Episodio 11: Intención

^^^Fanny Hawk.^^^

La escena se repite en mi cabeza, una y otra vez, hasta que llegamos a casa y Matt se baja del auto, rodeándolo para abrir mi puerta.

—Bájate, Fanny.

—Vi a la madre de Cath golpearla.

—No es tu asunto.

—Es mi amiga, eso lo hace mi asunto.—Giro mi cabeza para verle, todavía sentada en el asiento del copiloto.

—Déjame recordarte que perdiste el derecho de hacerlo tu asunto cuando decidiste apartarla de tu lado, para que ella no se metiera en los tuyos.

—No es lo mismo, mamá no me golpeaba.

—Solo bájate del auto y hablemos dentro.

—No quiero entrar.—Me cruzo de brazos.—Odio el ambiente que hay en casa, como si la muerte todavía siguiera en el aire. No puedo estar en la sala sin pensar en los ataúdes que estuvieron ahí hace una semana.

Mi hermano lleva su mano hacia el puente de su nariz, frunciendo el ceño y cerrando los ojos como si estuviera, reuniendo la poca paciencia que le queda conmigo.

—Es nuestra casa, Fanny.—Dice.

—No la siento como tal, quiero irme.

—No tenemos dinero para mudarnos.

—Lo tendremos si vendemos todo.

—¿Y dónde exactamente quieres ir, hermana?

—No lo sé, a un lugar tranquilo, lejos de nuestra familia y de los amigos de papá y mamá. Podríamos comprar un pequeño terreno y construir nuestra propia casa, eso sería fantástico, lo haría nuestro hogar.

—Nos tomaría tiempo.—Sus ojos se conectan con los míos.

—Podríamos quedarnos en una tienda de campaña hasta que todo esté listo. Podríamos hacerlo, ambos sabemos cómo hacerlo.

—¿Quieres una casa?

—Sí.

—Desde cero.

—Sí. No lo harías solo, te ayudaré después de la escuela y después de la graduación tendré aún más tiempo para terminarla contigo.

—Es una locura.

—Por favor, Matt. Por favor.—Le ruego.—Odio esta casa, no me gusta tener un recordatorio constante de la ausencia de papá y mamá, me duele, has que deje de doler.

Suspira.—Espero que no te arrepientas.

—No lo haré.—Sonrío, contenta porque una vez más mi hermano hará lo que le pido para hacerme feliz.

—Ahora bájate, tenemos que preparar la cena.

En esta ocasión obedezco, bajando del vehículo y siguiendo a mi hermano hacia nuestra casa, la casa que dejará de ser nuestra porque nos vamos a mudar y haremos nuestra propia casa.

Estoy tan feliz que sigo sonriendo incluso después de terminar nuestra cena, lavando los trastes sucios porque Matt fue quien preparó la comida.

Cuando termino y me aseguro de guardar todo en su sitio, voy a la habitación de Matt, tocando la puerta una vez antes de entrar.

Le veo sentado en la silla frente a su escritorio, uno que papá creó cuando Matt cumplió los 13 y le dieron una computadora para ayudarle en sus estudios, no necesitaba esa ayuda extra, pero se le veía contento porque todos sus compañeros ya tenían una para sí mismos.

—Hola.—Digo, sonriendo y llevando mis manos hacia mi espalda, acercándome para quedar a su lado.

—Hola.—Me estudia, posiblemente buscando la razón del porqué diablos estoy aquí.

Normalmente, siempre le dejo solo, es malo para mi corazón pasar demasiado tiempo con mi hermano, así que intento reducir nuestro tiempo juntos al mínimo.

—¿Quieres ver una película?.—Le invito.

—¿Contigo?.—Frunce el ceño.

—Dah, obvio que conmigo.—Llevo mis manos hacia mis caderas, olvidando el buen humor que tenía hace unos segundos.

—No es obvio cuando siempre me cierras la puerta de tu habitación en la cara, exigiendo espacio. Así que discúlpame si creo que ahora tienes algo en mente.

—¿Algo en mente?

Asiente.—No te será muy fácil matarme si lo estás considerando. Tengo más fuerza y resistencia, y tengo el sueño ligero, por si intentas apuñalarme mientras duermo.

—No intento matarte, Matt.—Ahora estoy molesta, es un idiota. No había malas intenciones en mi inocente invitación.—Y si quisiera hacerlo, lo haría. No podrías verlo venir, jugaría con los frenos del auto o algo por el estilo, incluso podría empujarte cuando estés bajando las escaleras, ¿Quién sabe? Con algo de suerte lograría que te rompas el cuello.

—Y yo soy el enfermo.—Se ríe.

—No estoy enferma. No como tú.

—Yo no pienso matar a mi hermana.

—¡Yo tampoco pienso matarte!

—Acabas de decirme como lo harías, supongo que tendré que mantenerme alerta de ahora en adelante.

—Dios, eres un idiota.—Alzo mis manos.

—Ya sabía que me considerabas tu dios.

—No lo hago.—Gruño.

—Lo acabas de decir, abejita.

—No me llames abejita.—Le apunto con mi dedo.

—Es de mala educación señalar con el dedo.

—No me importa, ya no importa. Al diablo la película, tampoco deseaba pasar las próximas dos horas en compañía de un psicópata.—Me doy la vuelta, cerrando su puerta de un portazo cuando salgo de esta.

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