(Cuerpo de Rafel)
(Tatuaje de espalda completa de Rafael, que representa a San la Muerte)
Esas lágrimas eran un dolor intenso para Rafael, aunque sabía muy bien, tanto en su mente como en su corazón, que él no tendría posibilidad alguna de ser amado por Noel, ya que ella amaba con desesperación a este hombre.
—Tú no la lastimarás devuelta, ella tiene un contrato que cumplir por tu culpa, al lado de la Lady. —le avisó Mauricio mientras le daba la espalda, sabiendo que hablaba de más.
—Mantén tu boca cerrada, gamberro, y aléjate cuando ella traiga la comida, y ponte de cara a la pared, o te vuelo los sesos. —Dijo Manolo, quien ahora, lo miraba con odio y sin una pisca de burla, jurando que lo aniquilaría para cobrarse la humanidad, que le quitó a una parte del alma de Noel, volverse secuaz obligado de la Lady.
—Ahora vuelve a tu cama y acuéstate, que en unas horas te traeremos la comida —Terminó Mauricio y solo se alejó.
Mientras este encuentro llegaba a su fin, él se comenzó a cambiar la ropa que traía, por la que le habían dado, y entonces preguntó:
— ¿Cuándo conoceré a “la Lady”? —Preguntó Kellian, dándole una mirada de odio, que no rivalizaba con la del gallego.
—Para ti Lady River y la conocerás…—Fue Rafael, quien en tono burlón y muy sínico respondió —cuando a ella se le dé la real gana.
—Eso podría tardar, ¿no?, eso sería muy malo para ustedes. —afirmó y preguntó Kellian y el picor que sintió en el muslo izquierdo lo hizo casi mearse
— ¡Ah… motherfucker! ¿What the hell do? —le preguntó a Manolo.
—Mantenerte incomunicado —Dijo Manolo que se comía, como podía, una carcajada vengativa por aquel dolor que sentía Noel.
—Destruyó tu chip —Sonrió Mauricio, mientras se preparaba para colocarle una gasa furacinada para aliviarle el picor, mientras le hacía señas, para que se abra el lateral del pantalón, que poseía abrojos, como los uniformes penitenciarios de EE. UU.
—Eso es una táctica errónea, solo por seguridad que te hace pensar que solo tengo uno. —Él, les quiso hacer dudar, pero algo en la sonrisa que ahora mostró Rafael, le dijo que estaban totalmente seguros de que solo tenía uno.
—El ascensor entero es un escáner, y cuando hay algún aparato externo de comunicación o rastreo, enseguida lo detecta. Joder, y a ti, solo te saltó uno y es el de ese muslito. —Le sonrió Manolo, marcando su acento y señalando el muslo izquierdo.
—Esa perra tiene un prototipo, no es lo último. —esta falsa afirmación, era una verdadera sorpresa; solo el Pentágono y la CIA tenían este tipo de trastos tecnológicos, y en América del Sur, solo en unos cincuenta años se verían, ¿Cómo carajo lo tenía esta mujer?, pensó mientras se mordía la lengua para no decirlo.
—Esa señora perra tiene lo último, porque los prototipos son para pequeños animales, y nosotros, somos gigantes... solo piénsalo gamberro. —Respondió Manolo haciendo uso de la frase selecta de la Lady: “todos y cada uno de ustedes son mis tremendos animales preciosos”; ja, si le daba gracia esas palabras.
—Saliendo —Ordenó Rafael a los dos hombres, no le seguirían dando información, mientras se apuntaló en el marco de la puerta, acunando la escopeta cargada y los dejó salir de aquel cubículo, para después cerrar la puerta tras ellos.
Kellian, recostó su lastimada espalda sobre el limpio colchón, las heridas no le sangraban, pero su mente y corazón lo hacían a horrores en lugar de ellas.
Mierda, ¿qué había hecho él para que ella lo dejara, después que descubrieran a aquellos niños de Entre Ríos? Él no tenía ni idea de lo que pasó después de aquella noche, solo sabía que había ayudado a Anahí, Sonia, Andrea y a Noel a fotografiar, curar y atender a los niños encontrados en aquellas condiciones aberrantes, pero nunca supo por qué ella huyó dos días después dejando todo atrás.
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