Parte 11

Louise

—¿Louise? —Asiento cuando me llama y se sienta a mi lado—. ¿Tú qué haces de tu vida?

—Soy una de las socias en una agencia de publicidad —le respondo, notando cómo me mira de reojo.

—¿Cuántos años tienes?

—25 años.

—¿Hace cuánto comenzó esa agencia?

—¿Del todo o cuándo empezó a tener éxito?

—Del todo.

—Más de cuatro años —ella asiente y no me mira, solo contempla el paisaje al frente.

—¿Quieres a mi hijo? —Me quedo en silencio—. ¿Por qué vinieron juntos?

—Señora, yo quise a su hijo, demasiado —comienzo a hablar con sinceridad—. En el momento en que lo conocí, tenía más cosas negativas que positivas. Él no me iba a querer con eso, jamás me quiso ver de la misma forma que yo quería verlo a él.

—¿Entonces por qué están aquí hoy?

—No sé, fue un impulso, aceptar esta salida.

Estaba diciendo la verdad. De un momento a otro, llegó y me dijo que su familia haría una reunión, que debería ir con él para conocerlos. No me gustó para nada porque ahora él también iría mañana en la noche a la reunión porque mi hermana había vuelto del extranjero por las vacaciones.

Mi hermana menor, que tenía 18 años, estaba estudiando en el extranjero idiomas. Siempre había tenido un talento nato para eso, pero era diferente dañarle la velada a ella, por mi culpa. Ella estaba muy feliz de que por fin presentaría a mi pareja.

—¿En este momento lo ves como algo especial? —Una presión en el pecho me dice que lo mejor es decir la verdad.

—Sí, su hijo ha sido el hombre que yo he querido en mi vida, pero jamás se esforzó por mí, jamás quiso salir conmigo —digo mientras por mi mente pasan los recuerdos de ese momento tan doloroso que pasé—. Jamás fui lo suficiente para él, para ninguno.

—¿Qué quieres decir?

—Nadie se quería esforzar por conseguirme, nadie quería pasar los filtros de mis padres para poder salir. Él no quería porque le daba flojera —sus palabras me iban a perseguir de por vida.

El silencio se instala entre nosotras, solo interrumpido por el suave murmullo del viento. La madre de Alexander observa el paisaje con una expresión que no logro descifrar. Después de unos momentos, decide romper el silencio.

—No lo voy a defender, pero su mayor trauma ha sido esforzarse tanto, ver como nosotros lo hicimos para salir adelante y que muchas veces no valiera la pena —ella suspira como si estuviera recordando todo su pasado—. Siempre fue tranquilo y no le importaba nada. No conocí muchas chicas que estuvieran con él o que él le interesara de verdad. Tienes algo por la forma en que te mira. Es especial.

—Tal vez, pero no me voy a conformar con eso —le digo con determinación. No me importaba que fuera su mamá; ella sabía qué clase de hijo tenía.

—No lo hagas. No dejas de ser mujer, resuelves sola y has salido adelante sola. No lo necesitas.

Este encuentro con la familia de Alexander no está resultando como lo imaginé, y temo el juicio que pueda caer sobre mí.

La hermana mayor llega a nosotros, la madre de Alexander se pone de pie y, con un gesto de cabeza, indica que entremos a la casa. La seguimos, y el ambiente parece volverse más denso a medida que avanzamos hacia el interior. Las hermanas de Alexander nos observan con ojos curiosos, pero no dicen una palabra.

Durante la comida, la madre de Alexander mantuvo una distancia notable, apenas interactuando y limitándose a respuestas cortas. Mientras tanto, su padre y madre intentaba incluirme en la conversación, haciendo preguntas sobre mi trabajo y cómo había conocido a Alexander.

Aunque intenté integrarme lo mejor posible, no pude evitar sentir la tensión que flotaba en el aire. Era como si estuviera siendo sometida a una evaluación constante y, lamentablemente, estaba fallando en ciertos aspectos.

—¿Por qué ella es especial? —pregunta la hermana del medio, y yo empiezo a toser—. No es tan bonita, no es tan inteligente. ¿Qué tiene ella que la hicieras presentar?

—Hermana... —la regañan los padres de Alexander y él.

—No, quiero entender cómo una chica que ni siquiera debe tener estudios tiene toda tu atención. Solo quieres tener un hijo tuyo e irte —suelto una risa; era totalmente lo contrario, yo no lo quería a él—. Mira cómo es de grosera.

—No deberías opinar lo que no conoces —Alexander habla un poco más serio mientras la mamá niega con la cabeza.

—Por favor, se ve que es una cualquiera, eres mucho para ella.

—Al contrario —Alex pone las manos en el comedor y mira a todos—. Ella es mi jefa, es la dueña de una agencia de publicidad que comenzó aquí y luego se ha estado expandiendo por toda América. ¿Quieres saber qué es ella? Es una mujer que es capaz de vivir sin mí, que es capaz de hacer las cosas a su manera sin un hombre. ¿Crees que yo soy especial? No la conoces a ella —se levanta de la mesa totalmente enojado, y siento esa chispa por la atracción que siento por él.

La atmósfera en la sala se tensa aún más con las palabras de Alexander. Puedo ver la sorpresa en los rostros de sus familiares, y la hermana del medio baja la cabeza avergonzada. Aunque aprecio que Alexander me esté defendiendo, no puedo evitar sentirme incómoda por la forma en que se revelan detalles de mi vida ante su familia.

—Lo siento, no quería que mencionara esa parte —digo a la familia—. Es verdad que soy su jefa, tengo una agencia de publicidad. Tal vez no tenga una ingeniería o no haya estudiado en una universidad de prestigio público. La verdad es que me tuve que endeudar para tener mi carrera. Como tenía buenas notas, me bajaron la deuda —empiezo a hablar sobre mí, ya entendía por qué estaban tan asustados—. No tengo hijos, no estoy casada, tengo 25 años y llevo toda mi vida soltera. Nadie me ha querido lo suficiente para tener algo serio conmigo, ni siquiera Alexander —por la mirada que me da, entiendo que se siente culpable—. No lo juzgo, porque sé que existen muchas mujeres en su vida que son mejores que yo y no requieren tanto.

—¿por qué estás con él?

—Lo utilice, lo utilice para tener un bebé.

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