La Violaciòn...

Clarissa. – ¡No… yo no te amo fue sexo solo sexo suéltame… o voy a gritar aux…!

Ni oportunidad tuvo de articular la palabra completa, Eduardo le soltó una, dos bofetadas que la mandaron al suelo, no sé quién era realmente Eduardo, no podría imaginar que fuera ese patán poco hombre, la tomo del cabello, y la arrastro hasta el sofá mientras ella imploraba por que se detuviera, pero él seguía arrancándole el vestido y el resto de la ropa interior, hasta dejarla completamente desnuda, de forma grotesca no solo la besaba, si no tocaba sus sen-os.

Clarissa. – ¡No… te lo suplico no por favor no… auxilio…!

Eduardo. – ¡Con un maldito carajo cállate…! ¡Agradecida deberías de estar que me fije en ti… quería hacer las cosas bien, pero te salió lo digna! ¿Crees que no me daba cuenta como me mirabas como envidiabas a Alexa…?

Clarissa. – ¡No… estás loco, suéltame… te voy a denunciar…!

Eduardo. – ¡Te vas a callar la maldita boca…! ¡Si abres la pu-ta boca te mato…! ¡no vas a decirle nada absolutamente nada a Alexa…! ¡Porque sabes pensándolo bien, voy a pedirle perdón a volver a casarme con ella es mejor que tu…!

Clarissa. – ¡Maldito hijo de pu-ta… maldito cerdo… suéltame no…!

Eduardo volvió a golpearla, ella resbalo del sofá… buscando como tapar su cuerpo desnudo mientras él se desabrochaba el pantalón para de forma soez mostrarle su miembro erecto, ella trato de levantarse del suelo, tratando de cubrir sus partes con las tiras de lo que había sido su vestido, con la intención de encerrarse en su alcoba, pero,  no le dio oportunidad a nada la tomo, de los cabellos y de forma violenta la aventó hacia el comedor, ella cual presa herida trataba de soltarse aventando manotazos arañazos, pero era tanta la fuerza, que fue inevitable sufrir la primer embestida, detrás de otra y otra hasta que la eyaculación lo obligo a soltarla… Clarissa intento incorporase, pero no tenía fuerzas callo de la mesa… y ahí fue donde el tomo las pantaletas rasgadas para limpiar su miembro, para después arrojarlas sobre la cara de ella  así sin remordimiento alguno… se marchó.

Era cuestión de horas para salir del reclusorio, lo primero que deseaba era poder gritar a los cuatro vientos la inocencia de mi familia, darme el gusto de poder dar unas cuantas bofetadas con guantes blancos a todos sus detractores.

         Andrés. - ¿Dónde carajos andas que tengo todo el día buscándote…?

 Eduardo. – Tenía cosas que hacer, que es lo que quieres…

Andrés. – ¡Ten mucho cuidado como me hablas que no se te olvide quien soy!

 Eduardo. – ¡Tú crees que se me olvida quien eres realmente…! ¿Que ocurre…?

 Andrés. – ¿Como que ocurre…? ¡Alexa está a punto de salir libre de la cárcel…!

Eduardo. – Eso era cuestión de tiempo, todo estaba mal armado, pero preferiste confiar en Sergio…

Andrés. – ¡Renunciaste a la Fiscalía…!

Eduardo. – ¡Ese nombramiento fue de lo más estúpido…! hubiera sido más fácil si yo hubiese llevado la defensa de Alexa, habría sido más fácil hundirla, ¿no lees las noticias? No viste todo lo que género en contra ese nombramiento o prefieres seguir tapando el sol con un dedo…

Andrés. – ¿Cómo te atreves hablarme de esa manera quien te crees…?

Eduardo. – ¡Porque estoy consciente de la avalancha que se nos puede venir! ¡sé que mi cabeza está en juego… como la de todos en la organización…!

Andrés. – ¡Es por ello que debemos prevenir esa avalancha! a como dé lugar, cueste lo que cueste… busca a Alexa enamórala de nuevo… haz lo que tengas que hacer para eso…

Eduardo. – ¡Por favor no peques de ingenuo, estamos divorciados…! ¿lo olvidas…?

Andrés. – ¡No sé cómo fue que firmaste ese maldito divorcio…!

Eduardo. – ¡Eso también era cuestión de tiempo, esto no es una novela barata, con o sin mi firma se hubiera dado el divorcio…!

Andrés. – ¡Hubiéramos ganado tiempo…!

