Vendernos a la ley

Stephen contempla el rostro de Giada, dónde la mujer tiene la mirada fría, dónde no puede ver el deseo como otras mujeres, él no puede, se hace a un lado. Está demasiado enojado.

Giada observa su ancha espalda y su trasero bien formado. —se que me odias ¿Pero por qué?

—¿Qué te hace pensar que es así?— pregunta ella acercándose

—tu mirada, cisne negro, es tan oscura, que se que ocultas algo, y quizás eso es referente a tu según hermanastra

—estas alucinando— acaricia ella la espalda de Stephen

—si me dices la verdad, quizás te deje vivir

Ella lo gira, mirándolo fijamente. —se que me deseas, me tienes solamente para ti ¿Acaso no es suficiente para olvidar este amargo momento

—tengo un imperio que me ha costado levantar

—¿Tú o tú hermano?— pregunta ella y baja lentamente sus manos por el pecho desnudo de Stephen

—¿Quieres saber quién tiene más poder? ¿O nos estás vigilando para vendernos a la ley?

Giada siente su corazón acelerado, pero ella sonríe maliciosamente. —no me interesa la ley, lo que puedo ganar, lo hago vendiendo droga, ¿No creés?

Stephen coloca su mano derecha en el cuello de Giada. —si me estás jugando sucio, lo pagarás

—no me vengas a amenazar, sabes qué, me has aburrido, me marchó

Ella intenta abrir la puerta, y luego suspira. —abre la puerta— ordena

—No. Aún debemos hablar, porqué no has sido sincera

—¿De qué mierdas hablas?

—¿De qué habló?— se acerca hasta tenerla acorralada contra la puerta —resulta que tú hermanastra trabaja para el departamento de polizia

Giada siente un escalofrio recorrer su cuerpo. —¿Cómo carajos, dices algo así?— se hace ella la inocente y Stephen la está analizando

—¿Entonces no lo sabías?— pregunta él fulminante

—¡Claro que no! Ella no es nada de eso, estudia informática, sí, pero no hace esas cosas, estás demente, ¡Abre la maldita puerta!

Stephen se impacienta y la agarra del cuello —me has mentido?— el hombre está cegado por la ira, ejerce un poco de presión y ella pasa saliva, pero no baja la guardia, continúa con su aura fría

Puede ver que Stephen quiere matarla, por lo que reaccionó golpeando su torso, provocando un dolor desesperante. —¡Maldición!— exclama él, Giada agarra el arma de Stephen

Lo apunta sin temor, tiene la oportunidad de matarlo, pero así no sabría la verdad de todo, y así no podria lograr su objetivo. —¿Me quieres matar? ¡Hazlo! De todas formas, al salir de aquí, te mataran, y también a la perra de tu hermanastra.

—¡Debe ver una confusión! Te han dado una información incorrecta— Giada se mantiene firme

—¡No la hay! Estoy claro en mi análisis

—¡¡Entonces si es así!! ¡Mátame!— ella le entrega el arma —¡Hazlo! ¡Acabemos con esta mierda!— Giada lo fulmina con la mirada —¡¿Qué esperas!?— acerca ella su cabeza al arma, mientras que Stephen está a punto de presionar el gatillo

Ella al ver que él no lo hace, procede a hacer el arma a un lado y lanzarse a los brazos de un cruel asesino, dónde lo empieza a besar con lengua, utilizando sus encantos, el hombre lanza el arma al suelo, no lo puede evitar, ella es mucha tentación para él y desea sentirla, mientras que Giada, hace todo ésto para no ser descubierta y jugar con los sentimientos de su oponente, para que dejen libre a Bianca.

Él la aleja, y luego coloca sus manos en el rostro de Giada, y le dice. —el día que te haga mía, será porque tú me lo pidas, y podré ver el deseo en tu rostro.

Stephen agarra el arma, y luego abre la puerta del baño, caminando hacia la habitación. —eres muy idiota al desaprovechar la oportunidad

Giada empieza a vestirse.

Stephen no habla, el sale de la habitación y detrás de él Giada. —¡Me largo! No eres nada profesional— se queja Giada y llegan a la sala de estar

Para la mala suerte de Giada, Angelo, está apuntando a Bianca. —¿Qué está pasando?

—te recuerdo Stephen, que es en vano que me ocultas algo, ya se todo respeto a esta zorra, es una policía, eso quiere decir que esa zorra de cisne negro también lo es

Giada mira a Bianca, la cual está atemorizada. —mira Stephen, lo que nuestros hombres nos han traído— sonrie Angelo

—aqui debe haber un error— interviene Giada

—¡Cállate zorra! ¡Yo sabía que algo ocultabas!— Angelo le coloca el arma en la cabeza a Bianca

Giada mira a Stephen. —¿Así que trabajas en polizia? ¿Algo que quieras compartir antes de morir?— pregunta Angelo

—Stephen... Es mi hermana— susurra Giada

—estan confundiendo todo— se apresura a decir Bianca, y Angelo la abofeteo fuertemente partiendo su labio inferior

—¡No sabía de todo esto! No creo que mi hermana me traicione— Giada se acerca, pero Angelo la apunta con su arma

—¡No te muevas, zorra! ¿Sí ves, Stephen? En las mujeres no se pueden confiar

—perdon... Hermana— Bianca sabe que es su fin y que ella no quiere arruinar la misión —te mentí, pero jamás te pondría en peligro, gracias por todo lo que has hecho por mí— Bianca solloza

—¡Cállate!— Giada está desesperada, aunque no lo demuestre —no tienes por qué aceptar los cargos porque te estén amenazando— gritó Giada con todas sus fuerzas

—tengo pruebas de lo que ella es, entre cielo y tierra no hay nada, ocultó— Angelo vuelve a apuntar a Bianca —¡De rodillas ante mí! ¡Ahora!— grito Angelo y una corriente recorre el cuerpo de Giada

Giada saca su arma, la pudo recuperar. —¿Qué haces maldición?— pregunta Stephen al ver que está apuntando a Angelo

—¡Demuéstrame que no eres una de ellos! ¡Mátala!—ordena Angelo —¡Hazlo!— habló con voz de mando y Stephen está mirando fijamente a Giada —¡Te mataré si no lo haces!— Angelo está seguro de que Giada es una de polizia —¡Mátala!— ordena Angelo y Stephen está en total silencio

Giada a punta a Bianca. Siente que su cuerpo está sudando, sus manos casi que temblando, el corazón está que se le sale.

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Amadas lectoras, he regresado, ya pude editar la novela, espero que ya no haya más problemas, que disfruten el capítulo, trataré de actualizar más seguido, por favor, apoyen, dejen bastante regalos. Me gusta y comentarios.

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