Una princesita

El auto se detuvo fuera de un gran edificio, coralina se bajó admirando el lujoso lugar, si, bien en dónde mía vivía era espectacular, este lo era el triple, este lugar era completamente acogedor. Liam se bajó del auto, y le entrego las llaves al joven que estaba fuera del edificio, y tomando a coralina del brazo ingreso al sitio. La recepcionista, sonrió al ver al joven ingresar, pero luego vio a la joven que lo acompañaba y dejo de sonreír, ¿esa quien era?, pensó que sería una más de las conquistas del joven, aunque luego lo pensó mejor y se dio cuenta de que la joven era la primera en ser llevada a ese sitio, o al menos cuando ella está en recepción. Ambos ingresaron al ascensor y Liam presiono el botón del último piso, estuvieron en silencio durante todo ese tiempo, hasta que las puertas del aparato se abrieron, mostrando un pasillo, Liam camino hasta la puerta y coloco la clave, abriéndose de inmediato la puerta, coralina lo seguía de cerca, y se impresionaba por la tecnología, luego Ambos ingresaron.

En la cocina Liam tomo una botella de agua, mientras pensaba en como hacer hablar al imbécil que tenía en una de sus bodegas. Hasta que fue interrumpido por coralina.

— Y bien, ¿Dónde dormiré? —

Liam solo tomo un sorbo de la botella, y luego señaló el sofá.

— El sofá está libre, además es cómodo — Le dijo sin siquiera dudar.

— Ok, te agradezco mucho tu ayuda, aunque seas un idiota de primera —

Liam se sorprendió de que no se quejara por dormir en el sofá, pero decidió no darle más importancia.

— Te ayudo y terminas insultandome. Increíble —

— Bueno es que fuiste muy idiota con esa chica, independientemente de lo que pasara, no debiste tirarla así —

— No voy a hablar contigo sobre lo que pasó, pero te repito, algún día te meterás en problemas si sigues metiéndote no te llaman —

— Bien, pero lo hiciste mal hoy, pero igual, gracias —

— Ya cállate y duérmete —

Liam salió en dirección a su habitación, cerró la puerta y se apoyó en ella, cerró los ojos y empezó a tranquilizarse, cada vez que veía a la joven le parecía exquisita, y lo tentaba, cada vez que hablaban solo podía observar sus labios, eso lo estaba matando, pero para su suerte ya mañana esa tentación se irá de su casa. Liam se metió a la ducha, y al salir, recordó que la joven no tenía ninguna colcha con la cual protegerse del frío, así que salió con una que tenía en su habitación. Coralina quien intentaba acomodarse en el sillón, se colocó colorada al ver al joven con su abdomen descubierto, este únicamente venía con la toalla puesta. Liam al verla de esa forma sonrió, la joven era bastante inocente y eso le gustaba más, se le hacía encantador.

— Toma, para que no sufraz de frio hoy —

El chico le lanzo la colcha, coralina la tomo de inmediato, y con la mirada fija en la televisión respondió:

— Gracias, la iba a necesitar —

Liam la dejo sola, y entro a su habitación, se colocó unos pantalones y se acostó en la cama, mirando hacia el techo, recordó la cara roja de la joven y sonrió. Coralina afuera únicamente se pasaba las manos por su rostro, el joven se le hacía muy atractivo, pero no podía caer, él era un patán, y élla no quería salir con idiotas como el.

A la mañana siguiente cuando Liam se despertó, coralina estaba intentando prender la estufa, pero la joven no tenía ni idea de nada de cocina de ese lugar, el joven sin que ella lo viera, la vio luchar con la estufa, incluso la vio brincar cuando la logro encenderla, coralina coloco una olla con agua y café, pero en vez de echarle azúcar le coloco sal, a Liam se le hizo raro que la joven no supiera ni preparar un café. Allí estuvo de pie observándola, hasta que decidió alistarse para trabajar, tenía asuntos pendientes. Coralina terminó lo que estaba haciendo y sirvió una tasa de café, esperando a que Liam saliera, quería agradecer su ayuda de alguna forma. Cuando Liam salió ya vestido, coralina de inmediato lo interceptó.

— Mira aquí hay café, lo hice en agradecimiento —

— Así, pues gracias, pero no quisiera morir envenenado —

La joven abrió la boca y arrugó él entre cejo.

— Yo no quiero envenenarte, no lo haría nunca —

Liam, solo quería molestarla, y obvio que se diera cuenta por sí misma que era lo que le había echado al café.

— Bueno, entonces pruébalo —

— ¿En serio crees que tiene veneno? —

— Lo que creo es que algún día matarás a alguien —

— Lo probaré y verás que no tiene veneno —

Coralina tomo la tasa y le dio un sorbo, pero de inmediato lo devolvió, arrugando la cara de disgusto, mientras que Liam solo se burlaba de la situación.

— Ok, puede que si esté feo, pero eso ¿Qué era? —

— Le echaste sal en vez de azúcar, sabes me sorprendes —

—¿Por qué? —

Liam se acomodó en la barra de la cocina, mirando a la joven, con esos ojos azules intimidantes.

— No sabes hacer un café, te sorprendes por todo lo que vez, ayer no sabías ni como volver a casa, además, de no tener ni un centavo encima. ¿Quién eres? —

—Coralina, ya te lo dije, y puede que no sepa cocinar, pero sé hacer otras cosas —

— Me intrigas, eres rara, hasta un momento llegué a pensar en que quizás solo eras una princesita de casa, pero no sé hay muchas cosas contigo que no me cuadran, pero ya no importan, después de hoy no los volveremos a ver, así que adiós —

Liam señaló hacia la puerta, coralina salió, estaba furiosa, el chico era muy perspicaz cuando quería, así que lo mejor era irse, se dirigió a la salida, pero no tenía ningún plan.

— Deberías buscar un empleo, para vivir en esta ciudad necesitas dinero, claro si es que no tienes uno — Liam le dijo a sus espaldas.

— Gracias, eso haré —

Coralina salió del edificio y se dirigió camino a buscar un empleo como le había sugerido el chico, esperaba encontrar algo pronto, no podía estar a la deriva, si tan solo no hubiese perdido sus joyas.

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