Parte 17

Louise

—No te duele que se haya ido, te duele la ilusión de pensar en tener una linda familia —me saca la conclusión Liam, mientras suspira.

—Sí, la decepción de volver a creer en él y que termine de esa forma —bajo la cabeza mientras aguanto las ganas de llorar—. Tuve fe. Después de todo, es Navidad. Pensé que era un milagro de Navidad, que él estuviera en mi vida. Soy una boba —con esa conclusión, me pongo a llorar mientras Liam me consuela de verdad. No dice nada, simplemente acaricia mi espalda para que llore todo lo que tenga que llorar.

Siempre debo ser fuerte, siempre debo hacer todo para lograr mis objetivos, pero cada día me canso más. ¿De verdad seré feliz con un hijo? ¿De verdad podré hacerlo? No, sé que no seré capaz.

—Todo estará bien. Para eso llegué, tu caballero en brillante armadura.

—Parece que vas a un funeral.

—Sin tratar mal al caballero, por favor —suelto una risa al escucharlo.

Liam es la persona más especial en mi vida. Fue el primero en confiar en mi discurso, la persona que hizo posible expandir mi agencia en grande. Siempre ha sido mi mayor apoyo cuando siento que voy a caer.

—¿Seré una buena madre? ¿Y si fallo?

—No lo harás, porque eres capaz de superar todo —Suspiro mientras las lágrimas salen.

—Y es que yo no quiero obligarlo, no quiero que sienta la obligación de estar conmigo, de tener un hijo conmigo —comienzo a sentir cómo las lágrimas salen. ¿Qué había hecho? Obligué a una persona que no está lista para ser papá, que no está hecho para eso, a hacerlo —No lo voy a obligar, porque no quiero dañarlo. No quiero que mi bebé nazca en un ambiente que inicie con odio.

—Si es el correcto, con eso que dije va a reaccionar.

—Ya decía yo que me estabas molestando.

—Matt me dijo que tenías un problema, yo hice lo mejor.

—Solamente querías ver mi reacción. Desde que empezamos en esto, te divierte mis caras o cómo reacciono.

—Fluyó mucho eso. La cara, cuando te dije que para conquistar y te sonrojaste, fue algo que siempre quedará en mi cabeza.

—Me lo dice quién sigue doliendo por su divorcio.

—Eres una amiga y una socia. Jamás te he visto como mujer y dudo hacerlo.

—Agradecida de que sea así —digo riendo, para levantarme e ir al escritorio.

—Muy diferente a cómo te ven los demás socios —pongo los ojos en blanco —Eres una mujer que no es como las demás. Tu sola quieres salir adelante. Buscaste su dinero solo para hacerlo mayor. Fuiste empresaria, así como ellos.

—No entiendo. Yo sé que un hombre que de verdad quiere hará lo posible por las mujeres. ¿Por qué buscan a una que quiera salir adelante?

—¿Has escuchado que los hombres en ocasiones necesitan una mujer para salir adelante? —asiento —Bueno, eso aplica también para nosotros, porque siempre queremos más. Existen dos tipos de personas. Los primeros quieren sentir poder, algo relacionado con su poder. Y otros, por el contrario, quieren hacerlo para encontrar a la persona correcta y formar una familia.

—Bueno, ¿en qué entro yo?

—Tú eres una potencia para ambas cosas. Una mujer que podrías coronar como reina y como madre al mismo tiempo. La mujer perfecta para hacer una familia —suelto una carcajada.

—Jamás me han visto como algo serio —toco mi pecho recordando toda la mierda que he pasado —Siempre soy la que quieren para una noche, jamás para algo serio. ¿Qué significa eso?

—Louise —él se levanta para tratar de calmarme.

—Estoy cansada, porque todos esos que dicen, jamás hacen nada. Ninguno hace nada —recuerdo todo lo que sucedió con Jaden y Alexander —Incluso esos bobos que jamás se esfuerzan. Estoy cansada, ¡estoy cansada! —exclamo mientras golpeo mi escritorio —Lamentablemente también tengo mi deseo de estar casada, ser madre. Solo podré cumplir la segunda —digo con una sonrisa para sentarme en el escritorio.

Liam no puede decir nada. Creo que no sabe qué decir por qué su expresión era de no entender qué acababa de pasar. Yo tampoco sabía, pero estaba cansada de que me dijeran que le gustaba a los socios, que encantaba a esos hombres que se veían tan inalcanzables. Tal vez era cierto, pero solo me iban a mirar para una noche y al final me iban a desechar. Porque en 25 años de vida, jamás había tenido un novio y al parecer, jamás lo iba a tener.

Así acabo nuestra reunión, porque no teníamos nada más para decir, él también tenía negocios que atender y yo tenía una fiesta que organizar por completo.

Llega el 20 de diciembre y tengo que ir a la cita para que me mande las vitaminas. Lo primero que me dicen es que debo cuidarme más en esta temporada, ya que era común tener abortos espontáneos. No le había contestado a mis padres en días, principalmente porque no sería capaz de mentirles de frente nuevamente. Estaba guardando esa energía para ese mismo día.

Lo que sí me sorprendió fue encontrarme con las hermanas de Alexander, todas afuera de donde tenía mi cita.

—¿Qué hacen aquí? —pregunto curiosa, y se miran entre ellas. Es la menor quien da un paso al frente.

—Queremos hacer parte de esto.

—No estoy embarazada.

—Si no lo estuvieras, no habrías venido aquí —Me responde la del medio.

—¿Apostaron a que vendría? —pregunto con curiosidad. Las tres asienten casi al mismo tiempo—. Su hermano decidió no hacer parte. No pensé que ustedes quisieran.

—Tengo una hija y te aseguro que me gustaría tener otra más, pero creo que es un poco tarde para eso —ladeo la cabeza para asentir; en este momento, su hija iba a cumplir 19 años, era un año mayor que mi hermana.

—No creo que hablé solo por mis hermanas y yo, también habló por mis padres —Es la menor quién toma la palabra —Amaríamos hacer parte de este proceso.

—Está bien. Simplemente, eviten decirle cosas a Alexander. Quiero restringir bastante mi cercanía con él. No me quiero ilusionar más con nuestra situación.

—Aceptamos, con una condición —enarco una ceja; no estaban en condiciones de pedir algo—. Te hablaremos de la infancia y adolescencia de Alexander.

Las expresiones de las hermanas de Alexander varían, entre complicidad, nostalgia y determinación. Parecen llevar un peso mayor en sus hombros, como si guardara secretos que quisiera revelar.

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