DEJAR DE SENTIRME ASÍ

...Dos días después......

—¡¿Es en serio?! —Guzmán parece sorprendido por lo que yo le acabo de decir.

—Sí. Es enserio. Dejare de grabar para Only Fans.

—¿Lograste la pasantía?

—Sí. Ya tengo lo que quiero.

Baja la mirada durante algunos segundos y percibo que hay un hilo de desilusión colgando de sus ojos. ¿Qué pensara de mí?

—Estas cumpliendo con tu plan muy rápido —dice.

—Las cosas se están dando bien para mí.

Bebo un poco de vino. Estamos cenando pizza italiana.

—¿Y cuánto tiempo va a durar la pasantía?

—Quizá tres meses. A lo mucho.

Me mira por algunos segundos, suspira y bebe. Pareciera como si algo le incomodara.

—Yo me he dado cuenta de que no podré dejar de grabar porno. Espero que puedas entender.

¿Qué debía entender?

—Claro, yo no tengo ningún problema con eso. Después de todo, es tu vida y tú eliges cómo llevarla.

Sus labios se dibujan con una sonrisa tenue.

—¿No te enoja el hecho de que aún no esté exclusivamente para ti? Yo fui el que propuso tener una vida juntos —dice.

Lo que dice me causa un poco de gracia.

—¡Descuida! No tengo razón para enojarme. Esto que estoy haciendo lo hago por mí, no lo hago por ti o por la propuesta que me hiciste.

Lo dejo pasmado.

—Pensé que lo hacías por mí.

Me hace reír.

—¡Para nada! Todo lo que he dicho sobre pensar en un plan, tener metas y demás, todo eso es porque yo estoy necesitando sentirme bien conmigo mismo. ¡Quiero ser feliz de verdad!

Doy una mordida a una rebanada de pizza y mastico. ¡Es delicioso! Me gusta mucho el sabor.

—¿No te sientes feliz con lo que vives actualmente?

—No. No me siento completo. Es como si viviera sin un sentido.

—¿Y el sexo?

—¿Qué sobre el sexo?

—¿No te hace feliz? —Me mira con atención.

—La verdad no. O sea, es rico coger y sentir como te abren el culo, pero, muchas veces solo lo hago por puro impulso. ¡Ya sabes! Ganar dinero y sobrevivir.

—¡Vaya! Nunca imagine que así pudieras sentirte.

—Es que casi nunca hablamos de nuestros sentimientos. Cuando nos vemos es para coger o hablar de sexo y colaboraciones.

—Tienes razón.

—Y con esto puedo darme cuenta de que yo no soy la persona para ti —le digo con seguridad.

—¿No eres para mí? Pero eso no puede ser verdad, yo estoy convencido de que sí.

Me rio ligeramente.

—Pues sí de verdad estuvieras convencido, ya hubieses hecho cambios en tu vida.

Mis palabras lo ponen a meditar.

—Pero es que...

—Estoy convencido de que lo que tú quieres no es lo mismo que yo quiero. Y eso no nos ayudará a ser felices.

...🔥🔥🔥...

Llegando casi al piso de mi departamento, la veo sentada en los escalones. ¿Está llorando? ¿Está durmiendo? ¿Qué hace aquí?

—¿Mamá? —Me ánimo a decir.

Alzo la vista al instante. ¡Sí ha estado llorando! Tiene los ojos hinchados.

—¡Al fin llegas! ¿Dónde rayos estás? Te he estado esperando desde hace rato.

Su semblante estaba decaído, tenía ojeras en los párpados y el aroma de la noche era parecido al tabaco. ¿Había estado fumando? ¿Por qué se veía tan demacrada? ¿Se embriagó?

—¿Estás bien?

—¿Cómo voy a estar bien si lo he perdido todo? ¡Tú tienes la culpa! ¡Todo es tu culpa! ¡Tú eres el responsable de todo esto!

—Mamá, yo no soy...

—Tu hermano está muerto. ¡Lo mataron en prisión!

Ella comenzó a llorar. Amargamente. Sin pena alguna. Lloraba por todo lo que nos estaba pasando. Lloraba porque le dolía la muerte de su hijo más querido. ¿Qué podía hacer yo para reconfortarla? ¿Cómo podría ayudarla a sentirse mejor? La noticia también hizo que yo me sintiera mal.

—¡Lo siento mamá!

Se me ocurrió abrazarla. ¡Ella me alejó con todas sus fuerzas!

—¡No me toques! —Ordena ella.

¿Qué podría hacer con ella? ¿De verdad había muerto mi hermano? Después de todo, él no era un buen sujeto.

—¿Y qué puedo hacer por ti? ¿A qué has venido?

Enfoca su vista en mis ojos y entonces, percibo el odio que me tiene.

—¡Quiero que mueras! ¡Quiero verte muerto! ¡Todo es tu culpa! —Sus palabras se clavan en mi interior, justo en mi corazón, y me empiezo a desangrar. ¡Se me va la vida!

—¿Por qué no me quieres? —Me animo a preguntarle.

—Porque tú no eres mi hijo. ¡Tú no eres de mi agrado!

Se acerca a mí y empieza a golpearme en el pecho. Mis sentimientos son tempestad, me duele mucho y no sé como es que debo reaccionar ante esto que ella me está diciendo. ¿Debo morir? ¿Debo dejar de existir? ¿Mi existencia es un pecado? ¡No entiendo nada de lo que esta vida me está tratando de enseñar!

—¡Ya basta! —Exclamo con todas mis fuerzas—. ¡Ya cállate! Estoy harto de ti y de que siempre estás siendo tan dura conmigo. ¡Yo no tengo la culpa de que tu hijo esté muerto! La vida siempre se encarga de hacernos justicia y ya era hora de que Germán dejara de ser tan estúpido y codicioso.

Su mano se impacta en mi boca y siento mis labios arder.

—¿Cómo puedes decir todo eso? Tú eres el culpable de esto, te haré responsable de su muerte.

Mi cabeza empieza a doler. Siento un malestar intenso en mi cabeza y creo que estoy perdiendo el equilibrio. Lo único que recuerdo es que él llegó hasta mí y me cobijo entre sus brazos.

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