Había pasado tanto tiempo desde que había tenido una conversación normal con alguien que no deseaba lastimarme. No sabía qué hacer. Las ratas de mis pies una moribunda y la otra con un trozo de pan rancio en su boca me observaban.
¿Quién eres? _ repitió
¿Qué tanto interés tendría una perfecta desconocida al encontrar una persona en mi estado? En un pasillo sucio, lúgubre, apestoso. Alguien normal tendría miedo. Ni siquiera tomaría este camino. Mi habitación estaba al fondo. Tampoco tendría donde ir. No había salida. Tal vez esta perdida o sería una de los dotados rebeldes. Perfecto. Mi hora al fin llego, pensé
Su mirada penetraba mi silencio a la espera de una respuesta. Por supuesto que no conteste. Tal vez mi nombre le disguste o se ría. Quien sabe...
_Mi nombre es Ana...
Que extraña mujer. Nunca tuve intenciones de saber quien era, y así mismo se presentó. Supuse buscaba empatía de mi parte.
Su pulsera me llamaba mucho la atención. No era del mismo lugar del que yo provenía. Era diferente.
_ Que bonita tu pulsera _ dijo arrojando la colilla del cigarro a las ratas. Sin notarlo el humo de su boca ya estaba en frente de mi rostro al igual que ella. Me sorprendió mi distracción y falta de atención. Era presa fácil de cualquiera si dependía de mis reflejos.
Di un paso atrás y me tomó de la mano. La observo detalladamente. En mi imaginación creía ver como desintegraba aquella molesta pulsera de mi muñeca. Pero solo la comparo con la suya.
Se rió en mi cara. Vaya sorpresa. Lo que faltaba era que otra idiota como yo se burlaban de mi condición.
_ No me temes? _ le pregunté
_ Temerte? JAJAJAJA _ su carcajada grave me había aturdido
_ ¿Por qué temería de una simple humana que gracias a las circunstancias de la vida mato a alguien?
No podía entender como podía saber algo así. Pero claro... la pulsera...
_ Tu eres igual que yo.
_ ¿Igual que tú? jamás.
_ Te encerraron por otra cosa entonces.
_ Mmm podría decirse. Acaso... ¿Quieres saber?
No quería seguir su juego. Algo en ella no me cuadraba. Pero en el fondo quería saber su historia.
_ Bieeeen... te diré de todos modos. Corte el cuello de un hombre por sobrepasarse con migo.
Vaya, y ¿donde quedo que no nos parecíamos?
Continuo _ O tal vez asesine a dotados de la Guardia Civil.
Me causó gracia aquello último.
_ ¿Porqué te ries?. ¿No crees que con mi don pueda acabar con ellos?
_ Los humanos normales no pueden contra ellos.
Me vio confundida.
_ Acaso no lo sabes ¿no?
_ ¿Saber qué?
Nuevamente me enseño su pulsera y note los números de color naranja. Los míos eran de color amarillo.
_ Creo no prestaste atención a tus clases. Los colores clasifican la peligrosidad de cada uno. Por eso no nos vimos en el mismo centro. Tu fuiste a uno para humanos peligrosos. Pero yo Fui al de dotados que cometieron algún delito. Luego siguen las pulseras rojas. Esas pertenecen a los superdotados asesinos. Cuídate de ese tipo de pulseras.
¿Como era posible no saber eso? tal vez omitieron esa información. A mi solamente me enseñaban a mantener la calma y ser tolerante.
_ Que envidia. Seguramente te trataban mejor que a nosotros.
Me reí. _ Tu no sabes nada.
_ Dime algo que no sepa. Baños de agua fría, camisas de fuerza, hambre, violaciones, choques eléctricos, uñas arrancadas, quemaduras... podría seguir si quieres.
Me resulta curioso. ¿Podría creer todo aquello que me dice?
_ Es extraño que no temas de un dotado con pulsera. No sabes de lo que puedo llegar a ser capaz ahora mismo.
_ Prefiero ser como esta rata moribunda próxima a morir que seguir como aquella otra que lucha por vivir comiendo pan rancio.
_ Yo soy como la que come el pan rancio. Vaya cobarde y débil resultaste ser.
Debo volver al trabajo. No quiero que el gordo venga a buscarme.
Levante la colilla del piso que aún seguía encendida y la apague contra la pared. Regrese al trabajo sin haberle dicho mi nombre a esa extraña.
La maldita rutina era agobiante. Los platos que me resultaba deliciosos mi estómago lo rechazaba. El ir y venir al baño se volvio tan tedioso que comencé a usar un tacho de lata que había encontrado en la basura. Ni pensar en bañarme. Volví a bajar de peso. Mi imagen era terrible. La cocinera ya no dejaba que descame los pescados. Mucho menos ingresar a la cocina. La maldita se creía la dueña del lugar. Mi tarea se resumió solo a sacar la basura. Estaba cansada. Por momentos me quedaba en aquel pasillo esperando a la mujer de antes. Deseaba retomar la conversación. No tenía problemas en presentarme. Era tan aburrido.
