Luego de la sugerencia de Melina para tener una cita, comimos en silencio nuestro desayuno
-¿Puedes limpiar la cocina? – Preguntó Melina con una dulce sonrisa
Observé el desorden que hizo y me encogí de hombros, porque nunca comprenderé como una persona puede hacer tanto caos a la hora de cocinar
-No te preocupes porque yo puedo hacerlo – Respondí mientras daba un mordisco al horrible wafle preparado por Melina
Melina se levantó de su asiento, se colocó detrás de mí, puso sus manos sobre mis hombros, me dio un beso en la mejilla y me habló con el tono de voz más amable que hasta el momento le había escuchado
-Daniel, esta noche me gustaría que conversáramos sobre una propuesta que nos va a beneficiar a ambos – Me dijo Melina
No tenía idea de cuál era esa propuesta y sentía mucha curiosidad al respecto, la observé caminar hacia la entrada de la cocina y debo admitir que es una mujer muy hermosa y sexy, el problema es que ya perdí mi confianza en ella.
-¿Por qué no me lo dices de una vez? – Le pregunté con curiosidad
Noté que Melina dudó un poco, pero luego me sonrió ampliamente y negó con la cabeza
-Es una larga conversación y ambos debemos ir a trabajar
Hice un gran esfuerzo para comer el desayuno que preparó Melina y me di cuenta de que parte de la depresión que generalmente sentía se debía a lo insatisfactoria que era mi relación con mi esposa, algunos podrían decir que Melina es un vampiro emocional y el día de hoy me di cuenta de que era cierto, a medida que la cocina regresaba a un estado aceptable me preguntaba si mi vida sería de esta manera por el resto de mis días.
-Recuerda regresar temprano Daniel – Gritó Melina desde la entrada
Melina usaba su uniforme de trabajo y por lo general me excitaba cuando la veía porque le quedaba muy bien, sin embargo, cuando quiso darme un beso en los labios volví el rostro porque de repente sentí asco
-¿Ocurre algo Daniel? – Preguntó Melina
-Tengo algo de ardor en mi garganta – Respondí tocando esa zona
Fui muy convincente y Melina no insistió en besarme, no sé por qué en ese justo momento pensé en si ella había tenido las joyas de otro hombre en su boca y sentí mucha repulsión, necesitaba aclarar mis dudas o me volvería loco, sin embargo, el investigador privado me dijo que debía ser paciente y no alertar a mi esposa si quería obtener resultados.
-Solo tengo unas horas antes de que regrese Melina – Me dije a mí mismo
Una vez que Melina se fue a trabajar comencé a empacar muchas de mis cosas más valiosas.
-Buenos días – Dijo mi vecina
Me sobresalté cuando escuché que alguien me saludaba y me di cuenta de que se trataba de mi vecina, la de la mirada triste, traté de sonreír a pesar de mi amargura y debo admitir que me parece increíblemente atractiva pese a su expresión melancólica
-Buenos días -Le respondí
Me detuve un momento mientras observaba como ella se marchaba, luego recordé que tenía algo que hacer y subí las cajas a mi camioneta para dirigirme a mi otra casa, la cual queda en la parte norte de la isla, en uno de los lugares más exclusivos de la isla, este lugar lo compró mi papá cuando aún se encontraba en construcción y nunca se lo mostré a Melina porque deseaba sorprenderla cuando el lugar estuviera listo.
-Daniel, estoy sorprendida de que vinieras a visitarme – Dijo Gloria de Santos
Luego de mudar mis cosas a mi casa secundaria visité a mi madre y como siempre no perdió la oportunidad de señalarme sus preocupaciones acerca de mi relación con Melina.
-Mi jefe insistió en que me tomara un día libre
Mi mamá me dio un fuerte abrazo y despeinó mi cabello, fue agradable almorzar con ella debido a que mi padre se encontraba en el trabajo
-¿Esperamos por papá? – Pregunté con desconcierto
Observé como mi mamá puso una expresión de pesar y comprendí que las cosas entre ambos no se encontraban bien en ese momento
-Tu papá ahora rara vez viene a almorzar – Respondió mi madre
El motivo de mi visita era contarle a mi madre sobre mis dudas, pero me di cuenta de que ella tenía sus propias cosas con las cuales lidiar en este momento.
