Casa

Mientras tanto Mateo y Andrea en el camino dentro del auto el chofer los observó besarse como adolescentes hasta que Mateo le amenazó con volarle la tapa de los sesos si no ponía la pantalla para separar ambas áreas, al

bajar ella tenía la blusa desabrochada y lucía roja de la cara, él tenía la camisa a medio poner y el cabello alborotado, Mateo gruñó tenían un minuto todos los sirvientes para abandonar la casa o los mataría, ella sonrió era obvio que nada había cambiado, y para bien, ya no se veía embotado de sus sentidos y estaba sobrio.

Su primera parada fue el mismo vestíbulo, ni siquiera le quitó la falda, llegaron a rastras al sofá de la sala, y después el baño, de ahí a la cocina donde prepararon un sándwich y después gastaron más calorías, finalmente llegaron a la alcoba que compartieron en sus primeros años de casados, las llamas de la pasión ardieron por varias horas hasta que ambos se dejaron caer en el colchón mientras Mateo acariciaba el vientre de su mujer, recorriendo sus cicatrices, las que casi la matan y la dejaron estéril.

-          Bueno, háblame de nuestro hijo – dijo Mateo fumando un cigarro tranquilamente, mientras la abrazaba observando las esferas de humo salir de su boca

-           ¿Qué quieres saber? - la mujer preguntó coqueta

-          Todo. ¿cómo lo conociste? ¿sabe de mí? - el hombre lucía ansioso

Andrea le contó cómo lo conoció a él, a su padre, omitió el único beso que se dieron no creyó necesario poner en

peligro al hombre que la acogió en su casa todos estos años, describió con fascinación sus cuartos contiguos, le contó que si le había hablado de él al chico, pero no le dijo que era mafioso, mientras hablaba de todo lo relevante el hombre volvió a llenarla de besos hasta que a mitad del relato ambos se olvidaron del tema y el cuarto se llenó de gemidos y jadeos.

Por la mañana Mateo observó su mano trigueña sobre el vientre obscuro como el ébano de su mujer, ella aún no abría los ojos, recordó cuando siendo un niño observó como una pareja birracial abandonaba a una pequeña niña frente a él, le dijeron que volverían que no se moviera de ese callejón, pobre pequeña, él era mayor entendió por desgracia lo que acababa de suceder, le tomó dos días lograr que la niña dejara el lugar y otros dos que dejara de llorar, no deseaba llevarla a la Ermita el bar que inicialmente tenía Ronaldo y que luego se movió al Lucifer y finalmente a La Luciérnaga, Apolo le apoyó a cuidarla junto a Julio, después llegaron Gene (Diógenes) y por último Fer, los seis se hicieron inseparables y sin que Ronaldo lo supiera hicieron un pacto de hermandad de sangre, por ello cuando Andrea casi fue abusada por el hombre que era como su “padre” los cinco se le enfrentaron aunque claro Mateo fue quien loco de rabia al verla con múltiples heridas en el vientre y luchando por sobrevivir lo mató después de enfrentarse mano a mano, según las reglas del grupo no cometió ningún crimen ya que defendía a su mujer y además lucho honorablemente sin trampas.

Sonrió para sí mismo, ahora tenía un “hijo” creyó que eso sería imposible, claro que el precio era haber perdido a su mujer por doce años, pero al final sabía que fue su culpa en ese entonces, la pérdida de su mujer primero lo sumió en una espiral de autodestrucción, de no ser por sus hermanos los otros grupos los hubieran acabado,  después de dos años recobró un poco el sentido y se dio cuenta que era verdad él se había convertido en Ronaldo, descubrió que la chica de aquella vez, la que desató todo sólo se había acercado ya que uno de los otros grupos la envió, deseaban que ella espiara para ellos, de hecho ella fue la causa de la pérdida de tres cargamentos, ya que la había “manoseado” varias veces y no había tenido cuidado de lo que hablaban.

Suspiró, posteriormente entendió que confinar a su mujer a estar encerrada por sus malditos celos había sido pasarse un poco, y por fin comprendió que serle infiel amándola como lo hacía lo había convertido en uno de los peores hombres de la historia, había visto la reacción del tipo que había llegado con ella, él no se mostró como un hombre que la hubiera poseído, pues de ser así no la soltaría ni por su hijo, él conocía muy bien los encantos de las mujeres y la suya estaba por encima de la cadena.

Por eso confirmó la información, que le dieron miró su teléfono, tenía las notificaciones de Gene, le envió fotos del chico, desde el jardín de niños, incluso hackeó las cámaras de la casa de Sebastián y saco pequeños videos de interacción entre su mujer y el chico a lo largo de los años, agradecía la videoteca que existía, también donde se notaba que la interacción entre Sebastián y ella la cual siempre fue de jefe/empleada en la oficina, venía incluida la última interacción del chico y el posterior desmayo de Andrea, frunció el ceño, debía disciplinar a un chico mimado.

