Parte 15

Alexander

Esa noche en la casa de los padres de Louise fue como caminar por un campo minado de emociones. Desde el momento en que llegamos, la tensión en el aire era palpable. La confesión de Louise sobre su embarazo solo agregó más complejidad a una situación que ya estaba llena de sorpresas.

Intenté integrarme a la dinámica familiar, pero cada palabra parecía desencadenar una reacción en cadena de desacuerdos y expectativas no cumplidas. La revelación sobre la orientación sexual de la hermana de Louise desató una confrontación que dejó a todos sumidos en emociones conflictivas.

—¿Les gustaría intentar ver al bebé? —La pregunta resonó en el aire, y la emoción titiló en los ojos de Louise ante la posibilidad—. Según lo que me has dicho, podrías tener alrededor de 15 días de embarazo. No puedo garantizarlo, pero podríamos intentarlo.

La expectativa en el rostro de Louise me contagió, y una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras observábamos cómo preparaban el equipo para la ecografía. Louise se acomodó y, en pocos instantes, la pantalla mostró los primeros indicios de la vida que crecía dentro de ella.

—Es pequeño —comentó Louise con un brillo de asombro en sus ojos.

—Claro —respondió la médica con una calma profesional, comenzando a explicar el proceso del desarrollo fetal—. Debes cuidarte un poco más, los tres primeros meses son los más delicados.

Era un momento íntimo y especial. Ver la imagen del pequeño ser que crecía en el vientre de Louise conectó nuestras emociones con la realidad del nuevo capítulo que estábamos escribiendo juntos.

Recordé todas esas veces que afirmé que no quería ser padre, y sigo diciendo que no me siento preparado. Observé a Louise, completamente inmersa en la felicidad de escuchar el latido del bebé. Me sentía atrapado entre mi deseo de no arruinar ese momento y mi sincera sensación de no estar listo para la paternidad. Nuestras ideologías eran diferentes; siempre fui más relajado que ella, y tal vez esa divergencia había llevado nuestras vidas a este punto.

Cuando el doctor nos dejó solos, sentí la urgencia de abordar el tema.

—Tenemos que hablar, Louise —le dije, y noté la confusión en su mirada. Su alegría se desvaneció ante mis palabras—. Yo no quise ser padre. Jamás imaginé que sería padre. Siempre me negué a ese pensamiento porque no creí ser lo suficientemente bueno para alguien. No creí que las cosas resultarían de este modo —Su expresión se volvía más fría a medida que expresaba mis inseguridades.

—Louise —hago una pausa mientras organizo mis pensamientos—. No quiero ser padre. Jamás me imaginé con alguien. Siempre creí que no era suficiente para los demás, y si me miraban, era por cosas externas, no por amor —me quedo en silencio unos segundos antes de continuar con mi charla. Ella solo me mira, y cada palabra que pronuncio parece volverla más inexpresiva—. No sé si quiero ser padre. No sé si quiero formar parte de ese mundo. No puedo darte una respuesta en este momento; simplemente no puedo —Sus ojos reflejan el dolor que está experimentando, pero esta conversación era necesaria—. La primera vez que te fuiste, me dijiste lo que querías. ¿Por qué ahora estoy yo metido en esto?

—No hay hombres que cumplan con lo que yo quiero. Pudiste cumplir con todo lo que pedía, pero no te enamoraste de mí —Ella mira por la ventana—. Jamás seré eso. No lo soy, y no lo seré.

—Lo siento.

—Lo siento más yo por haberte dedicado tanto tiempo —se levanta para ponerse su ropa y luego me mira, dándome una sonrisa—. Hagamos como si nada de esto hubiera pasado. Dile a tu familia que no estoy embarazada. Yo les diré lo mismo a los míos. Cuando regrese de Europa, les diré que estoy embarazada. ¿Es un buen trato? —Me está sonriendo, como si no le doliera lo que le acabo de decir.

Sus ojos, siempre fieles a expresar sus verdaderos sentimientos, dejaron claro que le estaba doliendo, pero Louise no dijo nada. Yo no estaba preparado para ser padre; era mejor que ese bebé tuviera a personas que lo amaran de verdad, y no sería yo.

Cuando anunciamos que Louise no estaba embarazada, el médico nos dirigió una mirada, pero el silencio en los ojos de Louise habló más que cualquier palabra. Se retiró, y su padre regresó a casa ese mismo día. Louise me dejó en el apartamento. Antes de despedirse, me tomó del brazo, me atrajo hacia ella y me dio un beso. Pude sentir el sabor de sus lágrimas saladas en mis labios, pero luego me empujó para que no la viera y se fue sin mirar atrás.

Esa no era ella. Sabía que nunca volvería a mirarme. El 18 de diciembre, parecía como si nada hubiera pasado, daba instrucciones para la fiesta de Navidad y Año Nuevo en la empresa, que se celebraría el 20 de diciembre.

—Dile a tus hermanas que ya no es necesario salir, espero que puedan encargarse de las compras —dijo con una sonrisa que no alcanzó sus ojos. En el camino, me encontré con Matt, quien me miró con desprecio.

—Cobarde —susurró para que solo yo pudiera escuchar, mientras Jaden observaba desde lejos.

No esperé mucho para llamar a mi hermana mayor.

—Hermana, Louise no está embarazada. No es necesario que salgas con ella.

—No solo era por eso. Queríamos conocerla. Parece que tiene buen corazón.

—No estamos saliendo. No somos pareja, no somos nada. Simplemente... nos acostamos y ya —confesé, y el silencio que siguió durante 20 segundos se hizo eterno.

—Lo sabía. No has superado tu trauma o, al menos, no como alguien decente. Deja de vivir en el pasado y sigue adelante, porque ella vale la pena —después de decir que le dijera a Louise que esperaba salir con ella, caminé para darle esa información.

—No me importa de quién sea ese bebé. Quiero que seas mi novia, si lo deseas. Ese bebé será mío —Jaden estaba proponiéndole eso mientras yo entraba a la oficina. Louise abrió la boca para responder, pero al verme, simplemente guardó silencio—. Louise, sabes que seré un buen padre. Lo voy a querer y seré bueno, incluso si tenemos muchos más hijos.

Alguien le estaba ofreciendo lo que yo jamás podría darle.

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