EL SEMENTAL NACIÓ

...LEAN:...

Volví rápidamente a mi habitación y caminé de un lado a otro. Maldición.

Sentía una desesperante tensión entre mis piernas, algo demasiado salvaje y fuerte.

Sentía el impulso de aliviarla.

El calor que me recorrió seguía creciendo más y más. Me apresuré al baño y cerré, apoyándome de la puerta mientras cerraba los ojos. El corazón me latía apresuradamente, desbocado, que no podía calmarme y más cuando noté la tensión contra mis pantalones.

Llené la bañera.

Me quité la ropa y cuando me baje los calzones, abrí mis ojos de par en par. Era vergonzoso, pero sabía lo que significaba.

Así que suspiré aliviado, el peso en mis hombros se aligeró, no era inservible, me había curado. El experimento había funcionado, la Señorita Marta me había sanado. Al recordarle sentí otra ola de necesidad, algo exquisito, pero a la vez insoportable.

No pude resistir la tentación.

Al recordar su cuerpo, la forma de sus muslos y su trasero, lo suave que seguramente se sentía bajo el contacto y también su entrepiernas, tan delicada y femenil, como una flor.

La imagen hizo imaginarme el como se sentía hundirme en ella.

Tomé mi masculinidad, ahora grande y firme.

Empecé a moverlo frenéticamente, por muchos minutos, aumentando aquella necesidad y las olas de calor, hasta que me derramé, sintiendo una ola inmensa de una sensación fuerte y agradable. Solté un gemido me sumergí en la bañera, tan exhausto, pero satisfecho y feliz como un adolescente.

Estaba curado.

...****************...

Me desperté ante el golpe de la puerta y fruncí el ceño.

— Mi lord ¿Está despierto? — La voz de Marta se oyó afuera y la tensión volvió entre mis piernas.

De hecho ya estaba allí, pero se hizo más intensa con su voz.

Me arropé hasta la cabeza.

No, no podía verme así, se espantaría, además, no sabía de lo que era capaz cuando la tuviera frente a mí. Tanto tiempo dormido, podría volverme salvaje.

— Señor — La puerta se abrió y me quedé quieto, había olvidado ponerle el seguro — ¿Está despierto? — Escuché sus pasos acercándose a la cama.

— ¡No! — Grité bruscamente y se detuvo en seco — ¡Estoy un poco indispuesto!

— ¿Está enfermo? — Preguntó de forma tan inocente, maldición, necesitaba casarme con ella cuanto antes.

— ¡No es nada grave, vaya a la cocina y pida que me preparen una ensalada de frutas, pan con mermelada y leche! — Ordené, bajo las mantas — ¡Vaya y no vuelva a subir, espere en el comedor!

— ¿Qué hay de su baño y su ropa?

— ¡Aún no estoy listo para salir de la cama, así que váyase, yo me encargaré! — Gruñí, demasiado brusco, pero es que no quería que me descubriera en aquella situación tan bochornosa.

— Como usted quiera.

Escuché sus pasos alejándose y luego la puerta cerrándose.

Aparté la manta de cabeza y suspiré pesadamente. Observé hacia abajo.

¿Esto era así? ¿Cuándo pensaba volver a la normalidad? Ya entendía porque muchos hombres se la mentían de cabeza metidos en clubes, era demasiado insoportable.

No, no iba a volver a tocarme, estaba mal.

Lo que hice anoche estuve mal, prácticamente fue un abuso en contra de la Señorita Marta, lo hice imaginando tantas cosas sucias que ella jamás consentiría. No quería ser uno de esos depravados del burdel donde la hallé, pero no podía evitar pensar en ella, era incontrolable.

Me levanté y me eché agua.

Cuando estuve seguro de que no volvería a tener aquella reacción, me vestí y bajé al comedor.

Mi madre ya estaba allí, sentada, conversando amablemente con Marta mientras ella le servía el desayuno.

Entré con una postura erguida, tratando de no observar en dirección a la señorita mientras me sentaba en mi asiento.

— Buenos días, hijo mío — Saludó mi madre cuando se percató de mi silencio.

— Buenos días.

