No soy la burla de nadie

—aqui se viene a trabajar, no para estar de amoríos— interrumpe Angelo.

Giada está enojada por el atrevimiento de Stephen, el cual quedó con ganas de besarla más, ella puede sentir sus labios arder, y por alguna razón estúpida, primera vez en su vida, sintió un beso tan demandante.

—lo mismo pienso yo— habló Giada retomando su compostura

Ella presta atención a lo que hablan los hombres, pero no le agrada que Angelo, habla, en palabras claves, no sabe si lo hace porque ella está o será porque ellos se comunican así.

Pero todo ese discurso lo va guardando, algo que también le llama la atención, son los Miles de dólares que ganan, y como el mexicano distribuye la droga.

Mientras Stephen, que ya lo sabía todo, no retira su mano de la pierna de Giada, y a momentos la observa, le parece una mujer muy interesante.

Al terminar la reunión, Giada no opino en lo absoluto, ya que para hacerlo, debe saber perfectamente sobre el tema.

—vamos a la mansión— ordena Angelo

—pense que ya te ibas— Stephen lo mira con extrañeza

—no se me da la gana, quiero ir a la mansión y pasar unos días ¿Algún problema?— Angelo mira fulminante a su hermano

—ven conmigo Cisne— Stephen la agarra de la mano y la lleva hacia el auto, dónde Bartho está muy feliz, porque fue él, el que llamó a su jefe Angelo, porque Giada no le agrada

Al estar en el auto. —se supone que tienes experiencia, ¿Por qué te has quedado callada?— pregunta Stephen

—me gusta analizar, y no tomarme toda a la ligera, además, calladita hago mejor las cosas

—¿Te gustó Angelo?

Giada sonríe. —¿Celoso Verro? ¡Que sea la última vez que me besas de esa manera, porque no soy tu puta sumisa— reviró los ojos

—aléjate de Angelo— Verro saca un cigarro fino de su blazer

—no eres mi padre para darme órdenes, yo manejo mi vida a mi antojo ¿Te queda claro?

—¡La que no tiene claro aquí las cosas eres tú? ¡Quieres tener el maldito poder! Pero te digo, que si no fuera por mí, Angelo te hubiera matado, y no lo digo para que me hagas una reverencia, es para que elijas, si Aceptas mi propuesta en serio, porque no soy la burla de nadie, o si no, no vas a durar mucho tiempo en este vida de mierda

Otra cosa que me tiene rodando en la cabeza, es por qué una mujer tan bella como tú, ¿Qué carajos quiere hacer en esta mierda? Si quieres te tengo como una reina, viviendo en un castillo, pero si te alejas de este mundo.

Giada fija su mirada en la ventana.

Ella sabe que Bartho está atento a la conversación. —estoy porque trabajo duro para que ningún hombre me mantenga, no quiero hablar más del tema, y no me vuelvas a besar

Verro empieza a fumar con desesperación, pero lo que Giada no sabe es que él tiene una lucha en su interior, porque si Stephen no hace lo que Angelo le pidió, entonces la matará.

—entonces... Tienes un hermano— suaviza ella su voz —me preguntó ¿Quién es el jefe, él o tú?

—confórmate con saber que yo tengo el mando— fue lo único que le respondió Verro

—déjame en mi mansión

—¡No! Te vienes conmigo

—¡No empieces! ¡Odió que un hombre quiera mandar en mi vida!

—pues tendrás que hacerlo, no tienes opción

Giada hace silencio, mientras maldice mentalmente.

Al llegar a la mansión Verro, ella se baja del auto muy enojada.

—mande a traer tus cosas— informa él

—¿A que te refieres?— pregunta Giada

—le ordené a mis hombres que fueran a la mansión de Luciano a traer tus cosas, así que ya deben estar por llegar

—¿Por qué hiciste eso?— ella lo empuja

—¡Porque eres mi mujer!— Verro entra a la mansión, el auto de su hermano ya está, por lo que debe estar adentro de la mansión

Giada mira a su alrededor, encontrándose con la mirada de Bartho.

Ella camina hacia la mansión. —¿Bianca me escuchas?— pregunta Giada en susurro, pero Bianca no le responde, este podría ser su fin, si Verro se entera de todo.

Ahora debe tener más cuidado, porque él hace lo que se le da la gana al igual que Angelo.

Al pasar por la sala de estar, Angelo está sentado en el mueble, bebiendo un vaso de whisky, el más costoso, y clava su mirada en Giada, el hombre está sin camisa y con su pantalón desabrochado.

—bienvenida, cisne— se burla Angelo, ella lo puede reconocer, por ese diente de oro, y el anillo de oro, con figura de calavera

Giada tensa su mandíbula, y se acerca, ella toma asiento frente a Angelo y cruza sus piernas.

—¿Quieres ésto?— se sañala a él mismo

—No. Yo lo quiero es más poder, y creo que tú me lo puedes dar

—¿Creés? Conmigo las cosas son seguras, si quieres que te presente con los más grandes, entonces no lo pienses tanto, está noche te espero en mi habitación, la que tiene la puerta negra

—yo no caigo tan bajo, no soy estúpida, eso de acostarme con un hombre para que me dé lo que quiero no es mi estiló

—asi funcionan las cosas, si no estás dispuesta, dímelo y no me hagas perder el tiempo

—¡Cisne!— la menciona Stephen, no le agrado para nada, verla hablando con su hermano a solas —necesito que hablemos— ordena Stephen

—estoy ocupada— ella no lo determina

Pero Stephen, se acerca a ella y la carga como un bulto, Giada patalea.

Angelo observa en silencio. Mientras que Stephen lleva a Giada a su habitación, él la nalguea como castigo por haber estado a solas con Angelo.

Stephen la lanza a la cama. Y luego se empieza a quitar la camisa. —vamos a tener una conversación muy sería— agarra él, una corbata de su colección, y en breve movimiento muy audaz, le amarra las manos a Giada.

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