capitulo 11: "Reencuentro"

La tarde se presentaba muy placentero, estaba soleado y corría una brisa cálida. Constanza observaba el jardín desde su terraza, junto a su dos canes. Miraba fijo hacía unos bancos algo escondidos detrás de unos árboles. Allí, se encontraba Cristof leyendo un libro, aunque prácticamente no se veía.

Tal vez, estaría haciendo unos gestos con su rostro, porque Inés le pregunto si se sentía bien.

-Si, muy bien, cariño.- respondió tomándole la mano, pero se quedó pensativa -¿Sabes que? Iré a dar un paseo por el jardín.-

-Está bien, excelencia.- dijo la muchacha atinando a seguirla.

-No, no. Iré sola, no te preocupes.- se apresuró en decir.

-¿Cómo que irá sola?-

-Por favor, criatura, tomate un descanso de mí.- le dijo simpáticamente. Luego respiro hondo, tomo valor y fue hacia el jardín.

Camino directo a Cristof, decidida, seguida por su Rosco y Ulises.

-¿Podemos hablar?- pregunto en cuanto llego a él, pero el joven la miro de muy mala manera y se movió para marcharse, quedando así, completamente ocultos detrás de los árboles. Ella lo siguió, no lo podía dejar escapar -¡Te extraño!- Exclamó para detenerlo.

Cristof se paró en seco, luego de un tiempo se volteó con una sonrisa.

-Extraño nuestra amistad.- aclaro, y la expresión en el rostro del muchacho se transformó, demostrando desilusión.

-Pero yo te amo.- la contradijo firmemente el joven.

-Claro que no, es lo que tú crees, pero...-

-¡Si! ¡Te amo!- insistió él exaltado, se movió hacía ella -Y sé que tú sientes lo mismo.-

-¡Claro que no!- Exclamó la Duquesa nerviosa, no le agradaba el acercamiento.

-¡Acéptalo! ¡Déjame demostrarlo!- insistió Cristof y la tomo entre sus brazos.

Constanza comenzó a forcejear, tratando de que no la bese. "¡No, no!", exclamaba, muestras Rosco y Ulises se alteraron al notar los nervios de su ama.

-¡ESTOY ENAMORADA DE TU PADRE!- grito empujándolo y él la soltó de inmediato, los canes se entre pusieron entre ellos gruñéndolo -Quizás lo ame desde el momento en que lo vi, aunque nunca lo quise aceptar.-

Cristof, quien miraba hacia el piso, levanto la cabeza. Ella trato de calmar a los perros.

-¡ÉL NO ES MI PADRE!- grito.

Ella lo miro sin poder creer lo que escuchaba.

-¿Eso es lo único que te importa de lo que te acabo de decir?- pregunto -¡Te crio como tal! Y le duele cada desprecio de tu parte.-

Cristof la miro envuelto en furia, pero hablo más calmo.

-No quiero volver a hablar contigo, o verte, hasta que me marchó.- finalizó dando media vuelta y largándose.

-¿Otra vez huyes? ¡Cobarde!- pregunto muy fuerte -¡AHHH!- grito enojada, al ver qué él la ignoraba.

Pasaron unos días, y como Cristof había dicho, no había vuelto a hablar con ella, prácticamente no se veían.

Por otra parte, Constanza se ocupaba de la organización del palacio y sus perros. Además, había hecho amistad con las familias de campesinos con problemas en sus tierras e iba a visitarlo con frecuencia, para llevarles dulces, tartar, y asegurarse de que no les falte nada. También, pasaba la mayor parte del tiempo que podía con su esposo, sobre todo para distraerlo de sus problemas con Cristof, que tanto lo apenaban. Y por las noches, largas demostraciones de amor.

Una mañana se preparaba para desayunar, estaba sentada frente al espejo, mientras Inés le peinaba su larga cabellera dorada. De repente se quedó pensativa.

-¿Sucede algo? Señora.- pregunto la chica.

-Eso muy pronto, y tal vez, esté equivocada, pero... aún no me ha bajado.- respondió ella con una sonrisa tímida.

La muchacha pegó un pequeño grito y se tapó la boca con las manos.

-¿Usted cree?- pregunto Inés con una sonrisa ansiosa.

-Ay, no sé, cariño...- respondió la Duquesa con una sonrisa alegre -¿Crees que debería decirle a Alberto?-

-Amm, yo no sé de estas cosas, señora...-

-Ojalá que sea, pero ¿Y si no es?-

La muchacha miraba con una nueva el reflejo de la Duquesa por el espejo, quien se mostraba pensativa.

-¡Termíname de peinar!- termino diciendo Constanza muy efusiva y feliz.

