19. Emboscada.

MERIDA.

Después de minutos perdidos me forcé a mi misma centrarme en encontrarlos, a lo lejos escuchaba una alarma y esa era la indicación que los refuerzos venían en camino.

Tenía que ser rápida y poder irnos, ya tenía al principal bajo custodia, salí del foro y caminé hacia unos pequeños cuartos seguí a paso firme disparando al que se cruzara en mi camino.

Hasta que en uno de esos cuartos provenía una voz la cual no reconocía, cada vez me acercaba más, cuando vi a Mikahil tirado en el piso y ese hombre apuntándole y al verle el rostro lo reconocí de inmediato.

Mi ira crecía por ver en el estado que ese idiota lo tenía y esto no sé lo permitiría, apunte a su dirección estaba lista para dispararle cuando un golpe en mi nuca me hizo caer y nuevamente estaba atontada.

Solo sentí que me jalaban y pude ver de cerca a Mikhail quien estaba como ido con un gran golpe en la cabeza de donde brotaba sangre, toque su mano y fijo su mirada en mí.

- perdóname mi vida - me dijo en total susurro apretando su mano en la mía.

- tan linda escena, eres igual que tu padre - le dio dos golpes con el pie y en las cuales no ponía resistencia; no quería ver tal atrocidad. - por lo que veo son habladurías de ti Mikhail el gran monstruo come hombres y mírate no puedes ni moverte, eres un asco.

No resistí más y entrelacé mi pie en la suya tumbándolo, me subí encima y comencé a golpearlo a puño cerrado.

- te arrepentirás imbécil - el solo reía hasta que de un movimiento me aventó.

Me agarro del tobillo y comenzó a jalarme, le di patadas, pero no sé inmutaba por mis golpes, hasta que se subió sobre mí y me dio un golpe en el rostro, dolía horrible cuando sentí el segundo junto a otros más.

Trataba de recobrar la conciencia cuando sus manos apretaban mi cuello, intente quitarlo de encima de muchas maneras, pero fue imposible lleve mi mano cerca de mis piernas donde tenía mis armas, pero él bloqueaba el acceso con las suyas.

- tan hermosa y eres un total desperdicio - se acercó hasta lamer mi cuello terminando en mi mejilla comencé a golpear su pecho, sintiendo mis palpitaciones más fuertes y mi oxígeno extinguirse.

- estaba desesperada, con la última fuerza que me quedaba grité su nombre - Mikahil - y al ver que no reaccionaba nuevamente cerré mis ojos esperando mi final.

Ya no hice resistencia cuando sentí a alguien pasar sobre mí con rapidez y nuevamente mis pulmones recibían oxígeno, tosí hasta que abrí mis ojos, era él mi amado Mikhail peleando con su último aliento, de inmediato me levante, desenfundando mi arma y le dispare en la cabeza al maldito de Rasputín viendo caer su cuerpo sin vida.

- corrí a él abrazandolo dándole un corto beso - gracias mi vida - él solo me veía tocando mi cuello.

- ¿estás bien? - asentí ayudándolo a levantarse.

- si, lo estoy, anda tenemos que salir de aquí- el asintió.

Caminamos y cada vez sentía más su debilidad, su cuerpo pesaba con cada paso que dábamos; estábamos por salir por una de las puertas de emergencia cuando se escuchó una voz muy grave junto a un corte de cartucho.

- deténgase o disparo - sabía que eran los refuerzos.

Intentaba pensar para poder librarnos de ellos, al verlo el solo se separó un poco de mí y con su voz débil me habló.

- vete - ****me quede en silencio viéndolo a los ojos**** - vete - lo vi sorprendida.

- ¡que!, jamás te dejaría solo, recuerda que somos uno, Mikhail - el sonrió dándome un beso.

- jamás se me olvidaría, sé que pronto nos volveremos a ver, ahora largo - solo lo escuchaba y no acataba su pedido - Carajo, Malyshka, vete yo te cubro.

Y con todo el dolor de mi corazón comencé a correr mientras el disparaba su arma, abrí la puerta y al salir estaba Danil esperando en la camioneta del lado del piloto, subí y atrás estaba Valery malherida.

El camino fue silencio total donde ni Danil o yo tocábamos el tema por la ausencia de Mikhail, al manobrear Danil no pudo librar el convoy que venía a nuestra dirección, nos vimos por un segundo y asentimos sacando nuestras armas.

Comenzamos a disparar cuando camionetas llegaron haciendo una barrera frente a nosotros iniciando el fuego cruzado dejando muertos a su paso, hombres abrieron nuestras puertas indicándonos que teníamos que irnos.

Danil bajo a Valery de la camioneta, corrimos abordando con rapidez las camionetas blancas y nos fuimos a alta velocidad.

Mi vista se posó al mismo hombre que nos había recibido desde que llegamos aquí, gire mi vista hacia la ventanilla, toque por inercia el anillo de compromiso que una noche anterior me había dado Mikhail.

Y en ese momento fue que colapse, comencé a llorar por él, porque no sabía si aún estaba vivo o no, fui una total cobarde en dejarlo en ese maldito lugar.

Cuando sentí un abrazo al ver de quien se trataba era el hombre de ojos oceánicos.

- calma, conozco a mi gran amigo y sé que el estará bien - me sonrió separándose de mí.

- en ese lugar nadie está a salvo, tengo miedo por él - tomó mi mano, pero de inmediato la quité.

- tenemos que dejar que se calme el ambiente y haremos lo que tú quieras - asentí no muy conforme con sus palabras.

Llegamos a su casa que estaba a las afueras de la ciudad entre el bosque, al bajar me fui tras Danil, necesitaba saber que Valery estaba bien olvidándome de mi dolor físico.

En esta ocasión entramos a la mansión y la llevaron a una de las habitaciones donde un médico ya la esperaba con un par de enfermeros, por protocolo o no sé que nos sacaron de la habitación y Danil tenía su rostro lleno de preocupación y solo lo abracé.

- tranquilo, Danil mírame - levante su rostro y vi sus ojos rojos entendiendo que en verdad él amaba a Valery - ella estará bien, es fuerte y saldrá también de esta.

- gracias Mérida - se quedó en silencio mirándome fijamente y solo volví a llorar - lo encontraremos.

Asentí sin decir una sola palabra, limpie mis lágrimas hasta que uno de los enfermeros abrió la puerta y nos hizo pasar, viendo a Valery dormida, me senté en un sofá que estaba en un rincón.

El doctor salió y solo se quedó un enfermero al pendiente de ella, Danil se acostó a su lado y verlo demostrarle su cariño volvía a quebrarme, debí quedarme con él y hacerle frente los dos, pero fui una cobarde, una maldita cobarde.

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