Yo cuidaré de ti

Era una noche después de una gran lluvia particularmente fuerte; había atascos por las calles y un chiquillo de unos nueve años revisaba como solía hacerlo a esa hora en la basura de los muchos restaurantes que se encontraban en esta zona, normalmente desechaban verduras con alguna parte podrida, pero con suerte podría rescatar una porción por muy pequeña que fuera.

Escuchó un ruido, aguzó el oído, le echaron varias veces antes, sus agudos ojos casi negros avivaban su rostro trigueño obscuro, su cabello liso negro azabache, era alto y corpulento para su edad, se acercó al lugar donde escuchaba el sonido, guardando su presencia de los ojos ajenos detrás de los enormes contenedores de basura.

De un auto relativamente nuevo una pareja birracial estaba con una pequeña que sollozaba, el hombre de piel blanca decía a la pequeña.

-          No llores, papá volverá en poco tiempo – decía el hombre, el chico podía notar que esto era una mentira, le dio una paleta de nieve a la niña frente a él, mientras se alejaba sutilmente

-          No le digas mentiras – dijo la mujer molesta caminando a su lado, su color de ébano había sido heredado por su hija, mientras el pelo lacio obscuro del padre dominaba en la pequeña así como los rasgos delicados, la chiquilla era adorable, con un pantalón pequeño y suéter rosa, ignoraba que la estaban abandonando

-          Bueno, si tanto te molesta puedes cuidarla tú sola, por mi parte ya he firmado los papeles y ambos estamos de acuerdo que una mulata como ella no es bienvenida en nuestras respectivas familias

-          Mi familia no me aceptará con ella – comentó la mujer a su marido mientras la niña ajena a todo tenía su atención en la paleta que su padre compró - ¿Por qué venimos tan lejos?

-      Eso no importa, así no nos encontrará - replicó el hombre molesto, el chico frunció el ceño, se dio cuenta enseguida apretó sus pequeños puños impotente, decidió esperar en la obscuridad sin apartar sus ojos de la pequeña que para cuando terminó el postre ya no tenía a sus padres cerca, el hombre se marchó a pie mientras la mujer arrancó el automóvil.

Por media hora la niña esperó ansiosa a que su padre volviera, pero no lo hacía, después se asomaba tímidamente hacia fuera del callejón, sin suerte, el chico la miraba hipnotizado por su apariencia, la niña comenzó a perder la cabeza, el niño observó hacia unas voces, se trataba del Sr. Guzmán, un notorio proxeneta de la zona, se hablaba en rumores que en sus clubes las niñas eran “trabajadoras”, el chico no lo pensó dos veces entonces con el

corazón en la mano y latiendo aceleradamente cuando los tres hombres les miraron con extrañeza y fijó sus ojos en la niña, al chico lo reconocía, era uno de los mensajeros de Silva, sonrió intimidando al chico, que a pesar del

terror que tenía no retrocedió. Uno de sus acompañantes le habló distrayéndolo y alejándolo del lugar, el niño suspiró, la niña apenas y notaba su presencia, estaba concentrada en mirar hacia donde sus padres se habían marchado.

-          Tapas mi vista – dijo la niña molesta cuando él se paró al frente de ella

-          Oye, así no se le habla a alguien mayor – espetó molesto

-          Mi padre vendrá en poco tiempo y no veo porque estás allí – señaló donde estaba antes, es decir, ella le había notado

-          No me señales – el chico estaba molesto y frustrado porque no sabía cómo explicarle que sus padres no volverían - ¿sabes dónde vives? – preguntó tratando de llevarla a casa, a pesar de la edad del niño conocía casi

todas las rutas en la ciudad Magnolia así que decidido a proteger a la niña, la llevaría a casa antes que le sucediera algo malo, sus padres no debían conocer los peligros a los que la dejaron expuesta

-          Claro yo soy de ciudad Carbonell, vine con mis padres de visita vivo en una casa blanca– el niño se puso pálido

-          ¿Tienes abuelos o familia en la ciudad? – preguntó esperanzado al menos el hombre se fue a pie seguramente estaría en la ciudad

-          No – dijo con orgullo la niña como si conocer estos datos la hicieran muy lista bajó la voz como si fuera un secreto y le indicó que se acercara – escuché a papá y mamá a escondidas, vinieron para deshacerse de algo molesto – años después una joven Andrea entendería que cuando escuchó a hurtadillas sobre ese viaje en realidad se referían a ella, eso resonó en el corazón del chico, el joven Mateo comprendió las palabras que

una niña inocente de cinco años no era capaz

-          ¿puedes ir con alguien que conozcas?, ¿un número de teléfono? – la niña negó, jamás aprendió estas cosas era muy joven todavía

