¡No tienes ningún derecho sobre mi!

Giada ni tan siquiera parpadea. Y Stephen siente una extraña sensación, quizás es por que es la primera mujer que lo enfrenta, él está acostumbrado, a domar a las mujeres, pero ahora... Está en una lucha interior. —¿Hacemos negocio o nos matamos los dos?— dijo ella aquellas palabras con firmeza

Luciano siente que va a mojar sus pantalones, ahora con más razón, le teme a Giada.

—bienvenida, Cisne negro, voy a negociar contigo, porque eres la primera mujer que conozco que tiene cojones, más que todos estos malditos imbéciles que trabajan para mí

Bartho, quema los cuerpos de los dos inútiles que está mujer mato, y los otros, es para que aprendan que así se debe luchar, par de niñas que no saben defenderse, me decepcionas Bartho— lo fulmina Stephen y con eso fue suficiente para que Bartho empiece a odiar a Giada.

Stephen baja su arma, y Giada de igual manera, pero el mafioso rápidamente mata a Luciano, le disparo en toda la cabeza acabando con su vida.

Giada no se esperaba eso, por lo que mira a Stephen. —¿Te importa?— pregunta él, atento a lo que ella le va a responder

—solo fue mi pase para llegar a ti— se apresura a decir, pero en si, al haber muerto Luciano, será un gran problema para ella con el director general

—asi es, las personas que nos rodean solo son para ser utilizadas y luego desechadas, aquí nadie es amigo de nadie— mira a Giada de manera penetrante— sígueme— ordena él y ella lo hacé

Bianca al escuchar que mataron al mafioso Luciano, golpeó la mesa.

—cuando el director se entere de ésto, estaremos en problemas— dice uno de los oficiales

—aqui nadie dirá nada, hasta que la jefe regrese— ordena Bianca

Giada que oye a su mano derecha hablar, siente una incomodidad en su pecho, quería hacer todo perfecto, pero al parecer Stephen no es ningún imbécil y por eso se escapa todo el tiempo, sabe perfectamente lo que hace.

Pero en si, ella desea matarlo, nada más de ver aquellos malditos zapatos que pudo ver el día en que mató a su prometido, la hace tener pensamientos en los que ella puede perder la cabeza y echarse a perder todo.

Al llegar a la sala de estar, la mansión es demasiado elegante. Y al ver a varias mujeres con lencería esperando por su amo, ella alza su mentón.

—toma asiento, cisne negro— ordena Stephen, ella mira a su alrededor y luego toma asiento con elegancia y sensualidad, cuando él se sienta, las mujeres se acercan a tocarlo —ya que estás aquí, te digo de una buena vez que de aquí no saldrás al menos que yo lo diga

—¡No tienes ningún derecho sobre mi!— responde ella a la defensiva

Stephen sonríe. —el que ríe de último ríe mejor, si me quieres secuestrar, te aseguro que tan solo son segundos para escapar, y te quedas sin nada.

Así que dime algo más interesante

Stephen baja el cierre de su pantalón, y luego saca flote su torso, agarra a una de las chicas y hace que ella haga su trabajo, Giada rodea los ojos, piensa en que el mafioso es más despreciable de lo que pensaba.

Algo que le molesta a Stephen, es que Giada no tenga el mínimo interés en él, ya que por dónde va y haiga una mujer, quieren con él.

—prefiero marcharme, pensé que eras más serio en tu trabajo, creo que vine al lugar equivocado, así que Luciano era un vil mentiroso, no eres el mejor Mafioso de Italia

Giada se coloca de pie, no puede creer como esas mujeres no se hacen valorar.

—¡Detente!— ordena Verro y ella lo hace

Verro se acomoda, los pantalones, y luego le hace señas a las mujeres para que se marchen.

—he dicho que no te puedes ir, para ser una mujer tan fuerte y sensual, eres amargada, te hace falta es una buena cogida

Ella se gira. —no lo creo, soy muy exigente para elegir al hombre que me llevo a la cama y no creo 5 centímetros hagan la gran cosa

Verro se tensa—¿5? Estoy seguro que cuando te meta mis 20 centímetros vas a gritar, porque no podrás tolerar mis estocadas— sonríe malicioso —pero vamos al grano ¿Cierto? Quiero proponerte que trabajes para mí, quiero que seas mi escolta principal

—¡Yo no vengo a cuidarle la espalda de nadie! Vengo a hacer dólares en abundancia, a traficar drogas, y que sea coca de la buena

—te estoy proponiendo algo bueno, ¿Quieres ser grande? ¿Una mafiosa con todas las de ley? Te estoy dando la oportunidad de estar conmigo todo el día, aprenderás bastante

—¡No soy una estúpida aprendiz! Soy grande, incluso mejor que tú, lo único que quiero es que seamos socios

—¿Cómo putas, puedes ser mejor que yo?

—tengo muchas rutas a mi favor, que están bien grabadas en mi mente, se las debilidades de tus oponentes, y también tengo una grandiosa formula de una coca que se venderá en un abrir y cerrar de ojos

—el que más habla, hace menos

—¡Eso digo yo! Y te aclaro toda esta mierda, para que veas que no estás tratando con una mujer de esas con las que te sueles acostar

—entonces digamos que aceptó, tú, trató ¿Qué gano?

—¿Te parece poco tener más poder? Ser el número 1

—¡Yo, soy el número 1!

—¿Lo eres?— se burla Giada —tus enemigos tienen mejores rutas que tú, porque las tuyas siempre polizia Dí Stato, te las adivina

—¿Cómo sabes eso?— se pone en alerta Stephen

—aqui todo se sabe, así que ya hemos perdido mucho tiempo, es hora, de que me digas algo concreto

—aceptare tu trató, pero antes, quiero verte con mis propios ojos, inhalando una línea de coca— la sonrisa de Stephen es ladina, Giada sabe que él la está probando a todo momento

—¡Maldición!— susurra Bianca al escuchar la petición de Verro, ya que está prohibido, como regla fundamental en el departamento de Polizia Dí Stato.

—¿Qué esperas?— Verro le señala la mesa, dónde está aquel polvo blanco con él que Giada lucha, para que no siga dañando la vida de los jóvenes

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