Constanza, prácticamente corrió al despacho de Alberto muy ansiosa, tanto así, que entro sin tocar. Se tranquilizó al darse cuenta de que su esposo no estaba solo.

-oh… Lo siento.- dijo avergonzada y atino en marcharse, pero el Duque la detuvo.

-Ven, pasa, esposa mía.- dijo estirándole la mano, ella caminó hacia él -Te presento al Marqués de Roth.-

-Veo que mucho más bella de lo que me han contado...- la algo el hombre mayor, de unos 75 u 80 años. Constanza respondió con una reverencia.

-Muchas gracias, pero... ¿Puedo preguntar quién le ha contado?- pregunto intrigada.

-Buenos, además del Duque, quien solo tiene palabras de halago hacía su esposa...- y ella sonrió -mi esposa estuvo presente en su boda.-

-Oh, si, la Marquesa de Roth, claro.- pronunció dándose cuenta.

-Sí...- musitó Alberto, dándose cuenta la expresión en el rostro de su esposa.

-Ahora será su compañía por una temporada, ya que emprenderé un largo viaje en el mar y no me agrada dejarla sola en el castillo de Roth.- agrego el Marqués.

-No termino de entender.- aporto ella, pero si entendía.

-Que... Se quedará aquí... En lo que el Marqués regresa...- explico el Duque y la sonrisa en el rostro de Constanza se desvaneció. Lo miro sería por un segundo y su esposo tragó saliva incómodo.

-Será un placer, señor Marqués.- dijo al hombre disimulando su disgusto.

Luego fueron hacia la sala, donde no le quedó más remedio que recibir a la Marquesa de la mejor manera. Le dijo a Raquel que la ayude a acomodarse y que le derive a Amparo como ayudante de cámara.

Estaba en su cuarto, doblando algunas prendas cuando entro su esposo, ella lo miro de modo hostil y continuo con lo suyo.

-¿Sabías que a eso lo pueden hacer las personas de servicio?- pregunto él Duque caminando hacia ella.

-Lo puedo hacer yo.- respondió sin mirarlo -Creí que estabas atendiendo a tu "amiga".-

-¿Estás celosa?.- pregunto Alberto corriendo un rubio de su hombro.

-No.- respondió en seco.

-Constanza, cariño...- insistió tomándola de la cintura

-¿y si estoy celosa que?.- expreso ella cruzándose de brazos sin mirarlo -Se supone que eres mí esposo.-

-Me encanta que estés celosa, significa que me amas.- comento girándola de la cintura hacia él -Pero te juro que no tienes nada porque estarlo.-

Intento besarla, pero Constanza corrió la cara con la ceja levantada y mirada soberbia.

-Cariño, lo juro. ¿Si?- insistió apoyando su frente con la de ella, su esposa se esforzó para ocultar una sonrisa, pero de igual manera lo abrazo, cómo cuando quería algoo a cambio.

-Entonces ¿Puedo hacerte una pregunta?- pregunto. Alberto la miro, suspiro sonriendo y asintió con la cabeza -¿Has estado con muchas mujeres?.-

-¿A qué viene esto?- pregunto él confuso.

-Solo dime la verdad.- insistió ella y Alberto suspiro otra vez.

-Si, si he estado con algunas mujeres.- respondió -Pero ninguna como tú, quiero que seas la última.-

Constanza sonrió.

-¿Alguna de?.. Servicio?- pregunto de nuevo.

-Si, solo una.- respondió él con amabilidad -No la ame, pero le tuve mucho cariño, me ayudó con el dolor luego de lo de Rosalía.-

-Oh...-

-Pero ya no trabaja aquí, cariño.- explico.

-Ah h, si aún trabajará aquí, explicaría las actitudes de amparo...- estaba diciendo Constanza más para sí misma que para su esposo.

-Cariño, céntrate...- le dijo el Duque y ella lo miro -¿Algo más?-

-Si, ¿Y con?.. La Marquesa?- pregunto al fin.

-¡Sabía a dónde querías llegar!- Exclamó su esposo.

-Y bien...- insistió ella.

-Si, mucho antes de que se casara con él Marqués.- respondió y ella lo miro con tristeza

-Judith es muy hermosa.- comento

-Pero ahora yo soy solo tuyo, no quiero a nadie más, no necesito estar con nadie más ¿Cómo quieres que te lo diga?- reafirmó su esposo ya cansado.

-Bueno, está bien...- lo miro con aires de niña arrepentida -Igual yo quería decirte otro cosa.-

El Dique la miro con más atención.

-Es muy pronto, pero... pero creo que estoy...- estaba diciendo ella.

-¿De verdad?- pregunto él muy efusivo.

-Aún no lo sé...- trato de decir, pero su esposo la levanto en brazos y comenzó a girar con ella muy feliz.

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