Mi habitacion parecía un tiradero. Debo cambiar esto. No seré la rata moribunda. Resultó que tenía mucha razón esa completa extraña. Tomé mi bolso y me fui del lugar. Nunca di explicaciones del motivo.
Pero jamás tome noción de algo tan obvio. Nadie querrá contratar una asesina.
Esa noche dormí en la calle. Difícilmente conseguí el sueño. Mucha gente recorre las calle habría y tiene sexo sin importar el lugar ni quien esté. Debí irme de allí debido al show que tenia frente mio. Malditos exibicionistas.
De mañana retome camino a la mismísima nada. Sin rumbo y a la suerte.
_ Vaya vaya. Mira nada más.
De nuevo aquella voz.
_ Veo que decidiste comer el pan rancio JAJAJAJ
Si claro. Ríete.
_ ¿Necesitas ayuda? Si me dices tu nombre podría ayudarte.
Solo diré que contesto porque tengo demasiada hambre.
_ Lilit. Mi nombre es Lilit
_ Hasta que al fin se tu nombre. Me llamo Luna.
No entendía. ¿Acaso no se llamaba Ana?
Se rió de mi. Como si supiera acerca de la confusión que había provocado.
_ Llámame como más te guste. Y seré quien tu quieras.
_ Eres una manipuladora.
_ Jaja bien. Me agradas
_ Alimentame y dame un techo.
_ Desacuerdo. Pero quiero algo a cambio.
Pues claro. Todo tiene un precio. Bien, seré como esa rata.
_ ¿Qué quieres?
_ Mmm déjame pensar.
Su mirada se detuvo en mi boca. Seguramente noto que faltaba uno de mis dientes.
_ Ya se!! Seras mi juguete sexual. Como un perro.
Wow. Fue lo último que pensé que diría. ¿De verdad quiere eso de mi? ¿Acaso no vio mi aspecto? Supongo tiene algún tipo de fetiche.
_ Solo si soy tu juguete. Nadie más podrá ver ni tocar.
_ JAJJAJ de verdad creíste en eso? Vamos. No te pediré tal cosa. Me agradas. Ven déjame ayudarte. Por cierto... apestas terriblemente
_ Gracias, es un gran cumplido
Su risa grave era extraña y molesta. Supongo debere acostumbrarme a ella. Muchas opciones no tengo aquí.
Su casa no era tan diferente a la mía. Pero por lo menos tenía ventanas y un baño. Era un privilegio para mi disfrutar de un baño cercano a la cama. Y hablando de ella. Si. Una cama pequeña. ¿Podré dormir en esta misma cama o me tocara el frío piso?
La comida no era tan abundante pero sabia lo suficientemente bien. ¿Esta mujer de que trabajará para conseguir todo esto?
La ducha no funcionaba. Pero por suerte el agua estaba caliente. Casi no sentía el frío que ingresaba por debajo de la puerta. mi piel olía a jabón. Casi llore de la felicidad. Algo tan simple me levanto el ánimo por las nubes. Añoraba eso.
A la hora de dormir no supe que hacer. Aquella mujer se había recostado en el centro de la cama sin darme la más mínima señal de sonde ubicarme. La miré y tomé la única silla que había. me recosté sobre la mesa y traté de dormir.
_ ¿Eres idiota?
La mire
_ Ven aqui. _ señalando a su lado
Me levante y me recosté a su lado. La luz de la calle pasaba a través de las rendijas de la ventana. El sonido de los grillos del exterior rompía con el silencio. No puedo dormir. El calor que liberaba su cuerpo no lo podía tolerar. Libere una de mis piernas de entre las cobijas. Mucho mejor. Pero claro... Debia pagar la cuota de la noche.
Aquella mujer había sobrepasado mi camisa con una de sus manos, abriéndose paso a mi pecho, jugando con el y gimiendo a mi oído. Era tan extraña aquella situación. No era una broma después de todo. No me opuse y dejé que jugará tanto como quisiera con mi cuerpo. Mi oído ardía demasiado para cuando había comenzado a morderlo. Mi entrepierna se sentía extraña y un dolor molesto aparecía lentamente. Su calor ya parecía fuego. No quería voltear. Por momentos sentía su intención de ver mi rostro y montarse sobre mi. Aunque no duró mucho. Creía que sería su juguete como ella había dicho o que me obligaría a hacer otro tipo de cosas. Si quería seguir allí no tenía otra opción, solo debía acceder a lo que me pidiera. Resultó ser más simple de lo que pensaba. Ella sola se encargo de su cuerpo. No fue necesario ponerle una mano encima. Aquello me calmo bastante. Esta perfecta desconocida que me levanto de la calle como un perro, sin siquiera saber que fue lo que hice, pero con un pasado similar. Creo fue lastima lo que sintió por mi miserable vida. ¿O había algo más que ocultaba?
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