A la mañana siguiente, allí estaba Inés, junto a la cama de Cristof, por más insistencias de Constanza la chica no se despegaba de su lado.
El joven despertó y ella fue corriendo a avisarles a todos. En cuestión de segundos la Habitación se había poblado.
-¿Cómo te sientes? Hijo.- pregunto Alberto dándole la mano.
-Adolorido.- musito -Pero creo que bien.-
-¿Qué ocurrió? Hijo ¿Quién te ha hecho esto?- pregunto él Duque.
-ES una larga historia.- dijo Cristof, pero se dio cuenta de que todos lo observaban, así que pidió un poco de agua y comenzó a hablar. Inés lo ayudo a beberla -Estaba en la taberna, cuando vi...- y miro a la chica que le tomaba la mano -Cuando vi a Benavides... Y decidí seguirle.-
-Oh, hijo, estaba solo.- le reprochó Alberto.
-La sé, padre, lo sé. Pero eso no es todo.-Lo seguí hasta llegar al bosque, donde se adentró cada vez más hasta llegar a los bandidos.-
-¡Oh, hijo!- exclamó su padre y las mujeres lo miraron consternadas.
-Me di a conocer y comenzó una lucha...-
-¡Por Dios! Cristof.- Exclamó Inés tapándose la boca con la mano.
-Me defendí como pude...- continuo estirando la mano hacia ella, quien se la volvió a tomar -Pero en medio de la pelea asesine a uno de los hermanos Renoir y el otro me disparó, ahí fue cuando decidí huir, para traerte la información, padre.- finalizó, luego de una pequeña tos y gemido de dolor -Lamento no haber podido hacer más.-
-¡Claro que no, hijo!- exclamó Alberto -Ahora solo preocúpate por recuperarte, que del resto me encargo yo.-
Los días seguían pasando y la recuperación de Cristof avanzaba a pasos acelerados, siempre acompañado por Inés, claro.
Por su parte Alberto seguía el rastro de los bandidos, temía por futuras represalias por el hermano Renoir muerto. Pero al parecer siempre iban un paso adelantado, cuando creían que llegarían a ellos, desaparecían.
Constanza despertó una noche y no encontró a su esposo a su lado, así que salió en su busca. Lo encontró en la cocina, bajo una tenue luz, apoyado en una mesa de forma pensativa.
-Te he buscado por toda la casa, me asusté cuando desperté y no te encontré a mí lado, prometiste que no dormiríamos en cuartos separados.- dijo caminando hacia él, quien esbozo una sonrisa al verla -Estás algo extraño últimamente.-
-ES que tengo muchas cosas en la cabeza.- respondió -Lo dé la tierra de los campesinos, el precio del trigo, que no nos ponemos de acuerdo con Bonaparte. Ahora también lo de los bandidos y el miedo a una futura venganza.-
-Entiendo.- dijo afligida, apoyando la mano en su brazo.
-Además, están presionando nuevamente con lo del heredero.- agrego sin pensarlo.
-¡Que quieren que haga si no me embarazo!- reaccionó afectada, sin poder contener las lágrimas.
-No, cariño, no debí decir eso...- respondió él, tratando de abrazarla -No me gusta verte llorar...- la tomo de la cintura y apoyo su rostro con el de ella.
-ES que desde que nos casamos, hace 6 meses, ese peso está sobre mis hombros.- explico Constanza secándose las lágrimas.
-¿Por qué sobre tus hombros? Amor mío, quizás el problema soy yo, no pienses eso.- la consoló -Lo que más me preocupa ahora es lo de Cristof.-
-ES que... Yo no quiero un bebé porque sea un deber...- comenzó a decir ella tocándole la mejilla -Yo quiero un bebé tuyo, un bebé con tus ojos, tus labios, tu nariz...-
Alberto la miro dulcemente y le beso los labios con ternura.
-Bueno... Mejor me voy a descansar...- comento Constanza y atino a marcharse, pero él le tomo la mano y la detuvo.