-          Escucha con atención – no sabía cómo explicarle que sus padres planearon abandonarla, la niña lo miró expectante – debemos irnos de aquí, a esta hora es peligroso – tomó la pequeña mano entre las suyas estaba helada, sus sucias manos la apretaron con ansiedad, esperando que Guzmán no volviera

-          Pero papá vendrá – añadió la niña tercamente, mirando fijamente a donde se marchó su padre

-          Ya ha tardado bastante ¿no? – comentó molesto porque no entendía lo que él si

-          El vendrá – repitió la niña, suspiró al ver que Guzmán volvía a pasar por la entrada del callejón, debían ocultarse y pronto

-          ¿Qué te parece si esperamos en esas escaleras? – se aventuró a preguntar, se trataba de unas viejas escaleras de madera que llevaban abandonadas mucho tiempo; que de casualidad daba hacia la zona donde el padre se fue, la niña a pesar de su edad pareció analizar el lugar, cerciorándose que podía ver la calle donde aparecería su padre y sintiendo sus pequeñas piernas cansadas le pareció una buena idea, aliviado el niño se

apresuró a ocultarse de la vista del malvado hombre, él trabajaba para un mafioso de poca monta llamado Ronaldo por lo que entendía el peligro que corría la niña o incluso él mismo si estaba de mal humor

-          ¿Dijiste que Mika dejó a la niña como pago en medio de la calle? – gruñó Guzmán recordando a la pequeña

-          Eso dijo señor – contestó el otro - llamó después de que pasáramos hace unas horas señor

-          Ese imbécil -  gritó recordando a la pequeña mulata, la niña representaba al menos unos tres o cuatro años de trabajo y quizá luego sus órganos tuvieran valor, entonces agregó bruscamente – busquen a la niña, vale mucho, si no lo hacen, entonces cóbrale al imbécil con su riñón

Los niños esperaron un par de horas uno sentado al lado del otro, dando gracias de que la pequeña no hiciera ruido para no ser descubiertos, una vez que los hombres se marcharon, Mateo se presentó a la niña tratando de desviar su atención de las mujeres con poca ropa, los hombres que vendían mercancía de todo tipo, sobre todo ilícita, los borrachos que vomitaban, etc.

-          Me llamo Mateo – le dijo con una sonrisa franca y amigable a la niña le extendió la mano, ella respondía inusualmente al niño mayor

-          Me llamo Andrea – replicó con su voz inocente, ella era tímida por naturaleza, pero su sonrisa le gustaba

-          ¿Conoces tu apellido? – la niña negó la cabeza

-          ¿Y tú? – la niña devolvió la pregunta no le gustaba que la hicieran sentir tonta

-          No yo no tengo apellido – replicó apenado – nunca lo he tenido, ella no entendió, pero percibió su tristeza y no se atrevió a decir nada más, estaba convencida que sola no podría soportar la espera

Pasó otro poco tiempo antes que los niños sintieran cansancio y poco después durmieron Mateo abrazando a la pequeña Andrea, ella no lo había rechazado a pesar de su olor a basura, y su aspecto humilde otros niños le ridiculizaban al verlo, su madre era una prostituta, murió unos años atrás por sobre dosis, mientras de su padre no sabía nada, tuvo suerte de ser acogido por Ronaldo. Al amanecer el chico se despertó molido por permanecer en una sola posición observó a la niña a su lado no pudo evitar sonreír embobado; cubriéndola con su desgastado, sucio y delgado suéter. Decidió ir a buscar algo de comer antes que ella despertara pues era de esperar que tuviera hambre.

Se desperezó se fue a una panadería cercana que siempre le donaba algo de lo que sobró el día anterior, recibió su bolsa de papel diaria con su típica sonrisa agradecida, la mujer de edad avanzada devolvió la sonrisa y le dio un abrazo antes que se marchara. Caminó esta vez hacia el callejón en vez de la casa donde se quedaba con sus

hermanos. Esto no pasó desapercibido por la anciana.

Al llegar al lugar donde pasó la noche, mientras se acercaba a la niña, sujetando las piezas de pan fijó su vista a la niña que comenzaba a despertar, iba a acercarse cuando sintió que lo jalaban del cuello de repente tirándolo de espaldas al suelo, la chiquilla se tapó la boca ante el gesto del niño de que se quedara donde se encontraba, no estaba segura de que hacer en ese momento.