— Marta me informó que estabas indispuesto ¿Qué es lo que tienes? — Preguntó y Marta se acercó a mi plato con una bandeja, para servirme.

— No es necesario, yo puedo servirme solo — Corté bruscamente, antes de que se acercara, sentí otra vez como mi masculinidad empezaba a sufrir otra vez.

Definitivamente, había nacido defectuoso, primero no daba señales de vida y ahora no podía controlarlo.

Mi tono descortés le hizo retroceder y dejar la bandeja sobre la mesa.

— Entiendo, mi lord.

Se quedó de pie junto a la mesa y bajó su mirada.

¿Qué fue eso? ¿A caso le hice sentir mal? Esa no era mi intención, pero es que si se acercaba no iba a poder disimular lo que estaba pasando.

Mi madre me dió una mirada de reprimenda.

— Estoy bien, solo sentí mi cuerpo un poco pesado y me costó levantarme — Dije a mi madre, llenando mi plato, empezando a comer, pero sin hambre, no de comida.

— Trabajas mucho.

— Es mi deber.

Mi madre me evaluó, como si supiera lo que me estaba sucediendo.

Mis ojos se desviaron hacia la Señorita Marta, me estaba observando, pero desvió sus ojos de mí y observé esa boca, se lamió los labios de forma inocente. Causando otra ola de excitación en mí.

— Retirate — Gruñí y se tensó.

— ¿Cómo dice?

Apreté mis dientes — Retirate, trabajarás con las demás sirvientas hoy.

Se desconcertó e incluso, parecía dolida.

— Como ordene, con permiso — Hizo una reverencia y se marchó rápidamente, apretando su boca.

Mi madre me fulminó con la mirada.

— ¿Qué rayos te sucede? Así no lograrás que se interese en ti.

— No lo hice por mal — Dije, enrojeciendo.

— ¿Ah, no? ¿Entonces por qué lo hiciste?

Me avergonzaba demasiado.

Me acaricié la nuca y despeiné mi cabeza, la mirada de mi madre era fija curiosa.

— Ya hizo... — Elevé mi dedo y ella abrió su boca, luego soltó un gemido de emoción.

— ¿En serio? ¿Estás seguro de eso?

— Por supuesto que sí, madre... Con solo verla estoy como loco.

— Ay, no, esto es un milagro, lo sabía, sabía que mi plan iba a funcionar — Aplaudió, muy contenta y sonreí — ¿Qué hiciste para que reviviera? ¿Le diste un beso, un abrazo, la tocaste?

— ¡Madre, por favor! ¡No hice nada de eso! — Gruñí, avergonzado y frunció el ceño.

— Algo debió pasar, eso no se levanta por ninguna razón, tiene que haber un impulso.

No iba a decirle que la observé desnuda.

— Me gusta, esa es la razón.

Sonrió — Ay, estoy tan contenta... ¿Cuándo la harás tu esposa?

— Aún no, madre, aún no.

— ¿Por qué?

— Porque primero debo saber si me corresponde, no quiero obligarla — Jugué con la fruta en mi plato.

— ¿Éstas ciego? Por supuesto que te corresponde, le gustas, por eso se marchó dolida — Dijo, frunciendo el ceño — Eres un bruto, no era necesario echarla.

— Es que no puedo verla.

— Pues tendrás que controlarte, no puedes huir todo el tiempo — Sostuvo su cubierto — Pídele consejo a Dorian, el seguro si sabe como mantener esos impulsos bajo control.

— Jamás — Gruñí, pero que fastidio con mi madre y su cuñado favorito, pensar que Sebastian era el buen hombre y ella quería a la rata de Dorian — Ese idiota solo se burla de mí, así que no voy a humillarme frente a él.

— Él tiene mucha experiencia y es mejor consejero que ese socio tuyo.

No quería pensar en mi hermana y Dorian.

Se me revolvió el estómago y mi masculinidad por fin bajó.

— Encontraré la forma de tratar con la señorita.

— Apresurate a pedirle matrimonio — Me alentó y negué con la cabeza.

— No puedo, sus padres viven en Hilaria, no puedo casarme sin sus permisos.

Se desanimó — Ay no, no lo sabía, es una chica tan buena, eso no puede ser impedimento.