Apretó el celular en la mano y tomó una decisión, se levantó dejando preparado el desayuno, nadie tenía derecho a ir a casa hasta que él lo indicara, dejó al chofer en caso de que Andrea se despertara, querría ir al club, dejó una nota “Te amo” y salió por la puerta. Su decisión podría ser boicoteada por su mujer.

Llegó al club ¿le preocupaba entrar en guerra con Andro?, a Sebastián no le pareció, todos se tomaban en serio la situación, el club estaba cerrado, las armas de todos los tamaños y calibres estaban siendo limpiadas, el hombre de seguridad de Sebastián había sido invitado a participar y elegir las armas, por supuesto le dijeron que le cobrarían por los gastos realizados y de “logística” 10 millones de dólares, al empresario le pareció hasta barato, así que hizo el depósito, bien ya llegaron las bazoocas indicó Gene, el jefe de seguridad le indicó a su empleador que no estaba enterado que esas armas debían al menos valer veinte millones, ¡qué diablos, a él sólo le cobraron 10!.

-          Ya las habíamos pedido con anterioridad, sólo le cobramos las municiones – Apolo les dijo mostrando sus dientes blancos – Mateo está emocionado por conocer a “su hijo”

-          Es mi hijo – dijo Sebastián molesto

-          No, desde el momento que mi mujer lo adoptó él es mi hijo también – la voz de Mateo resonó y ahí hasta los mercenarios que llegaron con Sebastián se dieron cuenta, este era un hombre a temer

-          No será un mafioso – replicó Sebastián enfurecido

-          Su hijo es un maleducado, se nota que ustedes lo han malcriado – en eso las pantallas mostraron la discusión entre Andrea y Luciano, las palabras resonaron en la habitación y todos los hombres de Mateo maldijeron al verla caer al suelo – por eso después de rescatarlo el chico se quedará conmigo un año, le enseñaré a no hablarle así a su madre

-          Usted no tiene derecho – resopló Sebastián

-          Le dejaré quedarse con el imbécil en la ciudad, pero estará bajo mi supervisión un año o se olvida del rescate, pregunte a sus hombres si harán el movimiento solos – el jefe de seguridad negó con la cabeza a su empleador, sería suicida, sin apoyo de otro grupo mafioso estarían muertos antes de salir de esa casa en el supuesto que tuvieran éxito

-          Seis meses – habló Andrea en la puerta

-          Nueve meses - ya sabía que al enterarse su mujer negociaría

-          Siete - concedió

-          Está bien siete – se resignó Mateo, Sebastián se sintió impotente ante la idea de ser prácticamente un peón ante estos hombres, al menos Mateo no le metería una bala a Luciano ¿o sí?, ella sonrió

-          No se preocupe Señor, me aseguraré que Luciano no sea maltratado

-          ¿Necesitamos un contrato? – preguntó Sebastián, al fin era un hombre de negocios, había investigado y se dio cuenta que el grupo de Mateo, Atardecer Sangriento tenía nexos en todas partes, eran despiadados y prácticamente invencibles, nada que ver con el grupo de Andro que aunque pequeño estaba bien protegido y sin la protección de Atardecer estarían acabados, necesitarían sobrevivir siete meses y nada más.

-          Deme la mano – ordenó Mateo, sacudiéndola vigorosamente – con nosotros basta la palabra, traigan un trago – lo sirvieron, dos copas – beba, romper un contrato con nosotros significa la muerte – soltó una carcajada volvió a servir tragos, le quitó su vaso y le puso el que usó antes, apuró el contenido y Sebastián sin comprender lo imitó – pero a usted lo consideraré familia después de que nos acompañe al rescate

-          ¿Yo? – bueno en realidad si sabía disparar, estaba en forma, en su país durante su servicio militar fue parte de las fuerzas especiales, pensaba que estaba de más que fuera

-          El chico debe entender que tiene dos padres maravillosos, ¿no espera que me lleve todo el crédito?, muestre su valía – le dio un golpe en la espalda con fuerza

-          Mateo – indicó ella, sin saber del pasado del hombre, Mateo si lo sabía por eso le propuso acompañarlos, nada como conocerse en el campo de batalla estaba emocionado por medirse con un militar de fuerzas especiales

-          Ven querida, veré que no le pase nada a tu empleador – mostró una sonrisa sincera mientras la abrazaba – pero sólo así lo consideraremos parte de la familia – afirmó, había una leve amenaza en la voz que no pasó desapercibido

-          Bien, pero yo también iré – dijo ella

-          No – dijeron ambos hombres al mismo tiempo

-          Ya lo decidí – su voz era decisiva

-          Sólo como apoyo – asintió Mateo, ella sonrió

-          Luciano estará esperando una oportunidad lo sé – ella lo había educado y conocía a su hijo

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