EL DESPERTAR DEL LOBO

EL DESPERTAR DEL LOBO

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LUNA FLORES

Caminaba descalza en el césped de la facultad de medicina, llevaba las sandalias rosas en mis manos. No sentía vergüenza de hacerlo, tenía las miradas curiosas de algunas chicas, seguramente pensaba que era una chica pueblerina que no conocía el césped de la ciudad. La verdad no estaba muy lejana a eso.

Viajé de mi ciudad natal a la capital para estudiar la carrera que tanto había soñado. Sentía en mi corazón que había elegido bien. Siempre quise ser una doctora que ayudara a los demás, en especial a mi madre que sufría de problemas cardiovasculares.

Estaba en una ciudad grande, donde había tanta gente como hormigas en mi ciudad, todo era exageradamente enorme, los edificios unos tras otros, jamás habían visto cantidades de autos juntos.

Al llegar a la facultad de Medicina, me quedé con la boca abierta. Había tantos estudiantes que vestían muy a la moda y yo supuestamente iba con mi mejor ropa, pero al verme por el reflejo de las ventanas de las aulas, podía notar que simplemente parecía una muchacha de pueblo, con una camiseta blanca, jeans azules pálidos y unas sandalias rosas, tenía un aspecto humilde.

Salí a explorar el campus, ver el verde me hizo añorar estar con mi madre. Fue en ese instante que me quité las sandalias y empecé a caminar descalza sobre aquel césped que me hacía cosquillas en las plantas de mis pies.

—Pareces que los disfrutas— una voz masculina lo decía.

Me detuve en seco con un poquito de pena. Me giré para ver su cara y vi creo lo más hermoso que existe en este planeta. Un muchacho más o menos de mi edad, cabello plateado, de ojos azules grisáceos y de cuerpo atlético.

— Te he seguido con la mirada, me provocabas un poco de curiosidad— Lo decía con una voz un poco grave— Soy Adrián Santander, y ¿tú como te llamas?

— Luna. Me llamo Luna Flores— Le contesté un poco ruborizada, tenía mis mejillas tan calientes que sentía que iban a explotar. Mi corazón estaba descontrolado. Solo ver sus ojos hermosos me producía taquicardia.

— Soy nuevo ingreso de medicina, grupo E. ¿y tú?

— Igual. Soy grupo B.

Una chica de cabello largo y negro se acercó.

— Nos vamos Adrián. No te juntes con alguien así— lo tomó de la mano y se lo llevó.

Ni se despidió. Era de suponer que un hombre tan bello tendría una novia.

Me puse mis sandalias y busqué mi grupo de clases. Podía ver a los lejos a Adrián, él estaba rodeado de chicas, me sentía atraída por él. Pero si comparo no le llego a ninguna a los talones.

Creo que como un imán mi mirada lo atrajo a mí.

— Nos volvemos a encontrar— él sonrió, Adrián tenían una sonrisa jodidamente bella— Casi somos vecinos.

No le respondí. Solo vi y sonreí.

— Te parece que al finalizar te lleve a tu casa o te invito a un helado o lo que tu desees.

— No hay necesidad. A penas te conozco.

— Quiero ser amable. Además, siento que debo decirte algo en privado.

Me asusté un poco. Abrí mis ojos como si fuesen platos redondos.

— Debo entrar a mi aula. Tal vez en otra ocasión platicamos.

Entré lo más rápido posible a mi aula.

ADRIÁN SANTANDER

Soy Adrián Santander, tengo 17 años y soy el hijo de Emiliano Santander, el hombre más poderoso en el mundo humano y del no tan humano.

He tomado la decisión de estudiar medicina esto con el fin de comprender la transformación que pronto ocurrirá en mi cuerpo.

Estando sentando en unas de las banquetas del campus de la facultad, una chica llamó mi total atención, ella era distinta a las demás, desde su forma de vestir hasta la forma de caminar. Lucía humildemente. Se quitó sus sandalias y empezó a caminar descalza sobre el césped.

Era una chica como de 1 metro 65 centímetros, de tez muy clara, rubia y muy bonita.

Había algo en ella que llamaba mi atención, sentía como una fuerza en mi interior de hablarle, era algo que jamás había experimentado. Mi corazón se sobresaltó, mis sentidos se agudizaron sobre todo mi olfato, podía sentir su aroma a vainilla a pesar de estar a una distancia discreta. Me atreví y le hablé.

Su nombre es Luna. También estudia medicina. El momento se vio arruinado por Ana, mi prometida. Con ella llevo un compromiso por arreglo de familia, o mejor dicho arreglo entre clanes, pero yo no la amo y no siento esa sensación de amor menos de conectividad.

Ana me tomó de la mano y caminamos hasta una banqueta a una distancia de donde estaba con Luna.

— ¿Quién es ella? Ya te había dicho que no hables con ninguna mujer. Yo soy tu prometida.

— Eres mi prometida por nuestros padres, pero yo a ti no te amo y estoy seguro de que jamás lo haré. Ese compromiso es una estupidez y sabes por qué, porque encontré a mi destinada.

— Qué locuras dices. Yo soy tu prometida y no veas a nadie más. Entendido

—Déjame en paz.

Caminé hasta donde me habían indicado que era mi aula de clases. Vi que Luna me observaba . Así que me acerqué a ella y sin rodeos la invite a salir, pero fui rechazado por su pena. Ella entró a su aula yo igual.

Al llegar a casa hablé con mi madre de lo que había sucedido hoy con Luna, sentía como que ella era parte de mí y como mis sentidos sé

agudizaron. Sentía una fuerte atracción a ella y una necesidad sexual.

— Hijo, créeme que te entiendo pero el compromiso con Ana no puede detenerse. Pronto será tu despertar y solo ella puede ayudarte.

— ¿Mi despertar? Ana no puede ayudarme y tú lo sabes. Lo único que les interesa es su negocio y yo solo soy eso para ustedes.

Me fui un poco molesto con mi madre y por su incomprensión.

Me acosté en la cama y la cara de Luna no dejaba de aparecer en mis pensamientos. ¿Qué era esto que sentía? ¿Qué forma cogería mi cuerpo en mi despertar? Siento dudas, siento como si mi corazón se encarcela a alguien que apenas conozco.

Ana entró a mi habitación.

— ¿Qué haces aquí? Acaso no tienes casa.

— Vine porque tu mamá me llamó.

— Okey, yo no soy mi mamá, asi que sal de mi habitación.

— Pronto será tu despertar, ¿Tú crees que un humano va a querer a un monstruo como tú? Por qué eso somos para los humanos.

— No me digas que mi madre te dijo lo que le conté. Grandiosa madre la que tengo. Si no me acepta porque soy un monstruo por lo menos debería de probar, siento esa conexión con Luna, cosa que no siento por ti.

— Me lastimas sabes, Adrián yo a ti te amo. Nuestro compromiso ha sido desde que somos niños. Ante todo somos amigos.

—¿Amigos? No somos nada.

— Adrián, tú sabes yo soy lo mejor para ti.

— Nunca lo serás. Los mate no se fuerzan y sin duda alguna tu no eres mi mate.

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Comments

Ada Aguilar

Ada Aguilar

esto está interesante 🙂🙂🙂

2024-07-22

1

Maria Ortix

Maria Ortix

Me tocó volver a leer, pues la empecé en el PC....... Pero resulta que allí después de unos capítulos hay que pagar!!!!!! Una lástima..... Tocó volver a la tablet!!!!!!

2024-07-10

3

Albalu HS

Albalu HS

me encanta, me tocó volver a leer la historia y no recordaba nada ☺️

2024-04-27

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