-Daniel, sabes que siempre puedes contarme lo que te pasa – Insistió mi madre
-Todo está bien mamá – Dije antes de despedirme
Melina debido a que David no la llamaba se sentía ansiosa y tras meditarlo un par de veces lo llamo al teléfono de su trabajo
-Melina acordamos que no me llamarías a menos que se tratara de una emergencia
Desde la mañana David estaba muy ansioso porque comunicarse con Magali había sido imposible, y aunque le gustaba mucho, Melina no estaba enamorado de ella hasta el punto de perder a su esposa cuando estaba a punto de ser ascendido
-Solo quería decirte que esta noche iba a hablar con Daniel – Respondió Melina
David esbozó una sonrisa porque suponía que Daniel se dejaría manipular por Melina y con suerte su relación con ella comenzaría una nueva etapa
-Espero por buenas noticias de tu parte – Dijo David muy sonriente
Melina se dio cuenta de la hora y decidió que era tiempo de irse porque debía vestirse para seducir a su esposo.
-Qué sorpresa que llegaste temprano -Le dije a Melina
Cuando regresa a mi casa me encontré con Melina, la cual ya me estaba esperando.
-Cariño, ve a darte una ducha y por favor no te vistas con esas horribles franelas que siempre usas – Dijo Melina
Odiaba realmente cuando Melina me decía que debía usar, luego recordé que esa noche tendríamos una cita y debía aparentar que todo se encontraba bien entre nosotros
-¿A dónde vamos?- Pregunté con curiosidad
A pesar de las críticas de Melina, yo me negaba a vestirme de manera más formal, vivíamos en un lugar tropical y siempre era un poco caluroso el clima
-Hice una reserva en sultán, y debemos estar allí a las 7 de la noche, así que date prisa o la perderemos
Me encogí de hombros y pensé en que por lo menos escogió un restaurante con un estilo de comida que me gustaba, luego de tomar una ducha me observé en el espejo y me di cuenta de que debía hacer ejercicios porque no me sentía a gusto con mi figura, mientras me vestía pensaba en lo incómodo que me resultaba este momento.
-¿Lista? – Le pregunté a Melina
Melina me observó de los pies a la cabeza y a juzgar por su expresión, yo lucía aceptable
-Te ves muy bien esta noche – Le dije para romper el incómodo silencio.
-Gracias -Respondió Melina
Melina, como siempre se esmeró en su arreglo personal y a pesar del malestar que yo sentía le ofrecí mi brazo para que ella se apoyara en mí, le abrí la puerta del auto y la ayudé a subirse en el asiento del copiloto, mientras conducía escuchaba su incesante conversación y luego de un tiempo dejé de prestarle atención
-Esta zona cada vez tiene muchos lugares de interés – Dijo Melina
Yo siendo honestos no sentía interés por caminar a su lado y admirar los locales de la zona comercial del centro, no obstante, a Melina solía gustarle que lo hiciéramos, además de que aprovechaba para hacer compras, vi la hora en mi reloj y aún era muy temprano, además de que nada de lo que allí estaba llamaba mi atención a excepción de un local que solía visitar cuando era un estudiante de secundaria y era una librería
-¿Daniel a donde vas? – Me preguntó Melina con irritación
Melina venía tras de mí y no comprendía por qué tenía esa expresión triunfadora, poco sabía que en un par de días me enteraría de cuál era la razón
-No es necesario que me acompañes -Le dije
No deseaba que Melina me acompañara porque cada vez que se trataba de algo que era de mi interés, ella solía presionarme para irnos porque estaba aburrida, no me había dado cuenta, pero Melina es un poco narcisista
-¿Buscaba algo en especial? – Me preguntó la vendedora
-Solo quiero ver en la sección de libros de segunda mano – Respondí con emoción
La verdad es que había una sección de la librería de libros de autores clásicos de segunda mano, los cuales tenían un gran valor y en el pasado siempre que visitaba este lugar buscaba entre ellos algún tesoro, caminé en dirección a ese espacio sintiéndome como un niño y me causó mucha gracia como una mujer se inclinaba en la punta de sus pies para intentar colocar un libro en el tramo más alto del estante.
-Permíteme ayudarte – Le dije
Tomé el libro en mis manos y lo coloqué en su lugar con mucha facilidad, volví el rostro y sorprendí al darme cuenta de que se trataba de mi vecina, esbocé una sonrisa y ella permaneció sin mostrar ninguna expresión.
-Muchas gracias – Respondió
Me quedé en silencio por un par de minutos observándola hasta que sentí que una mano me sujetó y clavó sus uñas en mi antebrazo
-Daniel se está haciendo tarde y vamos a perder la reservación – Dijo Melina con antipatía
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