-          Enano ¿has visto a la niña que estaba contigo ayer? – preguntó el Sr Guzmán con su voz autoritaria lanzándole un golpe a las costillas examinándolo de pies a cabeza

-          No – replicó el chico con su actitud defensiva, al hombre no le caía bien el vagabundo ya que siempre mantenía esta apariencia de autosuficiencia, no le temía eso le molestaba, pero pensándolo bien... quizá tendría clientes que se interesarían en "domarlo"

-          Responde con un sí señor o no señor – ordenó el subalterno dando otro golpe ignorante de los pensamientos de su jefe, Mateo le miró desafiante

-          Él no es mi señor – contestó desafiante de nuevo

-          Te he dicho que no respondas así – le iban a golpear seguro y de forma brutal, se contentaba con que no descubrieran a la niña, o a él no lo vendieran

-          Es uno de mis chicos – una voz interrumpió, ahí estaba Ronaldo con sus casi dos metros de altura estaba junto a un niño de apenas unos ocho años, era de piel obscura, tanto como la noche, demostraba su inteligencia tras sus ojos completamente brillantes, gracias a él le hallaron ya que al notar que no se presentaba como siempre en la noche y luego por la mañana buscó a su jefe y ambos le fueron a buscar.

-          No te metas – advirtió el proxeneta – me han robado una de mis mercancías y me temo que fue este chico

-          ¿Tienes pruebas? – preguntó con sorna Ronaldo seguro de que no tenía ninguna - ¿ves tu mercancía en él?, puedes buscarla tú mismo - Ronaldo no sabía lo que buscaba, pero era obvio que Mateo no robaba, al menos eso creía Ronaldo, porque la verdad el chico si estaba protegiendo a la niña, por supuesto jamás la delataría

-          La niña es mía – gimió con impotencia, dándose cuenta que no llegaría a nada, escaneó el lugar, sin éxito, el miedo hizo que Andrea se escondiera mejor

-          Si la perdiste no es problema mío, entrégame a mi chico, ahora – su voz resonó, con autoridad ocho hombres lo rodearon y después una disputa muy fuerte y golpes se desató, salió vencedor, por ello subiría peldaños muy fácilmente, hasta independizarse y crear su propio grupo.

Después de esto los tres se retiraron a su casa y después de una reprimenda de Ronaldo que le dejó inconsciente casi todo el día; decidió volver al callejón en medio de la noche, esperando que no se hubiera marchado la pequeña o la descubrieran; ahí estaba la pequeña Andrea suspiró lleno de alivio, después de haber estado expuesta a las inclemencias del tiempo se había enfermado gravemente, en secreto la llevó a su casa ante la

perplejidad de su amigo.

-          Yo cuidaré de ti – juró el chico de 9 años incapaz de apartar la mirada de la niña que luchaba por su vida en ese momento, llorando por su madre.

La realidad no es que sus padres la quisieran desde pequeña, nunca la trataron de manera adecuada, al menos que lograra recordar, ellos sólo discutían, se quejaban de las murmuraciones de los otros, las burlas de los vecinos, una pareja birracial no era bien visto en su ciudad, pequeña, ambas familias además tenían enemistades en el barrio, cansados y desgastados la madre se refugió en el alcohol, Andrea prefería a su padre porque no la golpeaba, pobre inocente, al final si su padre se hubiese salido con la suya su existencia se convertiría en una pesadilla definitivamente.

El padre de Andrea Mika cayó víctima de la adicción al juego, incapaz de pagar sus deudas llevó a la niña como pago, desde su punto de vista la vida de lujo que llevaba se acabó cuando la madre de Andrea se embarazó, Lorena opinaba lo mismo, su padre la repudió, al principio creyendo que se amaban se dijeron el uno al otro que lucharían contra las injusticias, pero en realidad un joven que no terminó ni el bachiller y ella tampoco quienes vivieron con ciertos lujos se vieron rebasados y aunque en un principio buscaba trabajo, al ver que lo contrataban en lugares a medio tiempo y mal pagados se fue deprimiendo, Lorena no deseaba trabajar poniendo de excusa a la niña, a la cual descuidaba frecuentemente.

Para ser sinceros todos los rechazos los exageraban y magnificaban pues apenas los miraban de reojo y menos de la mitad los juzgaba, pero la mentalidad iba cambiando de a poco, jamás intentaron emigrar a ciudades más grandes donde les aceptaran.

Por supuesto Guzmán no perdería por lo que envió a sus hombres a esperar a los casinos donde frecuentaba Mika, no pasó ni un día donde el padre ahogado por la culpa y la desesperación llegó alcoholizado, lo llevaron a quitarle el riñón, pero al no tener las condiciones adecuadas y estar mal nutrido murió en la plancha, al final aprovecharon todos los órganos que pudieron y le abandonaron en una fosa. La madre Lorena se arrepintió de lo que le hizo a su hija, regresó para buscarla, pero ya era tarde la niña se había marchado por lo que llena de culpa su padre la acogió, le acordó un matrimonio en el que fue infeliz, al tener un aborto espontáneo creyó que era un castigo por lo que hizo junto con Mika, perdió la cabeza hasta que fue internada en una institución psiquiátrica hasta que logró terminar con su existencia.

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