Mi corazón murió con mi madre

En el despacho Liam revisaba que todo estuviera en orden, estaba alistando documentos importantes del bar, el cual había comprado hace ya algunos años, para el, era importante poder tener con que financiar sus búsquedas, necesitaba encontrará al asesino de su madre, lo haría pagar por él sufrimiento que le causó, su madre lo era todo para él, pero ese idiota la asesino cuando él solo tenía siete años, jamás olvidaría el rostro de ese hombre. Menos desde que lo encontró, únicamente que le era imposible acercarse a él, ya que este era policía, si al menos sus poderes fueran más de defensa, pero no, sus poderes eran de sanación, y podía hacer que las personas dijeran la verdad cuando el quisiera.

Liam tenía nueve años cuando descubrió su talento, justo en el orfanato donde creció, era muy listo, y podía sanar sus heridas, al principio se asustó, pero decidió no contarle a nadie, era mejor guardar el secreto.

Liam miraba sus manos, y tocó la marca en su hombro, y recordó lo que su madre siempre le decía.

"Eres especial, tu padre también lo era"

Liam estaba enojado, ¿por qué su padre no estuvo para él? Su madre solo le decía eso que ambos eran especiales, pero nunca le dio detalles de quién podría ser, pero Liam lo odiaba, pues creía que si él hubiese estado ese día, su madre seguiría con vida.

Liam estaba sumido en sus pensamientos cuando tocaron la puerta.

— Adelante —

El encargado del bar ingreso de inmediato.

— Señor, esa chica nueva está haciendo un desastre, tiene que hacerla parar, mire justo en este momento está insultando a uno de nuestros clientes —

Justo cuando dijo eso Liam se levantó de su asiento, y mirando hacia el bullicioso lugar, vio a la joven darle una cachetada al hombre que le gritaba como un demente. Liam se dirigió de inmediato, y el encargado iba detrás de él, al fin su señor iba a despedir a esa joven.

Al acercarse escucho la pelea que tenía la joven con el tipo.

— ¿Crees que puedes venir y manosear a quien quieras? — Le dijo coralina al tipo.

— Cállate zorra, que para eso están —

— Por supuesto que no, nuestro trabajo es solo servir los tragos, no dejarnos manosear por idiotas como tú —

El hombre claramente borracho, se acercó intimidante, mientras que coralina se alistaba para darle con todo lo que tenía, para esto se preparó toda su vida, el hombre levantó la mano, para abofetear a la chica, pero coralina lo detuvo, y tomándolo del brazo lo levanto y lo lanzo al suelo de espalda, dándole un buen golpe.

— Ohhhh — Todos en el bar corearon.

La música ya se había detenido, todos estaban concentrados en la pelea que tenían estos dos. Coralina colocó su pie en la parte baja del tipo, apretando y causándole dolor.

— Si, quieres que te atiendan de otra forma, te aseguro que este no es el lugar adecuado, y si vuelves a faltarle el respeto a cualquier otra, te arranco las pelotas, ¿Me oíste? —

El tipo solo se quejaba, intentando quitar a coralina, pero la joven tenía bastante fuerza.

— ¿Que si oíste? —

— Sí, si. Ya suéltame —

Coralina apretó una última vez y luego lo dejo, dando vueltas para volver a trabajar, pero allí vio esos ojos azules que la aturdían, mirándola de arriba a abajo, Liam la tomo del brazo y se dirigió a su despacho, una vez entraron cerró la puerta necesitaba hablar con la joven.

Ambos se quedaron mirándose de arriba a abajo, Liam se acercó y la reviso, viendo que no le hubiese pasado nada, coralina solo lo miraba un poco extrañada.

— ¿Por qué hiciste eso? — Liam le pregunto preocupado.

— ¿Por qué él empezó, o acaso debía dejarme intimidar de esa forma? —

— No lo digo, por qué hicieras mal, solo que pido haberte pasado algo —

— Pues como vez, no me pasó nada, y ya te lo dije sé defenderme sola —

— A la próxima llámame, no quiero que te pase algo malo — Liam se veía preocupado.

Por primera vez coralina vio unos ojos compasivos, y no esos fríos ojos que le mostraba.

— ¿Te preocupas por mí? ¿Qué, ahora me ves con otros ojos? —

Liam cambio su expresión.

— Para nada, lo hago, porque si te pasa algo el bar lo tendría que pagar, imagínate, no solucionaré tus problemas... sería demasiado para este negocio —

Y allí volvió, el chico frío que coralina conoció, la joven frunció el ceño, increíble como el chico puede cambiar de humor.

— ¿Bueno y a ti que te importa eso? Si me pasa algo debe pagar el dueño, no tú —

Liam se echó a reír.

— ¿Tú crees que sigues aquí, por tus grandes conocimientos? O ¿Por tu destreza al servir? No coralina, estás aquí, por qué yo quiero... estás aquí, por qué yo lo permito... estás aquí por qué yo soy el dueño —

Coralina abrió sus ojos como platos, ahora entendía por qué el cangrejo de allá afuera no la había echado ya, este idiota era quien la había contratado para mesera.

— ¿Tú eres el dueño? —

Liam solo levantó las manos, mostrándose así mismo, se inclinó para hacerle una reverencia, la cual para la joven solo era una burla.

— ¿Cómo ves? —

— No terrible, no solo te encuentro anoche en esa discoteca, sino aquí también, y además eres mi jefe — la joven suspiro — increíble.

— Si, eso digo yo... increíble — el chico se sentó en la mesa de escritorio — No me estarás siguiendo ¿o si?.

— No seas idiota —

— Anoche dijiste que buscabas a alguien, espero no ser yo —

— Por supuesto que no, yo busco a alguien con un corazón noble, como lo era su padre... No a un idiota que ni tiene corazon —

Liam endureció su mirada.

— Mira coralina, puedes quedarte con el empleo, pero no quiero que te metas en problemas, por tratar de defender a todo el mundo, tienes que entender que el mundo es muy cruel, y para sobrevivir debes hacer lo que sea necesario... Ahora sal y continua con tu trabajo —

Coralina vio dolor en la mirada de Liam, se sintió un poco mal, por lo que dijo, pero ya no tenía remedio enmendar su error, así que salió del lugar, era mejor esperar a que el chico se calmará y hablar con él, para pedirle disculpas.

Liam apoyo sus puños en la mesa, y cerró los ojos un momento.

— Tienes razón coralina, no tengo corazón, porque lo destruyeron cuando mataron a mi madre —

Liam, tiro todo lo que estaba en su escritorio, estaba enojado consigo mismo, pues a pesar de tener a su enemigo cerca, no había podido ni siquiera tocarlo, el maldito estaba bien protegido, y más siendo alguien importante en la jefatura de la comisaría.

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