Cuando Lilith escuchó aquellas palabras, no pudo evitar recordar esa noche. Después de haber sido revisada por los médicos, el pervertido se le acercó mientras su hermano conversaba al margen, distraído.
—Ten. —le dijo, entregándole una tarjeta de presentación con el símbolo de un lobo plateado—. Si alguna vez necesitas ayuda, llámame.
Lilith tomó la tarjeta sin emitir palabra. Él aprovechó su silencio para acercarse aún más y darle un beso en la frente, un gesto invasivo que hizo que sus mejillas se encendieran de vergüenza y rabia contenida.
—No es necesario. —murmuró ella, intentando desterrarlo de sus pensamientos como quien sacude el polvo de un recuerdo maldito.
—¿Por qué no? —preguntó Ziel mientras limpiaba los instrumentos quirúrgicos con un paño húmedo—. Él te dijo que lo llamaras si necesitabas ayuda. ¿No crees que ahora sería un buen momento?
—¡No! —exclamó Lilith, poniéndose de pie con brusquedad—. Seré paciente… eso es. Solo falta poco para que el castigo termine. —agregó, como quien trata de convencerse a sí misma—. Unos días se irán volando.
Ziel no respondió de inmediato. Se limitó a suspirar, sabiendo que discutir con ella solo encendería más fuego.
Lo último que Lilith deseaba era recurrir al pervertido. Prefería leer uno o dos libros durante los días que quedaban antes que llamarlo. Pero incluso eso se le había negado.
—Recuerda que tienes prohibido tomar los libros del estudio. —añadió Ziel, pasando a su lado con la bandeja de cristal.
—Cierto… —murmuró ella, desanimada de nuevo—. ¿Y ahora qué hago?
—Llámalo.
Lilith recostó la mejilla sobre su libreta, hundida en la duda, con los ojos ardiendo de frustración.
...***...
Más allá del pueblo, en un barrio de clase alta bordeado por cerezos, un joven lobo caminaba por la vereda, atento a cualquier presencia desagradable. Las hojas del cerezo se mecían suavemente sobre un banco de piedra, donde Gael estaba sentado, con los brazos cruzados y la mirada clavada en el cielo nublado.
—Así que aquí estabas. —dijo el ángel caído con tono casual.
—Hoy es mi día libre, ¿recuerdas? —comentó Jonathan sin detenerse ni cambiar la expresión.
—Lo sé —le replicó Gael, estirando las manos con lentitud—, pero hoy no he venido como tu jefe.
—¿Qué es lo que quieres? —le lanzó una mirada de reojo, sin detener sus pasos.
—¿Tan terrible te parece que tu tío se preocupe por ti? —le dijo con cierto dolor en la voz.
Jonathan suspiró con pesadez y siguió su camino. Gael se levantó y lo siguió de cerca, como sombra persistente.
—Al menos escúchame…
—¿Tengo opción?
Gael guardó silencio un momento, observando el semblante frío de su sobrino. Aquel que mantenía con todos, excepto con la pequeña bruja.
—Realmente te gusta esa niña.
—Eso no es asunto tuyo.
—Claro que lo es. —lo interrumpió—. Eres un nefilim, te guste o no. Y ella es una bruja mitad demonio. Son dos razas que no pueden estar juntas.
—Lo dices como si lo que siento estuviera mal. —respondió con sarcasmo—. ¿O temes que la visión de Solaris no se cumpla?
Gael no respondió. En cambio, preguntó con tono cortante:
—¿Qué crees que sucederá cuando ella descubra lo que eres en realidad? Por más inocente que parezca, sigue siendo un demonio… uno incluso peligroso.
—Tío… te lo advierto. —Jonathan lo miró con un rostro sombrío—. Mucho cuidado con lo que dices. No me Gustaría tener que explicarle a la tía por qué enterré a su hermano.
—Vaya… sí que eres incorregible. —suspiró Gael, con un deje de orgullo y resignación.
—En vez de preocuparte por mí, deberías cuidar tus propios sentimientos. —siguió Jonathan sin voltear.
—¿A qué te refieres?
—Hablo de la otra hermana de Erick. Ágata, si no me equivoco. —lo miró de reojo. El semblante de su tío se transformó apenas escuchó ese nombre—. Por lo visto, ella sí es un demonio puro. Sería mejor que fueras más cuidadoso con lo que haces.
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Comments
Vanessa Ibáñez Fernández
entonces no es un hombre lobo completo? es un hibrido? con razón tenia poderes
2023-10-14
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