EL NUEVO TRABAJO

...MARTA:...

— ¿Viste al hombre que estaba con el conde? — Me preguntó Jessica al volver a la cocina, en voz baja para que los cocineros no escucharan.

No le había prestado atención al invitado del conde, ya que solo podía observar al caballero enmascarado, a mi salvador y mi patrón. Era tan guapo, que se me cortaba la respiración, casi se me cae la jarra cuando me percaté de que él también tenía su atención puesta en mí.

— Ah... No.

Jessica se rió — Vaya que eres lenta, Marta.

— No es lenta, es que el conde no le quitaba la mirada de encima — Opinó la otra, llamada Leila.

Me sonrojé — ¿Qué? Eso no es así... El conde no me estaba observando.

— Claro que sí, estaba casi babeando por ti — Insistió Leila, mientras íbamos a la bodega de la cocina, para empezar la tarea que nos había asignado el ama de llaves, seleccionar lo podrido para botar o llevarlo al establo.

Lejos de la atención de los cocineros, empezaron a hablar con más libertad.

— ¿En serio creen que el conde se fijó en mí?

Ambas me observaron como si fuera ingenua.

— No te hagas ilusiones — Me aconsejó Jessica — Las sirvientas no podemos aspirar nada y meterse con un patrón es un error fatal.

— ¿Por qué es un error fatal? — Pregunté, Leila resopló.

— Vaya que eres ingenua.

— Marta, los nobles no se emparejan con sirvientas, lo único que quieren es acostarse y luego desechar cuando se harten, jamás van a cortejarte, ni proponerte matrimonio — La ayudé a abrir el saco de cebolla y entre las tres lo levantamos para verter las cebollas en el suelo, ya ahí, nos agachamos para separar las pasadas de las buenas.

— Pero, el conde no parece de esos hombres — Me quejé y ambas se rieron.

— Eso es porque no ha aparecido una que le guste, bueno, al parecer ya apareció — Leila me observó detenidamente — Será mejor que andes con cuidado, puede que ese hombre te quiera como amante.

Fruncí el ceño, no, yo no quería ser amante de nadie, eso era pecado, yo solo me entregaría a un hombre bajo el matrimonio. Tampoco creía en esas sirvientas, el conde se veía muy caballeroso y respetuoso, de querer haberse propasado conmigo, lo habría hecho en la subasta.

Ya me había aclarado que había llegado allí bajo engaños y yo le creí.

— Son imaginaciones suyas, el conde jamás se fijaría en mí, para ningún tipo de relación, ni siquiera la de amante.

No en una sirvienta de sangre común, solo estaba siendo amable, eso era todo. Me gustaría ver la cara que pondría Daila se llegara a verme babeando por el conde, ella siempre me llamó puritana e ingenua.

Recuerdo que estaba furiosa cuando nos marchamos de Hilaria, me entristeció mucho dejarla atrás, pero no podía quedarme junto a mi padre.

Ella seguramente me hubiera insistido en que me arrojara a los brazos del conde.

— Si tu lo dices — Jesica volvió su vista a las cebollas.

— Aún así, me parece que no es de esos libertinos, en cambio el caballero que lo acompañaba en la mesa sí — Opiné, descartando otra cebolla, apestaba a podrido.

— En eso tienes razón — Concordó Leila.

— A mí me parece muy guapo — Dijo Jessica, con rostro de tonta, seguramente yo también me veía así cuando observaba o pensaba en el conde.

Si supiera que llevaba dos noches durmiendo con la chaqueta abrazada a mi pecho. Lo que me hacía recordar que debía entregársela.

— De ese no es necesario sospechar, por encima se le nota que es un mujeriego — Gruñí, recordando a ese sujeto, también me había percatado de su mirada en mí, podía tener una bonita apariencia, de cabello negro y piel canela, pero me daba una sensación de incomodidad, de ese si me mantendría lejos.

