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El feroz grito de la bestia hizo eco en el acantilado, poniendo en guardia a los orcos, a la vez que el zorro retrocedía de la entrada de la cueva, en dónde se empieza a escuchar los fuertes paso del trol más grande que alguna vez hubieran visto.

De piel gris clara, casi midiendo 4 metros, con un cuerpo robusto y grueso y una larga cola, que rozaba contra el suelo. Este ser no parecía ser un trol cualquiera, puesto que, al verlos, se queda quieto por un momento observándolo uno por uno, hasta llegar a la bruja.

La cual, al verle, alza su enorme garrote de hierro en el aire, y de un fuerte impacto agrieta el suelo dónde ella se hallaba parada segundos antes de esquivar el ataque.

Los orcos y el lobo no se quedan quietos. Dando comienzo a la batalla; sin embargo, este no parecía que le afectara los rayos que Jonathan le lanzaba con cada estocada.

Por otro lado, de la cueva, 8 a 9 pequeños troles de 2 a 3 metros, salen corriendo con garrotes de madera y hierro. Atacando a diestras y siniestras. Ziel, al ver la agresividad con la que atacaban, les va cortando los brazos y piernas a varios de ellos. Pero es inútil, ya que esto se regeneran al instante.

Al notar esto, Lilith se queda maravillada por la rápida e inusual regeneración que tenían los troles. Mirando a su alrededor, se queda por un momento quieta, al sentir la mirada de una tercera persona que no debía estar en ese lugar. Pero que por alguna razón le miraba fijamente, mientras ella jugaba.

- ¡cuidado! -grita un orco, al ver que el trol más grande le lanzaba nuevamente un golpe a Lilith quien se hallaba distraída.

El lobo corre a ayudarle; sin embargo, se para en seco al ver cómo la bestia es lanzada de un golpe hacia el otro lado del acantilado.

Sorprendido solo puede ver como la pequeña niña, estaba parada en el mismo lugar, con una mano alzada, la cual usó para darle una bofetada al trol, quien no soportó la presión del aire causada por la magia de la bruja, siendo repelado.

“-terminemos con esto.” -le dice a Ziel, quien seguía jugando con los troles, para ver qué tan rápido podía regenerar cada parte de su cuerpo.

“-bien.” -le mira de reojo.

Cubriendo su catana con un fuego rojo, vuelve a cortar a los troles, quienes en esta ocasión se prende en fuego, hasta volverse de piedra y romperse en pedazos.

En tanto estos eran destruidos, el más grande era derribado por la fuerza bruta de los orcos. Y de un fuerte relámpago, es dejado en pedazo.

-nada mal. -le aplaude al lobo. Quien con una mirada fría se le acerca sutilmente.

Ella da un paso atrás al tenerlo demasiado cerca. Bajando la cabeza, este le dice: -me disculpo. -Sorprendiéndola no solo a ella sino hasta a los orcos. -Cometí el error de pensar que una pequeña señorita no era capaz de cuidarse sola.

-qué bueno… Que te diste cuenta. -manifiesta sintiendo sus mejillas calentarse. -está bien. -le extiende la mano.

En ese momento ella pensó que con un apretón de mano sería suficiente para dar vuelta a la página. Sin embargo, este al tomarle la mano, le da un beso en ella, y luego uno en su mejilla. Asiendo la sonrojarse como un tomate.

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