capitulo 17: "El testamento"

Al llamar a Cristof y a su esposo provocó que Benavides huya. Cuando llegaron los dos hombres corriendo, acudiendo al llamado de Constanza, la encontraron en el piso, abrazando a Inés, quien estaba envuelta en un ataque de nervios.

-¡Es el tío!, ¡Él lo hizo!- exclamó -¡ESCAPO!-

Los dos corrieron tras el maldito hombre, pero al no encontrarlo, llamaron a unos guardias y fueron en su busca.

Llegaron en la noche, Constanza, quien estaba preocupada, fue hacia ellos.

-¿Qué sucedió?- pregunto exaltada.

-No lo encontramos.- dijo Alberto.

-Tal vez se fue del pueblo.- agrego Cristof -¿Cómo está Inés?-

-Después de mucho y con la ayuda de un té de tilo con láudano, al fin, logré que duerma.- respondió ella.

-Ojalá que no regrese, si no lo asesinaré.- comento el muchacho de modo hostil, luego entro a la casa.

Constanza y Alberto se miraron, luego entraron tomados de la mano.

A Inés le costó un poco reponerse de tal impresión, pero al pasar los días, todo parecía volver a ser como antes. Su tío no regreso más, y con el tiempo no lo recordaban.

Un día arribo un carruaje, era la Marquesa, quien retornaba, para sus sorpresas, junto a un notario.

Explicaron que se debía de leer el testamento del Marqués de Roth y que Cristof debía de estar presente. Alberto y Constanza se miraron fijo, sabían de qué se trataba el tema, pero le tenían a la reacción del temperamental joven.

De igual modo, el Duque les ofreció su despacho, aunque les pidió estar presente.

El notario comenzó a leer:

Yo, el Marqués de Roth, en total conciencia de mis facultades, le dejo mí casa de campo a quien fue mí esposa, la Marquesa Judith Noval de Roth, cómo asi, también, una suma considerable de dinero, para que pueda vivir cómodamente el resto de su vida.

En cuanto al resto de mí fortuna, mí Castillo y mí título, pasarán directo a mí único hijo, desconocido hasta el momento, a quien reconozco mediante este documento.

Este hijo es Cristof, hijo adoptivo del Duque de Norvandia y Arbon.

Cristof abrió grandes los hijos y vio automáticamente al Duque, quien se mantenía con la mitad baja. En cuanto a la Marquesa, observaba al joven, muy sorprendida.

-¿Tú sabías de esto?- pregunto al Duque, levantándose bruscamente de la silla. Alberto asintió con la cabeza.

Cristof camino hacia la puerta y la abrió.

-Por favor, retírense todos, necesito hablar un momento con el Duque.- dijo.

-Pero, aún tengo que leer más...- estaba diciendo en notario.

-¡FUERA!- grito el joven.

Todos lo miraron a Alberto y este asintió nuevamente.

Una vez solos, el muchacho, cerro la puerta de un golpe.

— ¿Por qué no me lo habías dicho?- pregunto directo, caminando hacia su padre adoptivo.

-Se lo prometí a tu madre...- respondió.

-¡LLEVAS MINTIÉNDOME 25 AÑOS!- grito -¡25 AÑOS!- y en un ataque de ira tiro todo lo que había sobre el escritorio, mientras el Duque solo lo veía parado, con las manos en la espalda, muy afligido.

-¡No te mentí! Omití la verdad.- dijo al fin Alberto.

-¡¿No es, acaso, lo mismo?!- exclamó golpeando el escritorio -¡¿No es lo mismo!?- repitió con los ojos llenos de lágrimas

-Hijo...- quiso decir Alberto, moviéndose hacia el muchacho.

-¡NO MD TOQUES!- Grito este.

Se miraron por un segundo, hasta que Cristof se dio la vuelta, marchándose del lugar de forma muy violenta, tanto así, que por poco choca a Constanza en la puerta, quien se dirigía al despacho al por los gritos, pero la ignoro y siguió su camino.

Muy tarde en la noche, Alberto, estaba despierto, viendo por la ventana, esperando al joven fugitivo. Constanza se acercó sigilosamente y le apoyo la mano en su espalda.

-He venido a ver si te encontrabas bien.- le dijo con voz suave.

-Habíamos avanzado tanto en nuestra relación.- confesó apenado -Y ahora no regresa.-

-Bueno... Tal vez, se encontró con alguien y se entretuvo.- lo consoló -No es la primera vez que llega tan tarde.-

-Pero... hacía tanto tiempo que no lo hacía.- dijo Alberto sin dejar de ver hacia el jardín -¡Ahí viene!- exclamó y se quedó viendo detenidamente con el ceño fruncido.

-¿Qué ocurre?- pregunto ella, al ver la expresión en el rostro de su esposo.

-No lo sé, hay algo extraño...- explico -¡SE HA CAÍDO!- grito y ambos salieron corriendo.

Cuando llegaron hacía él, el Duque lo ayudo a pararse, con la ayuda de su esposa, ya que el muchacho era demasiado alto.

-¡ESTÁ HERIDO!- grito Alberto, al tocar el hombre del joven manchado de sangre.

Lo estaban llevando hacia adentro, cuando llego Rómulo.

-¿Qué ocurrió? Señor, lo he visto por la ventana.- pregunto y relevo a la Duquesa quien ayudaba a su esposo.

Así, lo llevaron hasta su cuarto y lo recostaron en su cama, allí fue cuando llego Inés, quien había despertado por el alboroto.

-¿Qué sucedió?- pregunto al borde del llanto y corrió a tomar la mano de Cristof.

-¡Rápido! ¡Vamos por el doctor!- exclamó Alberto.

-Inés, Inés...- la llamo Cristof, casi sin aliento.

-Aquí estoy.- dijo apretando la mano del joven contra su pecho.

-No me abandones...- esbozo tratando de tocar su mejilla -Te amo...-

-No hables, no sabes lo que dices...- dijo ella derramando sus lágrimas.

-¡Si lo sé!- exclamó, pero pego un alarido por el dolor y comenzó a toser.

-Basta.- le rogó la chica, secando el sudor de su frente.

-Cásate conmigo, por favor.- continuo él entre quejidos de dolor.

-Hasta ya, deja de hablar.- dijo Inés, y se acercó a su oído para hablarle más bajo, acariciando sus rulos motos -Ahora serás Marqués y yo no te merezco...-

-¡Yo no quiero ese título!- exclamó nuevamente y grito por el dolor -Solo te quiero a ti.-

-Basta...- insistió Inés besando su mano -Conserva el aliento.-

Justo en ese momento, Cristof, comenzó a perder el conocimiento.

Cuando llego el doctor, se dispuso a atenderlo por largas horas, cuando al fin salió, quiso hablar con los Duques.

-La hemorragia ya ceso, la herida fue cerca del corazón, pero creo que el peligro ya pasó. Ahora hay que cuidarlo de alguna infección.- dijo el hombre y Alberto suspiro aliviado, ella lo tomo de la mano y acaricio su espalda con una sonrisa. Luego le agradecieron al médico y lo acompañó a la salida.

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