— Vaya, al parecer te cayó de la patada — Leila alzó sus cejas — Eres la primera de las sirvientas en tener esa impresión del Señor Javier.

— Porque es un sujeto que si se atrevería a hacer eso que ustedes dicen.

— Valdría la pena — Musitó Jessica, enrojeciendo.

Contuve un gesto de asco.

Después de eso me ordenaron llevar la cesta con la cebollas podridas a la parte trasera del jardín, donde estaba el establo.

Usé la puerta trasera de la cocina para salir y caminé por la hierba.

Todo estaba color café por el otoño.

Llegué a la puerta del establo y entré.

Se la lancé a los cerdos, todos corrieron desesperados dentro del corral para tragarse las cebollas a prisa.

Giré mi vista hacia los caballos.

¿Cuál era el del conde? Todos eran muy finos, debía verse muy guapo montado en uno de esos sementales.

Salí del establo y volví a la bodega.

Ahora estaban seleccionando los tomates.

— ¿No viste al Señor Javier?

— No.

— Acaba de irse — Insistió Jessica con el tema de ese sujeto.

— Estaba en el establo, desde allí no se ve la entrada.

— ¡Doncellas! — Gruñó la ama de llaves, parándose en el umbral — ¡Dejen de hablar, eso retrasa el trabajo! — Me observó a mí, aún de pie con la cesta colgando de la mano — ¡Ve a presentarte con el conde! — Ordenó y me tensé, las otras dos me dieron miradas insinuantes.

— ¿Y eso por qué?

— Él ordenó tu presencia en el estudio, así que ve, algo debiste hacer mal para que pidiera hablar contigo en privado.

Asentí con la cabeza, dejando la cesta en el suelo para marcharme de la cocina.

Maldición. Apestaba a cebolla podrida y mi delantal estaba sucio.

Se me aceleró el corazón y empecé a temblar mientras me dirigía allí. Ya sabía donde se encontraba el estudio, el día anterior habíamos limpiado allí, en la tarde, cuando el conde ya no lo estaba ocupando.

Me detuve frente a la puerta y me aclaré la garganta antes de tocar.

— ¡Adelante! — Su voz se oyó, firme y varonil.

Abrí la puerta y entré tímidamente.

— Con permiso mi lord — Murmuré.

Elevó su vista del escritorio, estaba sentado detrás, con sus brazos apoyados sobre la madera.

Sus ojos se enfrascaron en mí y cerré la puerta, avanzando solo tres pasos, con timidez.

— ¿En qué puedo ayudarle?

Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás.

— ¿Cómo le está yendo en el trabajo? — Contestó con otra pregunta, tomando una postura erguida en la silla, parecía un poco incómodo o nervioso, no, era imposible que un hombre como él éste nervioso, eso solo le sucedía a las señoritas como yo, no a los guapos.

No supe hacer con mis manos, así que las mantuve a los lados, tomando mi falda.

— Bien, muy bien.

Intentó sonreír, pero no lo hizo.

— Puedo cambiar cualquier cosa que no le agrade — Se ofreció y negué con la cabeza.

— No hace falta, estoy bien así.

Parpadeó un par de veces, jugando con el sello en sus dedos.

— Cualquier cosa que desee, no dude en pedirlo.

¿Será cierto que me quiere de amante? Algo extraño se alejó en mi estómago o más abajo, la idea no me gustaba, pero ¿Qué rayos le sucedía a mi cuerpo?

— No se tome esas molestias — Mis mejillas ya estaban ardiendo — No es necesario.

— Ya le dije que no le cobraré nada, ni la ayuda prestada, lo hago de corazón — Dijo, apretando sus labios sensuales.

Estaba actuando tan extraño.

— Me conformo con el trabajo.

— Quiero que sea mi sirvienta personal — Dijo, hablando rápido y autoritario.

— ¿Y eso en qué consiste? — Mi voz se tornó un poco débil.