Eduardo. – ¿Tiempo para que…?

Andrés. – ¡Búscala…  no tienes opción!

Eduardo. – ¡Nuestro error asido subestimarla…  ya no es aquella mujercita a la cual podíamos manipular…!

Andrés. -  ¡No es una sugerencia, es una orden! te repito haz lo que tengas que hacer, pero enamórala recupérala a como dé lugar… ¡arrástrate a sus pies si es necesario! Que eso de arrástrate se te da muy bien…

Eduardo. – ¡No voy a permitirte que me ofendas de esa manera…!

Andrés. – ¿A estas alturas te llega la dignidad? ¡Se te olvido todo lo que te arrastrarte a mis pies para que te admitiera en la organización…!

Eduardo. – ¡Me necesitabas para casarme con Alexa…!

Andrés. – ¿Y por lo que veo de nada ha servido…?

Eduardo. – ¿De nada ha servido seguro…? ¡O quieres te recuerde como te has beneficiado!

Andrés. -  ¡Cállate y encárgate de Alexa…!

Alexa. – No tengo la forma ni las palabras correctas para agradecerles por no habernos dejado solas a mí y a Camila… por no desconfiar de mí…

Toño. – Mi niña, como íbamos a dudar de ti, de mis patrones de mi niño Daniel, ustedes son nuestra familia… a ustedes les debo haber encontrado a mi viejita…

Ana. – Dios es justo mi niña, y no me he cansado de pedirle por ti por tus padres por mi Danielito por mi Camila… ya lo dijo Toño ustedes son nuestra familia… ustedes me trajeron a este viejo renegón que también es mi vida…

Camila. – ¡Por fin se cabo esta pesadilla…!

Alexa. – ¡No Camila, esta pesadilla aún no termina! aún hay muchas preguntas en el aire, preguntas que necesitan una respuesta, y voy a buscar la verdad cueste lo que cueste.

Camila. – Lo sé, pero debemos manejar un perfil bajo, sobre todo mientras sigues aquí, no sabemos quién está detrás, no sabemos qué tan vigiladas estemos…

Alexa. – Si tienes razón… bueno y que saben de Clarissa ya le dijeron que saldré libre…

Ana. – Si ayer hablo para saber cómo estás, que sigue en Europa con mucho trabajo…

Alexa. – Y cuando regresa… que más te dijo…

Toño. – Sabes que trabaja en un grupo textil muy importante debe tener mucho trabajo

Camila. – ¿Ayer hablo? a qué hora que no me di cuenta no escuche el teléfono…

Toño. – Estabas muy entretenida con este muchacho Ángel…

Alexa. – ¡No sé por qué siento que algo no está bien…! ¿Que ocurre…?

Ana. – Mi niña son figuraciones,  son tus nervios, pero pronto vas a estar libre mi niña

Alexa. – ¿Y Gabriel donde esta porque no ha venido…?

Toño. – No hemos sabido nada de él…

Camila. – Hermanita no sea Toxica seguramente debe tener trabajo… igual saliendo de aquí lo vas a buscar…

Alexa. – ¿Buscar? No sé a dónde vive ahora, como va a encontrarme…

Ana. – ¡Tranquila mi niña, te aseguro que irá a buscarte a casa de tus padres…!

Camila. – ¿Quieres que vaya por tus cosas a tu casa…?

Alexa. – Esa ya no es mi casa, ya no quiero nada de ahí ya no soy esa mujer, debo renovarme, soy una mujer diferente… lo que si necesito es que hables con Javier que cite a los medios en el lugar del atentado, que los cite tres horas después de mi salida…

Camila. – Me encargo…

Esas horas realmente fueron eternas, quisieron provocarme su pongo para mantenerme ahí un tiempo más, pero gracias a la protección de la Reina, no lo consiguieron, eran las tres de la tarde del día siguiente, cuando las puertas del reclusorio se abrieron, como avalancha se dejaron ir los medios de comunicación, pero Javier como muro de contención no solo me protegió si no que me abrió paso hasta llegar al auto.

Javier. – Les agradezco, pero en estos momentos la señora Miranda no dará ninguna declaración… el despacho ya les mando una invitación para una rueda de prensa con la hora y el lugar, con permiso gracias… Luis por favor a donde indique la señora

Alexa. – Necesito hacerme un cambio en mi persona, pero antes podrías llevarme al panteón español.

