NO TOQUES A MI MATE

LUNA FLORES

— Dado que no estamos molestos y este tema de matrimonio queda cerrado, quiero que me regales algo, eso sí.

— ¿Qué deseas mi amor?

— Quiero chocolates

— Eso es algo sencillo. Y sus deseos son órdenes. Dame una hora y voy a ir a comprarlo. ¿Te parece?

— Sí mi amor. — Me acerqué y le di un beso.

Me puse a trabajar. Organicé la agenda de Adrián. Cuando vi ya había pasado 1 hora y media. Miré a Adrián y Adrián me miró.

— No se me ha olvidado tus chocolates. Ya estoy saliendo— Adrián salía de la oficina con una sonrisa.

Ni siquiera dije algo. Salí un momento al igual que Adrián, pero diez minutos después, quería comprarle algo. Al salir de la empresa, estaba Ana. Mi rostro de alegría cambió a uno de seriedad.

— Mira quien está aquí, la supuesta mate de Adrián.

— No soy la supuesta mate de Adrián, soy su mate, su mujer— le sonreí.

— Fíjate que me ha entrado curiosidad, ¿Qué crees que le pasaría a Adrián si tú te mueres? — ella subió sus hombros y sonrió con malicia.

— No va a pasar nada porque yo no voy a morir.

— ¿Tú crees que no?— Ella pasó su lengua alrededor de sus labios— Sé tu secreto. Morirás igual que tu madre hada, madre humana y tu abuela, esa vieja fue difícil de atrapar, pero al final era solo una vieja. Quebré cada pedacito de sus alas y su sangre estaba deliciosa, a pesar de ser una hada anciana— sus ojos se tornaron rojos.

— ¡Maldita! ¿Fuistes tú?— Sentía una explosión de emoción en mi pecho, mis lágrimas salieron. Mordí mis labios— Te juro que te voy a matar a ti y a todos esos malditos chupasangres. Bastarda.

Ana se tiró una carcajada.

— No te da curiosidad, como sé que eres una hada miserable. Adivina quién reveló tu secreto. Nada más y nada menos que tu propia abuela, pero no lo hizo a propósito, cuando tenía mis colmillos en su yugular, ella dijo, por favor no le hagas daño a mi nieta. Y adivina, ¿qué? En tu casa había muchas fotos tuya y solo supuse que tú eras su nieta y ahora no quedan dudas.

— Mucho hablas. Vete.

Sentía que no podía controlarme más. Apreté mi mano y un árbol cercano cayó a un lado.

— ¿Estás furiosa?— Ana tomó mi mano y enterró sus uñas afiladas en ella. Empecé a sangrar.

Me solté y la empujé. Ana cayó al piso.

— El hada me empujó. Chasqueo mis dedos y ¿sabes donde estarás? En mi cuarto como alimento. El olor de tu sangre es deliciosa.

— Nos ven. Hay demasiadas personas observando. No hagas nada por favor.

— Crees que eso me importa. Los humanos solo son basura para mí. Si me ven, que me vean. Es satisfactorio ver el miedo en sus ojos. Así sabrán quien es superior a ellos.

Ana tomó me tomó con más fuerza las manos y en un momento estaba en la azotea del edificio. Ella sujetó mi cuello con su mano, me asfixiaba. Toqué su brazo y logré quemar un poco su piel.

— Maldita bastarda. ¿Qué te crees?

De un golpe cayó Ana. Pero yo no la había golpeado.

— No toques a mi mate— Era Adrián.

— Desgraciado. Te atreves a golpearme. Esto lo pagarás caro.

Ana desapareció en ese instante. Caí de rodilla. Mi mano y mi cuello tenían sangre.

— Estás herida. Es hora de ir a casa.

— ¿Cómo sabías que estaba aquí?

— Porque eres mi mate, somos uno solo, siento tus alegrías, tristeza, enojos. Además, mi olfato me guió hasta aquí.

Abracé a Adrián. Me puse a llorar.

— Ella asesinó a mi madre y a mi abuela. Quería vengarme en ese instante, pero había muchas personas viendo y me contuve.

— No estás sola, pero aquí, solos, somos presa fácil. Necesito a Albert cerca. Me preocupa tus heridas.

— Ellas van a sanar.

Regresamos a la oficina. Ahí me senté un rato en mi forma de hada. Cerré mis ojos y mi energía recorría hasta el lugar de mis heridas. Adrián solo veía sin decir nada. Las hadas tenemos el poder de sanación. Quedé exhausta. Regresé a mi forma humana después de perder el conocimiento.

ADRIÁN SANTANDER

Luna se desmayó. Corrí hacia ella.

— Luna. Luna— Toqué su pulso— la acosté en el sillón.

Llamé a Albert.

— Necesito que vengas de inmediato. Hoy Ana atacó a Luna.

— Estaré ahí mañana al medio día.

— Qué Lorem se reúna con Marc y Luther y preparen a los lobos más fuertes. Que estén listo a mi llamado. Nadie toca a mi Luna.

— Estados Unidos y Grecia están muy lejos. Creo que usted debería dejar de responsable a alguien para que lleve sus asuntos en la empresa y desde aquí, usted puede tener todo el control sobre ella. No necesita arriesgarse ni arriesgar a Luna. Solo es una sugerencia pero considérala.

— Lo pensaré. Mañana te espero en la empresa.

Debo tomar una decisión. ¿Cómo hacía mi padre? Creo que mi madre al ser una Vampira, líder de clan, se les facilitaba todo, solo que al final, mi madre fue traicionada por su propia raza.

Me acerqué a Luna y acaricié sus mejillas. Ella abría sus ojos lentamente. Tenía sus labios pálidos.

— ¿Cuánta energía usaste? Estás pálida.

— Estoy bien, que esto me sirva de práctica de mis poderes de sanación. Tengo que estar más que alerta de ahora en adelante. Ana será como una mosca en un popo de perro.

— Estoy considerando que vivamos en las montañas, en Grecia. No quiero correr el riesgo de perderte. No hay que escatimar la fuerza de un clan entero de vampiros.

— No me quiero esconder. No quiero vivir así, a escondidas. Quiero vengarme.

— Está bien, te vengarás, pero hay que ser inteligente. Lo de hoy no puede volver a ocurrir.

— Sí tan solo no hubiese estado personas, te juro que ella estaría muerta ahora mismo.

— No te fíes. Ana es fuerte. Aunque tú eres fuerte, ella también lo es.

Llevé mis manos a mi cara y lloré de molesta.

— Todo tiene su tiempo y créeme que ese maldito clan morirá uno a uno.

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