3.2

—Elimínalo. —La orden impuesta por una de las figuras dejó a Tom extasiado sin razón aparente, pero no titubeó y sacó un conjuro sin escribir. No dejaría que esas cosas lo eliminaran tan fácilmente, no sin haber podido proteger a Seth. Puso su mano derecha sobre el papel y apareció un sello invocador que se plasmó en el papel. Tom respiró hondo y soltó todo el aire que tenía, se calmó lo suficiente para llevar a cabo su tarea; apretó su muñeca, lastimándola, y la sangre fluyó hasta caer al césped. Mensajero de los dioses y protector del viento y el aire, yo invoco tu presencia…

—Lungta.. —El llamado vino acompañado de una oleada de viento, tan fuerte que obligó a las figuras a cubrirse y retroceder. El sello invocador se dibujó en el suelo, manteniendo la sangre en su centro, soltando unos rayos de luz que cegaron a los desconocidos. Finalmente, el sello se iluminó por completo y de entre tantas luces, se mostró un caballo plateado. Se alzó con vehemencia, dejando ver su poder y grandeza, vistiendo con decoro su melena blanca que se agitaba al compás del viento. Las presencias se alejaron rápidamente, poniéndose a salvo de la bestia sagrada que fue invocada. Tom los señaló con su mano derecha, esta estaba iluminada y decorada por el sello invocador, el cual venía tatuado en su alma, y habló—: Es una orden, aniquílalos. —La sentencia fue escuchada y llevada a cabo; Lungta golpeó el suelo, alistándose para atacar, el viento enloqueció y arremetió contra las figuras que se movieron rápidamente. Mientras ellos esquivaban los ataques, la bestia creó un tornado que atacó ferozmente a los enemigos. El tiempo límite se acerca… a este paso Lungta se descontrolará, pensó Tom. Estaba preocupado y tenía que llegar a Seth para alejarlo del peligro.

—Guardian del cuarto elemento, Lungta —comentó la figura blanca que se balanceaba con delicadeza, esquivando los ataques del Guardian. Estaba entretenido “jugando” con la bestia sagrada. Por otro lado, la segunda silueta se encontraba batallando duramente con Lungta, hasta parecía asustado, pero Tom ignoró esa emoción y aprovechó el momento para correr hasta Seth.

Cuando llegó, se arrodilló levantando suavemente la cabeza del pelirrojo y tocó su frente. Dejó un sello sanador para que, mientras huían, sus heridas sanaran. Lo subió a su espalda y lo acomodó cuidadosamente. Sin más contratiempos, se puso a correr con Seth en su espalda y, mientras lo hacía, procuró tener conjuros a la mano por cualquier cosa. Ya cuando se encontraron un poco alejados de la batalla, Tom decidió retirar a Lungta.

Se desvaneció dejando un brillo plateado, símbolo de la divinidad, y la figura blanca se desconcertó, pero cuando divisó al rubio correr a una distancia considerable, lo comprendió; una distracción.

La tarde era tranquila, las melodías de las aves se apreciaban con ímpetu y el aroma a petricor relajó la mente abrumada. Recelosa, una ventisca se coló en el cuartucho despintado y maltratado por el tiempo; sus paredes estaban manchadas y en algunas había moho, el techo goteaba cuando una tormenta se dignaba en molestar y la calefacción andaba mal. Por eso, los cabellos rojos eran los únicos que se dejaban apreciar, el cuerpo se encontraba cubierto enteramente por grandes frazadas. Odioso de querer moverse, Seth se acurrucó un poco más, pues, se le había colado un poco de frío y eso le puso los pelos de punta.

¿Cómo terminamos así? Se supone que yo debía estar, a estas horas, en el colegio. Renegó el pelirrojo al recordar que ese día se llevaría a cabo una salida al museo que inauguró hacía dos días.

Tres semanas pasaron desde aquel encuentro tan desafortunado. Tom aún se recuperaba, pues, la invocación y los sellos de sanación son devastadores para un mago, sobre todo si son empleados al mismo tiempo. Se encontraba revisando algo en su celular, por suerte, el del rubio se libró de ser reducido a chatarra en la pelea, todo lo contrario, sucedía con el aparato del pelirrojo.

