Plan de seducción

Stephen sonríe con amargura. —¿Me vas a matar? ¡Hazlo! Pero disparame aquí— Stephen se acerca y agarra el arma de Angelo, apuntando a todo el centro de su cabeza —¡Mátame! ¡Acabemos con esta mierda!— bufo Stephen

—¡Una bomba!— gritó uno de los mafiosos y todos salen corriendo

Emilio es excelente con la tecnología, la bomba fue puesta debajo del auto de Angelo.

Todos salen corriendo y luego el auto estalla, resonando muy fuerte que tuvieron que lanzarse al suelo.

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—¡Objetivo hecho!— aplaude Emilio y Giada sonríe porque todo salió perfecto

—¡Buen trabajo muchachos! Así es que me gusta trabajar— sonrie Giada

Están ocultos en un galpón. —a su servicio, me gusta todo el armamento que tienen, si seguimos así, trabajaremos sin ningún problema— Patri deja el arma encima de la mesa, y el resto de los hombres lo hacen.

—en la maleta está el dinero, lo hicieron bien chicos, sigan así, y tú Giada, te felicito, que mujer tan jodida eres— Emilio le sonríe, le encanto como actuó Giada

—quiero trabajar con ellos, quiero que sean mi equipo de trabajo para atrapar al mafioso— se apresura a decir Giada, pues la conexión con ellos fue increíble, se sintió muy bien con ellos, a diferencia de los oficiales de polizia, con la única que se sentía conectada, era con Bianca

—si usted lo desea, trabajamos con usted, mientras tengan buenas armas, buena paga, y valoren nuestro trabajo, estamos dispuestos a hacerlo que sea— Patri agarra la maleta

—¿Qué opinas, Giada?— pregunta Emilio

Giada sonríe. —Patri el dinero se cuenta, y bienvenidos sean, ahora vamos a quemar esta basura que lo que hace es dañar la salud de los jóvenes

Todos proceden a deshacerse de las toneladas de cocaína.

Siendo la hora de la madrugada, Giada no puede dormir, la mujer sale a la terraza de su habitación y mira hacia el cielo. Ahora se siente más fuerte que nunca, aunque todos los Mafiosos van a querer su cabeza, ella no piensa bajar la guardia.

Giada al ver que está amaneciendo, prefirió colocarse ropa deportiva y salir a correr, es algo que ama hacer.

Ella ya no puede confiar en nadie, porque ha sido traicionada de la manera más vil.

Al regresar a la cabaña, Raquel la observa pasar por la sala de estar. —¡Buenos días!— saluda con una gran sonrisa

—buenos días Raquel— Giada casi no la determina

—preparé un rico desayuno, toma asiento, debes alimentarte bien, me alegra que ayer les haya ido bien

—¿Cómo lo sabes?

—escuche al señor Emilio decirlo, siéntate por favor

—¿Por qué eres tan amable conmigo?

—¿Cómo no serlo con la mujer que le salvó la vida a mi hijo? Ojalá podamos ser grandes amigas

—yo no soy amiga de nadie, no confío en nadie, ni siquiera en mi propia sombra— responde Giada con amargura

Raquel traga grueso. —esta bien... Quizás con el tiempo ¿Cierto? Traeré tu desayuno— Raquel se marcha a la cocina

El bebé está en la cuna y Giada no pudo evitar acercarse a él, la mujer siente un escalofrío al ver cómo el niño le sonríe. Ella medio sonríe y acerca su mano derecha lentamente a la mejilla del bebé. —¿Es lindo cierto?— pregunta Raquel que trae el desayuno en sus manos, Giada se sorprendió, pero no lo demostró

—solo me estaba asegurando que este bien

—descuida, se que le tomarás cariño al bebé, te hice un desayuno nutritivo, eres una mujer que hace mucho ejercicio, es importante tu buena alimentación

Giada arquea una ceja al ver el desayuno nutritivo. —gracias

—buenos días, como amanecen las mujeres de esa casa— las saluda Emilio

—buen día señor Emilio, prepare el desayuno, pero a usted le puse tocino en sus huevos ya se lo traigo — Raquel se marcha muy entusiasmada

—¿Vez porque me simpatiza? Nadie te atiende así, ella es muy agradecida

—¡Cállate Emilio!

El celular de Giada suena y es un número desconocido. —¿Quién es?

—no lo se Emilio— ella frunce el ceño

—espera, activa la grabación, pondré el GPS

Al estar lista, contesta la llamada. —¿Quién?

—Giada Santoni, solicito tú presencia en mi oficina ahora— ordena el director, Emilio al oír la voz de su padre niega con la cabeza, y al ver el acercamiento de Raquel le hace señas de silencio

—ya no trabajo para el departamento de polizia— responde Giada con amargura

—yo le di de baja, pero no la despedí del departamento, por lo tanto, aún debe obedecer, acatar las órdenes de su superior, tiene 20 minutos para estar ante mi presencia— el director cuelga la llamada dejando a Giada con la palabra en la boca

—¡Maldición!— exclama Giada

—¿Ahora qué quiere? Tenemos trabajo por hacer, lo mejor es que no vayas

—debo hacerlo Emilio, tu sabes el reglamento de polizia, déjamelo a mí, resolveré este asunto

—¿Vas sola?

—por supuesto

—recuerda que debes llamar a Verro, debes tenerlo de tu lado, es más, llámalo ya, aquí tienes el celular, puedes hablar lo que quieras que jamás darán con tu ubicación

—esta bien, aunque me hierve la sangre de tener que escuchar su estúpida voz, voy a mi habitación

—¿Pero y el desayunó?— pregunta Raquel

—me llevaré está fruta, gracias— Giada se marcha a su habitación

Al estar encerrada, come un poco de fresas y luego se dispone a llamar a Verro. —¿Bueno?— contesta una mujer, por lo que ella arquea una ceja. —¡Te he dicho que no contestes las llamadas!— Stephen le quita el celular a la mujer y la empuja hacia la cama, para luego salir de la habitación

—¿Quién es?— pregunta de mala gana

—el cisne negro— responde ella y Stephen mira a todas partes

—tú...

—¿Dime Stephen, qué te pareció mi entrada triunfal?— pregunta ella burlona

—debo admitir que me excito mucho, tanto que no podía dejar de mirarte, quiere verte, quiero que hablemos a solas

—¿Para qué? ¿Acaso piensas que soy tan tonta para morder el anzuelo?

—todo lo contrario, pienso que eres una mujer que tiene los pantalones bien puestos y eso me llama mucho la atención de ti, pero ya que has llamado, déjame decirte que todos están como locos buscandote, Angelo no le agrada que se burlen de él

—y tu Stephen, ¿También me quieres cortar la cabeza?

—yo quiero... Pero otra cosa de ti cisne, quiero que me aceptes una invitación

—¿Me estás invitando a cenar Stephen?— pregunta ella coqueta, debe continuar con su plan de seducción

—¿Aceptas salir conmigo esta noche?

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