Luis. – Con gusto…

Javier. – Gracias, Luis…

Alexa. – Gracias…

De rodillas frente a, las tumbas de mis padres y hermano, no era fácil controlarme aun sentía mucho dolor y mucho coraje por la forma que me los arrebataron, tan solo imaginar ese momento me hacía hervir la sangre de una mezcla de sentimientos, tome un puño de tierra en mi mano, para jurarles que daría con la verdad, que no dejaría impune su muerte, que haría lo que fuera necesario para dar con el culpable lo haría tragar esa misma tierra si fuera necesario…

Al salir del cementerio Javier me llevo con el estilista de Salma, mi cabellera estaba peor que un estropajo, meses sin alaciarla, sin definir mis risos naturales, sin usar una sola gota de maquillaje. Por meses solo una coleta de caballo para no traerlo suelto, ahí a dentro no hay tiempo para vanidades y menos frivolidades, solo hay que vivir día a día.

Necesitaba urgente un despunte, más una hidratación extrema y un tinte, todo lo deje en manos del estilista lo que, si no quería volver a tener que alaciarme el cabello, me recordaba mi vida a lado de Eduardo, pensar que esos años tan solo habían sido una mentira y eso aun dolía por que en verdad que lo había amado, pero también era el hecho que mis rizos de alguna manera recordaba que Gabriel le gustaba jugar con ellos.

Javier. – ¡Mira nada más vaya que eres una mujer hermosa… eres otra mujer…!

Alexa. – Lo que hace un poco de maquillaje… y ropa nueva…

Javier. – No quise decirlo de esa forma, con o sin maquillaje eres una mujer hermosa una mujer capaz de volver loco a cualquiera…

Alexa. -  ¿También a ti podría volverte loco…?

Javier. – ¡No voy a mentirte me encantas…!

Alexa. – ¡Gracias… me haces sentir bella! ¿Camila si te hizo la transferencia de tus honorarios.?

Javier. – Si, pero no me cambies de tema… Alexa siento algo por ti…

Alexa. – Javier me haces sentir especial, pero eres un hombre casado, no puedes dejar a un lado a Salma…

Javier. – Lo sé, no voy a mentir, respecto a ella, no voy a decirte que la voy dejar, porque no sé qué vaya a pasar es solo el presente.

Alexa. – Por favor, necesito, te hagas cargo también de mis cuentas, de poder reabrir la fundación.

Javier. – Yo me hago cargo… estas, lista para enfrentar a los medios.

Alexa. – No sé, si lo estoy, no sé qué vaya a pasar, pero si me muero de nervios…

Javier. – Vas a levantar ámpula, debes ser muy mesurada…

Alexa. – Lo intentare, pero no te prometo nada… que esta guerra aún no se acaba, pero vamos que estamos con el tiempo justo…

Durante el trayecto a mi casa intente comunicarme con Clarissa a su número móvil, pero me mandaba a buzón, por lo que mi única opción era comunicarme con su asistente en Velarde´s pero al parecer había salido de la oficina supongo ya que nadie me contesto. Empezaba a inquietarme el no saber nada absolutamente nada de ella.

Ana. – ¡Nada tienes que hacer aquí…!

Eduardo. – Nana, estoy muy arrepentido…

Ana. – Mi nombre es Ana, y segunda tú crees que puedes engañarme a mí, y si no le he dicho nada a mi niña no es por ti o por esa mal agradecida…

Alexa. – ¿De que hablas nana, cual mal agradecida, y tú que haces aquí…?

Ana. – ¡Mi niña, pero mira nada más que hermosa estas…!

Eduardo. – ¡Te ves preciosa aun cuando no me gusta tu cabello así…!

Alexa. –  ¿A quien te refieres con esa mal agradecida…?

Eduardo. – ¡Anda dile nana…!

Ana. – ¡Quise decir que en esta vida uno no puede ser una mal agradecida…!

Alexa. – Javier podrías esperarme en el despacho… nana lo acompañas por favor

Ana. – Claro, por aquí licenciado…

Alexa. – ¿Que quieres Eduardo? entre nosotros todo está dicho ya…

Eduardo. – ¡Vine a pedirte perdón…! he sido un estúpido estoy muy arrepentido… tuve la verdad enfrente y no la vi perdóname amor…

Alexa. – ¡Por Dios Eduardo! no se ha que viene todo esto, justo ahora, lo dicho, dicho esta, ya no me interesa, si te diste cuenta de que estabas equivocado, no me interesa esta farsa… simplemente no puedo creer en ti…

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