Parte 16

Louise

—No me importa de quién sea ese bebé. Quiero que seas mi novia, si lo deseas. Ese bebé será mío —Jaden me decía eso mientras entraba a mi oficina para presentarme el plan de mercadeo para la fiesta de Navidad y fin de año. Pude ver a Alexander detrás de él. Abrí la boca para contestar algo, pero me quedé en silencio.

¿Qué le iba a decir? ¿Que estaba loco?

—Hablaremos luego de eso. Necesito terminar todo para la fiesta de los inversionistas —anuncié. Esta vez vendría más gente de distintas partes, y necesitaba dar todo de mí.

—Lou —Matt entró, empujando a Alexander y mirando burlón a Jaden—. Viene él. Danny apenas me avisó, así que en 15 minutos debe llegar.

—Maldita sea, maldita sea —murmuré mientras organizaba todo en el escritorio. Jaden y Alexander me miraban confundidos—. Jaden, tú y yo vamos a hablar de esto, pero no ahora, porque tengo que hacer muchas cosas. Alexander, si quieres, puedes irte a tu casa para trabajar. Pero si decides quedarte aquí, no puedes estar más en mi oficina. Te puedo asignar un escritorio si quieres —cuando Alexander asintió, hice una mueca. Me hubiera gustado que se fuera, pero no podía permitirme ese lujo.

—Mierda —Matt se sobresalta—. Ya llegó, está subiendo —tiemblo un poco, y cuando iba a salir de la oficina, Alexander me agarra del brazo.

—¿Quién es?

—El mayor inversionista de la agencia. Así que todos se deben comportar.

—Me haces ver como si fuera un malo —el acento español/francés resuena en ese hombre que media casi dos metros. Su traje totalmente perfecto me miraba con una expresión divertida, pero su semblante cambia cuando nota la mano de Alexander, la cual quito rápidamente.

—Liam, pensé que vendrías el 23 para la fiesta —le digo mientras se acerca y me da un beso en el dorso de la mano.

—Quería verte desde antes —suspiré. Este hombre se había obsesionado conmigo, a pesar de que amaba a su esposa con todo su ser. No entendía por qué era así.

—Qué divertido eres —digo con una sonrisa forzada.

—Ya me divorcié —un dato al azar que me hace temblar—. Ahora sí puedo ir con todo, señora, y jamás quería ser el dolor de otro.

—Estoy embarazada —silencio. Incluso sus guardaespaldas reaccionaron tarde.

—¿El padre se hará responsable? —niego con la cabeza.

—Por fin tendrás tu mayor sueño —me dice para acercarse un poco más y poner sus manos en mi cintura. Me levanta con cuidado, sosteniéndome con una mano y acariciando mi vientre con la otra—. Debes tener pocos meses.

—Días, en realidad. Dieciocho —le digo con una sonrisa. Estaba emocionada de hablar con alguien que se pusiera feliz conmigo, todos los demás habían sido difíciles.

—Oh, ¿se puede considerar un milagro de Navidad? —dice, ladeando la cabeza—. Me hubiera gustado venir más rápido y ser yo el padre de este bebé. —Sus ojos azules me hacen temblar. Dios mío, que estuviera soltero cambiaba todo.

—No digas eso delante de mis empleados —susurro. Él se ríe, porque éramos el centro de atención. La rabia en los ojos de Jaden era evidente, y Alexander estaba más serio de lo normal.

—Bueno, deben acostumbrarse un poco. Me quedaré hasta que te vayas a Europa.

—¿Y si te rechazo? —le pregunto burlona.

—Mi amore, yo no me rindo. Ya esperé lo suficiente —esa mirada, esa misma mirada de hombres que me encantaban. ¿Qué mierda había pasado?

—Con ego más grande que bolas —él suelta una risa.

—Nunca me la has visto. Cuando lo hagas, me cuentas —me destroza por completo. Me pongo roja y cubro mi rostro mientras él ríe y camina hacia mi oficina—. Pueden seguir con su trabajo. Entraré con su jefa a la oficina.

En ningún momento me suelta. Así cargada, me hace entrar a la oficina mientras baja las persianas para tener privacidad. Cuando siento que ya es la última, muestro mi rostro que seguía rojo porque me sentía caliente.

—No eres capaz de controlar esa lengua, carajo —le digo riendo.

—Oh, mi amore, ya deberías estar acostumbrada —me dice él mientras se ríe y se sienta en el sofá que hay en la oficina. Ambos nos quedamos en silencio unos segundos, hasta que él suspira, echa su cabeza hacia atrás y extiende sus brazos a los lados.

—¿Qué sucedió? —pregunto un poco triste. Él me mira, y veo la tristeza en sus ojos.

—No fui suficiente para ella, Louise —me confiesa, mientras esos ojos azules tan hermosos que siempre había admirado están vacíos—. Me fue infiel. Pensé que me esperaría. Debía culminar unos contratos para traer más prosperidad, para al fin tener a nuestro primer hijo.

—¿No te esperó?

—Mucho peor, se embarazó —me dice él—. El hijo de la mujer que creo que es el amor de mi vida no es mío, Louise —lo abrazo para calmar su dolor—. No podía soportar eso, no podía soportar cómo su vientre iba a crecer por un hijo que sería de otro.

—¿Trataste de hablar con ella?

—Me gritó y me dijo que antes había esperado mucho, que todos tienen necesidades —bajo la cabeza un poco triste al escucharlo—. Traté de arreglar las cosas, por eso no pude llegar antes. Estábamos en terapia de pareja, pero llegó al punto en que, cuando vi su vientre crecer, me llené de asco y me alejé del todo.

—¿Ya están divorciados?

—Le mandé los papeles hace tres días, con un acuerdo para que jamás me pueda pedir nada, porque ella fue la que falló.

—Lo siento. Has sufrido mucho por ella —lo sabía. La primera vez que nos vimos, sentimos buena química y terminamos hablando de su matrimonio, de cómo amaba a su esposa y era la persona más increíble del mundo. Era un hombre enamorado que le dio solución a la vida de ella. No habían tenido hijos porque ella no estaba preparada, pero Liam iba a llegar a los 39 años y deseaba pasar esa etapa con toda su energía. La esperó hasta que ella cumplió los 33 años porque así lo quería ella, y ahora pagaba de esa forma.

—Mírate ahora, embarazada, por fin —cambia de tema mientras me sonríe.

—Sí. Ayer, el papá que no quería incluir desde el inicio me dijo que no quiere hacer parte.

—¿A qué te refieres? —Suspiro para comenzar la historia.

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