Cuando escaparon de aquel descampado, Tom llevó a Seth hasta el auto y lo dejó allí. Él condujo toda la noche por la carretera solitaria y oscura. Al menos, su ojo había sanado algo y podía ver medianamente bien, eso era suficiente para encontrar un refugio. Luego de casi ocho horas de pura carretera, el rubio se topó con un motel de mala muerte. Se veía tétrico y lúgubre, pero estaba exhausto y el dolor en su cuerpo le gritaba e imploraba por un descanso. Con desconfianza, habló con el recepcionista del lugar, este era un hombrecillo de ojos saltones y mandíbula torcida. No fue difícil porque el tipo no le hizo preguntas y le dio una habitación a un muy buen precio. Desde entonces, Thomas y Seth se esconden en ese basurero.

—¿Podemos comprar algo caliente? Moriré de inanición a este paso —Se quejó Seth, arrugando la nariz y mostrándose harto del frío—. Bueno, si es que primero no me mata este frío —gruñó, buscando otra manta para cubrirse. Thomas se burló y tomó su cartera para luego salir en busca de comida. Él no sabía si era demasiada casualidad o pura suerte, pero al lado del motel se encontraba una cafetería igual de maltratada, pero al menos tenían agua caliente.

Tom sabía que no podían quedarse allí más tiempo, ya era demasiado milagroso que no lo encontraran antes y eso era porque el rubio mantenía un sello incorpóreo que mantenía su ubicación secreta por el momento. Su plan era ir hasta su casa de seguridad que se ubicaba fuera de la ciudad, en un pueblo fantasma. Aquel lugar era desconocido y no aparecía en ningún mapa, por lo que, para llegar, deberías haber estado allí alguna vez, pero ese no era el caso. El pueblito fue arrasado por una guerra entre el clan de magos Bennett y el clan de vampiros Athens, bueno, eso se decía, aunque sí existió esa guerra, no fue la que desoló a Heaven Grove. La batalla dejó devastado al pueblo y a los mismos clanes, de casi doscientos soldados que había, solo dos hombres sobrevivieron, pero uno solo se refugió en la soledad de los cadáveres del sitio. Como, autoproclamado, único sobreviviente de aquella nefasta guerra, conocida como “La Guerra de Heaven Grove”, Tom vivió en ese sitio destruido, por muchísimo tiempo, tanto que le permitió crearse una casa (búnker) tan protegida por cientos de sellos, conjuros y trampas que era realmente imposible poner un pie allí y ni hablar de los alrededores; casi tres hectáreas de puro bosque rodeando el pueblo, especial para colocar trampas y demás. Era el punto más seguro para esconderse. Lo único que parecía complicado era llegar, pues casi dos días por carretera era demasiado siendo fugitivo.

Thomas llegó a la cafetería y ordenó: un café y una chocolatada. La mujer que atendía se puso a conversar con el rubio mientras preparaba los pedidos. Ya era normal, además, tenía la costumbre de acariciar los brazos de Tom de vez en cuando. Ella era bastante atractiva; alta, morena de cabellos negros y ojos azules, tenía una expresión serena y sus rasgos era delicados, pero Tom solo estaba esperando su café. No tenía la intención de entablar conversación nadie, a menos que fuera estrictamente necesario.

Lo primordial era salir de ahí, asegurar a Seth en un buen lugar, e investigar qué demonios estaba sucediendo. Thomas resopló, logrando que la mujer lo mirase y se alejara con un poco de vergüenza.

—Estarán enseguida —anunció en un suave susurro. Tom asintió sacando su teléfono, necesitaba comunicarse con su amigo para que le brindara información. Richy, un mago de clase SS+, devorador de libros y rata de biblioteca, poseía una red conexiones con todo tipo de criaturas; lobos, vampiros, lamias e incluso demonios, tenía la capacidad para obtener información en un santiamén. Thomas conoció a Richy en uno de sus tantos trabajos de eliminación; se chocaron y casi se matan por provenir de clanes rivales, pero, luego de La Guerra de Heaven Grove, la rivalidad era nada comparada con la soledad y entonces forjaron una amistad de muchos años.

Marcó rápidamente el número y esperó a que atendiera.