De un rápido movimiento la puso de frente a la mesa y de espaldas a él. Le corrió el cabello hacía un costado para poder besar su cuello, mientras de a poco bajaba la mano por el busto, bajando por su abdomen, llegando hasta sus bombachos, donde metió la mano y comenzó a juguetear en su zona íntima.
Constanza, entre jadeos, no podía más sé tanto deseo, tuvo que sostenerse la mesa para no desfallecer. Cuando la sintió preparada, la dio vuelta para sentarla en la mesa, estaba muy agitada y acalorada, ahí si se desprendió el pantalón para hacerla suya. Tanto era el deseo y fuego entre ellos que su esposa se recostó un poco en la mesa, pero tuvo que enderezarse para aferrarse a su cuerpo. Decidió provocar pequeños mordiscos en los hombros de su esposo, para acallar un poco lo que sentía, para no gritar.
No supo cuánto duro, pero Constanza nunca sintió tanto deseo en su vida. Cuánto al fin terminaron, se quedó abrazada a su esposo, no quería separarse ¡por Dios! ¡Cuánto lo amaba!.
Alberto se separó por un segundo para contemplarla, le beso los ojos, los labios, la nariz, con una sonrisa.
-Era el único lugar en donde nos faltaba hacerlo.- comento bromeando él y ella esbozó una carcajada.
Unos días más tarde, Cristof, había comenzado a levantarse. Constanza, estaba sentada en un sillón de su cuarto haciéndoles compañía a los jóvenes, que, reposando en un sofá, practicaban lectura. A pesar de su bordado se sintió aburrida, así que decidió retirarse, pensó que podía tener la confianza suficiente como para dejarlos solos y darles privacidad. Quiso dar una vuelta por el palacio.
Caminaba por los pasillos, hasta que pasó por la habitación de la antigua Duquesa, la puerta estaba abierta y también la ventana, seguramente para ventilar. Pensó ¿Por qué no entrar?
Se paró frente a un cuadro donde estaba una muy joven Duquesa Inés, junto a un hombre, quien supuso sería el padre de Alberto, a pesar de que él era muy parecido a su mamá, podía reconocer rasgos del antiguo Duque en su esposo. Continuo hasta una de las ventanas y comenzó a mira a través de ella ¡Se veía un hermoso paisaje desde allí!. Siguió hasta la mesita de noche y encontró un libro allí, de seguro lo estaría leyendo cuando murió, pensó, ya que recordó cuando Raquel le dijo que absolutamente nada del cuarto se había cambiado. Tomo el ejemplar entre sus manos y dejo caer lo que parecía ser una carta, se agachó para recogerla, se llenó de curiosidad y comenzó a leerla:
"Estimada Duquesa:
Confieso que no tengo excusa para mí crimen. Mí esposo era un hombre malvado que me maltrataba, pero cuando comenzó a ser violento con mí pequeña tuve que tomar medidas. Ahora recibiré mí castigo.
Cómo no sé escribir le pedí a mí párroco y confesor que le envié esta carta por mí. No reclamo ningún derecho, solo pido por techo y comida para mí pequeña Inés, quien se llama así en su honor."
(Claro, la mamá de Inés trabajo aquí, recordó. Luego continuo leyendo para ver si podía entender más.)
"De mí parte, nuestro secreto morirá conmigo, en la horca. Solo lo sabemos borras y mí confesor, quien escribe. Alberto jamás se entera de que hui, llevando a nuestra pequeña hija en mí vientre.
le ruego proteja a mí gran tesoro.
Eternamente agradecida.
Rita."
Constanza quedó estupefacta, en ese momento entro Alberto y ella lo miro.
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Updated 21 Episodes
Comments
Maria Elena Maciel Campusano
Oh sorpresa😮😮😮
El Duque ya tiene su heredera 🤔🤔🤔
O tiene que ser hijos con su legítima esposa🤔🤔🤔
2024-07-05
4
Rosesvanille
JAAAAAAAA LO SABÍA!! Inés era su hija 🥹Soy bruja 🧙♀️🔮
2024-06-30
3