capitulo 7: " como una Duquesa"

Luego de desayunar, Constanza, decidió recorrer la casa con más detención, sus pasos la llevaron hacia la cocina. De pie, allí, se dispuso a observar a todos, hasta que la señora Raquel se dio cuenta de su presencia y se acercó.

-¿Se le ofrece algo? Excelencia.- pregunto.

-Oh, no... Solo quería...- trato de responder con algo de dificultad.

-¿Desea algún menú en especial?- pregunto nuevamente la mujer.

-No, no. Ya deben de tener todo programado, solo quería...- estaba diciendo, cuando se distrajo por el quehacer de la joven cocinera -¿Qué es eso?-

-¿Esto? Excelencia.- pregunto la muchacha de unos 25 años -Esto es... Pate.-

-Pate.- repitió y la cocinera asintió -¡Quiero ayudar!- Exclamó.

-No creo que sea conveniente...- trato de decir Raquel.

-¡Tonterías! Quiero entretenerme con algo.- la contradijo -Diga que puedo hacer.-

Todos se miraron entre sí sorprendidos.

-Bueno...- respondió la chica con dudas -Podría... Pelar verduras con Inés, Señora...-

-Claro.- respondió y fue hacia donde estaba la jovencita trabajando junto a una ventana. Por momentos, la niña le sonreía llena de inocencia y admiración.

-Inés.- la llamo el ama de llaves -Ve a buscar agua afuera.-

-Si, señora Raquel.- dijo la chica muy predispuesta y en un tono alegre. ¡Le agradaba esa chica!

Tomo un recipiente y salió al patio, mientras ella la observaba por la ventana. Llegó Cristof en su caballo, muy gallardo y elegante, desmonto de un salto con avidez. Inés quedó tiesa, contemplándolo hipnotizada. Era evidente que a niña le gustaba su amigo.

Gran parte del día se la paso con la gente de servicio. También, se dedicó a bañar a sus dos canes, Rosco y Ulises, en el jardín, con la ayuda de Inés y Amparo, quien, está última, no disimulaba su mal humor.

Su esposo no llegó hasta el atardecer, así que no se dio cuenta del transcurso de las horas.

Por la noche hizo preparar la tina, había un cuarto especial para la higiene lo personal, así que se tomó un baño confortante y se preparó para comer. Por fin pudo reencontrarse con el Duque, Cristof había salido nuevamente, por supuesto.

-¿Cómo ha estado su día?- pregunto él, muy cordial, mientras estaban en la mesa.

-¡Bien!- Exclamó ella con una sonrisa -Estuve gran parte del día en la cocina, jugué con Rosco y Ulises en el jardín y... Los duché ¡Fue divertido!-

-¿De veras? Se la ve contenta.- comento Alberto, mientras la miraba con un brillo alegre en los ojos.

-Espero que no le moleste, alteza ducal.- dijo Constanza con timidez -Lo de estar con las personas de servicio y...-

-¿Molestarme? ¿Por qué? Usted puede hacer aquí lo que desee.-

-Es que si no me aburro.- continuo bajando la mirada. Y el Duque la observo apenado.

-Bueno... mañana tengo algunos asuntos, pero podemos organizar un recorrido por el pueblo para el día siguiente ¿Le parece?- propuso Alberto.

-¡Claro que sí!- Exclamó alegre, pero luego noto una expresión de preocupación en el rostro de su esposo -¿Ocurre algo?-

-Oh, algunos problemas... problemas con las tierras de algunos campesinos, nada que no tenga solución.- respondió con una sonrisa, que ella copeó.

Luego de la cena, el Duque se encerró nuevamente en su despacho, Constanza espero mientras tomaba un café, pero al fin, decidió regresar a su cuarto.

Alberto estaba en su despacho solo, sentado, mirando a la nada. Si bien había muchos asuntos que tratar, debía de admitir que, en realidad, no quería enfrentarse a su esposa. De repente, la puesta sonó.

-¿Puedo pasar? Señor.- dijo Rómulo, su mayordomo y más fiel consejero.

-Por supuesto, Rómulo.- respondió.

-¿Hoy también dormirá aquí? Excelencia.-

-Eh, no sé, tengo mucho trabajo.- dijo rápidamente Abierto, enderezándose en su asiento y enfocándose en las hojas que llevaba en su mano.

-¿No será una excusa?- pregunto el hombre con aire de picardía.

-Al ti no te puedo engañar.- respondió el Duque recostándose nuevamente en el respaldo de su sillón -No quiero enfrentarme a mí... ¿Noche de bodas?, podría decirse.-

El hombre lo miro extrañado y se sentó en el asiento de enfrente, para escucharlo con más tranquilidad.

-Nuestro matrimonio no fue, lo que se dice... deseado, por lo menos, no por ella.- explico Alberto.

-Entonces ¿Nunca dormirá en sus aposentos?- pregunto Rómulo.