—“¡Imbécil, ¿pretendes matarme de un susto?! Es increíble que luego de casi medio mes, tuvieras la amabilidad de contactarme. Te llamé ciento de veces, ¿es divertido jugar así, maldito bastardo?” —gruñó Richy con su característica voz grave y rasposa—. “Me darás explicaciones después, traidor. Ahora tengo algo que contarte” —Tom se recargó sobre el mostrador para escuchar cómodamente los regaños de su amigo—. “Según mi informante, el Pozo anda buscado a Seth Lennox. Sí, al mocoso que proteges. Aunque no es nada seguro, quiero decir, hay rumores y el nombre de tu adorado protegido, pero no conozco los detalles” —alarmó con enojo el hombre al otro lado. Thomas se enderezó, al menos sabía que estaban detrás del pelirrojo, pero ¿por qué? Eso era lo que realmente importaba y no había nada más. Incluso el hecho de que fuera perseguido era un mero rumor—. “Otra cosa, todo este asunto tiene que ver con las desapariciones de informantes; buscaban información acerca de tu pequeño bastardo y fueron directamente con aquellos a los que podían sacarle algo acerca de ti o el paradero de ese engendro. Junto a Molly encontramos a los informantes, te aseguro que no fue una bonita vista”.

—Maldición, ¿qué demonios está sucediendo tan repentinamente? Esto seguramente estaba planeado desde hace tiempo —masculló Thomas—. Bien… Es un comienzo —comentó el rubio mirando el local, sintiendo el aroma al café recién hecho colarse por su nariz—. Ah, sí. Otra cosa Richy, mira si puedes averiguar algo sobre criaturas sin aura o con una imposible de ver y sentir. —Las risotadas no tardaron en hacerse escuchar. Thomas arrugó la nariz esperando a que Richy se callara—. Sí, sé que suena estúpido, pero es la única pista que tengo. Esas cosas nos atacaron y los sellos son completamente inútiles con ellos. Además, en ningún momento pude descifrar qué cosas eran —protestó con obviedad el rubio.

Luego de unas carcajadas más, Richy habló—: “Bien, bien. Escucha, no conozco criaturas con esa capacidad de ocultamiento, al menos no la necesaria para ocultarse de ti. Pero sí que existe un encantamiento profano capaz de ocultar el aura de cualquier criatura. Es poderoso y fácilmente bloquearía tu sensible sentido. Aunque es pura nigromancia. Si no es magia negra, entonces, me temo que estás senil”. —La llamada terminó, su pedido ya estaba listo, lo recibió y agradeció. Caminó hasta la entrada, dispuesto a salir, pero esta se abrió mostrando a un hombre de, al menos, uno ochenta, grandes brazos y un cuerpo ejercitado.

—Buenas tardes —saludó el hombre sacándose el sombrero. Thomas correspondió con movimiento de cabeza y una media sonrisa. El tipo no inspiraba demasiada confianza, pues, de las tres semanas que estuvieron allí, nadie visitó la cafetería. Demasiada casualidad, pensó Tom saliendo rápidamente del local. El rubio no logró captar su aura y eso era muy mala señal.

Llegó a la habitación y le puso seguro a la puerta. Dejó las bebidas sobre un mueble y tomó el bolso que tenía en su camioneta. Sin penarlo dos veces, empezó a guardar todo bajo la atenta mirada de Seth, este se mostraba confundido ante las acciones de Tom.

—Nos vamos —sentenció Bennett, cerrando el bolso. Se acercó a la ventana y vio a su camioneta estacionada debajo. Lanzó el equipaje a la parte trasera y luego miró a Seth—. Tenemos que pasar desapercibidos. Vamos. —Tom sujetó la mano del pelirrojo y salieron de la habitación dejando la llave sobre la cama. El chico estaba bastante confundido, pero sabía que si su padre actuaba de esa forma era porque algo muy malo estaba por pasar.

Cuando giraron en la entrada para llegar a la camioneta, el tipo de la cafetería se interpuso en el camino con una sonrisa chueca. Admiraba atentamente la reacción de cada uno y luego aplaudió alegremente.

—Veo que tienen prisa… —El hombre se carcajeó y sus ojos se iluminaron de un rojo intenso que alertó a Tom—. Jueguen conmigo…

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play