— Sencillo — Dejó el sello sobre el escritorio — Se encargará de lo que yo necesite.

Me tensé, mi corazón desbocado, sus palabras no tenían otro sentido sino laborar, pero yo estaba pensado en que eso me acercaría más a él.

— ¿Cómo qué cosa?

Se encogió de hombros — De ordenar mi habitación, preparar mi baño y mi ropa, traerme el desayuno cuando no puedo comer en el comedor... Cuando esté trabajando aquí quiero que me traiga lo que necesite, si me provoca un café o cualquier otra cosa, por ejemplo, agitaré ésta campana — Tomó la campanita que estaba sobre los papeles, la sacudió e hizo un sonido fuerte — Cuando escuche esto debe presentarse aquí.

— ¿Qué hay de mis otras tareas?

— Ya nos las hará, solo se encargará de cumplir con lo que yo pida, no tendrá tiempo ni energía para llevar a cabo sus pasadas tareas.

— Como usted ordene mi lord — Me incliné en una reverencia.

— Otra cosa, cuando me vaya de viaje, usted debe acompañarme — Su expresión era la de un patrón.

¿Viajar con él? ¿Solos?

— ¿Por qué debo hacerlo?

— Son las tareas de las sirvientas personales, acompañar a su patrón y servir en lo que pida.

— Entiendo ¿Y si usted no quiere nada? ¿Dónde debo estar? ¿Tengo que quedarme aquí o dónde usted se encuentre para esperar a que me ordene algo? — Pregunté con dudas y se quedó sopesando una respuesta.

— Descuide, siempre tendrá algo que hacer.

— Está bien.

— Tráigame un café — Ordenó de una vez.

— Enseguida, mi señor.

— Cuando vuelva, le explicaré su nuevo horario — Explicó y asentí con la cabeza.

Me giré y salí del estudio.

Volví a la cocina, pregúntame si aquello tenía que ver con hacerme su amante. No, él no era de esos, simplemente necesitaba a alguien que le sirviera en todo momento.

— El señor quiere un café — Dije a los cocineros.

— Vuelve a tu labor, yo se lo llevaré — Dijo la ama de llaves y negué con la cabeza — ¿Cómo qué no?

— El conde me dió órdenes de que yo se lo llevara, soy su sirvienta personal — Dije y se quedó con la boca abierta.

Leila y Jessica se asomaron desde la bodega, con gestos atónitos también, pero luego susurraron cosas que no alcancé a oír.

— ¿Sirvienta personal?

— Si, es lo que acaba de decirme, para eso me llamó.

— Pero... El conde jamás a necesitado una sirvienta personal — Parecía haber envidia en los ojos de la jefa — ¿Por qué eligiría a una novata cómo tú?

— Órdenes son órdenes — Intervino el cocinero, sirviendo café de la tetera en una taza — Debemos acatar todo y si la elogió como su sirvienta, entonces debe ser así.

La mujer no dijo nada y se cruzó de brazos.

Tomé la taza y volví al estudio.

Entré sin tocar y lo dejé sobre el escritorio.

Estaba haciendo cuentas, así que no elevó su mirada.

— Muchas gracias, Señorita Marta.

— A la orden ¿Ya me puedo retirar o desea algo más?

— Recuerde que íbamos a acordar su nuevo horario — Elevó sus ojos.

— Es cierto — Me apené — Lo olvidé.

— No puede olvidar nada, preste suma atención — Estaba muy serio y tragué con fuerza — Siéntese.

Hice lo que me pidió.

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Comments

maricela gomez

maricela gomez

está loquito por usar el pirulino

2024-05-14

4

maricela gomez

maricela gomez

está novela es muy relajante 😂😸😂😸😂😂

2024-05-14

0

San Aguirre

San Aguirre

Ya está pensando en matrimonio y no en entrar al convento 😝😝😝

2024-05-06

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