— Si, es lo que voy a tratar de pensar, tal vez enviando una carta, pero tendría que preguntarle a Marta.

— ¿Y si no quiere decirte? ¿Y si no te aceptan?

— No lo sé, por eso no quiero darle ilusiones, no sin que sea seguro — Dije, un poco desanimado, quería que fuera ella.

— Si no resulta, debes hacer la prueba con otra, tal vez solo tenías un bloqueo por las burlas que recibiste de adolescente, a lo mejor ya no tienes problemas con las mujeres — Sopesó.

¿Intentarlo con otra? ¿Y Marta?

No quería alejarla, ella era la única que captaba mi interés.

Ninguna otra mujer.

Tal vez mi madre tenía razón, tal vez solo fue inseguridad por mi mala experiencia.

No quería quitarle valor a Marta, ella era especial y era la única que quería conmigo.

...****************...

Me enfrasqué en las cuentas, intentando no pensar en otra cosa que no fuese Marta y su desnudes.

Una y otra vez sentí la tensión acumulándose.

Dorian entró como perro por su casa y me sobresalté del susto.

— ¿Qué quieres?

— Vine a avisarte que tal vez mi plan se haya ido a la mierda, que puedes estar tranquilo — Dijo, sin molestarse en sentarse.

— ¿No me digas? ¿La chica si logró entrar en un convento? — Me reí.

— No, eso si resultó, me informaron que como lo predije, fue a todos los conventos y la rechazaron, lo que tiene preocupada a Roguina es que desapareció — Dijo, paseando lentamente de un lado a otro — A ti ni un plan te salva de tu mala suerte.

— ¿Qué quieres que diga? Tu no eres Dios, no puedes controlar las vida humanas.

— Estamos en su búsqueda — Dijo y elevé mis ojos hacia él — Así que si nos prestas apoyo, podrías quedar como el héroe frente a la chica cuando demos con ella, me sacrificaré y no te robaré el protagonismo.

Resoplé — No me interesa.

— ¿No te interesa por lo que esa chica pueda estar pasando?

— No es eso, no me interesa la chica.

— Es que tu no colaboras, por eso estás solo — Gruñó — Han habido muchas desapariciones de jóvenes, lo que me hace sospechar que unos mafiosos las están tomando para venderlas o prostituirlas.

Me tensé, recordando al proxeneta, pero si decía algo me iba a meter en problemas y metería a Marta también.

— Seguramente.

— Bueno, empezaré a rastrear esos perros, espero que cambies de opinión y te unas a nosotros — Me evaluó detenidamente — ¿O es qué ya encontraste candidata y no quieres decírmelo?

— Ese no es tu problema.

Sonrió insinuante — Osea que sí.

Me levanté del escritorio — Ya vete.

Se acercó para intimidar.

— Eres imposible. Cuñadito ¿Por qué eres tan insoportable?

— Tu también. Eres el insoportable, ni siquiera te llevas bien con tu nuevo amigo.

— Ese no es mi amigo, solo un idiota que se me ha pegado como chicle porque nuestras mujeres se empeñaron en hacerse amigas.

— Semántica.

— No desvies el tema ¿Quién es la desgraciada?

— ¿Desgraciada? — Gruñí, fulminando con la mirada.

— No es una fortuna para una mujer el que te fijes en ella.

— No me hace gracia — Retrocedí.

— ¿Esta hermosa tu chica? — Preguntó y eso me llevó a imaginar a Marta — ¡Maldito asqueroso! — Dorian me empujó y caí nuevamente sobre el sillón — ¡No hagas eso en mi presencia o voy darte un rodillazo en las bolas para que dejes la confusión! ¡Das asco!

Parpadeé confundido — ¿Hacer qué?

Se marchó rabioso, azotando la puerta.

Bajé mi mirada.

Oh, otra vez no.

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Comments

Jennifer Rodriguez

Jennifer Rodriguez

esta vivoooo

2024-05-09

1

San Aguirre

San Aguirre

Ahora sí he reído 😂😂😂

2024-05-06

0

San Aguirre

San Aguirre

Jajajaja con tanto retenido eso ya estaba fermentado 😂😂😂

2024-05-06

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