A pesar de lo que estaba leyendo no actué de inmediato y estuve por media hora observando la pantalla sin reaccionar, para mi suerte soy una persona que ante las situaciones de mucho estrés me paralizo un poco antes de actuar, una parte de mí no quería creer lo que allí estaba escrito, pero la otra, por el contrario, me decía que debía comprobar la veracidad de esta información, para mi suerte mi lado pragmático salió a flote y me hizo
calmarme
-Estoy seguro de que ese correo no estaba dirigido a mí, pero ahora necesito saber a quién le escribió mi esposa.
Sabía que no podía demostrarle a Melina que sospechaba de ella, por eso decidí usar mis habilidades para borrar la evidencia de que recibí ese correo electrónico, así que abrí sesión en su cuenta con gran facilidad y no tuve que usar mis habilidades porque aún tenía la contraseña que yo conocía y antes de que me juzguen de controlador les pido que piensen en que harían ustedes si se encontraran en mi situación, para mi decepción su correo estaba limpio así que revisé la papelera y allí encontré algunos correos eliminados dirigidos a una persona aunque no eran tan explícitos, escuché el sonido de la puerta principal al abrirse y me di cuenta de que debía apurarme.
-Llegué – Gritó Melina desde la entrada
Melina, luego de la sesión de sexo duro y pervertido con David, regresó a casa con su esposo Daniel, creyendo que él jamás notaría su engaño, buscó en la cocina su comida y la encontró cuidadosamente empacada, se sonrió porque su esposo era demasiado amable para su bien, calentó la cena en el microondas y pensaba con malicia que después de tanto ejercicio era lógico estar hambrienta, aunque le pareció extraño que Daniel no
fuera a recibirla como el perro faldero que era, no le dio mucha importancia porque solo ella era su prioridad, al terminar dejó el plato sobre la mesa sin molestarse en lavarlo y se dirigió al baño para tomar una ducha.
-Daniel ya llegué – Gritó Melina nuevamente
Desde mi oficina la escuchaba gritar y mi deseo original era salir y confrontarla, pero con tan pocas evidencias era un gran error ponerla de sobre aviso.
-Estoy en la oficina – Dije finalmente
Melina entró en el cuarto de baño e inicio sesión en su teléfono y se dio cuenta de que el correo se encontraba en los borradores, dudó por un momento porque suponía que lo había enviado, sin embargo, ella no era muy diestra en el uso de la tecnología, por eso se encogió de hombros creyendo que se trató de un simple error
-Creí que lo había enviado – Se dijo a sí misma
Noté que Melina había iniciado sesión y que el correo fue enviado a otra persona, aunque era muy sospechoso, yo necesitaba comprobar si realmente me estaba engañando y tomar cartas en el asunto, la amaba y no quería que nuestro matrimonio terminara, sin embargo, la idea de que mis enormes cachos me impidieran salir por la puerta sin antes agacharme me llenaba de ira
-¿Quién es David Pérez? – Me pregunté a mí mismo
Recordé que cuando estudiaba en la secundaria tenía conflictos con un tal David, porque era el típico macho alfa, deportista y engreído que se aprovechaba de las chicas, y odiaba a los intelectuales como yo, aunque no
recuerdo cuál era su apellido, ahora que me di cuenta a quién iba dirigido el correo comprendía por qué se confundió Melina y es que ambas direcciones de correo eran muy similares, escuché que abrían la puerta de la oficina e inmediatamente cambié lo que estaba haciendo para no alertarla
-Cariño es hora de ir a dormir – Dijo Melina con mucha dulzura
Observé a mi sexy esposa, la cual acababa de tomar una ducha y usaba una toalla para secar su cabello mientras vestía una diminuta bata de baño, lo cual me llenaba de excitación, deseaba hacerle el amor en ese
momento, hasta que recordé el correo que envió y una enorme ira se apoderó de todo mi ser, debo admitir que me era muy difícil controlarme, la amaba mucho y por eso, aunque me llamen egoísta, no puedo compartirla con otro hombre, por eso en ese instante tomé la decisión de que si Melina tenía una aventura con ese David
Pérez me divorciaría de ella de inmediato
-Voy en un rato cariño porque aún no he terminado con mi trabajo – Respondí a Melina
-Es casi medianoche, vamos a la cama – Me dijo con picardía
Melina me sonrió de esa forma tan cautivadora que antes me hacía enloquecer y tuve que fingir y sonreírle de vuelta, aunque la verdad es que estaba muy abatido, pero con el paso de los años aprendí a ocultar mis emociones
-ve primero ya estoy por terminar – Le dije para que se marchara de mi oficina
Dudaba de mi esposa, por eso decidí llamar a un antiguo colega de la facultad, el cual a pesar de que estudió ingeniería en sistema, en realidad era un hacker y trabajaba para el departamento forense de la policía en
especial en casos de estafas.
-Daniel Alcalá, qué milagro hace que me llames – Dijo Braulio
Fue muy penoso admitirle a este colega lo que ocurría y sentí alivio de que no se burlara de mí, aunque me dijo que a pesar de que podía clonar el teléfono de Melina me ofrecería algo más efectivo y me enviaría la información de un investigador privado de su confianza
-¿Investigador privado?
-Daniel, cuando una mujer tiene una aventura, se convierte en el ser más vil y despreciable en la faz de la tierra, necesitas descubrir la verdad y salir de esa peligrosa situación
Evité reírme de mi desconfiado amigo porque en ese momento supuse que debido a su trabajo para la policía lo había vuelto una persona muy paranoica, poco imaginaba cuánta razón tenía Braulio en cuanto a que una esposa que tiene una aventura con otro hombre es el peor enemigo de un esposo.
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