-No quiero obligarla a nada.-

-Pero señor, pueden estar casados por años ¿Nunca consumirán su matrimonio?- pregunto el hombre y el Duque se lo quedó viendo sin saber que responder -Hoy los estuve observando mientras Comían, y ella lo mira... No sé si enamorada, pero es evidente que siente una gran atracción por vuestra merced.-

-¿Estás seguro de eso?- pregunto con dudas -Es mucho más joven que yo, 20 años es mucha diferencia.-

-Usted es muy apuesto, parece más joven. Y además, cualquier mujer que desposara para tener hijos tendría que ser muy joven.- y él lo quedó mirando en silencio -Créame, esa chica lo está esperando en este momento. Si fuera yo, por lo menos, dormiría en la habitación.-

El Duque quedó pensativo. Claro que enloquecía por tenerla entre sus brazos, pero ese fuerte sentimiento lo intimidaba. Tiempo después tomo valor, y se dirigió hasta sus aposentos. Cuando llego a la puerta dio un par de vueltas antes de entrar, pero al fin, respiró hondo y paso.

Constanza, ya llevaba tiempo acostada. Espero un rato, pero estaba segura de que su esposo, otra vez, no vendría, así que cerró los ojos para dormirse, justo cuando escucho la puerta abrirse. Su respiración se aceleró, no quiso enderezarse para mirar, quedó inmóvil. Él, por lo visto se preparaba para acostarse, porque tardo en meterse en la cama. Su corazón latía muy fuerte y sentía muchos nervios.

Una vez en la cama, Alberto fue hacia ella, la miro y le acaricio el cabello con ternura, Constanza volteo hacia él. Su esposo le tomo la mano, la beso y se la llevó hacía su pecho, su corazón latía muy fuerte también. Se inclinó y la beso, llevando la mano hacia su cabello, enredando los dedos en el pelo del hombre, se dio cuenta de que sentía una gran debilidad por él.

El Duque bajo con sus labios por su cuello hasta llegar a su pecho, donde desató el cordón de su camisón y beso sus senos, uno a la vez. "Nunca había sentido tan lindo" pensó, no podía controlar su respiración. Dejo esa parte y volvió a sus labios, no sabía cómo continuar, todo era nuevo para ella. En un momento paro.

-Alberto, nunca hice esto.- susurro casi sin aliento y él sonrió.

-Lo sé.- dijo él por lo bajo -¿Quieres que me detenga?- pregunto, pero ella negó con la cabeza.

-Solo quería que lo sepas.- respondió y él sonrió.

La joven lo ayudo a quitarse la camisa, dejando su perfecto torso al descubierto ¿Cómo podía tener un cuerpo tan perfecto a los 47 años? Se preguntó. Miro sus pectorales con detención y los acaricio mientras el Duque cerraba los ojos con una expresión de satisfacción, luego no se pudo contener y los beso.

Ella, por su parte, se dejó el camisón, pero desatado en la parte superior, esto permitía que sus pechos quedarán al descubierto.

Alberto metió su mano por debajo de su camisón para quitarle los bombachos, se sentía muy osada, muy febril, deseando que no se detenga. Dejo de besarla por un segundo.

-Puede que duela en un principio.- le informo muy bajito.

Constanza lo miro sin comprender, comenzó a mecerse sobre ella, podía sentir como su parte íntima se frotaba con la de él, hasta el momento eso le gustaba, pero de repente sintió un dolor, no pudo evitar esbozar un pequeño grito ¡dolía de verdad!

-Lo siento.- susurro el Duque al pie esto -Estoy tratando de ser suave.- y siguió meándose lento.

Constanza cerraba fuerte los ojos y apretaba las unas en los brazos de él. A medida que su esposo aceleraba su movimiento, se comenzó a relajar y a disfrutar. Su cuerpo reaccionaba solo y seguía el vaivén de su esposo. Abrió los ojos para contemplarlo con una sonrisa, maravillada por lo que estaba sucediendo. Acaricio su mejilla y lo atrajo para seguir besándolo.

La situación continua por un tiempo, hasta que sintió un cosquilleo subir desde su abdomen para finalizar como en una explosión en su pecho, justo en el momento en que él emitía un gran gemido y caía muy agotado a su lado.

Ella quedó agitada viendo hacia el techo, pero su esposo la trajo hacia él, la abrazo y comenzó a acariciar su cabello.

-Nunca me dijeron que esto sería tan... mágico.- comento y Alberto no pudo contener la carcajada.

-Bueno, pero dime si no te dientes bien.- le susurro.

-Me siento como una mariposa.- respondió ella sonriendo y lo beso.

-

Más populares

Comments

Maria Elena Maciel Campusano

Maria Elena Maciel Campusano

Era inevitable que consumáran su matrimonio, ya que el propósito de éste es que tenga un hijo el Duque 😏😏😏

2024-07-02

4

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play